Daniel, el gobernauta independiente, salpicado de oscuridades por las condiciones oscuras de quienes lo auspician y sostienen, suma por estos días la nueva oscuridad de estar hablando con los chinos a las escondidas, con la torva intención de entregar a la furia neoliberal amarilla, el cadáver de EPM.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Todos y cada uno de nosotros estamos hechos de luces y de sombras. La vida nos va llevando por caminos en los que errores, deseos perversos y fracasos, transitan al lado de aciertos, de noblezas y de logros. Tales caminos no se nos ofrecen nunca como una línea recta. Hay giros, devueltas, sinuosidades.
Las más de las veces, el lado oscuro de nosotros y el de nuestros congéneres pasa desapercibido, no alcanza a hacer daños notables, se ofrece como un recuerdo sin luz. Pero cuando se trata de personajes públicos, esos lados oscuros se hacen públicos también, las gentes indagan por ellos, los ponen en evidencia, los multiplican.
Hay que ver la de cascadas de lados oscuros que habitan en las vidas de nuestros políticos, nuestros militares, nuestros magistrados y nuestros jueces; nuestros alcaldes y gobernadores, nuestros oscuros presidentes.
Daniel, el gobernauta independiente, salpicado de oscuridades por las condiciones oscuras de quienes lo auspician y sostienen, suma por estos días la nueva oscuridad de estar hablando con los chinos a las escondidas, con la torva intención de entregar a la furia neoliberal amarilla, el cadáver de EPM.
Ah, qué oscuro personaje es Carrasquilla, qué oscuros Vargas Lleras, Santos, Uribe, Pastrana; qué oscuro es Benedetti, qué oscura la Cabal y su oscuro marido, ¡qué oscuridad nos llena y nos rodea!
No hay manera, para los personajes públicos, de deshacerse de su cara oscura.
Mire usted al buenazo de Maquiavelo (1469 – 1527) un personaje enfermo de solemnidad, brillante y estudioso como pocos, cuyos historiadores no dudaron en graduar de buen padre y buen marido, quien fue capaz de convertir su indiferencia frente al arte y su desprecio por la música, en una de sus virtudes. Solo podía interlocutar con quien le hablara de política que era su monotema predilecto. De hecho, ha trascendido que cuando le presentaron a Leonardo Da Vinci, no vio a nadie trascendente frente a él, mas bien a un tipo corriente y sin gracia alguna.
Pues, cosas de la justicia cósmica, se supo luego que Maquiavelo con todo y su monumental obra El Príncipe, no era más que “un intelectual, en el sentido más estrecho y limitado del término” pues carecía de toda sensibilidad humanística. Envejeció practicando distracciones que no solo no eran “de un orden muy elevado” sino decididamente “impropias de su edad”.
Cometió el error (siempre hay un pequeño error) de contarle por escrito a su amigo Biagio Buonaccorsi, la suma de sus calaveradas y sus reflexiones más obscenas.
Ha de saber usted que la dialéctica tiene su gracia, pues hay oscuridades que se transfiguran en luces. Para la muestra, Epicuro (341 – 270 a. C). Satanizado, escupido, vilipendiado, se atribuye a este pobre y magnífico hombre la proclama de una vida vivida en función de los excesos. Recuerdo de adolescente una frase que se le atribuye falsamente a este filósofo, con la que Gonzalo, mi amigo epicúreo, condensaba todos sus deseos: “¡comamos y bebamos que mañana moriremos!” (dicho sea de paso, la frase aparece en Isaias 22:13 de la Biblia, muy lejos de la existencia del filósofo de Samos).
No. Epicuro construyó una filosofía hedonista es cierto, pero en la perspectiva de encontrar serenidad. Es a Epicuro a quien se debe lo que se conoce como la gestión del dolor. Esta descripción desgarradora de Michel Onfray da una idea de la dimensión del alma de Epicuro: “Enfermo, débil, enclenque, incapaz de cometer excesos, que resultaban inmediatamente perjudiciales a su carcasa de hidrópico…”
Es increíble. Sus enemigos lo fustigaban por holgazán, pues no se levantó casi nunca de su cama, cuando la verdad fue que permaneció toda su vida allí, “traspasado de dolor, crucificado por el sufrimiento”
La tragedia de los oscuros es que actúan por entre recovecos, con la esperanza ilusa de que jamás serán atrapados y reconocidos, pero eso no es posible. Todo se sabe más temprano que tarde. Pregúntele usted al bachiller y senador Julián Bedoya, para que vea…
5 respuestas a «El lado oscuro…»
Escribes como los dioses. Pero te faltaron nombres a esta realidad dolorosa. Un abrazo
Será que le vamos a dar tiempo a este Maquiavélico personaje para tomar decisiones irreversibles?
Pues, LuzMa, de los abuelos aprendimos que no hay mal que dure cien años…
Muy profundo el texto de hoy, muy dolorosamente cierto.
Si, es cierto. U abrazo Carlos y gracias por leer