El resultado final es delirante: aquí en Colombia, la derecha y sus fanáticos no ven a los desplazados, ni les interesan; de la misma manera que quienes están en el poder hoy, exacerban el crecimiento de las cifras del desplazamiento, porque tampoco ellos pueden ver a la violencia que lo genera; una violencia que transita camuflada entre los médanos de las conversaciones que “buscan” la paz total.
Por Alberto Morales Gutiérrez
En septiembre del año 2015, la fotógrafa turca Nilufer Demir encontró en la playa de Bodrúm, el cuerpo inerte de un niño, Alain Kurdila, quien yacía boca abajo arrojado por el mar. Tomó la fotografía de su vida. Una imagen que recorrió el mundo simbolizando la barbarie de la crisis humanitaria que desencadenan las guerras y los desesperos de los migrantes que huyen despavoridos. Más que una síntesis desgarradora de la crisis en el Oriente Medio, se reflejaba allí un fenómeno global.
Ya nadie se acuerda hoy de Alain. También el desarraigo y la miseria de los migrantes han sido naturalizados.
Datos recientes de la ACNUR (mayo de 2024) dan cuenta de que, a lo largo y ancho del planeta, más de 120 millones de personas huyen y lo abandonan todo, como consecuencia de los conflictos, las violencias, las persecuciones, las masacres y las violaciones de los derechos humanos. Muy pocos regresan a sus países de origen. Las gentes hacen un viaje sin retorno posible.
Estos 120 millones son solo una parte de la cifra. También la pobreza y la falta de oportunidades desplaza a la gente. Adicionalmente, los expertos hablan ya de los “migrantes climáticos” para referirse a las personas que son víctimas de desastres naturales y otros factores ambientales que coinciden con sus vulnerabilidades. Los pobres del mundo son carne de cañón para todo tipo de tragedias. Su sufrimiento es indescriptible.
La misma ACNUR plantea que si la población desplazada a nivel global fuera un país, sería el decimosegundo más grande del mundo (aproximadamente del tamaño del Japón)
En Colombia, cuyas cifras de desplazamiento son aterradoras, lo hemos naturalizado de una manera tan aberrante que ya está integrado a nuestro paisaje.
El mapa de la geografía del desplazamiento forzado elaborado por el Center for Spatial Research de la Universidad de Columbia, que se ve en el informe final de la Comisión de la Verdad, es espeluznante, aunque no está actualizado.
Un informe reciente de la Defensoría del Pueblo hace un balance a diciembre de 2023 y da cuenta de que todos los indicadores van en aumento: el 7% en eventos de desplazamiento forzado (154), 63% en eventos de confinamiento (215). De hecho “en el 2023 fueron 54.665 personas las que debieron abandonar sus hogares como víctimas de este flagelo, en 17 departamentos”. La cifra es deprimente.
Pero hay una variable aún más desgarradora: somos uno de los países más apáticos del planeta con el desplazamiento forzado. Los desplazados nos tienen sin cuidado. Ni los miramos; actuamos como si no existieran. Somos selectivos. Nos molestan, en particular, los inmigrantes de Venezuela. La ignorancia es tan brutal que los estigmatizamos porque son “chavistas”.
Esta apatía es uno de los indicadores más contundentes de que, en este país, carecemos de pensamiento crítico o de cualquiera otro ejercicio de pensamiento.
Causa cierta hilaridad acongojada escuchar a los corifeos de “aquí no está pasando nada”, acompañados a una sola voz con los que arguyen “que aquí está pasando de todo”, cuando vociferan convocando al optimismo, a la no confrontación, a que pasemos agachados. Ellos nos llaman a la concordia, al orden y sustentan que debemos ponernos “del lado correcto de la historia” y ser, como es debido, “políticamente correctos”.
Daniel Innerarity, en el más reciente de sus libros (La Libertad Democrática. Galaxia Gutemberg. 2023) hace un aporte importante respecto de ese tipo de convocatorias, cuando plantea que hay una confusión con el pensamiento crítico. Lo expresa así: “el pensamiento crítico debería proporcionarnos precisamente aquello que no se espera del pensamiento crítico”
¿Qué debe proporcionarnos? “criticar lo que nadie ha criticado antes” – nos dice- “o bajo un aspecto que no había sido considerado hasta ahora” -y concluye- “Esta podría ser la divisa de una nueva economía política de la crítica intelectual”.
