Tal vez tenía razón Foucault cuando imaginaba la desaparición del hombre como un rostro de arena borrado por el mar…aunque en esta modernidad puede ser, más bien, un rostro de cera que se derrite al calor de la tumultuosa algarabía.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Si alguna palabra refleja en toda su dimensión la característica esencial de la sociedad contemporánea, esa palabra es “estrépito”. Vivimos en un mundo ruidoso, proclive al escándalo, en permanente algarabía, bulloso en exceso. El ruido es el signo de estos tiempos,
Schopenhauer, cuya misantropía inspiró sus reflexiones más lúcidas, sentenciaba en tono cáustico que “la cantidad de ruido que uno puede soportar sin que le moleste, está en proporción inversa a su capacidad mental”. Cien años después, Marcuse escribió con solemnidad que “las condiciones de aglomeración y estrepitosidad de las sociedades de masas provocan en el individuo todo tipo de frustraciones, represiones y miedos…”
Imaginará usted que vamos a hablar de decibeles, pero eso no es totalmente cierto. Aunque es verdad que la OMS ha expresado recientemente que más de 1000 millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos, y alerta sobre las consecuencias devastadoras que desencadena el ruido excesivo para la salud física y mental; no menos relevante es el hecho de que el bullicio, que lo ha invadido todo, trasciende el escándalo festivo de las rumbas familiares que entorpecen la vida de los vecinos del barrio; va más allá de la vulgaridad acompañada de música a todo volumen de las barras en las calles; de la intemperancia de no aceptar ningún reclamo por la estridencia de la música en las zonas rurales o en sitios vecinos a zonas de salud, hogares con enfermos, o simplemente zonas residenciales. Este fenómeno va mucho más lejos.
Se ha entronizado la idea absurda de que el silencio no tiene ningún lugar en donde habitar y entonces, como una especie de mancha siniestra, el estrépito empezó a serpentear por lugares impensables y a contaminar también a las palabras, las conversaciones, los escritos. Ingresó a las redes sociales, se apropió de los titulares y discursos; se hizo presente con su bullicio en la política y en la industria del espectáculo; se apoderó de la gestión corporativa, contaminó a los funcionarios, a los gobernantes y a los medios de comunicación; se infiltró en las actividades deportivas, y no ha dejado espacio alguno para la escucha, el pensamiento, o la reflexión. El universo entero vibra con la calentura del escándalo y no pareciera que pudiera existir vida distinta fuera de esa atronadora desolación.
Este ruido infernal es hijo de la velocidad. El ruido nos convoca a que todo suceda rápido, ¡ya!, ¡ya!, ¡ya!. Nadie resiste un minuto de espera, nadie resiste un instante en el que no suceda nada, en el que no se escuche nada. Estamos deprisadeprisadeprisa. El ruido es acústico, claro, pero ejercemos también ruido visual y, sobre todo, ruido mental en cantidades inimaginables.
Es el ruido en todas sus formas el que explica el acelerado proceso de embrutecimiento colectivo.
Hay quienes afirman que ha venido desarrollándose en nuestra sociedad “un miedo al silencio” y pienso que es un predicamento absolutamente cierto. Se trata -dicen- de ahuyentar la atención para dar paso a lo que denominan: una especie de “memoria flotante”. Una memoria parcial discontinua que exige una permanente hiperestimulación y que no perdona ninguna espera.
¿Ha experimentado usted esa sensación desgarradora que le inunda cuando su teléfono se queda sin batería o desaparece la señal de internet? Pues es bueno que se mire porque ese es un síntoma atronador. ¿Son efímeras sus relaciones afectivas, todo el organismo le exige emociones intensas, le urge escribir en sus redes, contar en dónde está, replicar de inmediato a alguien que ha escrito algo en lo que usted no está de acuerdo?, ¿es usted funcionario o gobernante y tiene que emitir de manera compulsiva trinos permanentemente, aceleradamente, rápidamente, sin atreverse a pensar?. Entonces usted ya ha sido contaminado (a) por la mancha siniestra.
