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El vértigo de los mandamases

Por Alberto Morales Gutiérrez.

En medio de los desmadres políticos y sociales que se agitan en el mundo contemporáneo, es cada vez más difícil tener interpretaciones claras sobre lo que va a suceder o hacia dónde conducen las tendencias. Nunca fue más comprensible la apreciación hecha por Maurice Duverguer -1968- en el sentido de que “una gran parte de los fenómenos sociales no son reductibles por ahora a investigaciones”, de la misma manera que “en las ciencias de la naturaleza, muchos hechos son rebeldes a la investigación científica”. Han transcurrido casi 60 años desde entonces y la hipótesis sigue teniendo validez. El mismo Duverguer lo explica a partir de lo que denominó “la plasticidad de los fenómenos sociales”. Sostenía que estos son más amorfos, y que los elementos que lo componen son difícilmente aislables, se tornan vaporosos.

Tardé años en asimilar una propuesta disruptiva que hizo Duverguer en “Sociología política” (Ariel Demos. Barcelona 1970) porque se me fue el tiempo aferrado de manera sectaria a un único método científico. Escribió en ese momento que en lugar de caracterizar los diferentes tipos de sociedades para definir después el poder político (que era como yo pensaba) parece preferible distinguir los diferentes tipos de relaciones de autoridad en todas las sociedades, con indiferencia de que sean pequeñas o grandes, elementales o complejas, particulares o globales. Explicaba que la relación de autoridad es “esa relación desigual, en la cual uno o varios individuos dominan a los otros y los doblegan más o menos a su voluntad”.

Instituciones, Estados, organizaciones, partidos políticos, grupos religiosos, en fin, operan en la lógica de relaciones de autoridad y en todos ellos es observable una especie de axioma que ha entronizado el profesor de psicología social Laurent Bègue-Shankland: “La experiencia del poder cambia al individuo”. Cita a Montesquieu para construir su hipótesis: “quien tiene poder, tiende a abusar de él”. Se refiere a estudios del neurocientífico Sukhvinder Obhi que le han permitido concluir que el poder puede causar lesiones equiparables a un traumatismo craneal. Eso explica que se observen auténticas metamorfosis en individuos que acceden al poder. Es una especie de paradoja, concluye, pues una vez que el poder se alcanza, se pierden algunas de las cualidades que fueron necesarias para conseguirlo.

Habrá notado usted esas metamorfosis patéticas de personajillos harto conocidos por aquí: mandamases ridículos, atorrantes que, ebrios de poder, terminan siendo el hazmerreír de todos. El ex fiscal Barbosa, el ex procurador Ordoñez, el ex presidente Duque, por ejemplo…

Pero hay un tema al que se refiere el economista argentino Alberto Benegas Lynch, y tiene que ver con la contraparte del poderoso: el dominado.

Critica Benegas esa “aceptación servil” de quienes se dejan aplastar. Y no habla precisamente de la bota militar, habla de seguidores ciegos, fanáticos que, enajenados con la figura del mandamás, lo entronizan y le dan calidad de iluminado.

Aldous Huxley inspira a Benegas cuando plantea que la obediencia pasiva e irresponsable de los súbditos es la “corrupción de la obediencia”. Ese poder restringe derechos a diestra y siniestra, y los gobernados se dejan atropellar sin levantar la voz.

Las gentes se instalan en la creencia de que el personaje al que siguen y aplauden está dotado de una capacidad superior, de un don excepcional, de una especie de halo que le hace infalible. Desaparece para las gentes toda sombra de duda. No sin razón, Emmanuel  Carrére sentencia que “lo contrario a las verdades no son las mentiras, sino las certezas”

Una muestra de la contundencia de esa frase es lo dicho por Jorge Rafael Videla, dictador en Argentina y miembro de la Junta Militar en 1976. El chafarote afirmó con tranquilidad que no tenía el más mínimo remordimiento con sus atrocidades: “Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó la mano”.

