El Instituto de Neurociencias Aplicadas intenta una explicación que aplica para quienes protagonizaron ese acto inquisidor: “un fanático ya no piensa con la corteza prefrontal, sino con la amígdala, una estructura del cerebro que solo funciona con emociones, despertando conductas primitivas, lo que permite entender por qué los fanáticos enloquecen tanto y sobre todo en grupo”. Así, los argumentos, la razón y el pensamiento, dejan de existir para ellos…
Por Alberto Morales Gutiérrez.
Aunque no consideraba los libros el mejor de los bienes y disertó sobre su aversión a la escritura, pues sostenía que ésta atentaba contra la memoria, Platón era un bibliófilo. En su “Academia”, que era visitada por alumnos desde los cuatro puntos cardinales, había estantes con escritos pitagóricos, textos egipcios y mesopotámicos, los “Mimos” de Sofrón, obras de Homero, en fin. Pero ello no impidió que el historiador Diógenes Laercio registrara que, además de su luz, Platón también proyectó sus sombras con el intento de destruir algunos tratados de Demócrito, quemar poemas de Sócrates y desconocer todo discurso “que no fuese avalado por la verdad (la verdad de su sistema), además de impedir a los poetas la entrada a su Estado ideal, calificándolos de mentirosos y de locos”.
Esta versión está registrada en “Historia universal de la destrucción de los libros” de Fernando Báez (Ediciones Destino. Barcelona. 2005). Es un texto fascinante que hace un recorrido desde la destrucción de tablillas sumerias; los papiros quemados por Herculano; la conflagración de la biblioteca de Alejandría; pasando por los desmanes de los inquisidores católicos y sus hordas de fanáticos; la destrucción de los libros en la Guerra Civil española; las quemas masivas de libros por los oficiales nazis; hasta el vergonzoso saqueo de las tropas norteamericanas a la biblioteca de Bagdad, en fin. Es también un recorrido por las tropelías del sectarismo fanático, la ignorancia y el abuso del poder.
El argumento central de estos desafueros es el mismo desde hace milenios: lo que dice el otro, lo que piensa el otro, lo que escribe el otro que es diferente a mí, no corresponde a mi verdad. Si su idea se difunde, mi verdad está en peligro. Es la lógica de que la única verdad admisible es la mía.
De los fanáticos se ha dicho que actúan y piensan “como si detentaran la llave del mundo” y es lo que explica que sus excesos surjan, fundamentalmente, desde las filas religiosas y políticas.
La discusión se ha agitado recientemente por cuenta de la decisión del alcalde Federico Gutiérrez y su equipo, de borrar, desaparecer, ocultar; el mural que los colectivos de grafiteros de Medellín pintaron en el deprimido de la glorieta de la Terminal del Norte. Se trata de un homenaje a las madres de la Comuna 13 que durante decenios sostuvieron que ahí, en La Escombrera, yacían los restos de centenares de desaparecidos por los paramilitares en contubernio con la fuerza pública.
“Las cuchas tienen razón” reivindica el hecho de que sus denuncias eran ciertas, sus reclamos eran ciertos, que nunca mintieron.
Además de la frase, cuya contundencia no admite duda, el mural muestra a la lideresa y defensora de los derechos humanos, Margarita Restrepo, del colectivo Madres Caminando por la Verdad, cuya hija Carol Vanessa, fue desaparecida en su barrio hace 22 años, cuando solo tenía 17. Su trabajo heroico no ha cejado en denunciar la violencia y la victimización sufrida por los habitantes de la Comuna 13. Ella representa a todas las madres. Sí, las cuchas.
Pensándolo bien, ni la afirmación escrita en el mural, ni la imagen de esa mujer valerosa representan realmente una amenaza para los censores. Lo que motivó la decisión atrabiliaria y les movió las entrañas, fue la otra imagen: se ve a Álvaro Uribe Vélez en una forma espectral, y debajo de él los huesos de los desaparecidos. Hay un texto: “yo di la orden” y un sello en la solapa con la cifra siniestra: 6.402. La cifra de los falsos positivos. Es la síntesis gráfica de la violencia de Estado, de lo que el personaje representa y de la tristemente célebre Operación Orión.
