Tanto quienes se sienten en la gloria como los caídos en desgracia se cuentan por centenares y, todos ellos, al día siguiente del escrutinio, hacen abundantes “análisis” sobre lo que ocurrió. Habrá notado usted que todas sus narrativas terminan siendo delirantes.
Por Alberto Morales Gutiérrez
El legendario profesor Francisco Maturana, entrenador de fútbol sobresaliente y reflexivo odontólogo, dejó para la posteridad esta frase memorable alrededor de la cual se han construido las más diversas interpretaciones: “perder es ganar un poco”.
Los malquerientes del profesor son tan perversos, que “coronaron” sus esfuerzos por ridiculizarlo apelando a un texto de Shakespeare que, según ellos, sería la prueba reina de que Maturana plagió la frase sin pudor alguno: “Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo.”
Los acusadores se vieron obligados a subrayar las dos palabras claves para que su “incriminación” pudiera tomar forma. Finalmente hicieron el ridículo, toda vez que la frase de Shakespeare no se acerca, ni de lejos, a la intención del profesor, de manera tal que la autoría de Maturana sigue incólume.
Ya hay un consenso en el sentido de que el entrenador colombiano hace referencia, en términos filosóficos, a lo que significa el aprendizaje que subyace en la derrota. Hay quienes adicionan en la sustentación y defensa de Maturana, que los chinos (¿ o son los japoneses?) no cuentan con el término “fracaso” en su lengua, pues para ellos el significado de “fracaso” es oportunidad. Ese aprendizaje u oportunidad constituyen la ganancia del infortunio.
Para entrar en el tema de la derrota, debe decirse que los resultados de las elecciones y la abundancia de candidatos y empresas electorales, hace que siempre, campaña tras campaña, quede un reguero francamente considerable de perdedores, derrotados y quemados. Tanto quienes se sienten en la gloria como los caídos en desgracia se cuentan por centenares y, todos ellos, al día siguiente del escrutinio, hacen abundantes “análisis” sobre lo que ocurrió. Habrá notado usted que todas sus narrativas terminan siendo delirantes.
Lo más dramático del fenómeno es que, se puede colegir de sus explicaciones, que ninguno de ellos manifiesta, realmente, aprendizaje alguno.
El presidente Petro dice que ganó: “las fuerzas políticas que triunfaron en mi campaña presidencial ganaron en siete departamentos. Hace cuatro años solo incidimos en uno”. Su ejercicio matemático lo lleva a concluir que creció un 700 %.
Juan Carlos Upegui, sin pestañear, se declaró “dirigente” y escribió en un tono mayestático que “… nuestro propósito será liderar una visión alternativa con respeto y desde las ideas, podemos construir desde la diferencia”. Resulta patético ese pobre muchacho repleto de limitaciones y cuya torpeza manifiesta, explícita, emblemática, no deja duda alguna sobre lo precario de su dimensión. Recurre a utilizar conceptos que él no conoce, ni puede aplicar: ¿respeto?, ¿ideas?
Quintero echa humo y trata de poner la atención pública en otro terreno, hablando de Gustavo Bolívar, el también derrotado candidato a la alcaldía de Bogotá. Y habla como si estuviera autodefiniéndose y reafirmando la debacle del Pacto Histórico: “el gobierno se ha ido quedando solo debido a liderazgos tóxicos como el tuyo”.
Es muy probable que ese mismo día, por sus resultados electorales y por su nefasto “trino” en el que confiesa la soledad de Petro, Quintero haya perdido ya la embajada, ya el ministerio, ya los dos.
Luis Pérez dijo “a todos los antioqueños que se atreven a soñar en grande, quiero decirles Gracias… Antioquia siempre ocupa un lugar especial en mi corazón, y mis grandes obras son un testimonio de mi amor por nuestra tierra”. Se declaró incomprendido. Quienes no votaron por él no saben pensar en grande, su testimonio descansa en la “grandeza” de sus obras.
Nosotros, los que votamos en blanco para la alcaldía de Medellín, miramos los resultados y dijimos con entusiasmo que pasamos del 5% al 7%. ¡Crecimos el 40%! -gritamos- y la gente nos miró con conmiseración.
