Categorías
Al Alberto

Las malas intenciones

…quienes hemos sostenido que la ciudad es víctima de una conspiración en la que Quintero es apenas un instrumento barato, estamos atestiguando el hecho insólito de que un cacique que ha feriado todos los principios que inspiraron su partido y que lo convirtió en una cloaca, llame a su subordinado a rendir cuentas y que ese subordinado corra de inmediato a presentar informe.

Por Alberto Morales Gutiérrez

No era una noticia más. Que el alcalde Quintero tendría una reunión con el expresidente Gaviria, y que la tuvo y que el tema fueron las Empresas Públicas de Medellín, es ya un hecho probado e incontrovertible que opera como una auténtica prueba reina.

Quienes hemos visto a Daniel Quintero como la punta de lanza de una operación de toma hostil de la ciudad por parte de lo más granado de la corrupción centralista, quienes hemos sostenido que la ciudad es víctima de una conspiración en la que Quintero es apenas un instrumento barato, estamos atestiguando el hecho insólito de que un cacique que ha feriado todos los principios que inspiraron su partido y que lo convirtió en una cloaca, llame a su subordinado a rendir cuentas y que ese subordinado corra de inmediato a presentar informe.

¿Hay duda alguna en el sentido de que, desde siempre, Quintero estuvo cargado de malas intenciones?

Pero no. Todavía hay sectores de la opinión pública que se niegan a creer el nivel de la tragedia que vive esta ciudad. Las creencias son un fenómeno complejo. Atrapados en nuestras creencias la realidad se desfigura y la sociedad es manipulada.

No hay ninguna otra especie animal capaz de desarrollar el complejo proceso necesario para que se construya una creencia. Se trata de un prodigio que exige un tamaño de cerebro como el que nosotros ostentamos, pues requiere así mismo de unas particularidades que solo nosotros tenemos: pensamiento, raciocinio, capacidad de síntesis y lenguaje.

La creencia es un fenómeno trascendental. No es un fenómeno accesorio, no es una condición anecdótica. Tal vez lo que explica su importancia vital estriba en que lo que cada uno de nosotros entiende como la realidad, se contruye a través de nuestras propias creencias. La creencia es la mirada, la percepción que tenemos de los hechos. Se ha dicho que el mundo ES como cada quien lo mira.

Es tan poderoso el significado e importancia de la creencia en nuestra propia condición existencial, que convoca a revaluar el célebre postulado de Descartes según el cual “pienso luego existo”, pues habitando como habitamos en nuestras propias creencias, más que la verdad (que es relativa) lo que realmente nos da la certeza de lo que somos, es la creencia que tenemos. Es más contundente y cierto reconocer que solo nuestra especie puede afirmar de manera categórica: “soy lo que creo”.

Todas las creencias son aprendidas. Nadie nace con creencias. El problema grave es que cuando una creencia es absorbida individual o colectivamente, esa creencia se transforma en la verdad que orienta todos nuestros actos.

Poseer la verdad configura un peligro latente, porque si las verdades de los otros son diferentes a las mías, esos otros, mis contradictores, los diferentes, los que no piensan como yo, son evidentemente inferiores a mi, porque caminan por el mundo creyendo en una verdad que no es LA verdad. Están equivocados.

La verdad  alimenta el comportamiento del fanático.

El caso de este alcalde patético es que a fuerza de engaño, de mentir sin pudores, de contar con un ejercito de áulicos que repiten sus patrañas, del apoyo de medios inescrupulosos; ha venido instalando en las mentes de muchas personas la verdad de que la suya es una guerra santa, una guerra contra el establecimiento, contra los ricos, contra los que supuestamente han detrozado la ciudad que él mismo está volviendo añicos, contra los otros.

La creencia te dicta lo que debes conocer, lo que debes aceptar como conocimiento. Al hacerlo, ese conocimiento no necesita ya ningún fundamento racional. Si alguien te muestra pruebas irrefutables en torno a ese hecho que tu has aceptado, entonces esas pruebas se convierten para ti en montajes, en argumentos tramposos que no puedes aceptar.

Instalado en tu verdad, no hay posibilidad de que reflexiones en las consecuencias. De esta manera, la creencia es nuestro talón de Aquiles, porque habitando en nuestras creencias, podemos autodestruirnos, como los zombies, como los fanáticos…

Retomar el camino de la Medellín que necesitamos, exige la tarea urgente y paciente de construir ciudadanía, ciudadanía en el estricto sentido filosófico, y conceptual de la palabra.

Compartir

4 respuestas a «Las malas intenciones»

Esa es la verdadera radiografía. El quien está detrás de este alcalde ignorante y mal asesorado. Muy claro tu artículo

Perfecta radiigrafia de lo que nos está matando. Que dolor que tantos crean sin saber en qué!

Los comentarios están cerrados.