Cuando el pasado diciembre se descubrieron los primeros restos en La Escombrera, después de años de búsqueda, Uribe se apresuró a expedir un comunicado de 10 páginas diciendo que él dio la orden de la Operación Orión y que ella fue clave para recuperar el control de la Comuna 13, entonces bajo el dominio de grupos armados ilegales como las Farc, el ELN y los paramilitares. “La comuna 13 estaba controlada, asesinada y secuestrada por grupos terroristas. Era un infierno urbano” -dice- “no fue una operación en la que entrara el ejército a arrasar, fue con todas las instituciones, la policía, la alcaldía de Medellín, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, el CTI y la Fuscalia”. ¡Cómo no! Mencionar a los paramilitares en su comunicado es un acto malicioso y cínico porque allá ocurrió otra cosa y las víctimas fueron, además de militantes de uno y otro bando, centenares de personas inocentes.
La verdad es que la Operación Orión fue “la mayor acción militar realizada en el área urbana en Colombia dentro de la historia del conflicto armado. Orión fue emblemática por las modalidades de violencia que desplegó (capturas arbitrarias, detenciones selectivas y posteriormente desapariciones), por las serias denuncias sobre la actuación irregular de agentes del Estado (además de fuerza pública, DAS y Fiscalía) y por la participación de grupos paramilitares” (Comisión de la Verdad).
La acción conjunta de la fuerza pública y el paramilitarismo en la Operación Orión es un hecho que está registrado en virtualmente todos los informes, estudios, crónicas, análisis elaborados por la academia, el periodismo especializado y los grupos de estudio que se han dedicado al tema.
De hecho, la declaración de “Don Berna” el reconocido comandante paramilitar, hecha ante la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York, expresa claramente que fue una ocupación hecha en conjunto por ellos, por la IV Brigada y la Policía Metropolitana. Menciona de manera clara a los generales Mario Montoya y Leonardo Gallego.
El informe “La huella invisible de la guerra. Desplazamiento forzado en la Comuna 13” del Centro Nacional de Memoria Histórica, destaca que “El Bloque Cacique Nutibara copó los espacios que dejó la guerrilla y continuó cometiendo violaciones a los derechos humanos en este sector de la ciudad hasta el momento de su desmovilización, en diciembre de 2003”.
Eso es lo que hay que ocultar, borrar, lo que no se puede decir. Hay que cubrirlo todo con un manto de silencio para que las gentes no definan esa operación, ni la reconozcan como un acto de barbarie absolutamente execrable, sino como el ejercicio de una guerra justa y salvadora; en la que nadie hizo nada malo, juzgable o criticable. Ya es bien sabido – piensan ellos- que esos desaparecidos y que esas desaparecidas, “no estarían cogiendo café”.
En todo el planeta, el fanatismo fascista es enemigo de la memoria histórica y el pensamiento crítico.
El Instituto de Neurociencias Aplicadas intenta una explicación que aplica para quienes protagonizaron ese acto inquisidor: “un fanático ya no piensa con la corteza prefrontal, sino con la amígdala, una estructura del cerebro que solo funciona con emociones, despertando conductas primitivas, lo que permite entender por qué los fanáticos enloquecen tanto y sobre todo en grupo”. Así, los argumentos, la razón y el pensamiento, dejan de existir para ellos…
La definición de la palabra grafiti es contundente: “firma, texto o composición pictórica realizados generalmente sin autorización en lugares públicos, sobre una pared u otra superficie resistente”.
En los restos de Pompeya, se encontraron cerca de 11.000 grafitis escritos en sus paredes, sin pedir permiso. El grafiti es una práctica muy antigua.