Hay unos perdedores por vocación. Jorge Robledo es un caso emblemático pues jamás se da por vencido. Perder, para él, significa como lo expresa Ana María Amar, “pertenecer a un grupo superior de perdedores”, pues en un mundo corrupto, de gobiernos criminales y en donde las leyes protegen a los delincuentes, “el triunfo siempre es sospechoso”. Se trata de una lectura revestida de gran peligro desde luego, porque ese enfoque aniquila la autocrítica.
Borges, en uno de sus más extraordinarios cuentos: “Deutsches Requiem”, narra la mirada disruptiva que tiene sobre la derrota un tal Otto Dietrich zur Linde. El personaje acaba de ser juzgado por un alto tribunal bajo los cargos de torturador y asesino. Morirá, sin remordimientos, al amanecer del día siguiente. Su crimen fue cometido mientras ejercía como subdirector del campo de concentración de Tarnowitz. La guerra se ha perdido y, paradójicamente, el hombre está moral e intelectualmente complacido: “Pensé: Me satisface la derrota, porque secretamente me sé culpable y sólo puede redimirme el castigo. Pensé: Me satisface la derrota, porque es un fin y yo estoy muy cansado. Pensé: Me satisface la derrota, porque ha ocurrido, porque está innumerablemente unida a todos los hechos que son, que fueron, que serán, porque censurar o deplorar un solo hecho real es blasfemar del universo”.
Es asombrosa la intelectualización de su crimen, la manera como explica lo que inspira su crueldad; el análisis que hace de la barbaridad de la guerra y, sobre todo, la inteligencia para construir los argumentos que explican lo que para él significa el rol histórico, salvaje, necesario, místico, asumido por Alemania. Borges describe de manera brillante y sutil, la incoherencia ética que se sustenta en la subjetividad.
El cierre del relato es soberbio: “Miro mi cara en el espejo para saber quién soy, para saber cómo me portaré dentro de unas horas, cuando me enfrente con el fin. Mi carne puede tener miedo; yo, no”.
La diferencia estriba en que aquí, los Quintero, los Pérez, los Corredor, los Upegui y todos los que se les parecen, cuyos excesos rompieron todas las fronteras de la moral y de la ética, sí tienen un miedo integral en sus carnes, en sus almas y en sus corazones.
36 respuestas a «“Perder es ganar un poco…”»
Excelente análisis. Un abrazo
Hola María V. Muchas gracias por estar por aquí.
Audaz la linea trazada entre la derrota de la chusma multicolor colombiana
Y la gris estructura de Deutschland uber allest….
Hola Eduardo, muchas gracias por tu lectura y comentario.
Excelente precisión conceptual. Gracias. Maestro Alberto Morales. Sus aportes. Valiosos.
Gracias Juan. Muy generoso!
Gracias Alberto.
A estas alturas todos somos analistas políticos. Lo que yo saco en conclusión, sin serlo, es que el Pacto debe hacer un juicio muy severo para poder seguir en el juego. A estas no veo quien tenga el perfil político e intelectual para suceder a Petro. ¿“volverán las oscuras
Golondrinas…” ?
Hola Luis. Gracias por tu lectura. Esa es la idea. Sistematizar experiencias y construir aprendizajes.
Muy buena Columna.Es la realidad de lo que paso y el analisis del el “Ilegitimo” presidente que tenemos.Nunca pierde.Ahora debe estar “tomando Cafe”.Es su “Unica” adiccion.Pero es bueno que se pegue una “chequiadita,tal como se lo dijo una de sus tantas “trogloditas” que le compraron su discurso.
Hola Guillermo, gracias por participar.
Hombre Alberto, fue mucho lo que ganaste, y me diste, hablando de perdedores. Stiticos ellos dirían las abuelas campesinas plenas de sabiduría y socarronería. Como casi siempre acertado y sabio
Hola Camilo! Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido!
Entonces debemos izar la bandera por haber elegido como quienes van a dirigir nuestro país a narcos, paramilitares, corruptos, gatillwros, extorsionistas, violadores de derechos humanos….
Nuestro país es el reflejo de la sociedad sin valores en lo que lo hemos convertido!!!
Hola María E, gracias por tu lectura y comentario.
Apreciado Alberto, cada domingo leo, ventilo y agradezco tus lúcidaz reflexiones. En ellas se evidencia el atento lector que eres. Son brillantes los análisis comunicantes que estableces entre tus lecturas y nuestra actualidad. Sin embargo, disculpa mi honestidad, hay momentos en que me agobia tanta caza de citas. Un letrado abrazo.