Explica que el acierto del pensamiento crítico no tiene nada que ver con la originalidad o con los likes que genere en sus audiencias. No. El pensamiento – dice – vive del contraste y la pluralidad. Y suelta esta verdad incontrovertible: “el pensamiento es imposible tanto allí en donde todo coincide como en donde no hay ninguna coincidencia. Si no estuviéramos rodeados de opiniones distintas de las nuestras, no sabríamos cuales son nuestras opiniones y, sobre todo, que son nuestras”.
Esa es la congoja. Embrutecidos por el fanatismo, que se ha convertido en la impronta de nuestro ser nacional, cada bando, todos los bandos, tiene un único interés: que mejor pensemos igual, precisamente para que todos nos ubiquemos en el lado correcto de la historia; ese lado que es el lado en el que se ha ubicado el fanático con convicción. Su lado, solo y exclusivamente su lado.
La ausencia de pensamiento enceguece, incapacita para mirar, para escuchar. Nada importa. En el entretanto, el anti-pensamiento nos engaña diciéndonos que esa es la mejor manera de asumir que nos importa todo.
El resultado final es delirante: aquí en Colombia, la derecha y sus fanáticos no ven a los desplazados, ni les interesan; de la misma manera que quienes están en el poder hoy, exacerban el crecimiento de las cifras del desplazamiento, porque tampoco ellos pueden ver a la violencia que lo genera; una violencia que transita camuflada entre los médanos de las conversaciones que “buscan” la paz total.
Una lógica rocambolesca que desencadena, construye, propicia, la pavorosa apatía que nos acompaña; esa especie de indolencia bruta que ya nos caracteriza.
25 respuestas a «No soy de aquí, ni soy de allá…»
La hecatombe inmigratoria que se avecina por la guerra en el hemisferio norte nos va a enseñar la última frontera de la tolerancia
En nuestra propia casa.
No se necesita ser genio para ver lo que viene.
Gracias Eduardo por leer. Todo tiende a agravarse
En Colombia, qué genera el desplazamiento de personas? Acaso la violencia no es una de las causas, sino la principal, del desplazamiento de personas?
Por qué no abogar por una paz total?
Ud qué propone, cómo o qué hacer para que esto no suceda.? No basta con criticar. Tenemos que ‘poner algo’ de nuestra parte.
Hola Olmedo, muchas gracias por tu lectura. Hago referencia a la aterradora indiferencia que ejercemos en nuestro país con el tema de los desplazados. Incluyo unas cifras que me impresionan, sobre el crecimiento del fenómeno en lo que va de este gobierno. Me gustaría preguntarte qué opinas de esas cifras reales, de esos indicadores reales. Desde luego que la paz es un imperativo, pero algo tenemos que estar haciendo mal con la paz total, para que esas cifras de desplazamientos, de masacres, no se detengan. Siento mucho molestarte con el tema, pero es la realidad. Debo decirte que no tengo el poder para solucionar el problema. El único alcance de estas columnas es invitar a la reflexión. Te reitero mi gratitud.
considero que somos todos, uno de los pricipales problemas de Colombia es la indiferencia, la falta de solidaridad, aca impera el “primero YO, segundo YO, tercero YO y si queda alguito PA MI, a eso le sumamos la falta de informacionen cuanto a lectura y analisis, somos como las hojas secas donde el viento las lleve, la falta de criterio es total con unos medios vendidos, cabareteros, mediocres.
Muchas gracias Jesús, por tu lectura. Tu alegoría a las hojas secas, me parece gráfica y acertada. Es un dolor.
Tus columnas tienden a arrugarme el corazón. En esta oportunidad, la foto y las estadísticas son dolorosas y depresivas. Y ni que decir de la conclusión. Con otras columnas, lo que me ataca y abruma es frustración, impotencia y hasta rabia… pero hoy, es diferente.
