…el robo es el robo y el crimen es el crimen. “Que uno y otro sean perpetrados por un hombre solo o por un grupo de hombres, no cambia nada la naturaleza criminal”. Y concluye con tono lapidario: “no porque una mayoría apoye o condene un acto criminal, deja este de ser criminal”.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Un periodista francés, Guy Sorman, tomó la determinación de realizar en la década del 80 del siglo pasado, una serie de entrevistas a los que él consideraba pensadores vivos más destacados en su época. El libro fue la consecuencia de una reflexión que empezó a hacerse cuando cursaba la educación media. ¿Cómo seria de interesante – se dijo- haber tenido la oportunidad de entrevistar a Sócrates, a Voltaire, a Diderot, a Confucio, en sus respectivos tiempos?
Hizo entonces una lista de personalidades que tenían posiciones divergentes sobre múltiples temas, pero que brillaban por la originalidad de sus argumentaciones y la seriedad con la que asumían sus reflexiones y las entrevistó en efecto. El resultado: un texto apasionante editado por Seix Barral con el título de “Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo”.
Aparecen en su publicación desde Carl Sagan e Ilya Prigoguin, pasando por Claude Levi Strauss y Noam Chomsky, hasta Karl Popper y Zhao Fusan, entre muchos otros.
Es apasionante esta lectura en la que las contradicciones emergen y se verbalizan desde la inteligencia, para darnos una idea exacta de lo que significa la diferencia como una impronta del ejercicio del pensamiento.
Un buen número de los entrevistados era desconocido para mí. Permítame le cuento sobre uno de ellos en particular: el señor Murray Newton Rothbard (1926-1995)
Aprendí que se trata de uno de los inspiradores de la doctrina neoliberal (cuya decadencia ya nadie pone en duda) y entendí cómo esa doctrina trabaja de manera denodada en la construcción de las condiciones para que ese Estado protector del que ellos denigran, se convierta en un Estado inviable que justifique su laisser-faire impenitente.
Para Rothbard, “¡el Estado es el robo!”. El Estado es una ilusión verbal, una metáfora, porque la realidad es que se trata realmente de una asociación de individuos que “se han fijado como objetivo ejercer el monopolio legal de la violencia y la extorsión de fondos”.
Rothbard se define como un “libertariano”, término acuñado por el economista Von Mises, padre de la “Escuela Austríaca” y de quien el primero fue discípulo.
Para los libertarianos, el Estado es el mal absoluto. “Todo puede ser privatizado, incluyendo la justicia y la defensa”. Cada hombre nace con un derecho natural a la propiedad y todo atentado a la propiedad viola ese derecho. Guy Sorman lo sintetiza muy bien: “los libertarianos son, por lo tanto, anarquistas y capitalistas”.
Su crítica a los impuestos es una especie de descripción de lo que ocurre con la recaudación de los mismos en un Estado como el nuestro: son un robo, porque no son voluntarios. “los propietarios del Estado son los únicos individuos de nuestra sociedad que obtienen sus ingresos bajo coacciones”. Es falso – según él – que el impuesto sea voluntario, como un contrato suscrito entre el Estado y el pueblo. “Bastaría con suprimir la amenaza para que los contribuyentes dejaran instantáneamente de pagar”.
Y se regodea con afirmaciones tales como que, de la misma manera que el impuesto es un robo, la guerra es el crimen y el servicio militar la esclavitud. E insiste: el robo es el robo y el crimen es el crimen. “Que uno y otro sean perpetrados por un hombre solo o por un grupo de hombres, no cambia nada la naturaleza criminal”. Y concluye con tono lapidario: “no porque una mayoría apoye o condene un acto criminal, deja este de ser criminal”.
No puedo menos que pensar en el hecho de que uno de los signos de estos tiempos es, sin lugar a dudas, la acelerada descomposición de la política y la cooptación del Estado por bandas de corruptos e inescrupulosos aupados por las fuerzas neoliberales que, con premeditación y alevosía, se han encargado de entronizar eso que La Boétie describió hace más de cuatrocientos años en su “Discurso sobre la servidumbre voluntaria”, cooptando a mercenarios que con “textos eruditos” y medios masivos a su servicio, se han encargado de vender la idea de que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
El neolibralismo mutó, como inteligentemente lo describe Noami Klein, al capitalismo del shock, un escenario de caos que solo sirve a sus intereses.
En Colombia, el escenario es patético. En medio de la humareda del desastre, claman porque miremos a nuestros vecinos cuya humareda es igual, convocándonos a la esquizofrenia, a que nos montemos en un mundo paralelo que sobreimprime un holograma sobre nuestras propias ruinas, para persuadirnos de que, el nuestro, si es un mundo feliz. ¡Nos creen imbéciles!
4 respuestas a «Cosas del anarco-capitalismo.»
Muy interesante para lo que estamos viviendo hoy si nos descuidamos vamos llegar al comunismo correcto que pretende unos pocos
Gracias Willian, por leer.
Buenos días apreciado Alberto
Creo que esta línea temática necesita otra columna, para mí análisis, me quedé corto con el texto.
Tal vez me quedé esperando la clasificación entre bueno y malos.
Gracias por leer Carlos. Nunca han existido los buenos buenos y los malos malos. Mira el engendro que resultó de las reflexiones de Rothbard!