Están siendo borradas de la faz de la tierra las preguntas trascendentales, el ejercicio de la reflexión, la estética y la ética. Al lado del grito solo cabe la vulgaridad. ¡Sí!.
Me impacta el afiche de la campaña de Milei exhibiendo un grito estruendoso mientras porta una motosierra que le servirá para acabar con la corrupción. Ganó expresando a voz en cuello que “mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta”.
Trump, orgulloso de sus métodos discursivos, convencido de que la vulgaridad y la ordinariez son su principal “virtud”, afirmó en su primera campaña presidencial que era inmune a toda crítica o todo llamado a asumir la política con seriedad, pues “podría disparar a alguien por la calle y seguir recibiendo votos”. Y ganó.
Ya se ha convertido en tendencia que los políticos y los gobernantes adopten tonos maliciosos en sus conversaciones, recurran a lo más burdo, pierdan cualquier signo de decoro, para recibir con estruendo no solo los aplausos de sus seguidores sino su disponibilidad de responder en gavilla y con insultos a todo aquel o aquella que piense diferente o rechace su vulgaridad.
Los desatinos son premeditados, concebidos para generar ruido mediático con la idea insana de que lo importante es no dar descanso a la resonancia. Aquí en Colombia, hablando del estilo Petro, una frase como “serán miles de jóvenes a los que les vamos a pagar por no matar…” es decididamente un exabrupto. Afirmar que ¡la Paz se pacta con la “alta escoria social”, no con la beatería!, es una provocación que no encaja con la dignidad presidencial. El estilo pendenciero, ruidoso, desencadena generalizaciones absurdas y convierte el insulto en una especie de impronta que invita a la descalificación y brinda patente de corso para que todos los que comparten sus ideas se sientan autorizados para agredir. El presidente de Colombia dijo que “las periodistas del poder, las ‘muñecas de la mafia’, fueron las responsables de construir la tesis del terrorismo en la protesta y la criminalización del derecho genuino a protestar. Una acusación estrepitosa.
Gritos, bullicio, estruendo, 24 horas al día. Cada hora, cada minuto, cada segundo.
Tal vez tenía razón Foucault cuando imaginaba la desaparición del hombre como un rostro de arena borrado por el mar…aunque en esta modernidad puede ser, más bien, un rostro de cera que se derrite al calor de la tumultuosa algarabía.
20 respuestas a «¡A los gritos!»
Fabuloso artículo. Necesitaré releerlo para proceder a digerirlo, pero de entrada veo allí una columna llena de aseveraciones ciertas. Inquietante reflexión la que propone su texto.
Hola Álvaro. Me estimula tu sentir en el sentido de que el texto te convoca a la reflexión. Un abrazo agradecido.
Despertar en el silencio ya parece utopia. Cuando darse tiempo para reflexionar es tachado de cobardía es que nos damos cuenta que el estatus quo ya es el drama, la contienda, el defender mi opinión y objetivo.
Ya no escuchamos el ruido porque el yo esta gritando, ya no vemos el ruido porque estamos se convirtió en paisaje, ya no sentimos el ruido porque es literalmente nuestro nido.
Depronto es Ghandi quien llega a mi mente pues el vencio el ruido con el silenció activo, con la calma, con la abstinencia…
Sera tiempo de activar nuestro silencio y escuchar? Sera que si nos concentramos lo suficientemente detras del ruido escuchamos la melodia de la esperanza? Sera que el acto de rebelión mas grande es escuchar y enseñar escuchar?
Cataaaaaaa me gusta mucho que comentes. Me parece pertinente y bellísima tu alusión a la melodía de la esperanza. Abrazo. Te quiero!
Los colombianos necesitaban reconocer y experimentar un gobierno de esa izquierda que ya estaba romantizada y ruidosa de los “ jovenes empoderados..” de audífonos cancerosos…debemos esperar a que se cumpla el ciclo.