Este pasado lunes que me encontré una entrevista de Eduardo Galeano hablando de las palabras sabias del cineasta argentino Aguirre sobre la utopía, entendí cómo veías el mundo. Finalmente, pude ver que reconocer y hablar de estas brutalidades, de una manera dolorosa pero efectiva, nos mueve. Nos mueve a preguntarnos sobre la utopía, en y si no fuera así, ¿cómo podría ser?
Pensé, ¿qué ve Morales en esto que lo hace caminar? Me vi a mí misma pensando y descubrí con sorpresa y placer que ese era tu plan todo el tiempo.
Cierro mis ojos y te veo diciéndome con un tono increíblemente positivo “hay que atreverse a pensar”, retumba en mis oídos la recurrente referencia a la “derrota del pensamiento”. Es increíble que me tomó tantos años verlo, pero hoy fue absolutamente claro que estas columnas que me duelen y frustran, que me llevan al borde de perder la fe en la humanidad, me hacen pensar.
¡Padre, tú estás en la batalla de hacernos pensar, estás a capa y espada no dejando derrotar el pensamiento!
Tú sabes que te admiro, te aprendo, te acompaño en muchos pensamientos y te reto en otros. Pero hoy, padre, te presento mis respetos en un nivel más allá del cotidiano. ¡Qué trabajo tan sutil y consistente! Eres un guerrero. Incluso en este instante escribiendo esto, pienso que solo un guerrero del alma puede usar la fuerza del intelecto y la Eres un guerrero. Incluso en este instante escribiendo esto, pienso que solo un guerrero del alma puede usar la fuerza del intelecto y la curiosidad de esta manera. Padre, tú eres el Proyecto Humanidad.
Cata, cómo me emociona lo que dices. Es otro regalo magnífico de día del padre. ¡Te amo!
Triste realidad….la paz es una utopía. Gracias don Alberto
Gracias a tí, Helena, por leer.
Alberto, buena su columna y me conmueve el tema del desplazamiento sobre todo viendo el sufrimiento de los niños, que son seguramente los que más lo sienten y sufren. Pero el fenómeno en Colombia está asociado, hoy, a las violencias que genera el fenómeno del narcotráfico, esencialmente. Por tanto, remediarlo implica acabar esas violencias acabando lo que lo genera, y eso no es fácil porque el narcotráfico y la cultura que promueve desde los años 70, están irradiado en la sociedad, casi cimentados, así no lo veamos.
Hola Benjamín. Es un tema complejo, desde luego. Muchas gracias por tu lectura y comentario.
En el colombiano no existe la Otredad. Es el conservar su sitio de confort lo que nos mueve principalmente a los pequeño burgueses. Los “otros” no importan, el racismo y la exclusión heredados de la colonia española perpetua ese sentimiento.
La guerra es “por allá lejos” nada tiene “que ver conmigo”
Mientras apoyen las EPS ladronas, el pensamiento es socialmente enfermizo.
Te reitero mi gratitud Juan Fernando. Pienso, como tu, que la otredad es un concepto y una actitud que pareciera haber sido borrada de la mirada de los colombianos.
DE LA ESPERANZA AL DESCONCIERTO
Por: Juán Fernando Uribe Duque
Es cuestión de sentimiento y de educación política, por lo que estamos convencidos que el Estado debe velar por el bienestar y la dignidad de los ciudadanos, al garantizar sus derechos básicos: salud, trabajo, educación, agua potable, saneamiento y la esperanza de lograr una pensión. Es lo que un gobierno conciente debe implementar para construir un país justo y equitativo donde todos tengan la oportunidad de progresar.
NO SE TRATA DE QUE TODOS SEAMOS IGUALES, ESO ES IMPOSIBLE, PERO SÍ DE TENER LAS MISMAS OPORTUNIDADES.
La concepción neoliberal individualista por desgracia crea un sentimiento de competitividad y agresividad sociales que hace que tan solo una pequeña franja de emprendedores se desarrolle económicamente creando un modo de pensar no incluyente y sí más proclive a la codicia y la ambición.
Muchos pensarán que es la misma condición humana que tiende a explotar, segregar y esclavizar. Tal vez tengan razón, y estas pulsiones, no tan ocultas en el grueso de nuestros congéneres, puedan ser moduladas en aras de un bienestar común para no desembocar en lo que ahora, en la antesala de la extinción, estamos viviendo: el odio y el miedo que sustentan las guerras por sobrevivir.
