Los alegatos del petrismo contra la corrupción de los uribistas y contra sus crímenes y sus desafueros, no contrasta con las peroratas de los uribistas que los acusan de sus mismas alianzas, corruptelas y rabos de paja. Ninguno de ellos se miran a sí mismos, sólo a los otros. ¡Es increíble cómo se parecen!. Cristianos, uribistas y petristas se diluyen en los caldos de sus propias doctrinas, se cocinan al calor del mismo fanatismo, se desintegran en los aromas de sus líderes.
Por Alberto Morales Gutiérrez
No creo que existan en el mundo dos escenarios más patéticos y parecidos para el ejercicio de la fe del carbonero, que los escenarios de la religión y de la política. En ambos se cumple esa especie de axioma agitado por Michel Onfray, en el sentido de que “los hombres fantasean para no enfrentarse con lo real”. Es precisamente allí en donde la voluntad de ceguera y la credulidad, sobrepasan lo imaginable.
Hay, en “Las memorias de Trévoux” (ese fascinante diccionario enciclopédico escrito por los jesuitas a lo largo de casi setenta años, desde principios del siglo XVIII) un relato que explica el origen de la frase que titula esta columna. En él se cuenta sobre la existencia de un carbonero a quien el diablo quiso confundir, de manera tal que disfrazado de doctor de Sorbona, este le preguntó un día sobre qué creía acerca de la fe de Jesucristo. El carbonero le dijo sin despeinarse: “Yo creo lo que cree la Iglesia”. El diablo lo apremió: “Y bien, ¿qué cree la Iglesia?” A lo que el carbonero respondió con certeza absoluta: “Ella cree todo lo que creo yo”.
Así, se ha dicho de la fe del carbonero que es el ejercicio de creer sin saber ni entender de lo que se trata. Adoptar una creencia ciega a la que no se le exige ni se le requiere de razones ni argumentos. El carbonero admite que eso que le dicen es cierto, solo porque le dicen que es cierto y nada más.
Los intelectuales denominan “fideísmo” a la fe del carbonero. Una expresión que proviene del latín “fides”, que significa fe y, como usted y todo el mundo bien lo sabe, la fe mueve montañas.
Aunque los cultores de la fe ciega han hecho y hacen estragos a lo largo y ancho del mundo, hay tres casos por estos lados que ejemplarizan contundentemente la manera como el fideísmo cabalga sobre los hombros de centenares y centenares de miles de colombianos y colombianas: el primero, las iglesias cristianas; el segundo, el uribismo cerrero y el tercero, el petrismo invidente.
Michel Onfray retrata de manera casi divertida, el comportamiento de estos creyentes, cuando destaca que la alienación del vecino hace sonreír a quien no toma en cuenta su propia alienación. Usted los ha visto: el cristiano que come pescado el viernes se ríe del musulmán que rechaza la carne de cerdo, quien se burla a su vez del judío que rechaza los crustáceos. Y el lubavich que se mece ante el Muro de las Lamentaciones mira con asombro al cristiano arrodillado en un reclinatorio, mientras el musulmán orienta su alfombra de rezos hacia la Meca. Todos ven la paja en el ojo ajeno y no perciben la viga en sus propios ojos.
Los alegatos del petrismo contra la corrupción de los uribistas y contra sus crímenes y sus desafueros, no contrasta con las peroratas de los uribistas que los acusan de sus mismas alianzas, corruptelas y rabos de paja. Ninguno de ellos se miran a sí mismos, sólo a los otros. ¡Es increíble cómo se parecen!. Cristianos, uribistas y petristas se diluyen en los caldos de sus propias doctrinas, se cocinan al calor del mismo fanatismo, se desintegran en los aromas de sus líderes.
Se crean de esta manera unas argumentaciones delirantes: los uribistas y el establecimiento en su conjunto con su candidato Federico Gutiérrez, vociferan que ellos son los indicados para salvar al país de lo que los uribistas y el establecimiento en su conjunto han hecho por destrozarlo. En su extraña lógica, son ellos los llamados a cambiar sus propios desastres. Quienes se oponen les señalan con horror la corrupción, la violencia desatada, los falsos positivos, las masacres, y entonces ellos se exaltan y arguyen que se trata de montajes en su contra. Los de la fe del carbonero, que no aceptan razones, les aplauden y comentan entre ellos que claro que sí. Federico, mañoso y embustero, dice que él puede ser cualquier cosa menos uribista, y los de la fe del carbonero dicen que sí, que eso es cierto, que los uribistas no son uribistas.
