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Al Alberto

El que no está conmigo, está contra mi…

El candidato Alejandro Gaviria considera que su relación estrecha con el ex presidente César Gaviria, la relación con su ideario, es un problema menor y eso no es cierto.

Escribe Alberto Morales Gutiérrez

Alejandro Gaviria ha decidido lanzarse como candidato presidencial. Soporta su decisión con un video intimista y un documento de sesenta puntos, en donde expresa lo que piensa. Su ideario.

Hay un sector de la opinión pública que aplaude su decisión y ve en el exministro y exrector universitario, una suma de virtudes que les tranquiliza: es un hombre culto, informado, estudioso, dicen.

Hay en su video una frase cuidadosamente construida (todo el video es cuidadosamente construido) en la que expresa que, independientemente de la vocación del servicio, una candidatura presidencial hace explícita la “ambición desbordada” de quien se lanza. Sustenta, a renglón seguido, que al verbalizarlo, se genera confianza en quien lo confiesa.

Pienso que, más que la ambición, que también existe, lo que realmente subyace en cualquier candidatura presidencial, es una idea sobre el deber ser de un país, una idea sobre su economía, una idea sobre el Estado, una idea sobre la educación, sobre la salud, sobre las relaciones con los otros países, sobre la democracia, la ciudadanía. Hay a quienes no les gusta esta palabra, pero se trata ciertamente de una ideología.

No es lo mismo, en términos de ideas, ni se requieren las mismas condiciones, para ser presidente de una junta de acción comunal, para aspirar a la alcaldía de una ciudad o ser gobernador de un departamento. Los alcances de cada gestión son diferentes.

Creo que es razonable centrarse de manera prioritaria en el soporte ideológico de Alejandro Gaviria, en su visión del mundo de hoy, su ideario, pues la sola cultura, la bonhomía, la inteligencia, no bastan ni son suficientes, para el reto inmenso que significa abordar las urgentes soluciones que necesita este país.

Aunque no se trata de una comparación, la memoria me trae a Julius Evola (1898-1974) cuya influencia ideológica se extiende hoy hasta el pensamiento de Steve Bannon, exasesor destacado de Donald Trump. La resonancia de Evola es bastante controvertida, pues no solo fue un defensor del fascismo sino que ejerció, en su conjunto, una especie de nihilismo que daba sustento a sus saltos ideológicos y existenciales. De otro lado, fue un hombre extraordinariamente culto, gran lector y escritor pródigo, que trató los más diversos temas. Sus amigos dijeron siempre que fue “muy buena persona”. No, la cultura, la información, el dato, la habilidad expresiva, no bastan.

Alejandro Gaviria pareciera apresurarse a descalificar eventuales objeciones a su pensamiento, esgrimiendo la idea de que no se debe suponer la mala intención en la controversia y que el cambio social no es cuestión de todo o nada. “No consiste en sustituir un modelo corrupto que ya no puede mejorarse por otro perfecto que ya no habría que mejorar”. Insiste en dudar de “los discursos fundacionales que niegan cualquier progreso” pues “llevan con frecuencia al fracaso”.

El problema en las elecciones presidenciales es que lo que se pone en juego al decidir por uno u otro candidato, es precisamente qué debemos hacer con el modelo corrupto imperante, ¿continuamos bajo su férula o hacemos lo humanamente posible por derrotarlo? Desde luego la propuesta no es montar un nuevo Estado perfecto, la idea es sacar a los corruptos del poder a toda costa, derrotar sus prácticas, derrotar su ideario, la idea que tienen ellos del Estado, la idea del manejo de la cuestión pública.

Así las cosas, el tema de la unidad necesaria de los sectores que entienden que este país no puede seguir en manos de la misma pandilla que se encuentra en el poder desde hace más de un siglo, tiene que construirse sobre la base de unos principios mínimos. No se trata de la unidad en abstracto, sino de un por qué y un para qué unirnos.

El candidato Alejandro Gaviria considera que su relación estrecha con el ex presidente César Gaviria, la relación con su ideario, es un problema menor y eso no es cierto. César Gaviria es un truchimán que ha vendido la dignidad de este país, entronizó la visión neoliberal para el manejo de la economía colombiana y lideró los nefastos TLC que acabaron con el agro y la industria nacional.

La creencia muy personal suya, muy desde su ego, de que, como él es inteligente y buen lector y altamente “calificado”, eso basta; no tiene nada que ver con la realidad política y las necesidades urgentes de Colombia. Hablando de la unidad, definir el tema de su relación con el expresidente Gaviria como una “suspicacia”, empieza a retratarlo de cuerpo entero.

Ya, ese talante neoliberal que exhibió como ministro de salud, afloró de nuevo en toda su dimensión cuando expresó del exministro Alberto Carrasquilla (al ser nombrado en la Junta del Banco de la República) “que lo conocía y que era un buen técnico”. Desde luego, cuando sus asesores se dieron cuenta de los alcances de su afirmación, se apresuró a decir que él no lo habría nombrado.

Para el muy inteligente ex rector de la Universidad de los Andes, Carrasquilla y sus bonos del agua, la nefasta reforma tributaría que lideró y le costó su cargo como consecuencia del rechazo masivo del país, su obsesión privatizadora, sus negocios turbios, su prontuario, no aplican para su análisis del ex ministro, pues Carrasquilla es primero que todo y en un todo, un “buen tipo” (¿!). Sí, un buen tipo como el candidato Alejandro Gaviria.

Blanco es, gallina lo pone. 

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3 respuestas a «El que no está conmigo, está contra mi…»

Excelente columna: desviste el muñeco que no hizo nada por la salud mientras la administró. Es un elemento más del establecimiento corrupto y mentiroso que tiene el país en ruina. Carita de ángel con alma de demonio como el tal Fajardo.

Gracias Luis por leer. Tenemos que tratar de descifrar siempre de dónde vienen y para dónde van…

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