Categorías
Uncategorized

El club de los desconfiados…

Por Alberto Morales Gutiérrez

De Dante se ha dicho no solo que es “el poeta supremo”, sino que se le ha definido como “el padre del idioma italiano”. Se trata, sin lugar a dudas, de un pensador notable que logró modificar, por fin, el enfoque medieval que todo lo impregnaba con la religiosidad cristiana: el arte, la arquitectura, la filosofía, el conocimiento; para brindar contrariamente, una reflexión humanística que dejó huellas profundas en la historia. Con Dante empieza a tomar forma el Renacimiento.

Es como consecuencia de ese enfoque humanístico que “traicionar la confianza de los seres cercanos” se integra a la gran reflexión propuesta en su obra más destacada.

Permítame sustentar, con Dante Alighieri, el tema del club de los desconfiados.

La “Divina Comedia” es un acto de venganza exquisito, una respuesta cuidadosamente meditada después de haber sido condenado a muerte en Florencia, en un juicio liderado por el bando político contrario. Este poema descomunal publicado en el 1320, tiene más de 14.000 versos distribuidos en 100 cantos, y fue construido en 12 largos años de trabajo inteligente, minucioso, intencionado y mordaz. Dante murió en el exilio, un año después de la publicación de su obra magna.

Los analistas del texto de Dante hacen coro en la conclusión de que el poema fue concebido como una manera de reflexionar sobre las consecuencias espirituales de nuestros actos. Yo no lo creo. Tampoco comparto la idea de que el haber seleccionado los escenarios del paraíso, el purgatorio y el infierno, como los escenarios de la Divina Comedia, significa una profesión de fe en la teología cristiana. Me gusta más mi versión del acto de venganza; me atrae más leerlo en la lógica de que se trata de una obra pagana y me seduce, además, la idea de que el trasfondo de esta obra, según lo expresa John Bargh, está asociado al concepto de la “justicia poética”, como contraposición a la idea del “ojo por ojo, diente por diente” propuesto en el Antiguo Testamento.

Hay quienes dicen que el siglo XIV fue una época plagada de lo peor de la naturaleza humana. Las intrigas, las traiciones y la deshonestidad parecieron incorporarse a la vida social, política y económica de esos tiempos. Dante escribió en ese contexto.

El autor expresa de mil maneras, que la traición es el más execrable de los crímenes.

Para que se haga usted una idea, en el infierno de la Divina Comedia hay nueve círculos, cada uno de los cuales es definido por el grado y la naturaleza de los actos de quienes llegan a él. Los abogados, por ejemplo, son merecedores del quinto nivel; los asesinos son depositados en el séptimo círculo. Al Cocito, ese lago congelado de dimensiones extraordinarias, en donde se encuentra el noveno y último círculo del infierno, llegan a purgar su condena eterna los traidores, a merced de las “frías ráfagas de viento producidas por las alas de Lucifer” y sepultados para siempre por el hielo.

Dante es minucioso. Divide el noveno círculo en cuatro regiones, dado que el tema de la traición de la confianza es de contenidos múltiples. Así, en la región de Caína, están quienes traicionaron la confianza de su propia familia. En la región de Antenora están quienes traicionaron la confianza de su propia nación o de su ciudad. Ptolomea es la región en la que caen los que traicionaron la confianza de sus amigos. En la región de Judeca se encuentran quienes traicionaron a sus propios benefactores.

Hay un halo premonitorio en el poema de Dante, cuando convierte el noveno círculo del infierno en un lugar gélido.

Está demostrado hoy que, cuando una persona se enfrenta a la frialdad social, “se activan las mismas estructuras neuronales que cuando se toca algo frío o se siente frío al salir a la calle sin abrigo en invierno”.

Aunque las traiciones y su impacto sobre la confianza se mueven con solvencia en todos los terrenos y actividades, es en el de la política (la región de Antenora) en donde su ejercicio es más desbocado, con severas consecuencias en la vida democrática, en el ejercicio de la ciudadanía y en el ejercicio del pensamiento. Sus daños son incalculables. De allí la dimensión del castigo.

Al igual que en el siglo XIV, estamos viviendo un período de la historia en donde la naturalización del engaño y la traición en la actividad política, han convertido la vulgaridad, la ausencia de principios, la desmoralización social, las empresas electorales, la desaparición de la ética, la institucionalización de la mentira; en hechos cotidianos incorporados a la rutina de la vida diaria.