Hola Eduardo. Muchas gracias por tu lectura y por tu comentario.
Virginia Vallejo como buena muñeca perfumada, era silenciosa, dúctil, serena y sabrosa. Por eso no nos dimos cuenta como serpenteaba por entre las mullidas camas donde también se deleitan con otras muñequitas- ruidosamente silenciosas-, los amos del poder-HASTA QUE NOS DIMOS CUENTA y sonaron los clarines, que por fortuna ahora no dejan de sonar para destapar toda la alcantarilla putrefacta en la que se an convertido los gobiernos en Colombia. Qué tal si no hubieramos seguido gritando y vociferando, no como el otro silencio ruidoso de la manipulación que llama al disimulo y al decoro. Decoro y silencio cómplices para seguir acabando con el país.
Me fascina el ruido impactante de Petro, así la vocinglería de ciertos aúlicos trate de desvirtuarla, de apagarla.
Arriba con las trompetas, afuera las vuvucelas y las trovas tropeleras que degradan y embrutecen.
Qué seria del ruido sin el silencio…
Hola Juan An Fernando. Muchas gracias por leer y comentar. Mientras tus trompetas suenan yo prefiero seguir meditando. ¡Abrazo!
El comentario anterior, me gusta…todos se escandalizan y advierto que no estoy de acuerdo, con los trinos de Petro, pero esa godarria que destila odio también le hace mucho daño a Colombia. Muy triste el panorama y no dudo que con el nuevo software, esa extrema derecha esté mirando como acabar con los que piensan y sienten diferente. Soñaría con un país incluyente, pero los poderosos se aliaron con el lumpen y ahora son más… muy difícil acabar con tanta hampa de todos los pelambres.
Me gustaría optar por el silencio….
Helena hola. Muchas gracias por leer, por comentar, por aportar.
Se dice que no soportar el ruido es señal de que nos estamos haciendo viejos. Pues qué buena columna Alberto, me va quedando claro que no es más vieja sino quizá más sabia, y que el ruido no es solo tampoco el que aturde mis oídos, sino mis sentidos todos, incluido el de la razón. Gracias.
Flor María hola. Me hace muy feliz que leas estas reflexiones y que las comentes. Gracias
“La vida no es más que una sombra andante (…) Es un cuento relatado por un idiota lleno de ruido y furia. Sin significado alguno”, es una frase de Macbeth, la tragedia de Shakespeare, que le sirvió de inspiración a Faulkner para titular su novela “The sound and the fury”. Y, la verdad sea dicha, no hay nada más ruidoso y furioso, y vil y estrepitoso, que un titular de Semana o de los noticieros de Caracol TV y RCN TV. Periodistas ruidosas y escandalosas, vendidas al establecimiento bandido y criminal, como Vicky Dávila, María Andrea Nieto, Salud Hernández, María Isabel Rueda, Darcy Quinn, y muchas más, no se cansan de vociferar, mentir, desinformar, y armar estrambóticos escándalos, para manipular y engañar a la opinión pública y para destruir con calumnias, insultos, injurias, y descontextualización, la imagen del quizá único presidente honesto que hemos tenido después de Bolívar. Se creen con patente de corso para dañar, con su venenosa verborrea, la honorabilidad de sus opositores políticos…y es a estas ponzoñosas víboras (no a periodistas serias y honestas e independientes como, por ejemplo, Cecilia Orozco) a quienes Petro se refiere, con toda razón, como las Muñecas de la Mafia, que lo son. Y estas cínicas e hipócritas y desvergonzadas periodistas al servicio de las mafias del poder y la corruptela se sienten dizque ofendidas cuando han sido ellas las que no se cansan de agraviar y zaherir al presidente elegido por 12 millones de colombianos que nos sentimos igualmente ultrajados.
