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Al Alberto

El coraje del voto en blanco.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Jamás una campaña por la alcaldía había sido tan precaria en el perfil de sus candidatos, tan pobre en la exposición de ideas, tan desbordada en prácticas corruptas, tan obvia en la vocación delincuencial de la mayoría de los interesados.

Hay, con el tema del voto en blanco en las elecciones para la alcaldía, una especie de conmoción que sacude a amplios grupos de electores, a diversos partidos, a muchos movimientos políticos y claro, a un sinnúmero de alianzas idem. Les molesta a todos ellos que ese voto sea “inútil”; sirva para que sus contrincantes “ganen”; favorezca a los que las encuestas designan como los triunfadores; ayude a los que van de segundos y sobre todo, disminuya las posibilidades de quienes son la “otra” opción, la opción “verdadera”, la opción “buena”.

Sin tener la culpa, ese ciudadano que vota en blanco es, para ellos, una especie de felón; un aliado del enemigo, un malicioso que, con su decisión, está realmente votando por sus contrincantes.  

Se necesita mucho retorcimiento mental para llegar a conclusiones como esas, pues borra de un tajo eso que, en la teoría de la democracia representativa, se alude como “la libre determinación del individuo” para participar con su voto ciudadano, en los asuntos del estado.

Quienes satanizan el voto en blanco son incapaces de entender que la libre determinación del individuo, al decidir votar de esta manera, consiste en expresar que no hay en ninguno de los candidatos en juego, alguien en quien ese ciudadano se sienta representado.

Es muy contundente la Corte Constitucional, cuando no solo sentencia que el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos”, sino cuando agrega que “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector.

Es precisamente por esta doctrina, que la casilla del voto en blanco es nítidamente identificable en los tarjetones, al lado de las otras casillas de los candidatos.

Hoy, cuando la inmensa mayoría de alianzas políticas, partidos, partiditos, grupos, movimientos y grupúsculos, son concebidos como empresas electorales, es razonable la desazón que genera el hecho de que haya ciudadanos que no ven en el voto una herramienta para “ganar”, sino para expresar su opinión política. En este caso, expresar, con su voto en blanco, la imposibilidad de sentirse identificado (ya ideológicamente, ya personalmente) por ninguno de los protagonistas de la fauna electoral que se le está proponiendo.

El voto en blanco es profundamente conceptual.

Con todo y su inmenso aporte a la civilización occidental y a las nociones de “democracia”, “política” y “ciudadanía”, los griegos estaban hace 2.500 años en una etapa de desarrollo previa. De hecho, no se admitía la condición ciudadana ni a las mujeres, ni a los campesinos, ni a los esclavos.

Aristóteles y Platón, por ejemplo, no eran afectos a la democracia representativa. Les parecía que era tan incluyente, que se corría el riesgo de que se votara “sin virtud”, esto es, sin conocimiento. Que se votara irracionalmente.

Hoy, aunque existe una plena conciencia de que esta irracionalidad ha incrementado su peso específico a nivel global, pervive la idea de que la democracia debe reflejar, en el voto, la variopinta suma de pensamientos e intereses que confluyen en la sociedad. Así debe ser.

El escenario de Medellín es, definitivamente, patético. Jamás una campaña por la alcaldía, por lo menos en lo que yo recuerdo, había sido tan precaria en el perfil de sus candidatos, tan pobre en la exposición de ideas, tan desbordada en prácticas corruptas, tan obvia en la vocación delincuencial de la mayoría de los interesados.

Fue el imperio de la patanería y la vulgaridad. La práctica desmesurada de la manipulación, las noticias falsas, la desinformación. El derroche de los dineros mal habidos.

El activismo se ejerció a través de hordas de adolescentes (en el sentido literal y figurado de la palabra) que convirtieron el grito y el insulto en su manera de hacer. Los montajes y las puestas en escena para recrear las redes con “historias” de alto impacto, llegaron a niveles francamente burdos.