Una expresión tan poderosa y necesaria como coherencia, desapareció del lenguaje político contemporáneo. En un acto de prestidigitación perverso, los temas asociados a los principios y a la ideología, se convirtieron en análisis de “coyuntura”, en el trámite de las urgencias de la “unidad”, en la “erradicación” del “sectarismo”; de manera tal que ya no importan cuáles sean los siniestros intereses del aliado, su trayectoria, su vocación delincuencial; lo que importa es que el político inconsecuente, el que lo mismo dice y defiende una idea o una causa, que denigra de ella; el que lo mismo acompaña hoy a un amigo y mañana a su contradictor; lo que importa – digo- es que ese político es “buena persona”, “decente”, y tiene, siempre, “muy buenas intenciones”. Tal legitimación de la inconsecuencia y la traición, tal ausencia de principios, tal abolición de las ideas; vuelve trizas el ejercicio de la política.

Estamos viviendo tiempos grises, precursores de la barbarie. El mandato del “deje así”, de la desaparición del pensamiento y de la ética se ha impuesto. Ya no resulta extraño que, de cara a semejante escenario, los cibergobernantes y su muy reducida visión del mundo, se hayan impuesto en el escenario político.

En esta perspectiva, la desconfianza, esto es, el poderoso ejercicio de la duda, se impone como el último reducto de la inteligencia. Dudar se convierte hoy en la gran revolución del pensamiento; en el escudo propicio para la reconstrucción de la ética; en la reivindicación urgente del retorno a la defensa de los principios; en la manera de empezar, de nuevo, la discusión en torno a las ideas.

Pienso, con genuina esperanza, que integrar el club de los desconfiados puede significar la decisión más insurreccional que podemos tomar. Debemos atrevernos. Tal vez sea esta, una manera de poner en marcha el Proyecto Humanidad.

Compartir

33 respuestas a «El club de los desconfiados…»

Excelente asimilacion y explicación de esos pavorosos círculos del descenso de clases. La esfera del político es ese lago gélido devorados de primcipios y valores. Cuando el lujo de la etica en los actos desaparece y quexa el marasmo. Desde niño me ha gustado elogiar la duda, como vocación.

Hola Juan. Gracias por leer. Aplaudo tu vocación. De eso se trata.

No muy lejos de nuestro entorno podemos hallar con facilidad esa hecatombe a todos los niveles y sin dudas la adherencia al club es necesaria…

Le quedo muy agradecido por este escrito. Verdaderamente tiene toda la razón, vivimos una época oscura en la que todo vale, y si miramos a la izquierda, al centro y a la derecha lo que vemos es un cúmulo de incongruencias. Mil gracias y feliz año.

Hola Wilmar. Gracias por tu lectura y comentario. Este escenario es bastante azaroso…

Qué buena columna Alberto! Excelente!! Temí que descendieras al ejemplo, no se necesita, tus lectores son ilustrados y tenemos imaginación. Salud 🥂 por eso!

No se! Me parece q tengo una gran contradicción, en muchas oportunidades he pensado q parte, solo parte, de nuestros problemas radican en que desconfiamos de la justicia, porque es corrupta, desconfiamos de todas las instituciones, desconfiamos del vecino, desconfiamos del resultado de un partido, creo q muchas sociedades q nos son ejemplo fundamentan gran parte de su éxito en la confianza.
Repito No Se!
Un comentario inútil pero divertido. Comienzas el artículo diciendo “ sin lugar a dudas” y este versa sobre la importancia de la desconfianza
Un abrazo

Hola Juan. Tienes toda la razón. Ese “sin lugar a dudas” es una incoherencia! Abrazote!

tristemente, todos hemos entrado en una burbija de desconfanza e incertidumbre que hace que el mundo carezca de tolerancia de amor, de solidaridad donde prevalece el YO incluso se justifica ese comportamiento porque la insegurdad hace que se actie asi carecemos de lideres de politicos honestos en Colombia TODOS TODOS son unos bandidos corruptos egolatras TODOS

Petro heredó un país confiscado al bienestar de unos pocos que lo hipotecaron. Abandonar la lucha y sentarnos en el balcón de los desconfiados esperando a ver qué pasa, es cohonestar con la distopía que se avecina. Al menos existe alguiens que quiere derribar los muros. Esperar a que termine el mandato y se instalen los “salvadores” a reconocer sus antiguos predios, es conducta de un pequeño burgués temeroso de perder su sitio de confort.
No hay incoherencia, solo dificultades. Bien lo dijo el presidente: ” Es como tratar de mover un elefante”.
Así hayan ganado las elecciones, volver a lo de antes MAMOLA!!