Seguir alimentando la codicia de una pequeña fracción de la población, más que injusto, sería sumirnos en un letargo de inconciencia que siempre ha sido aprovechado por los depredadores del erario público para hacer de las suyas.
El colombiano medio se enseñó a vivir en un inmediatismo resolutivo de pequeñas necesidades, todo sumado a una educación de mala calidad – muchas veces nula- o a una proyección vital desconocida sin un futuro pensional y la más de las veces, con una salud precaria solo alimentada con la esperanza de una atención que no llega por carencia de recursos para obtenerla como un privilegio.
La realidad es muy triste, pues el sentido crítico y el espíritu de lucha se han diluido por el solo hecho de sobrevivir y estar atento al consumo de distractores como el fútbol, la crónica amarilla, la pornografia y la farándula. Con tan solo ver los titulares de los noticieros de televisión como RCN y Caracol tendremos plena claridad del asunto: los primeros diez minutos están dedicados a reforzar el distractor: Ahora es la Copa América! Otra vez todo es fútbol. Pasado ese tiempo, se sigue con los atentados y las masacres en el Cauca para desacreditar al gobierno, y por último, ya con la mente cargada de pensamientos negativos, vuelven y refuerzan el distractor con la sección de farándula y los chismes alusivos a una familia real o a la separación de tal o cual vedette… y la gente lo siente como propio, pues comentan y se conduelen. Finalmente, cierran con una crítica contra el presidente y la corrupción rampante, para que parezca como único responsable.
Es todo el montaje que el llamado “Establecimiento” (Statu Quo) necesita para perdurar sin afugias.
No nos explicamos dónde están los casi doce millones de votantes que eligieron el actual gobierno, ni tampoco los que lo hicieron por un aparecido vociferante como Rodolfo Hernández ahora condenado por corrupto. Acepto que me sentí tentado a votar por su promesa de luchar contra la “ladronera”, pero al fin supe, luego de soportar la crítica mordaz de mis amigos, que estaba siendo timado en mi buena fe al ver que el ingeniero quería nombrar como ministro de defensa al Dr Coscorrón ( Vargas Lleras) Los mismos con las mismas.
Pretender seguir desviando recursos del Estado para fortalecer propósitos privados en la educación o la salud riñe básicamente con una concepción social de un derecho básico. Si un sector de la población puede comprar estos servicios, bien puede hacerlo, pero NO con los dineros públicos destinados a velar por servicios de buena calidad para los que muy poco o nada tienen.
¡Cuántos colegios, hospitales, universidades, programas de vivienda, vías de comunicación, cooperativas y empresas comunitarias pudieran haber sido construidas e implementadas con los 60 billones que los políticos y sus saqueadores se roban cada año! Pensemos en eso cuando los congresistas se oponen a las reformas o se resienten porque no se han concluído las carreteras 4G que se robaron para hacer negocios con los peajes y contratos.
El Congreso aún en manos de una oposición corrupta e hija de la cultura mafio-paramilitar, se niega a aprobar unas reformas de corte social pues no permiten que se acaben los negociados a partir del erario público… ¡¡¡ES MUCHO DINERO!!! y como siempre lo hemos dicho, se hacen matar para impedirlo con tácticas de la más baja estofa como abandonar el recinto para quebrar el Quorum antes de la votación, también escondiendo parágrafos de los proyectos originales, o comprando el voto por unas prebendas y, últimamente, amenazando jueces que lloran de miedo antes de un juicio. Las malas mañas delincuenciales de quienes manipulan con el poder para lograr propósitos que favorecen conciliábulos de ladrones del erario, se perpetúan.
La tarea del presidente, tratando de compactar un movimiento popular conciente de que es ésta la única oportunidad de redención, ojalá no sea en vano, pues el monstruo depredador que se enriqueció con el pretexto de combatir la guerrilla, está otra vez en la pelea mostrando toda su carga de sangre y oprobio.
Muchas gracias Juan Fernando. Es muy valiosa tu reflexión. Me agobia de todas maneras descubrir que los escándalos de la corrupción protagonizada por personajes de toda la confianza del gobierno desdibujen las buenas intenciones que tú estás viendo. No creo que la corrupción sea compatible con la transformación social. Son miradas. Un abrazo.