Hola Juan Raúl. Gracias. No estás solo en tu reflexión. Varias personas han hecho la misma consideración. Lo tendré en cuenta
AMEN !
Hola Eduardo. Gracias!
El corrupto y cínico no siente temor integral en sus carnes ni en su alma y corazón.
Más aún no se sienten perdedores.
Para ellos, vuelva y juega!
Mire los clanes con los tentáculos elegidos
Señor Alberto, use un lenguaje más sencillo y directo.
Las citas son para escritos generalmente de investigación o para escribir un libro.
En lo sencillo hay profundidad
Muchas gracias por leer, Carlos Arturo.Me parece pertinente tu crítica. Me esforzaré.
Excelente columna.Muchas gracias Don Alberto
Muchas gracias a tí, Guillermo, por leer.
Me encantó este escrito Alberto y a mi si me encantan las citas, pues me llevan a leer o releer cosas desconocidas u olvidadas. Pero me quedó una inquietud, en la frase de Maturana me parece que hay una reflexión en la cual realmente la derrota es una oportunidad para revisar y aprender, en el caso de nuestros políticos no hay ningún reconocimiento de ello, más bien parecen ufanarse en lo que creen haber ganado.
Hola Claudia. Gracias por estar por aquí. Ese es el espíritu de la columna, esclarecer que son incapaces de sistematizar la experiencia. No aprenden.
Los perdedores tuvieron la oportunidad de demostrar clase, categoría y conocimiento. Ni lo uno, ni lo otro, además de la confrontación clasista contra quienes entraron a disputar la administración. Sus amigos no tenían las empresas para sustituir las desplazadas por lo que abandonaron o simplemente tuvieron que esperar o inventárselas para poder robar:
Escenarios deportivos caídos, mugre, abandono y peleadera. Sólo los de siempre, “los ricos ladrones” disponían de eficaces empresas administradoras con el correspondiente rédito de corrupción.
Cuestión de haber ganado unas elecciones sin con qué. Se vieron a gatas por inoperancia y resentimiento.
Es que eso de decir que vendía confitícos en los buses no genera admiración sino sospechas.
Gracias por tu comentario y lectura Juan Fernando. Comparto tu opinión en el sentido de que los Quintero no generan sino sospechas.
Si “perder también es ganar un poco” pudiéramos inferir que “ganar también es perder un poco”. Un caso específico pudiera ser el de el tal Fico que sabiéndose ganador por un amplísimo margen concluya que triunfó por su gran liderazgo, solvencia intelectual y moral, y excelente gestión de su pasada alcaldía …y se lo crea. Ahí estaría perdiendo cualquier rescoldo de sensatez y cordura habida cuenta de que este tal “Alcalde de la gente” no pasa de ser un bodrio, un zafio y bribón de grandes ligas.
Hola Edgar. Comparto totalmente tu opinión. Escribí al respecto que, en las elecciones para la alcaldía de Medellín, era peor el remedio que la enfermedad. Gracias por leer.
Cómo siempre, excelente tu columna. Y por favor Alberto, no dejes las citas…son una delicia para muchos de tus lectores. Invitan a repensar, sea que uno conozca, recuerde o no a los autores que mencionas. Son como ríos afluentes del saladito mar de tus valiosas reflexiones.
Muchas gracias Olga por leer. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo
Se me fue una tilde que no es …
Como siempre, excelente tu columna. Y por favor Alberto, no dejes las citas….
Jajajaja. Vi un trino excepcional de Ana Cristina Restrepo como respuesta a un bárbaro que preguntó textualmente ¿Que mierdas quieren las mujeres? y ella le escribió ¡”tildes!”. No te preocupes.
Excelente columna. No puede ser otra la interprestación del delirante comportamiento de los quienes perdieron en estas justas electorales. Muchos malos perdedores no aceptan su derrota, y empiezan a buscar culpables externos o internos, pero sin mirarse asimismos, y en el peor de los casos, terminan negando sus fracasos.
Gracias Miguel Angel por tu lectura. Esa negación de sus fracasos les permitirá construir sus fracasos venideros. Abrazo
Ojalá no llegue a parecerse al Sr. Fernando Vallejo, ‘el negacionista’ (es mi opinión)
Gracias por leer, Olmedo.