El candidato Gustavo Petro acompañado de los Benedetti, los Roy Barrera, los Alfredo Saade, los Julián Bedoya, hace esfuerzos ingentes por cooptar al expresidente César Gaviria, mientras argumenta que la unidad hay que hacerla con los enemigos y los de la fe del carbonero lo aplauden con entusiasmo porque es así como se salva al país y se instaura la “nueva” política.
Tal vez uno de los casos más recientes y emblemáticos de lo que significa la exacerbación de la fe del carbonero, es el que se desprende de la visita a la cárcel La Picota realizada por Juan Fernando Petro, hermano del señor Gustavo Petro y en la que a lo largo de seis horas el pasado 8 de abril, sostuvo conversaciones con la flor y nata de la corrupción encarcelada.
La primera versión se conoce el 10 de abril. Juan Fernando va y conversa con Iván Moreno, luego trasciende que la reunión empieza a las 9:30 de la mañana y termina a las 3:30, pero que hubo más asistentes: Álvaro García Romero, Germán Chaparro, Ronald Housni Jaller, Javier Zapata, Whitman Porras y Manuel Antonio Carebilla, entre otros.
Al día siguiente entrevistan a Gustavo Petro y el candidato refiere que es cierto, que su hermano estaba “hablando con Iván Moreno a quien yo metí en la cárcel”, refiere que el tema fue “el perdón social” , un tema que él ha explicado desde hace algun tiempo y que Iván, al parecer, ha estudiado, y agrega incluso unas consideraciones amables sobre el señor Moreno Rojas, explicando que “fue corrupto” y que “está en un proceso muy interesante desde el punto de vista personal”.
Ya para el 12 de abril la visita se transforma en escándalo, pues se esclarece que “el perdón social” hace referencia a beneficios tales como rebajas de penas y excarcelaciones. Aparece un documento que habría entregado a algunos militares presos el abogado Pedro Niño el pasado 23 de marzo y que ellos consideraron que era tan generoso en beneficios que parecía falso y entonces, el señor Gustavo Petro y su hermano, empiezan a hacer modificaciones a su narrativa: Que Gustavo no sabía de esa visita, que ella hacía parte de una rutina propia de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, de la que Juan Fernando hace parte. Que no, que Juan Fernando no tiene nada que ver con la campaña política, que jamás hubo ofrecimientos de ninguna índole, que sí, que hubo un momento en la reunión en la que Iván se puso sensible e incluso lloró, que Juan Fernando se separó del grupo y habló 15 minutos a solas con Iván aconsejándolo (el “proceso interesante” desde el punto de vista personal que mencionó Gustavo) y que, en fin, todo esto de la visita inocente de Juan Fernando, quien nunca ha publicado en Twitter los eventos de campaña en las que acompaña a su hermano, no es más que un “entrampamiento”, un burdo montaje. Los petristas de la fe del carbonero aplauden excitados, nos miran al resto de los mortales como si fuéramos retardados mentales incapaces de entender nada y concluyen lo que tienen que concluir: “yo le creo a Petro, porque él es la última oportunidad de cambio que tenemos”.
Federico Gutiérrez y sus áulicos, que jamás han tenido relación alguna con ningún traqueto, que no tienen a ningún amigo sub júdice, a ninguno en la cárcel, que son probos y jamás han robado un centavo del erario, que han construido con esfuerzo y dedicación la gran nación próspera y justa que es hoy Colombia, levantan la voz y los dedos acusadores, señalando que son los de Petro los que hacen los pactos con los bandidos.
Casi de manera concomitante, en sus púlpitos, pastores y sacerdotes convocan a su grey y le explican con devoción que “la fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras…” Amén.
Hebreos 11:1 lo concluye con una frase iluminada: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Ha de faltarme inteligencia, claro, pues yo no encuentro diferencia alguna entre los predicamentos, prácticas y actitudes de estos tres tipos de creyentes…
19 respuestas a «¿Tiene usted, acaso, la fe del carbonero?»
De tus múltiples lecturas me gustaría que cuando encuentres la palabra “entrampamiento” nos cuentes el origen y que grupo político lo ha practicado hasta la saciedad y más en época electoral. Saludos
Gracias Pedro por leer. Me pondré a hacer la tarea sobre ese tema de la palabra entrampamiento. Abrazo
Muy claro ante tanta cháchara.
Gracias Flor por leer.
Según este escrito, existe la fe del carbonero y la fe suya. La de los demás no vale.