“Estulticia” pareciera ser la palabra más indicada para definir el perfil de estos “líderes” autodesignados.

Se define como “estulticia” a la ignorancia, la necedad, la estupidez de una persona. Y hubo, aquí en Medellín, de todo esto en abundancia.

El Chicago Tribune publicó en noviembre de 2021 un artículo escrito por Francisco Martín Moreno, centrado en el tema de la estupidez asociada a la práctica política. Es de allí que rescato esta historia:

En 1945 Adolfo Hitler ordenó la muerte de Dietrich Bonhoeffer. Lo ahorcaron. Hitler no soportó la dimensión de los escritos de Bonhoeffer que, desde esas épocas, avizoraba los estragos que hace la estulticia en la cosa política. Recordarlo permite entender el carácter deplorable de lo ocurrido en Medellín. Dijo cosas como estas tres que transcribo, a manera de ejemplo.

La primera: “frente a la estupidez estamos indefensos, Las razones y los hechos caen en oídos sordos y se ignoran. Los estúpidos están completamente satisfechos de sí mismos y al irritarse y atacar se vuelven sumamente peligrosos”.

La segunda: “Nos encontramos frente a circunstancias históricas en los seres humanos, un concomitante psicológico de ciertas condiciones externas, en donde se evidencia que cada aumento de poder en la esfera pública, ya sea de naturaleza política o religiosa, infecta a una gran parte de la humanidad con la estupidez”. 

La tercera: “Al conversar con un estúpido no hablamos con una persona, sino que nos enfrentamos a consignas, eslóganes, mandatos y ordenanzas que se han apoderado de él. Está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser”

Desde luego, usted puede pensar diferente pero, en lo que a mí respecta, la decisión de votar en blanco hoy, es una decisión de dignidad, de autorespeto y de coraje. Así lo siento.

La inteligente caricatura que sirve de ingreso al tema de hoy es, obviamente, del buen Mico.

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20 respuestas a «El coraje del voto en blanco.»

Para un buen entendedor… Así es respetado amigo Alberto. Los estados se pudren y después se mueren decia Pacho. Ya sabes a quien me refiero.

Los que votan en Blanco aplauden el sistema y a todos los aspirantes, dicen en el fondo, cualquiera que gane esta bien. La actitud seria y contundente es la abstención, el verdadero voto protesta es no votar.

Ahora Alberto, tu invitación es un lugar común de los que no quieren perder (nunca nadie quiere perder); pero en política, si uno es serio y firme en sus convicciones no debería tener ese miedo a perder.

Casi siempre los candidatos del poder o más cercanos a lograrlo son malos, los buenos son pocos y sin opción. Yo votaré por Carlos Ballesteros aun sabiendo que no va a ganar, y para la gobernación, votaré por el mejor candidato así tampoco vaya a ganar y de ser uno de esos cuatro gatos del MOIR, votaré por Jorge Gómez. Seguramente en este último voto si estaremos de acuerdo porque tú Alberto, eres uno de esos cuatro gatos.

Tiene más valor y significado sumar en el voto en blanco, que por lo menos manifiesta algo de consciencia, que sumarse a la montonera abstencionista con múltiples orígenes.

Gracias John por entender mi lugar común. Abrazo. Eres siempre bienvenido por aquí.

¡ A VOTAR !
ASÍ CREAMOS QUE TODOS SON IGUALES

De lo que sí estoy seguro es de que no podemos permitir que quienes nos han robado toda la vida y han hecho de los derechos básicos un negocio, vuelvan a administrarles el erario a los depredadores.
Hidroituango nos demostró toda la porquería de que son capaces y aún así tiene la posibilidad de funcionamiento: es tanto el dinero que con los restos que dejan, las cosas funcionan.
Acabaron con los ferrocarriles y llenaron un país de tracto camiones sin carreteras, tienen a treinta millones aguantando hambre y pretenden entregar los páramos y los pueblos más hermosos a la minería trasnacional, quieren seguir depredando, deforestando, mintiendo, haciendo negocios y sumiéndonos en la guerra.

