Categorías
Al Alberto

No hay multa que compre la inocencia…

Sí, estamos presenciando, con la noticia del Grupo Aval y Corficolombiana, otro gran negocio, “socio“, que logra el prodigio de solucionar esa aparente dicotomía propuesta por Sor Juan Inés de la Cruz en el lejano 1680: “¿o cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”

Tanto el Grupo Aval como Corficolombiana y la muy cacareada “justicia” estadounidense, juntos, pecan por la paga y pagan por pecar.

Por Alberto Morales Gutiérrez.

Estos titulares de la prensa colombiana y los lambetazos desvergonzados de los periodistas de radio, no son suficientes para exculpar a Corficolombiana y al Grupo Aval, de sus actos de corrupción con Odebrecht.

La información malintencionada y con el objetivo de confundir, que circuló el pasado 10 de agosto, pretende que creamos la charada según la cual, ese grupo y su subsidiaria quedaron “libres de investigaciones” por parte del Departamento de Justicia y de la Comisión de Valores de los Estados Unidos.  Su idea es hacernos creer que “libres de investigaciones“, es lo mismo que haber sido declarados inocentes.

Por el contrario, la multa de 80 millones de dólares (320.000 millones de pesos) lo que hace es confirmar la responsabilidad de ese grupo financiero, en graves actos de corrupción con funcionarios del gobierno colombiano (archiconocidos por demás) quienes los beneficiaron con la adjudicación de la licitación del codiciado contrato de las obras de la Ruta del Sol II y, posteriormente, con la extensión de la carretera Ocaña – Gamarra. En ambos casos, estaban asociados con Odebrecht y Cass Constructores.

¡Otra vez la “gente de bien” haciendo estragos!

La verdad es que ellos aceptaron la multa sin chistar “para así resolver otras investigaciones paralelas”, según explicó el canal Bloomberg.

El Grupo Aval Acciones y Valores S.A. y su entidad bancaria Corficolombiana, “dieron su consentimiento a una orden de “cese y desistimiento” luego de que se encontrara que violaron las disposiciones contables y, en el caso de Corficolombiana, las disposiciones antisoborno”.

El fiscal federal del distrito de Maryland, Erk L. Barron, fue enfático: “Corficolombiana ha reconocido su papel en un importante ardid de sobornos en el extranjero, y por ello se le exigen responsabilidades”.

El entramado de corrupción diseñó un sofisticado esquema de sobornos que logró, como ya lo he dicho y repito, tanto el contrato de la Ruta del Sol II, como la aprobación de la ampliación del contrato Ocaña – Gamarra. Este último, sin un proceso de licitación pública.

No debe olvidarse que los hechos ocurrieron durante el muy “probo” gobierno del señor Álvaro Uribe quien, desde luego, ha vociferado a los cuatro vientos que él no sabía nada.

Pero hay que ampliar la mirada.

La multa en referencia es un turbio mecanismo concebido en la lógica de la justicia transaccional que impera en los Estados Unidos y que ha hecho carrera en el mundo. Una justicia asumida como “un negocio” inspirado en la doctrina calvinista. Si el criminal, por ejemplo, decide cooperar para denunciar a otros, esa cooperación lo transfigura en un “buen muchacho”, ya que empieza a servir al bando de “los buenos”.

Su transmutación en un virtuoso, le permite ser recompensado: una nueva identidad, una nueva vida, o, en el caso de los empresarios facinerosos que pueden pagar, les da la oportunidad de que no se les investigue más por el mismo caso en el que su culpabilidad ha sido demostrada.

La multa al grupo Aval y a su filial Corficolombiana no compra inocencia, detiene procesos, que es una cosa muy diferente.

En enero del 2021, la doctora en ciencia política e investigadora del Instituto de Estudios de América latina y el Caribe, Silvina Romano y el abogado Rafael Britto, publicaron en celag.org un texto sobre la Ley anticorrupción de Estados Unidos y lawfare en América latina, que clarifica en buena parte este proceder mercachifle.

El lawfare se construye, como todo en USA, desde una perspectiva hegemónica y opera como una herramienta “de poder blando y/o inteligente”.

Todo se sustenta en el Foreign Corrupt Practices Act (FCPA) que entró en vigencia en 1977. Esta “Ley de prácticas corruptas en el extranjero”, es un engendro construido sobre la base de una narrativa perversa: que Estados Unidos es una democracia y un Estado de derecho ejemplar, en donde la ley sí funciona y sí se aplica. Así, los Estados Unidos se sienten autorizados para arrogarse la misión de expandir su “reinado de la ley” que, con la debida premeditación, también es entendida por ellos como un arma para expandir, extraterritorialmente, la norma estadounidense.

La corrupción se suma entonces a las cuatro variables ya establecidas de: 1. lavado de activos, 2. narcotráfico, 3. financiación del terrorismo y 4. proliferación de armas de destrucción masiva, que integran los asuntos que “amenazan su economía, su política exterior,  su seguridad nacional y la estabilidad del orden internacional”.

Como todo el mundo ya lo sabe, esas variables enunciadas sí las pueden ejercer los Estados Unidos, con patente de corso, pero no puede ejercerlas nadie más.

Es un negocio formidable que solo los beneficia a ellos. Este dato es impresionante: “desde la promulgación de la FCPA el total de sanciones monetarias ha alcanzado los 26,9 mil millones de dólares, presentando un ascenso en general en el monto y el promedio de las sanciones a partir del primer gobierno de Barack Obama (2008/crisis financiera), en adelante”.

Dentro de las múltiples conclusiones del documento, es relevante aquella que define a la FCPA, como un instrumento de disciplina del mercado internacional que, ciertamente, podría responder al declive de la capacidad económica competitiva de EEUU. No hay discusión en el sentido de que el gobierno de Trump, por ejemplo, retomó esta Ley de prácticas corruptas en el extranjero y las sanciones económicas, con la intención de contrarrestar a China.