Benegas recurre también a Erich Fromm quien sostiene que, al contrario de lo que la gente piensa, el poderoso es un sujeto débil y enclenque psicológicamente que, para rellenar su personalidad y su vacío existencial, requiere del dominado.

Los machos mandamases, embriagados de gloria, tienden a pensar que estarán instalados en su delirio de manera eterna. También tienden a terminar mal. Alguien dijo, en términos de balance, que dictadores como Nicolae Ceaușescu en Rumania y Muammar Gaddafi en Libia, pasaron sin escalas de la cúspide al paredón de fusilamiento. Hubo quienes fueron enterrados como próceres y luego fueron repudiados, sacados de sus pomposos museos y sus cadáveres apaleados. También hubo quienes alcanzaron a huir y a morir en el exilio.

Toda esa soberbia, esos gestos prepotentes de Trump; la sonrisa siniestra de Bukele; el cinismo de Fujimori, el desdén de Uribe Vélez; la ordinariez altanera de Milei; la ignorancia atrevida de Maduro; la bárbara presencia de Ortega; todos ellos están condenados a atestiguar su decadencia y a sufrir las consecuencias. De hecho, ya algunos de ellos las están sufriendo.

Cada vez que nos ponemos en el plan de analistas, pontificamos sobre los daños causados por las redes sociales y los recursos de manipulación de masas, olvidando que antes de Goebbels también hubo movilizaciones de las gentes apoyando a mentecatos que escalaron el poder y, desde esas cumbres, empezaron a hacer estragos. El problema es más complejo.

Hoy tengo la convicción de que este drama de la sociedad tiene que ver con un hecho lamentable y muy antiguo: la instauración del patriarcado como modelo de relación de autoridad.

El recorrido por la historia biológica de la evolución de nuestra especie no arroja luces sobre una supuesta supremacía del macho sobre las hembras. No se observa que haya deficiencias, desventajas o limitaciones de las hembras en ese proceso evolutivo.

El acceso al pensamiento, la conciencia, el lenguaje; no deja señales de que las hembras hubiesen vivido el proceso de una manera diferente o en condiciones de precariedad, frente a la manera como el macho tuvo acceso.

Tanto la evolución biológica como el big bang del lenguaje, impactó a la especie humana en su conjunto, a los dos sexos.

Los roles de cada uno en la construcción de la civilización inicial, su tránsito de manada a tribu, el trasegar por el mundo conocido y la lucha por la sobrevivencia, no dejan huellas que reflejen la supremacía del uno sobre el otro.

A su vez, una reflexión seria sobre la historia del patriarcado que se hace evidente desde hace 5.000 años atrás en la historia (un parpadeo al lado de los 160.000 años que lleva nuestra especie construyéndose como sociedad) permite concluir que, en tanto se trata de una historia construida, relatada y documentada por el macho de la especie, no puede asumirse como la única verdad.

En consecuencia con las indagaciones de Gerda Lerner, “… el patriarcado es una creación histórica elaborada por hombres y mujeres en un proceso que tardó unos 2.500 años en completarse” y en tanto creación histórica, es urgente revisarla de cara a los desastrosos resultados que ha producido y a la necesidad prioritaria que tiene la especie de establecer un nuevo rumbo que garantice su sobrevivencia y continuidad.

Rescatar el pensamiento crítico, no tragar entero, atrevernos a revisar las creencias que han orientado nuestro actuar, parece convertirse en la más grande de las urgencias. Ya es tiempo de sacudirse de la voluntad del padre.

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28 respuestas a «El vértigo de los mandamases»

El polítologo Maurice Duverger; es un faro co stitucional junto a otros librepensadores sobre ese tema. De ocultar verdad para fiarse de certezas. (Verdad de perogrullo; es aquella que no requiere método científico; escapa a él y se ufana como capo de comarca o pequeño terrotorio (municipio) o como los mandamases imperialistas tiburonescos; los muy bufones del circo en cuestión.