Gracias por leer José. No pretendía herir tu fe…
Estaré Atento para investigar sobre esta palabra pero todos políticos son mentirosos pero el corructo de petro es la peor alimaña
Gracias William, por leer
Los Fajardistas quieren pescar en Rio Revuelto…
Gracias Glotia, por leer
Por eso se están ahogando…
Ni Cristianos, ni Uribistas, ni Petristas. Fajardistas si?
Tachin hola. La intención del texto no es invitar a tomar partido por alguien, sino a reflexionar sobre la actitud que se tiene, la fe, en torno al candidato que cada quien prefiera…
La fe no tiene nada que ver en este asunto, por lo menos la fe partidista y de corte mesiánica que tanto te asusta.
Hay otra fe, la del que cree que para avanzar hay que construir, y para construir algo ya construido, pero de mala manera, hay que deconstruir y armarse de valor, porque una construcción elaborada durante alrededor de dos siglos no se puede deconstruir con cuatro pintadas, hay que desmontar casi todo, separar “la lie du vin”, o sea la melaza del buen vino, algo has de saber de esto porque no dudo de tu exquisitez vitícola ni de tu fino paladar, y empezar a armar, en este caso un buen gobierno con objetivos bien claros.
Si queremos un país capaz de superar las ignominias, no solamente de las últimas dos décadas, sino de los últimos dos siglos, es necesario algo más que un gobierno blandengue, biempensante e incapaz de encontrar vida más allá de sus propias narices.
Yo no sé si Petro será un buen gobernante o no, pero lo que si creo es que será muchísimo mejor que todos los anteriores juntos o por separados porque ser mejor que sus antecesores es partir de una base infinitamente minúscula, algo así como partir de la nada y como bien has de saberlo, la nada es bien poca cosa.
Colombia no está en una encrucijada, Colombia está en un abismo en el cual tienen que convivir víctimas y victimarios y eso no se logra con salmos, himnos al sol y agua bendita, se logra con lucha, levantar la cabeza, armarse de valor y cambiar el mundo, bueno, por lo menos nuestro pequeño mundo y no me refiero a nuestro pequeño mundo personal, que también, sino al pequeño mundo colombiano, o sea esa cosa que algunos llaman patria y otro hogar.
Sabes muy bien que Petro tendrá que gobernar con el apoyo de los centristas y conciliar con ellos y sabes también que lo mismo, pero al revés no funcionaría de ninguna manera porque un gobierno centrista se apoyaría inevitablemente en la derecha de los goditos y la extrema derecha del santo patrón Uribe, porque al fin y al cabo son hijos de la misma Patria Boba de la cual nació La Nada, esa cosa que lleva más de dos siglos azotando a Colombia.
Algo bueno ha de salir de esta elección presidencial y ese algo bueno ha de ser algo muy bueno, no algo mediocre porque si la mediocridad vuelve a imponerse la gente no se lo va a tragar y cuando la gente deja de tragar es el buen vino el que desaparece y la melaza que sale a flote…
Esperemos que todo salga bien y que los victimarios no salgan a cobrar más victimas.
Me gusta mucho tu comentario Serge. Pienso como tú que Colombia está en un abismo, pero no comparto la misma incertidumbre sobre si Petro eventualmente sería un buen gobernante.La alusión a la fe del carbonero (que no es tu caso) es la preocupación que me ocupa. Esa pasión desbordada por todo aquello que dice y hace cualquier candidato, la renuncia a la mirada crítica y ese asumir que se trata de seres iluminados y perfectos que saben siempre lo que hacen, que aciertan siempre y que son inmáculos.Una pasión que se desborda cualquiera sea la ideología, cualquiera sea el origen, cualquiera sea la propuesta.No creo que para ganar haya que renunciar a los principios, a la ética. De lo que se trata es de que el elector crezca también con el partido o el candidato, porque su gestión nos permite avanzar a todos en el ejercicio juicio y responsable de la ciudadanía.
Dejar de escribir y hablar tantas bobadas! Hay que ser ciego para comparar a los pillos mafiosos uribistas que han arrasado Colombia y masacrado su Naturaleza nuestra única riqueza con el único candidato honesto, conciente, Ambientalista Petro Presidente!
Gracias por leer Pilar. Respeto tu fe…
Plenamente de acuerdo con Serge, es apenas justo que se dé un giro en la conducción de este país a pesar de tantos seguidores por la “fe de carbonero” que se invoca y que en muchos casos es simple cansancio de esperar cambios que se anuncian y no llegan.
Gracias Luis, por leer