Todo ese ruido mediático, toda esa estrepitosa montonera de prepagos del periodismo, tiene como única finalidad (ya lo sabemos) desacreditar a Petro y su gobierno para que las élites de la oligarquía recuperen el poder en el 2026.
Eso de que “serán miles de jóvenes a los que les vamos a pagar por no matar” es sin duda una desafortunada frase, un exabrupto, del que han armado un escándalo como jamás lo armaron con las amenazas e insultos de Uribe como cuando dijo “no se deje ver porque le doy en la cara, marica” o “ahí nos están escuchando esos hijueputas”. Y no ha habido en la historia reciente de Colombia nada más ruidoso que el “Fuera Petro” que la ultraderecha ha orquestado en los estadios del país.
…Y si de ruidos se trata nada que ver los ruidos que aquí soportamos comparados con los ruidos de los misiles y el estrépito de las bombas que a diario caen sobre la desventurada Franja de Gaza.
Hola Edgar. Pienso como tú que todos esos ruidos operan en una relación de vasos comunicantes. La estridencia en las calles, hablar a los gritos, disentir a los gritos, el ruido de las bombas, el bullicio en las redes, los titulares insultantes y confusos; toda la parafernalia del estruendo es una expresión de violencia y de guerra ininterrumpida. Las gentes se apropiaron de la guerra como estilo de vida. Nos inducen a la guerra como estilo de vida, nos condenan a la guerra como la única razón de la existencia. ¡Qué asco!
Eso de que “¡La Paz ‘se pacta con la alta escoria social’, no con la beatería!”, suena a provocación, sin duda, pero hay que admitir que es, también, una innegable certeza. Y esa “alta escoria social” son las guerrillas del ELN y las disidencias de las Farc (de esa otrora guerrilla romántica e idealista ya no queda nada); las bacrim del Clan del Golfo y de las estructuras armadas del narcotráfico; las hordas paramilitares que por ahí subyacen; los combos delincuenciales; y, muy por encima de los anteriores, “los bandidos del poder”, esos bandidos de cuello blanco enquistados en todos los organismos e instituciones del Estado que delinquen descaradamente porque son auténticas vacas sagradas.
Pregunto: ¿Si no es con los enemigos antagónicos, con quién entonces se debe negociar la paz en este convulsionado país? ¿Será que le proponemos negociaciones de paz a las hermanitas de la caridad o a los inermes campesinos que trabajan de sol a sol doblados sobre sus terruños? ¿O, por el contrario, intentamos negociar con aquellos responsables de la violencia que nos azota como lo son “los bandidos del poder”; los grupos insurgentes; los narcos; las bacrim; y los combos delincuenciales?
Petro lo ha intentado todo: inicio su mandato proponiendo “un pacto histórico” con las oligarquías; con los dueños del país (grandes empresarios, banqueros,y terratenientes); y, con esa clase política tradicional de los Uribes, Gavirias, Santos, Pastranas, Vargas Lleras, Cabales y Palomas, en síntesis, con toda esa ralea de nefastos personas que han manejado desde siempre los destinos del país en su exclusivo beneficio y usufructo…y no fue posible. Nada quieren esos “bandidos del poder” excepto torpedear todas las reformas, propuestas e iniciativas del gobierno en pro de la justicia social y la equidad. Que todo siga igual es lo que quieren; que nada cambie y mantener el status quo es su única propuesta.