Tienes toda la razón. De ahí mi desconcierto
Es tan crítica la situación actual, que todos estamos desconcertados. Un abrazo Juan Fernando.
Algunos impregnados por el egocentrismo no ven la realidad de la miseria humana a su alrededor
Otros, ven con indiferencia el dolor humano: desplazamiento, barbarie, pobreza, corrupción, muerte
Otros, como usted dice Dr. Alberto no son de aquí ni son de alla
Otros, al ver la realidad rampante de miseria y dolor, solo sienten temor desesperanza e impotencia y se obnubila el pensamiento crítico. Es como una estrategia
No podemos morir en el muro de lágrimas y valle de la lamentacion!
Una sociedad se transforma generando el pensamiento reflexivo, crítico y sin miedo. De otra manera estamos sometidos a la tiranía de los hipócritas que deciden nuestras vidas desde lo público
El llamado es a levantar la voz, firme y fuerte!! El pueblo es más que sus gobernantes y podemos decidir en democracia
De lo contrario, seguiremos viendo desplazamiento, muerte, miseria, dolor, desesperanza, corrupción y barbarie
No a la derrota del pensamiento; de lo contrario es el acabose del ser humano
Gracias por no dejar derrotar el pensamiento Carlos Arturo. Gracias por leer y comentar
Creo totalmente en las buenas intenciones de Petro para pacificar el país pero, a diferencia de muchos, no creo en el embeleco de la Paz Total. Los elenos, está más que probado, no pasan de ser unos arrogantes lunáticos que se creen dueños de la verdad revolucionaria, y,
esos intransigentes vejestorios que están negociando en La Habana es muy poco, o ninguno, el mando que tienen sobre los frentes del ELN que operan en el sur del país y en el Chocó y a quienes lo que realmente les importa es el control de vastas zonas de la geografía del país para sus actividades de narcotráfico, minería ilegal, secuestro y extorsión; las disidencias de las Farc en nada se diferencian de los anteriores, ni tampoco del Clan del Golfo, son bandidaje puro cubiertos con un manto revolucionario, los primeros se autodenominan “Ejército del Pueblo” , y, los segundos, “Autodefensas gaitanistas”; y, los combos delincuenciales de las barriadas no son más que una catremanada de hampones discípulos avezados de Pablo Escobar. Nada que hacer con unas estructuras criminales sumamente ricas y bien armadas que no le temen a las Fuerzas Armadas; que conocen al dedillo la abrupta, difícil, montañosa y selvática geografía del país; y que, además, utilizan a la población y a menores de edad como escudos humanos. Estamos condenados a una guerra eterna gracias al formidable negocio que es el narcotráfico, la minería ilegal, el secuestro y la extorsión.
Y, por supuesto, solo habrá paz democratizando la tenencia de la tierra…pero también derrotando (no se sabe cómo) a unas estructuras armadas sumamente ricas y poderosas. Con mucho dinero y poder armado esas estructuras delincuenciales diseminadas a lo largo y ancho del país parecen harto difícil de ser derrotadas. No pudo con las Farc y el ELN la tal “política de seguridad democrática” del guerrerista de Álvaro Uribe ni ninguno de los gobiernos que lo precedieron, tampoco parece probable que el gobierno que ha hecho de la Paz Total un encomiable propósito sea mucho lo que consiga en aras de pacificar este atormentado y violento país. Negociar con bandidos, y esperar cumplimiento de lo acordado con ellos, es utópico… desafortunadamente.
Muchas gracias por tu lectura y comentario, Edgar. Incluso el tema de la reforma agraria ya apareció enrarecido con la corrupción…
El exdirector de la Agencia Nacional de Tierras, Gerardo Vega, acaba de publicar el libro “Los Fracasos de la Reforma Agraria. Tierras nuevas, trucos viejos”. Recomiendo su lectura.
El exdirector de la Agencia Nacional de Tierras, Gerardo Vega, acaba de publicar el libro “Los Fracasos de la Reforma Agraria. Tierras nuevas, trucos viejos”. Recomiendo su lectura.
Gracias Edgar. Lo buscaré