Desde pequeño aprendí que la duda es la llave del conocimiento. Hay que dudar, sin lugar a dudas

En el campo político la materia prima es la deslealtad, la traición , mentira . Por supuesto, los valores éticos y morales son solo discursos

Lo público tiene un manto de duda en el colectivo. Son pocos los ciudadanos que creen en las instituciones y quienes las integran

Desde el relato del libro del Génesis se hizo evidente la materia prima para actuar: El engaño

A través de la historia se evidencia la deslealtad, felonía, perversión, odio, duda, miedo entre otros

El tango ” cambalache” lo resumió con aires del sur

Hoy, vivimos la estupidez, la desidia, la ira, el desinterés por lo colectivo y reina lo individualista que lleva al egoísmo, la mentira, traición

Las sociedades avanzan en la tecnología y retroceden en lo fundamental: El humanismo

El relativismo en lo público y privado es la constante. Por ello, hay duda

El Dante escribió lo que vio en su época muy similar a lo que vivimos hoy

Es un circulo vicioso. El renacimiento que vivimos es la traición y los políticos son los maestros que siguen enseñando a sus pupilos.

En el 506 y en el 3000 también…..

Nuestros políticos y cibergobernantes se merecen un décimo círculo del infierno. Dudo, luego pienso.

Muchas gracias a ti Helena, por leer. Tu comentario me llena de orgullo.

Hola Luis Alfonso. Muchas gracias por leer. Un amigo definía la situación de la política contemporánea como “el reino de la estulticia “

“Seguro mató a confianza “ es un dicho popular que subvierte al rebaño cristiano y le saca seguidores al “dios proveerá” y a ese “dios le pague” que intenta vulnerar la solidaridad. “Yo tengo a dios en Data crédito, págueme usted”, es mi respuesta.
Excelente artículo,

Alberto permíteme ser parte del club.
Creo que con DESCARTES prefiero DUDO LUEGO EXISTO

Hola Mario de J. Tu variable Descartiana es, francamente, interesante.

Alberto, muchas gracias por tan destacado tema. Ciertamente que dudar es una herramienta poderosa racionalmente para combatir la creencia, como imposición de la fe predicada tanto por el monoteísmo religioso como por cualquier grupo político que es también una religión, porque se tiene a un líder que se venera y se le justifica, así la incoherencia de sus actos campee por doquier. Al final es la recompensa (paraíso) la que se promete o el castigo (infierno) el que se columbra como amenaza latente.

Alberto, pareciera que el poeta latino Alighieri hubiese advertido desde el siglo XIV que la subjetividad es individual y que las emociones (ese cúmulo de acciones y reacciones, como en la tercera Ley de Newton) que se manifiestan permanentemente en procura del orden, en ese caos que perciben consuetudinariamente nuestros sentidos, queriendo reclamar equilibrio para combatir la dureza de la vida, nos conducen en el ejercicio ensayo error. Aún persiste ese proclama y continuará.

Mientras que el conocimiento técnico no se ize como bandera del cambio, la ignorancia seguirá perenne.

Personalmente soy amigo de cuestionar todo, de desconfiar de todo, del sano escepticismo (no por destruir nada, sino por no comer cuentos de nadie). No desconfiar es volverse portador de dogmas y es sabido que la naturaleza humana nos invita a desconfiar, por algo que un autor mencionaba: “el prójimo es tan malo como usted o como yo” y por lo tanto hay que recibir las cosas con inventario. Y es desconfiar sanamente de todo, apostarle y aportarle a lo que implique mejoras; pero si luego hay que criticarlo, pues se le critica. No dogmas, no verdades eternas, no ídolos por siempre, porque hasta los santos cometieron pecados (como yo y como usted). Buen escrito, con entrelíneas que dejan tácita la intención del autor; porque los buenos libros (por ejemplo de Umberto Eco) dejan tesoros ocultos solo para quienes saben descifrar las instrucciones nebulosas pero precisas, para quienes las entienden.

Buenos días Eder. Muchas gracias por tu lectura y comentario. Repito contigo: no dogmas, no verdades eternas, no ídolos por siempre…

Los comentarios están cerrados.