Trump alcanzó el récord de imposición de sanciones económicas en la historia de EE. UU.: hasta diciembre de 2020 se contabilizaban tres sanciones por día durante su mandato

Es un mecanismo que ha envilecido los sistemas de justicia de los países del tercer mundo y traicionado todos los principios de soberanía nacional, convirtiendo la justicia en un negocio. Ya hay alertas ciertas sobre el rol de los acuerdos anticorrupción con la OCDE, con la Convención Interamericana contra la corrupción de la OEA, con la de la ONU. Hay, de igual manera, preguntas sobre el papel de USAID en este mecanismo, en fin.

Sí, estamos presenciando, con la noticia del Grupo Aval y Corficolombiana, otro gran negocio, socio, que logra el prodigio de solucionar esa aparente dicotomía propuesta por Sor Juan Inés de la Cruz en el lejano 1680: “¿o cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”

Tanto el Grupo Aval como Corficolombiana y la muy cacareada justicia estadounidense, juntos, pecan por la paga y pagan por pecar.

Compartir

15 respuestas a «No hay multa que compre la inocencia…»

Es una excelente clase de derecho la que hoy nos ha dado Alberto Morales. Solo quiero respetuosamente anotar dos cosas.
Acaso ese arreglo de compraventa de impunidad al interior de los E.U ,alla ellos por tener una estructura judicial que lo permita, es vinculante en en Colombia ?De no serlo como parece ser, los colombianos debemos empezar a exigir desde ya que el nuevo fiscal general que venga reabra entre muchos casos precluidos por Néstor Humberto Martinez y/0 Barboza, ente esos este por supuesto!
El otro asunto toca con la responsabilidad que en esta materia tiene el Ex fiscal Néstor Humberto Martinez abiertamente vinculado en la nomina del Grupo Aval.
Finalmente quiero apostillar este comentario señalando que Luis Carlos Sarmiento pasa a ser así entonces UN TRAIDOR MAS AL INTEGERRIMO ALVARO URIBE VELEZ!! En cuyo gobierno se armó el entramado corrupto por el cual el Grupo Aval es condenado en los E.U

Tu referencia a Néstor Humberto Martínez sintetiza la impunidad con la que actúan los delincuentes de cuello blanco. ¡Es vergonzoso! muchas gracias por tu lectura Luis Alfonso.

Tenía razón tu abuelo Jorge Luis. Decididamente todo en estos casos es nauseabundo. Muchas gracias por leer.

Teniendo en cuenta que en 2012 el banco de origen suizo HSBC pagó 1.200 millones de dólares a la autoridad estadounidense en un acuerdo para detener la investigación por lavado de dinero, lo del grupo AVAL es pecata minuta. El sistema está podrido desde arriba y nos conviene recordarlo, como lo ha hecho con este artículo.

Muchas gracias por tu lectura María del Mar. Tu dato sobre la multa a HSBC es muy representativa de esa lógica transaccional de la justicia estadounidense que tanto repugna.

¡Duro y al corazón Alberto!
No podemos permitir que todos estos desalmados le hagan creer al colombiano que son gente honorable así hablen como abuelitos queridos y bondadosos. Duro Alberto con estos miserables que han hecho de Colombia una granja donde cacarean como gallinas de cementerio – como le digo Neruda al “caudillo”-
Así le paguen a los gringos y sus periodistas desconozcan sus delitos, ya sabemos que tratamos con unos simples hampones.
Con indulgencias ya no se compran el cielo. Miserables!

Tu conclusión lo define todo: son unos miserables. Muchas gracias por leer Juan Fernando.

Tal vez lo que mas indigna de las narrativas de los delincuentes de cuello blanco es su cháchara sobre las “virtudes” que tienen porque se asumen como “gente de bien”. Tienes toda la razón Juan Fernando, son unos miserables.

1-Aceptar la responsabilidad y pagar una multa a las arcas del poder hegemónico no los hace inocentes.
2- Se confirma la responsabilidad de ese grupo financiero: ¿que hace la justicia colombiana?
3-Si son “archiconocidos” los funcionarios del gobierno colombiano involucrados ¿que hace la justicia colombiana?
4- Si violaron las disposiciones contables: ¿que hace la caduca Junta central de contadores?
5- ¿Sigue Álvaro Uribe sin saber nada? ¿Por qué no lo tocan los gringos?
6- El negocio de la justicia implementado por los Estados Unidos no solo es perverso sino que se constituye en un acto de dominación internacional como ha sido la de ejercer de policía del mundo.
Gracias Alberto

Gracias a ti, Luis, por la lectura. Tus reflexiones son absolutamente válidas.¡Qué descomposición!

Todo imperio es así: tiene el pico afilado para la guerra y la usurpación y las enormes garras para el saqueo. Problema del que se meta al nido. En el presente caso en el país nuestro no se puede olvidar que estos miserables de cuello blanco y gente de bien han convertido el país durante 200 años, en su pozo séptico del que luchamos por salir. Ahora pretenden hacernos creer que cambiando la sábana de la cama de la afrenta, a punta de carreta periodistica la afrenta desaparece. Y ellos ( NHM y su combo Aval) saben que históricamente van en picada. Sor Juana se sostiene en el pecado, por fortuna, haya o no paga. Es la montaña rusa de la humanidad y su condición.

Hola Henry, gracias por leer. Tu alegoría al pozo séptico es precisa. Abrazo

Gracias por leer Carlos Arturo. Todo el andamiaje de confusión que se quiere crear alrededor de la exculpación del Grupo Aval es indignante.

Los comentarios están cerrados.