La estrechez de pensamiento o la enajenación, puede llevar a pensar que la comisión debería concentrarse en entrevistar solo a quienes el fanático asume que son los héroes del conflicto, o a dudar cuando la comisión escucha a quien el fanático asume que es el culpable.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Le escribía a alguien en estos días que las creencias de los fanáticos obnubilan la razón. Todos sus pensamientos giran alrededor de una sola idea que se expresa con pasión desmedida, irracional. Esa idea fija es, además, la explicación de absolutamente todo lo que los rodea. La idea fija es su verdad absoluta. Cualquier cosa que no encaje en ella, es una mentira para los fanáticos.
El espectáculo grotesco protagonizado por el señor Álvaro Uribe y su hijo Tomás en el encuentro reciente con la Comisión de la Verdad, es altamente representativo de ese fenómeno, y refleja la muy reducida visión del mundo que los acompaña. Su universo pequeñito tiene el alcance de algunos miles de hectáreas de ganado y nada más.
Las críticas que se han hecho a esta visita, tanto desde las huestes de la derecha como desde las de algunos “progresistas”, permiten generar una duda razonable alrededor de su verdadera comprensión sobre el significado de una comisión de la verdad.
Este tipo de organismos está a años luz de ser algo así como un engendro original del “santismo” o un “invento guerrillero”. La doctora Priscilla B Hayner, Directora de la Unidad de Desarrollo de Políticas del International Center for Transitional Justice en Nueva York, hace referencia al aumento significativo del número y tipo de comisiones de la verdad constituidas a lo largo y ancho de este mundo convulsionado, desde cuando se estableciera la primera de ellas: La Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica en 1995, hace ya 26 años.
¿No ha notado usted que de Mandela hablan bien los uribistas y los antiuribistas?
Se conocen trabajos de comisiones de la verdad en países como Argentina, Uganda, Chile, El Salvador, Haití, Guatemala, Nigeria, Sierra Leona, Ghana, Timor – Leste, Perú, y Marruecos, entre otros.
Tienen este tipo de comisiones unas características bien particulares: son organismos oficiales temporales. Su tarea es realizar una indagación sobre las situaciones extremas que las originan: conflictos, guerras, violencias, violaciones de los derechos humanos; de manera tal que puedan producir un informe final y formular recomendaciones. No es un organismo punitivo, no administra justicia. Solo escucha y analiza, a partir del conocimiento de TODAS LAS VERSIONES.
El mecanismo para realizar la investigación que se les encomienda cubre múltiples frentes: buscan testimonios de TODOS LOS ACTORES, de TODAS LAS VÍCTIMAS, las de TODOS LOS BANDOS.
En el proceso pueden desarrollarse ya audiencias, entrevistas, encuentros. Los testimonios se suman en términos de miles.
La estrechez de pensamiento o la enajenación, puede llevar a pensar que la comisión debería concentrarse en entrevistar solo a quienes el fanático asume que son los héroes del conflicto, o a dudar cuando la comisión escucha a quien el fanático asume que es el culpable. Si el encuentro tiene un carácter público, el fanático asume que escuchar al otro y no enjuiciarlo, no emitir un juicio de valor, significa “complicidad” con el entrevistado. El trabajo de los comisionados es, definitivamente, una tarea titánica.
Como cada quien habita en su creencia, Álvaro y Tomás están felices, porque creen que “ganaron”. Montaron una escenografía para que “visualmente” el entrevistado se viera más grande; gritaron, vociferaron, irrespetaron, insultaron, en la lógica de que yo tengo la fuerza. Todo quedó grabado.
Los comisionados ni se inmutaron, escucharon y registraron para la historia la VERSIÓN de uno de los grandes protagonistas del conflicto. A eso fueron y eso lograron. Sería por lo menos irracional asumir que el padre Francisco de Roux, Lucía González y Leyner Palacios, fueron hasta allí con la expectativa de que el señor Uribe confesara sus crímenes.
Difundieron a cuatro vientos que el encuentro era solo una sentada con el padre de Roux, pero sobre lo que no hay duda alguna hoy, es que fue una entrevista con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, su presidente y dos comisionados. Una entidad del estado, creada por el Decreto 588 de 2017. Esa es la verdad. Una entidad que es independiente y que conoce otras múltiples versiones, no solo la del señor Uribe. Y eso, como quedó demostrado, a Tomás le sabe a mierda.
Realmente, todo lo que sea “la búsqueda de los patrones y causas explicativas del conflicto armado interno que satisfaga el derecho de las víctimas y de la sociedad a la verdad, promueva el reconocimiento de lo sucedido, la convivencia en los territorios y contribuya a sentar la base para la no repetición”, le sabe a mierda.
Creo que en eso, el muchacho está siendo absolutamente sincero.
2 respuestas a «Hay gente a la que la verdad le sabe muy maluco»
Tomas no dijo que la comisión de la verdad le sabía a mierda. Lo que dijo fue que las FARC y los violentos le saben a mierda
Hola Kady. Gracias por leer. Tienes razón, pero la columna no dice lo contrario…