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Batuta: la música como estrategia para la transformación.

Por Alberto Morales Gutiérrez.

Estas decisiones gubernamentales en las que, con el supuesto uso de la racionalidad y el pragmatismo, se aniquilan de un tajo las posibilidades y prospectivas de un proyecto,  reflejan casi siempre, no solo la dimensión de la ignorancia del aparato burocrático y de la dirigencia política que lo respalda, sino la incapacidad de entender los impactos que subyacen en esas decisiones.

León Trotski, con su suma de virtudes y defectos, tan incomprendido y tan odiado, tan leído y controvertido; se refería en sus discusiones marxistas a la urgencia de hacer siempre “el análisis concreto de la situación concreta”, para no incurrir en barbaridades.

No fue ese tipo de análisis el que se hizo en este gobierno con la Fundación Batuta.

El ahogo presupuestal que ha vivido con la reducción de cerca del 40% de los aportes estatales, la ha obligado no solo a cerrar más de un centenar de sus centros musicales a lo largo y ancho del país, sino a cancelar, así mismo, más de un centenar de contratos de sus empleados.

El trabajo formidable de la Fundación Batuta se inició en 1991, cuando las violencias exacerbadas del narcotráfico y la guerrilla hacían estragos. Un trabajo que desencadenó, con la música, un fenómeno de impactos estremecedores. Esas orquestas integradas por jóvenes, niños y niñas de todo el país, nos conmovieron con sus conciertos extraordinarios y con las modificaciones sensibles de sus vidas, además de generar en sus territorios y en sus barrios populares, cambios en los comportamientos sociales de las comunidades.

La fundación lo expresa así en una síntesis de su historia: “Batuta ha sido pionera en el desarrollo de la estrategia de música para la transformación social, logrando niveles de desarrollo cognitivo, emocional y social significativos en sus participantes, y convirtiéndose en un lugar de protección, de prevención de las violencias, y de apertura a oportunidades de vida superiores a la media que ofrece el contexto”. Todo eso es cierto.

Habrá notado usted que tengo una predilección  especial por los textos de Michel Onfray y tal predilección se me reafirma con la relectura de “La Política del Rebelde” (Anagrama 2020). Su reflexión sobre el arte y la relación del mismo con el poder, me parece sobresaliente.

Tiene una premisa demoledora. Dice que el arte sigue siendo uno de los “raros dominios en los que el individuo puede, teóricamente, dar testimonio de su plena dimensión, con independencia de la época, la historia y la geografía”. Pienso en las decisiones gubernamentales cuando veo a Michel Onfray recurrir a La Boétie, para reafirmar por qué hay que sospechar por principio de toda autoridad, puesto que en cada momento existe el peligro de que se transmute en una autoridad negativa. Su reflexión le permite construir el axioma de que, en potencia, toda autoridad es peligrosa.

Y entonces afirma que cuando el arte es digno de ese nombre, puede convertirse “en el antídoto de todo poder, cualquiera que sea su origen”.

La prosa de Onfray y sus diatribas resultan, a veces, estimulantes, aunque no necesariamente concluyentes; pero es bueno leer cuando afirma que la locura de los artistas se opone a la “seriedad” de los que “invisten de altanería a la política”. Aclara que sería erróneo en materia política, esperar de los artistas la salvación, pero “es válido” -dice- “querer abrevar en las fuerzas que los artistas arrojan a los depósitos en los que exponen sus visiones del mundo, sus entusiasmos, sus audacias y sus furias”

Le parece abominable a Onfray (a mí también me parece abominable) la retórica utilizada por muchos políticos desde épocas pretéritas, con la que pretenden asimilar una forma política a una forma estética: “el Estado como una obra de arte”, por ejemplo. Una frase que repiten hasta la saciedad, esperanzados en su probable eficacia metafórica. Los mismos alcances que algunos dirigentes pretenden darles a frases tales como “la política del amor”,la voluntad del pueblo”, “la seguridad democrática”.

Batuta ha tomado la decisión de realizar una campaña orientada a encontrar solidaridad para conseguir recursos. Advierte que se trata de encontrar oxígeno mientras estudia alternativas de sobrevivencia a largo plazo e invita a que se le brinden donaciones. Difunde este link: https://checkout.wompi.co/l/VPOS_WhNNB6  Es desde luego una iniciativa que todos debemos apoyar.

Pero siento que Batuta y su accionar tienen una dimensión conceptual mucho más poderosa y, en la lógica de que “una crisis es un instante entre dos claridades”, me atrevo irrespetuosamente a proponer para la fundación y su coyuntura actual, una narrativa decididamente insurreccional que tenga una mayor capacidad movilizadora, para desencadenar un milagro de dimensiones múltiples.

