Categorías
Al Alberto

¡Negra malparida!

¿Qué hay allá adentro del cerebro de un racista?

Se han hecho múltiples investigaciones que han construido un consenso: “por asombroso que parezca, existen caminos neuronales para el racismo. Caminos erigidos sobre una emoción muy básica: el miedo, el miedo al diferente”.

Por Alberto Morales Gutiérrez

El 26 de septiembre del 2022, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, la señora Luz Fabiola Rubiano fue grabada mientras profería contra la vicepresidenta Francia Márquez, unos insultos francamente aberrantes: “y el simio ese, que porque puso un millón de votos se considera la berraca  del paseo. Pobre simio, ¡los simios gobernando!”. Cuando algún periodista le preguntó a quién se estaba refiriendo, Rubiano respondió sin pudor: “a Francia Márquez. Es un simio ¿Qué educación puede tener un negro?”.

La tosca agresividad de su gesto fue conocida por el país entero, pues los medios lo difundieron ampliamente. Tan solo 72 horas después de haber ocurrido los hechos, el malhadado fiscal Barbosa vio en ellos una oportunidad para lograr resonancias a su favor y, con una acuciosidad desconocida en él, se apresuró a imputarle cargos. Siete meses más tarde, el pasado 10 de abril, la señora Rubiano se declaró culpable.

Lo objetivo es que no hay señales de ninguna índole que permitan concluir que la experiencia ha sido sistematizada, o que los ataques racistas contra la vicepresidenta hayan disminuido.

Desde las senadoras Cabal y Valencia, cuyos desafueros racistas son ampliamente conocidos, pasando por el universo de los chistes que en voz alta o soterradamente esgrimen los racistas de todos los estratos, hasta el hostigamiento evidente de los grandes medios con sus titulares tendenciosos; hay una gigantesca suma de evidencias  que demuestran cómo, por el contrario, Colombia vive una exacerbación del racismo que rebasa todos los límites.

Es, francamente desgarradora, la idea que se ha instalado en las mentes de millones de personas en este país y en el mundo, en el sentido de que existen otros seres humanos que, ya por el color de su piel, por su miseria, por su etnia, por la manera como se visten, por sus creencias, por su orientación sexual; son inferiores, carecen de capacidades, y nada merecen. Personas convencidas de que a esos “inferiores” se  les puede agredir impunemente, que son menos que animales, que no deberían existir. Personas que se creen, decididamente, “superiores” a las otras.

A difundir este exabrupto se han dedicado en la historia, no pocos “personajes ilustres”, “científicos”, “privilegiados” y “poderosos”. Usted encuentra “tratados” en los que se pretende demostrar que la mezcla de razas entraña verdaderos peligros biológicos; “leyes” que prohiben los matrimonios mixtos.

A mediados del siglo XIX muchos “médicos” sostenían que, como consecuencia de esas mezclas, los mulatos eran mucho más propensos a padecer enfermedades y, algunos “antropólogos” especulaban que cuando las personas de raza mixta se casaban, su fecundidad iba disminuyendo progresivamente.

Gregor Mendel, el monje austríaco que ha sido reconocido como el padre de la genética, desencadenó las especulaciones más insólitas por parte de otros “profesionales” como el señor Glayde Whitney, quien llegó a afirmar que los niños de raza mixta eran inferiores a sus progenitores, desde el punto de vista moral e intelectual. Los neonazis lo adoraban y él respondía con más “ciencia”: desarrolló la teoría de “la incompatibilidad de hibridación”, desde la que surgió la norma de “la gota de sangre” según la cual, se definía a todas las personas “híbridas”, como personas de “raza negra”.

José María Vasconcelos sustentó que nuestra América era una fragua en la que se forjaba el nuevo hombre, merced al hecho de que en ella confluían todas las razas. Así, en la óptica de la teoría de “la gota de sangre” de Whitney, debo informarle a usted, que no es racista, tanto como a la señora Rubiano y al resto de los racistas, que, irremediablemente, todos los latinos somos de raza negra.

Desde los tiempos inmemoriales de la instalación del patriarcado, se ha naturalizado la opresión, se ha asumido como “natural” que haya quienes tienen el poder de la dominación. Se acepta como “correcta” esta clasificación de las personas, concebida para entronizar las desigualdades: las mujeres son inferiores, los viejos son inferiores, los niños son inferiores, los pobres son inferiores, los homosexuales son inferiores, los que no piensan como yo son inferiores…los inmigrantes, los que no son de aquí, también son inferiores.