¡Ni un voto por ellos, por los de siempre!

Mi voto es por continuar con el cambio que plantea el gobierno: EL PROGRESO DE MANO DE LA PAZ, DEL DIÁLOGO PERMANENTE, DE LA INCLUSION, DE LAS REFORMAS QUE SE NECESITAN PARA LOGRAR UNA EQUIDAD CON JUSTICIA Y CONOCIMIENTO DEL DAÑO QUE LE HAN HECHO AL PAIS LOS ANTERIORES GOBIERNOS.

Ojalá alguien como Gustavo Bolívar fuera el candidato para la alcaldía de Medellín.

No podemos permitir seguir acabando con el país, la labor del gobierno ha sido maravillosa!!

El empleo ha aumentado, la producción interna también, se han entregado 40.000 hectáreas de tierra fértil al campesino – hay 900.000 en vías de titulacion-, el dólar está a la baja, se logró el convenio con China para la construcción de los ferrocarriles y el Metro subterráneo de Bogotá, renegociacion de la deuda, apoyo internacional para lograr la paz, condonacion de las deuda del Icetex para los estudiantes más pobres, construcción de universidades públicas, renta básica a los viejos y madres cabeza de hogar, etc, etc y lo mejor, crear un sentimiento de amor e inclusión por el país, una verdadera conciencia nacional.

Ya no nos interesa ser ciudadanos españoles ni portugueses!

Mi voto será al Concejo y Asamblea por las listas del Pacto Histórico. Alcalde, Carlos Ballesteros y por gobernador en blanco hasta que Fredy Esteban Restrepo ( se quitó el Fredy ), nos demuestre que no se robaron un solo peso en la alcaldía de Daniel Quintero.

Ojalá que ganara el voto en blanco, se tuviera que realizar otra jornada sin ninguno de los candidatos participantes. Ahí si se demostraría que no había por quién votar, pero creo las maquinarias corruptas no lo permiten. Triste realidad!

Hola Helena, gracias por tu lectura y comentario. Estoy de acuerdo contigo en que la realidad desencadena tristeza y también indignación.

El voto en blanco puede representar algo en una verdadera democracia, hay muy pocas; en nuestra “democracia” la ultraderecha y la derecha nunca votaran en blanco porque su único interés son los negocios y la izquierda tampoco vota en blanco porque conserva la ilusión de ganar algún día; por sustracción de materia sólo votan en blanco los TIBIOS, pues se acomodan fácil cerca a cualquier orilla.

Muchas gracias Oscar, por tu lectura. Voté en blanco para la alcaldía de Medellin sin la pretensión a cercarme a ninguna orilla. Pero me parece que tu reflexión sobre la tibieza de esta decisión puede profundizarse un poco para poder entenderla mejor.

BUENAS TARDES HE CONSIDERADO EL VOTO EN BLANCO COMO LA SOLUCION DE LOS DEBILES IGUAL QUE EN UNA CONTIENDA DONDE TENEMOS ARMAS PARA COMBATIR Y SALIMOS IZANDO LA BANDERA BLANCA.

Hola Luis Fernando, gracias por leer. Muy interesante tu consideración. Me gustaría conocer tu pensamiento sobre las diferencias existentes entre el voto en blanco y la abstención, para aprender.

Completamente de acuerdo con el contenido de tu escrito. Es cierto, esta campaña a la alcaldía de Medellín fue deplorable, y la patanería y vacuidad su sello distintivo.
Siempre he pensado que no puede haber democracia cuando quienes eligen (en su mayoría) son personas de una ignorancia supina absolutamente manipuladas y enajenadas por los medios de comunicación. De otra parte es una penosa verdad constatar que la estupidez humana no tiene límites; ya lo demostró Paul Tabori en su excelente libro “Historia de la estupidez humana”.

Gracias por leer, Edgar. Creo que el tema de la patanería es decisivo en la lamentable imagen que proyecta la política contemporánea.

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