A los inquisidores no les gusta que se hagan cosas sin permiso, tampoco les gustan esas definiciones. Ellos son incapaces también de medir las consecuencias. Finalmente, el mural que reivindica la razón de las cuchas circula ampliamente por las redes sociales y horas después de ser borrado arbitrariamente, los grafiteros lo volvieron a pintar con el apoyo de centenares y centenares de personas. Es muy difícil hacer desaparecer tragedias como la vivida por la Comuna 13 …pero los inquisidores no aprenden.
38 respuestas a «El poder de las cuchas que tienen razón»
Acomodar versiones de semejante descalabro es complejo. Pero las cuchas; raramente ocultan la verdad. La reclaman justicieramente ante la JEP y el mundo.
Juan, gracias por tu comentario y lectura. Tu reflexión es válida, toda argumentación en defensa de ese descalabro resulta acomodaticia.
Gran columna Don Morales, por más que intenten ocultarlo la verdad sale a la luz, ¡las cuchas tienen razón!
Muchas gracias por tu lectura y comentario Samuel. No tengo duda: ¡Las cuchas tienen razón!
Gracias!
Ok
¡Vaya que te luciste querido Morales!
Porque es que las cuchas SIEMPRE tienen la razón.
Esperanzaaaa. Me gusta mucho verte por aquí. Muchas gracias por tu lectura.
Querido amigo Alberto tu columna es una muestra de serenidad sin calificativos innecesarios, la posición que la sustenta es el convencimiento de que se tiene la razón. Gracias.
Eduardo, muchas gracias por tu comentarioUn abrazo.
Todo ese contenido que escribes no solo hay que leerlo, es una obligación nuestra, ¡Compartirlo!
Y no sacaremos mejor título y llamativo que #LasCuchasTienenRazón
Gracias Ethelberto.
Es lo que se conoce como “Darse un tiro en el pie” propio de esta administración. Recordar su secretario de cultura, empujado por la.ignorancia y el desprecio que les produce la verdad a esta secta política.
Hola Luis Alfonso por leer y comentar. Si creo que hay aversión a la verdad.
Querido Alberto, de nuevo la estupidez humana en todo su esplendor.
Tienes razón Marta. Hay mucho de estupidez en el fanatismo inquisidor.
El fanático es por esencia ignorante agresivo y es producto de una sociedad que no lée..
Porque leer requiere paciencia y construye sabiduría.
Alegra esa explosión de verdades que está sacando a flote lo mejor y lo peor de esa hermosa ciudad. Medellín es todo eso junto y al mismo tiempo. Hay madres de asesinos y madres de victimas y verdades y aquellos miserables que las quieren tapar.
Felicitaciones Medellín..!! Estas en proceso de cambio…!!
Gracias Eduardo por tu reflexión.
Muy buena columna, muchas gracias por esta reflexión.
Hola Carlos Eduardo. Muchas gracias por tu lectura y comentario.
Y a los que pensamos que los grafitis, no son arte, no es ninguna expresión artística, y que en vez de embellecer afean la ciudad. Que hacemos con ellos, que nunca nos mencionan. Que hacemos con el resto de la sociedad?
Hola Jaime. Creo que el secreto de todo esto es entender que toda sociedad, todo grupo, está integrado por personas diferentes y que el secreto de la convivencia es entender y respetar esas diferencias. Podemos expresarlo todo. Que no nos gustan los grafitos, por ejemplo, podemos controvertir sus contenidos, nadie nos puede impedir disentir, pero tampoco podemos impedir a quienes se expresan con grafitis, que lo hagan. Si
Un amigo muy querido al respecto, me dijo:”la tierra habla” , y cómo anota un torista, la verdad sale a la luz. Aquí fuera de la infamia, lo que más arde es que ese mal ser humano, tenga partido político y gente de bien, que le adula e ignora esa condición fascista. Pobre patria mía!
Si Helena. Pobre patria la nuestra.
*forista, que pena!
No problem!
Don Alberto, excelente columna
Ud. lo ha dicho todo y con mucha claridad.
Felicitaciones!