A la señora Rubiano y a todos los racistas, no se les pasa por la cabeza que una persona negra pueda tener responsabilidades de Estado. No se alcanzan a imaginar que se trata de un pensamiento perverso sembrado, a lo largo de milenios, por todos los que cometieron excesos de dominación.

Para justificar sus crímenes, los invasores y colonizadores se veían como superiores a quienes habían vencido o a quienes habían “descubierto”. A no dudarlo, los antepasados de la señora Rubiano y los antepasados de todos los racistas, fueron a su vez escupidos y vilipendiados por otros.

El viejo Aristóteles, tan venerado él, esbozó en su texto “Política”, la “teoría de los caracteres adquiridos”, en la que explica que los rasgos físicos y mentales adquiridos por un individuo a lo largo de su vida, pasan a sus descendientes. La teoría no es inocente. Con ella, el anciano perverso pretendía justificar que los griegos, dado el medio ambiente ideal en el que vivían y la cultura que exhibían y la sociedad que configuraban, estaban perfectamente capacitados para gobernar a la humanidad entera.

¿Qué hay allá adentro del cerebro de un racista?

Se han hecho múltiples investigaciones que han construido un consenso: “por asombroso que parezca, existen caminos neuronales para el racismo. Caminos erigidos sobre una emoción muy básica: el miedo, el miedo al diferente”.

Es patético. La señora Rubiano tiene miedo; el del chiste flojo sobre la “fealdad” de los negros, tiene miedo; la que asume que los otros son brutos, ignorantes, tiene miedo; el que los mira como disminuyéndolos, tiene miedo.

Mire qué gran paradoja: los analistas de este camino neuronal concluyen que, “cuando sentimos miedo, creemos que tenemos una baja capacidad de control y de predicción”. Es pertinente repetirlo: una baja capacidad de predicción y de control. No sin razón, el filósofo Montaigne concluía que la cobardía es la madre de la crueldad.

Sí, el racismo es cobarde.

Compartir

48 respuestas a «¡Negra malparida!»

Gracias Hernán por leer. Ojalá tu deseo se haga realidad y el texto lo lea mucha gente

Excelente articulo: todos deberíamos hacer una ilustración de consciente de éste aprendizaje.

A finales del SXIX unos blancos bonitos de Envigado entre Manuel Uribe Ángel quisieron preconizar un “racismo de Estado” con el que sostenían que,dadas las características antropométricas, tanto los indígenas, negros, mestizos y zambos, habían sido creados para servir al blanco; y enumeraban una serie de propiedades que por curiosidad bien vale conocerlas.
El desconocimiento del “Otro” esa asechanza que como una impronta tenemos en la llamada condición humana”, es claramente representada en el racismo. Es más fácil rechazar a un negro o a un indigena que a un blanco bonito, así lo detestemos. Somos egocéntricos, excluyentes. Tal vez por miedo a perder la “teta” – diría Freud- o a no ser tan ” blanco” como quisiéramos.
A la pobre Francia la odian. Que vaina.

Gracias Juan Fernando, por leer. Valioso tu aporte sobre la “intelectualización “ del muy exacerbado racismo antioqueño…

Gracias Alberto por ese gran téxto tan interesante para esta época en donde se ha incrementado tanto el racismo.

Gracias por tu lectura, Martin. Creo que el racismo es inadmisible y todos tenemos que denunciar sus prácticas perversas.

Gracias Juan Fernando, por leer. Valioso tu aporte sobre la “intelectualización “ del muy exacerbado racismo antioqueño…

Que tire la primera piedra quien en su vida no haya dicho alguna vez ” negro hijueputa”.

Gracias por tu lectura, Eduardo. Tu llamado es certero. Yo mismo me veo y me oigo diciéndolo, en esas épocas en las que no pensaba

Sin saber el por qué esta columna me ha llegado hasta mi correo, tengo que admitir que lo que en ella esbozas es una terrible realidad, inmersa en el arribismo y aporofobia cultural que tanto caracteriza a la sociedad colombiana, si es que ésta acaso existe, al extremo que hasta los pobres, por lo general indígenas y negros, cuando llegan a ser exitosos terminan despotricando de sus semejantes.

Gracias por leer, Octavio. El racismo, la discriminación, la aporofobia, operan a la manera de una pandemia.

El día de la Afrocolombianidad en el programa de los Danieles, me pareció algo fuera de contexto a una descendiente afro (una hija de Maturana, exdirector de fútbol) con un artículo de su autoría dónde resaltaba el legado de su gente afro. Pero omitió a dos personas de gran importancia en el gobierno de Petro: Francia Márquez y el embajador de Colombia en EU. Y eso me pareció racismo, o envidia. Todo por no pertenecer a su posición política. Mejor sería quedarse callada.