Como el gobierno no pudo negociar con esa excluyente oligarquía, con esas desalmadas élites culpables de que Colombia sea el país con la mayor desigualdad en la distribución de la tierra de Latinoamérica, que a su vez lo es del mundo, y que no le importa que esa enorme desigualdad en la tenencia de la tierra sea el principal factor de violencia en nuestro país; Petro procedió, entonces, a entablar negociaciones con esos otros bandidos de la insurgencia y bandas criminales con muy magros y desalentadores resultados hasta ahora. Y es que, definitivamente, parece imposiciones llegar a acuerdos con tantos y tan disímiles bandidos, y, menos aun, cuando de por medio está el permanente saboteo, el sistemático y concertado ataque a toda iniciativa del gobierno orquestado por esas “muñecas de la mafia” y sus congéneres del sexo opuesto. Y, encima, como si fuera poco, nos encontramos con unos tales intelectuales como William Ospina, Héctor Abad Faciolince, y otros, que prefieren estar del lado de la ultraderecha uribista y de esos impresentables candidatos presidenciales como Óscar Iván Zuluaga, Fico, y Rodolfo Hernández, antes que de un estructurado y combativo humanista, con muchas fallas sin duda como todos los humanos, pero comprometido por décadas con las causas del pueblo como lo es Petro.
Todos esos abominables actores del conflicto armado, responsables de la violencia y de las desgracias de campesinos, indígenas, comunidades afro, clases populares y pueblo trabajador, se burlan de la propuesta de ” Paz Total”. No les importa, la guerra es su negoció.
Todo pudiera ser distinto si no fuera por la incidencia de ese Cuarto Poder, ese desmesurado poder de los medios de comunicación que desinforma, idiotiza, y manipula a su amaño al sufrido pueblo y que hoy tiene, acá en Colombia, como principales protagonistas a esas siniestras “Muñecas de la Mafia” que sería más preciso denominar “Arpías de la Mafia”…y es que decirle muñeca a esa detestable y horrenda facha franquista de Salud Hernández es un despropósito.
Escapar del ruido y del estrépito, cuando estamos inmersos en él, es tarea harto difícil, y yo, espíritu pendenciero, no soy la excepción…desafortunadamente.
Hola Edgar. Estoy muy agradecido con tu lectura y aplaudo ese espíritu combatiente.
Que dolorosas verdades para este pueblo ignorante que, de manera sumisa, ,aguanta la explotación y el desprecio de los detentadores del poder. La izquierda es una zurda torcida peor que la élite a la que en remoto pasado dijo cuestionar. Difícil, tan difícil que las buenas propuestas del presidente, para este pueblo hincado ( que mama de rodillas como ternero grande) puedan concretarse. Me duele. Moriremos Chino sin ver un amanecer tan brumoso?.
Humberto, muy agradecido con tu lectura y con el hecho de que comentes y expreses posiciones.
Yo nací y crecí en aquellos años silenciosos y decorosos en el que los poderes se manejaban en la trastienda para guardar las apariencias…yo creo que Ud También vivió por aquellos años, los del doctor Turbay Ayala y su elegante corbatín y su pausado tono.
Del decoro y las mandadas a callar de multitudes con Rojas Pinilla y mas tarde de esa multitud en total silencio sepulcral en la plaza de villa de leyva para el parto del partido Anapo de su indecorosa hija…
No mi estimado Alberto, el ruidoso discurso de hoy en la sociedad es el pasmo natural de quien ha permanecido en silencio obligado.
Esos poderosos en silencio nos trajeron hasta hoy al catastrófico estado social y económico nacional y mundial que enfrentamos hoy…
No fueron los bobos izquierdosos bociferantes de Petro, ellos llegaron ayer por la tarde… incluso debemos reconocer que la falla de Petro es no tener equipo ejecutivo y gerencial para construir el país y nó sus ruidosas declaraciones. Incluso el mismo tiempo lo va a demostrar en lo correcto con sus posturas internacionales al distanciarse del mandato genocida makartiano impuesto por los estados unidos. Si es ruidoso y casi inútil oponerse a la matanza de Ukrania y Gaza..( las dos mas visibles..) pero es preferible el ruidoso clamor humano como especie compartida a la silenciosa y miserable soledad tecnológica a la que tienen sometida a la otra mitad de la tierra.
Con todo mi aprecio,
Hola Eduardo. Muchas, muchas gracias por leer y comentar. Este tema del bullicio contemporáneo es, antes que una convocatoria al mutismo general, un llamado a que el grito no reemplace el argumento. Un abrazo