Muchas gracias Olmedo
“El que lea está columna, ya no volverá a ser el mismo ni votar por los mismos
” (parodiando al Dr. Nolberto del programa de Caracol: ” El que lee un libro no sigue siendo el mismo”
Muy generoso tu. Gracias Olmedo.
19 párrafos lo dicen todo, no obstante es menester insistir en asuntos que van más allá de los conciensudos análisis históricos realizados en su escrito; de otro lado está el dominio de otro tema, éste quiza de relevante y preponderante importancia sociocultural: el de la memoria afectiva, que de manera reiterada y abundante se maneja por estos días en relación con “la escombrera y el tristemente caso de los 6.402 falsos positivos”, que al parecer supera la escalofriante cifra de los 20.000 desaparecidos en los últimos años.
“No hay amor más grande que el de las madres”, tajante sentencia que ilustra la nobleza, enteresa, dedicación y abnegado sacrificio de aquellas para con sus hijos. El amor de madre todo lo puede: otra afirmación que se ciñe totalmente a la verdad: se necesitaron más de dos décadas para demostrar con creces lo ocurrido en el sangriento gobierno del matarife, alias Álvaro Uribe, el hampon con infulas de presidente y sus secuaces que osó afirmar que sus víctimas “no estaban cogiendo café”, las cuchas de Soacha tuvieron siempre la razón.
Ahora recordamos “la operación Orion”, macabro suceso que azotó la comuna 13 de Medellin, allí, hace más de 20 años entraron por la fuerza unidades de policía, ejército nacional y paramilitares; se trató de una de las arremetidad más feroces contra la población civil sospechosa de ser subversiva aliarse con grupos delincuenciales o guerrilleros. Nada justifica la posición negasionista y revictimizante de la derecha fascista, las declaraciones de la loca Polo bis y los medios corporativos son iguales, exactos en su depravación, irrespeto y falta de empata para con las madres que sufren.
Ojalá y la izquierda tuviera oposición, eso haría fructífero el debate y le daría altura a la controversia, pero no, el filibusterismo ramplon, unido al clásico ausentismo de la derecha y sus aulicos representantes hacen de la realidad política de Colombia un escenario sombrio donde al parecer estamos inmersos en una carrera donde pretenden vencer al progresismo por cansancio. La verdad es que las élites ultraderechistasparacodelincuenciales no tienen con qué: con las cabezas visibles de la oposición no se hace un caldo.
Volviendo al tema de “la escombrera”, da grima escuchar las falacias de la Colombia que no lee, la verdad es que la ignorancia compite con la indecencia: aquí el tema no es político, es de respeto hacia aquellos que, víctimas de una derecha que se ve perdida, acude como siempre a la mentira: ese caldo envenenado que la prensa basura nos sirve a diario y que produce, cuando menos diarrea intelectual. MENOS MAL EL NUESTRO ES EL PAIS DE LA GENTE ALEGRE Y CONCIENTE… PODRÁN BORRAR LOS MURALES EN APOYO A LAS CUCHAS, LOS COLECTIVOS EN TODO EL PAIS, UNA Y OTRA VEZ LOS REVIVIRAN.
Gracias Alberto por este espacio, aqui: unidos por nuestras diferencias construimos un nuevo país.
Muchas gracia Álvaro por tu lectura y por tu reflexión. Me gusta mucho el reconocimiento en el sentido de que las diferencias no deben impedir la conversación.
Excelente esta columna en toda su extensión. Felicitaciones!!!
Muchas gracias Edgar.
Una amiga me decía: “Siquiera pasó esa tal Operación Orion, ustedes no saben que era ese ruido por las noches y esas balaceras. Ahora ya podemos dormir tranquilos!”
Y los muertos de La Escombrera? – le pregunté.
-Eso ya es otra cosa
-¿Cómo así que otra cosa?
Hasta ahí el diálogo
Gracias Alberto, también muy ilustrativo tu artículo.
Gracias Juan Fernando por tu reflexión. Ya he aprendido que en estos temas complejos y metidos en la narrativa de las justificaciones, las gentes apelen al argumento de que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”.
Que cosa tan miedosa…
¡Sí!