Hola Amelia, gracias por leer. No conocí el texto de Daniela Maturana…

El artículo de Daniela Maturana, es muy bueno. Obvio, dejó de nombrar a muchas y muchos, pero no por excluirlos, sino porque las referencias a que aludía solo requería nombrar a los citados. Ni es envidia, ni es racismo.
Y…. este artículo está para replicarlo mundialmente.👏👏👏

Esto del racismo, no solo es por miedo, sino también por ignorancia, y diría yo por fe ciega en alguna idea política o religiosa, cómo tú mismo lo planteas en el desconocimiento de nuestros orígenes. Se odia a los diferentes, simplemente porque alguien o algo en lo que se cree lo enuncia. Similar a algo que leí recientemente sobre los que han asesinado a líderes políticos, que al preguntarles porque lo hicieron sus respuestas denotan un desconocimiento total de lo que creen es la causa.

Si, Claudia. Pienso como tú que la conspiración racista tiene múltiples orígenes, asociados todos a ejercicios de poder.

Lo más terrible de todo es ver cómo amigos negros se refieren a Francia Márquez de manera insultante. La única explicación que me doy, es que son negros con mente blanca. Curiosamente en un país tan diverso como el nuestro, la mayoría de gobernantes han provenido de raza blanca y de clases privilegiadas o con el auspicio de ellas. Eso se ha enquistado en la mente de los colombianos de modo que nosotros mismos nos negamos las opciones que nos da nuestra propia diversidad.

Mónica, muchas gracias por leer. Nos están manipulando desde tiempos inmemoriales.

Gracias por tu lectura, Helena. Es mío el privilegio de saber que estás por aquí.

La circunstancia histórica de que una negra haya llegado a tan alto cargo y además de elección popular, simplemente ha mostrado quiénes realmente somos. Odiamos al diferente y es correcto el análisis de que se odia por miedo y hoy tenemos mucho de él porque no nos gobierna la élite tradicional colombiana; por vez primera llega al poder alguien del pueblo. Eso del Marco Fidel Suárez fue una farsa y esa historia hay que contarla.

Gracias por tu lectura, Bernardina. Tienes toda la razón, lo de Marco Fidel fue una farsa.

Lo peor es que muchos decimos “yo no soy racista,” pero la verdad es que muchos lo son y no lo reconocen, pero desde la antiguedad existe
la discriminacion, la biblia habla del desprecio que las clases “superiores” sentian al referirse a persona que en algun aspecto eran diferentes a ellos, asi mismo el homofobico, para mi, en su interior tiene cierta cpnfusion respecto a su identidad sexual.

Gracias por leer, Lila. Es constante esa afirmación: “yo no es que sea racista, pero…”

Gracias Alberto por tus enseñanzas. En mi circulo de amistades donde siempre se hablaba en esos términos, se generó una tensión grande cuando no permití que se continuara con ese proceder racista y de que todas las conversaciones llevaran al desprecio de otros. Incluso hasta se perdió una amistad. No creo que sea solo miedo, es la arrogancia la que ha llevado a que mucha gente crea que otros no pueden aspirar a como “somos algunos”. De otro lado, por la enseñanza de algunos antropólogos, el color de la piel no representa raza alguna, es la misma raza humana en diferentes colores, y me han indicado que lo más correcto es decir que se trata de etnias diferentes.

Excelente artículo. Para mantener los privilegios de una mal llamada clase social han satanizado al resto. A ello han contribuido las religiones que pintan a los dioses blancos y de ojos azules. La realidad es que la ignorancia nos impide comportamos como especie

Estimado Alberto: no me cansaré de agradecer tu lucidez aunque muchas veces, como en este caso no quedan sino ganas de llorar. Qué país tan grotesco somos. Sin lectura ni memoria histórica, sin educación, grotescamente emocionales, desmesurados.
El concepto de raza está superado después del horror del holocausto. Incluso al igual que con los perros, mientras más criollos y mestizos mejor.
Gracias Alberto, divulgaré como siempre tus columnas.

Más personas como usted es lo que necesita nuestro país. Por favor continúe en esta lucha.

El artículo de Daniela Maturana, es muy bueno. Obvio, dejó de nombrar a muchas y muchos, pero no por excluirlos, sino porque las referencias a que aludía solo requería nombrar a los citados. Ni es envidia, ni es racismo.
Y…. este artículo está para replicarlo mundialmente.👏👏👏

Los comentarios están cerrados.