Buenos días Juan. Muchas gracias por pasar por aquí. Duverguer me impacta por sus aportes a la sociología. Es un brillante lector de la sociedad y los hechos que protagoniza. Abrazo

Esa metáfora de que el poder hace daño en el cerebro equiparable al traumatismo, es una maravilla, gracias por hacernos reflexionar, Alberto. Se notó esta semana, cuando hasta el ministro de defensa balbuceaba como un adolescente…

Hola Julio César. Tienes razón. Ese espectáculo no sólo fue deplorable sino que operó como “prueba reina” del trauma craneal.

Dr Alberto, muy acertado con sus reflexiones en torno al ” Vértigo de los mandamases”

A veces pienso que tenía razón José María Vargas Vila: ” Votar es abdicar, es elegirse un amo . Y elegirse un amo es más vil que soportarlo”

Este cuento no cambia…

Carlos Arturo hola. Muchas gracias por escribir y comentar. Ese Vargas Vila, tan panfletario y tan inteligente soltaba verdades crudas a diestra y siniestra. Tienes razón. Hay gente que cuando vota, se elige un amo. ¡Tal cual!

Yo creo Eduardo que el espíritu de la reflexión de Carlos Arturo, cuando cita a Vargas Vila es que existen votantes que eligen y deciden votar por candidatos a quienes rinden una reverencia dañina y miran como si fuesen deidades, pero no creo que el contexto de la respuesta de para pensar que jamás se pueda votar. Aunque, claro, será Carlos Arturo quien pueda explicarlo. Gracias por comentar.

Esta columna de hoy está súper poderosa
Con eso que tantas veces me ha parecido necesario:…” buscar otros métodos que no se limiten al método científico establecido”
Y luego aquella situación tan actual de la degeneración del sometido a la aceptación servíl y su justificación reforzada ..!!!
Alberto gracias por intentar romper el globo
De esa ignorancia oculta.
De los personajes mandamases si le pido que debe incluir también muchas mujeres que llegaron al poder y mostraron el cobre como Golda meir, Benazir Bhutto, la exfiscal Manser y mi exmujer…que terminó apoderándose hasta del perro y el gato…!

Me gusta tu sentido del humor Eduardo. Agradezco mucho tu lectura y comentario. Estas columnas se quedan cortas siempre. porque se quedan ejemplos, argumentos y personajes que habrían servido para la sustentación de las ideas. Lamento mucho la pérdida del perro y el gato. Un abrazo

Sería muy conveniente relacionar su excelente artículo con el gran texto La Servidumbre Voluntaria de Étienne de La Boétie, para darnos cuenta que el poder del mandamás reside en el sentido voluntario de la esclavitud que el modelo del patriarcado finalmente inculcó en la conciencia individual de manera implícita, convirtiéndola en elemento estructural de la personalidad del miembro de la masa social

ALBEIRO hola. Agradezco mucho tu lectura y comentario. Tienes razón. Este tema ha sido abordado por muchos pensadores desde siglos atrás y de La Boétie es un magnífico ejemplo. La desobediencia civil ha estado revestida siempre de eso que se ha perdido: la dignidad.

Para corroborar su comentario como
muestra un botón:
*Como si fuera el “Espíritu santo”: párrocos y hasta el obispo hicieron fila para saludar al expresidente Álvaro Uribe en la catedral de Riohacha*

Para corroborar su comentario como
muestra un botón:
*Como si fuera el “Espíritu santo”: párrocos y hasta el obispo hicieron fila para saludar al expresidente Álvaro Uribe en la catedral de Riohacha*

Muy típico eso, Olmedo. Los seguidores de Uribe asumen que “el gran colombiano” ascenderá al cielo en cuerpo y alma…

Excelente su reflexión, como siempre…. Les recomiendo la entrevista de la Revista Raya, de Cecilia Orozco y Francisco Gutiérrez Sanín! Ahí vemos nuestra idiosincrasia, y la felicidad de los bobos….

