Siente malestar cuando oye frases como “el pobre es pobre porque quiere” o “salir de la pobreza es solo cuestión de actitud y de ganas”. Es contundente cuando propone dos frases alternativas para que las gentes entiendan el significado de lo que están diciendo: “el que no se gana la lotería es porque no quiere” y “ganarse la lotería es cuestión de actitud y de ganas”.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Es muy interesante ver la multitud de interpretaciones diversas sobre todo lo que tiene que ver con las formidables movilizaciones que se han vivido a lo largo y ancho de la geografía colombiana, en contra de la reforma tributaria, la reforma a la salud y la suma de las causas que han sumido a este país en las tinieblas de su imposibilidad, en los abismos de su pobreza, de su inequidad, en los infiernos de la corrupción, en las obscuridades de su no futuro.
Movilizarse es para algunos, un acto inadmisible en tanto se estaría cohonestando con el vandalismos y la destrucción, para otros es un imperativo, una urgencia; la necesidad de demostrar que no han logrado anestesiarnos a todos, que aún queda dignidad en nuestros corazones, que no estamos dispuestos a la resignación; a aceptar como natural, como inevitable, que los derechos y los privilegios y las oportunidades sean solo para unas poquísimas personas, mientras las grandes mayorías son excluidas, escupidas, silenciadas.
Y entonces, como a la manera de una revelación, se aparece en las redes, una nota enviada por una mujer de 30 años, médica ella, que escribe a su profesor lo que piensa de lo que está sucediendo y de los aprendizajes que ha tenido. Anita Medina se llama, “Ana Demente” es su seudónimo, y la reflexión es brillante. Quisiera sintetizarla para usted.
Ana estudió en una universidad aquí en Medellín, en la que pudo “disfrutar espacios en los que se hablaba de todo menos de medicina” y recalca “qué aburrido y peligroso hubiera sido pasar nueve años sin estos espacios”. Tiene razón. Recuerda a un profe Pérez en rotación de anestesia que le hablaba de Wittgenstein (sí, ¡de Wittgenstein!) y le aprendió que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
Su reflexión a propósito de la frase del filósofo vienés, se desencadenó por lo que escribió un estudiante de una universidad privada de Bogotá y que se hizo viral: “El día que una persona de música valga más que una de medicina, aceptaré perder clases por la muerte de un ñero sin relevancia alguna en nuestra sociedad”. Ana se escandaliza y destaca que creer que una vida vale más que otra es lo que hace posible ignorar las masacres. “Es lo que hace posible que, para muchos, las 6.402 víctimas de los falsos positivos sean solo un número sin trascendencia”.
Y como al parecer, Ana está cumpliendo 30 años el día que escribe la nota, hace un balance, descubre que ha cambiado, que fue más rígida en el pasado, que no veía las escalas de grises, que pensaba que en el mundo había personas buenas y personas malas, sin matices. Que los malos eran monstruosos y bastaba con recogerlos a todos y meterlos a la cárcel para que solo los “buenos” quedaran libres. Pero hoy Ana ya no se siente tan implacable, es capaz de entenderse cuando se equivoca y entiende las equivocaciones de los demás. Se esfuerza por tratar de comprender por qué el otro piensa distinto, reflexiona sobre el lenguaje (admirable el profe Pérez)
“Me intriga el significado de la frase “somos gente de bien”, cuando los que la dicen, no consideran que los derechos humanos sean fundamentales, sino más bien negociables”.
Duda de los apolíticos por la elemental razón de que “el silencio es político”. Siente malestar cuando oye frases como “el pobre es pobre porque quiere” o “salir de la pobreza es solo cuestión de actitud y de ganas”. Es contundente cuando propone dos frases alternativas para que las gentes entiendan el significado de lo que están diciendo: “el que no se gana la lotería es porque no quiere” y “ganarse la lotería es cuestión de actitud y de ganas”.
Se toma la molestia de indagar el significado de la expresión vándalo: “1. Adj. Dicho de una persona que comete acciones propias de gente salvaje y destructiva” y reflexiona en el sentido de que la promoción de la ganadería extensiva y la destrucción de los bosques es también destructiva y salvaje, por ejemplo.
Retoma el hilo del texto para afirmar que su vida vale lo mismo que la vida de un estudiante de música, la de un ñero, la de un policía, la de un vándalo. Y entonces, se apropia de una frase del maestro Fernando Gonzáles y concluye que no tiene alternativa distinta a seguir resistiendo, “viviendo a la enemiga”
Lo que ha hecho Ana Demente es entregarnos una lección profunda, una mirada joven que nos hace creer en la existencia de un futuro mejor, de un futuro posible, para este país despedazado…Gracias Ana.
3 respuestas a «Las lecciones de Ana Demente»
Ana Demente habla de los falsos positivos y se le olvida las masacres de los violentos (FARC, ELN, NARCOTRAFICANTES, ETC) y de las viudas, huerfanos, madres, etc. Es que la violencia en este Pais ha sido muy grande y muy dura. Además todo el pueblo somos victimas.
No Luz Marina. Ana habla sobre la necesidad de no mirar al mundo en blanco y negro, habla de matices, de aprender a escuchar. Lee con cuidado y verás.
Es innegable que existe desigualdad social y muchas injusticias. Pero mire la historia de las ahora narco dictaduras de Venezuela, Cuba, la Nicaragua del cerdo Daniel Ortega: Empezaron todas ‘defendiendo al pobre’ y han acabado en las mas atroces dictaduras. Se aprovechan del débil, de las personas que creen, y que les ofrecen soluciones, para luego matarlos de hambre. El caso de Colombia es muy claro para mí: Narco comunismo disfrazado de socialismo. Nunca vamos a aprender! La solución a la pobreza no es lo que ofrecen los lideres narco comunistas que ahora incitan a ‘marchas pacificas’ infiltrando de antemano mercenarios venecubanos armados hasta los dientes para luego culpar a las Fuerzas Armadas. Desmanes de las Fuerzas Armadas? Y que de las Milicias Urbanas FARC? En este momento estan acabando con Medellin, porque el alcalde comunista los invito precisamente para esto. No hay que insultar la inteligencia de la gente.