Helena, hola. Siempre agradecido con tu lectura y comentarios. Me llena de curiosidad la entrevista que refieres. La buscaré.

Juan Raúl. Un placer verte por aquí. Las certezas, está demostrado, tienen efectos colaterales desastrosos…

Como dice Juan Raúl, es mejor no tener certezas. Hitler las tenía todas, “estaba seguro” y produjo cincuenta millones de muertos.
El espíritu crítico se impone y lo hace con base al conocimiento y su aplicación para obtener un resultado en una situación definida. Existen proyectos liderados por caudillos cuyo pensamiento es susceptible a ser debatido analizado y finalmente aplicado. En nuestro caso el proyecto petrista -del que muchos me tildan de fanático obsesivo-, es un proyecto que francamente me subyuga y me convence; y lo hace pues he sido un hombre de pensamiento social y un estudioso de los procesos históricos en especia los de mi país; además de pertenecer a una clase social en la que encuentro la más pertinaz oposición y de la cual todos los días me convenzo más de su invalidez intelectual, de su incultura y emocionalidad que guían sus propósitos.
Frases como esa de ” que yo lo amo presidente” no es ridícula ni melodramática, es profunda y comprometedora. No es ningún homosexual de pelo largo confesando su pasión, es la de alguien que esta comprometido y ama a su país a través de un proyecto inclusivo y progresista. Los logros han sido MUCHOS, y enumerarlos resulta engorroso y repetitivo. Siempre marcharemos con espíritu crítico pero con profundo amor por Colombia y en el caso de Juan Raúl, mi amigo y compinche, él más que nadie sabe de todas las volteretas políticas que di al apoyar inicialmente al Ingeniero y aterrizar prevenido a las todas de este caudillo que de tumbo en tumbo y muchas veces haciendo uso de los ardides de la oposición Uribe Vargas Llerista, logró conquistar la presidencia y poner en cuestión el poder y su malévola aplicación en Colombia.

Muy buen texto. También los comentarios. Incluso el de Juan Fernando Uribe, que no toma distancia del gobernante Petro, en sus apreciaciones analíticas. En estos días, después del Consejo de Ministros televisado, hice una crítica, con humor a Petro como persona de un Ego muy grande (idea que no todos comparten…. lo cual me parece justo). Dije: “lo amo presidente” – Dijo Bolívar. Y Petro respondió: “vale” Y agregue mi sátira: “Yo también me amo muchísimo”, atribuyéndole esta frase a Petro. Pues muchos petristas me dieron palo, defendiendo la frase de Gustavo Bolívar. Yo también aplaudo su nobleza. Capten que, obnubilados “petristas” no entendieron el sentido de mi crítica. Bueno, en otra ocasión, pero en relación con la columna de Alaberto, sería interesante poner en escena el tema de las relaciones de autoridad jefe- subordinados que yo presenti despóticas en Petro.

Luis Hernando, agradezco tu lectura y comentario. Creo que en medio de las tragedias diarias, lo mas terapéutico es mantener el sentido del humor y cultivarlo. El fanatismo suele convertir a las personas en unos seres enfermos de solemnidad, que es el estado más aburridor del mundo.

El fanatismo engendra fanáticos.
Alguien me decía que a la presidencia no llegan ” bobitos”. El concepto de EGO hay que entenderlo muy bien.

Excelente esta columna que rezuma conocimiento. Muy certera la descripción de tanto majadero embriagado de poder, y también, como no, de la contraparte, o sea, de todos esos zafios y palurdos que han endiosado a engañabobos como Uribe, hoy un pobre diablo a punto de ser condenado por el menos grave de sus múltiples delitos cometidos desde los más altos puestos del gobierno.

Hola Edgar, muchas gracias por tu lectura y comentario. El pobre diablo persiste en dilatar el proceso con todo tipo de recursos tramposos para conseguir su “inocencia” por vencimiento de términos. Las malas mañas del poder.

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