En la perspectiva de que nos han hecho creer que  “la cultura circula por las mismas redes que las mercancías y los bienes de consumo”, mi irrespeto convoca a concebir una estrategia contestataria, con la participación de todos aquellos y aquellas que quieran ayudar a diseñarla, para que -como dice Onfray- “los falsificadores que ahogan la cultura en todo y la ven allí donde no está, pero jamás donde brilla”, entiendan de una vez y para siempre, que es posible “cuando reinan los capitales flotantes, erigir el saber como poder y socavar lo social a fuerza de lucidez, de crueldad conceptual, de violenta luz intelectual…”

Con el poder inconmensurable de la música que ejercitan, viven y vibran esos muchachos y muchachas (estoy soñando) protagonizar una movilización de la sensibilidad, una bofetada a la ignorancia de los burócratas, un detente a las retóricas inconsecuentes de los políticos que solo están inspirados por sus intereses propios y no por los intereses colectivos de las sociedades.

Sigo soñando con las palabras de Onfray: “sublime son la vitalidad del artista y la dinámica de su inspiración, el torrente de la pasión y la potencia de lo que desequilibra, lo que hunde en el entusiasmo y se apodera de un cuerpo para transfigurarlo, para metamorfosearlo”. Creo, de verdad, que Batuta y lo que hace, puede tener ese poder transformador.

Ya habrá adivinado usted que Michel Onfray es un campeón para inspirar las más grandes utopías.

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14 respuestas a «Batuta: la música como estrategia para la transformación.»

Excelente iniciativa socavada por irresponsables de ese gremio o sindicato de una errónea gestión. Lo mismo y hasta peor sucede con la ciencia y los proyectos realizables…..con toda sapiensa……adhiero y apoyo incondiciinalmente la reapertura e interes por esos dos sueños posibles. ……

Hola, que buena iniciativa. ¿Tienes algo en mente para la concepción de la estrategia contestataria? ¿Cómo se podría participar?

Claudiaaaa, qué bueno verte por aquí. No, no tengo claridades. Creo que mucha gente debería contribuir con sus ideas. Solo se me ocurre por ahora que esas bandas juveniles en las calles, con una narrativa bien diseñada, deberían salir con su música a persuadir a las gentes.

Gracias Alberto, maravillosa Utopía, bien decía Gastón Bachelard ” la Utopía solo es Utopía cuando se experimenta y se fracasa”, aquí no hay lugar para el fracaso, adelante con la Utopía.

Entiendo que dijiste que el proyecto fue desfinanciado. ¿Te has preguntado el por qué? Recuerda que el plan de financiamiento presentado por el gobierno fue rechazado por el Congreso y por eso el recorte y la austeridad para dar curso a objetivos más acordes con los derechos básicos como educación -que paso de 50 a 70 billones- salud -llenando déficit y pagando deudas-, saneamiento básico y créditos para la economía popular, etc. El recorte en el ministerio de cultura fue muy doloroso, pero no fue por falta de sensibilidad ni por apatía; todos sabemos de la importancia que tiene para el gobierno las actividades artísticas toda vez que es el bienestar de la infancia y la juventud su principal objetivo. Mucho me resuena una frase en uno de sus últimos discursos – de los dos o tres diarios que pronuncia- . Dijo: ” La mejor seguridad democrática es el que la madre pueda tener el tiempo necesario para abrazar a su hijo”
No creo que el desfinanciamiento del programa Batuta, haya sido exprofeso o por negligencia burocrática.

Hola Juan Fernando. Creo improbable encontrar un personaje que, con premeditación, haya seleccionado específicamente a Batuta para “desfinanciarla”. Mi reflexión apunta a dos cosas: esclarecer que la mirada de bulto de la burocracia estatal, esa ausencia del análisis concreto de la situación concreta, es terreno abonado para hacer estragos, y segundo, que el talante y el fervor y el talento de los y las artistas y el poder de la música, si se moviliza, puede hacer milagros. Gracias por leer y comentar.

Además de necesitar ” sensibles”, necesitamos un Congreso prestante y culto, no esa mano de,atarvanes fastidiosos.

Tienes razón Juan Fernando. Todo opera en una relación de vasos comunicantes. Ideal encontrar interlocuciones fluidas, pero aquí y en el mundo, todo el mundo empuja para su lado.

Alberto, si esas marchas se van a hacer y se hace alguna reunión de concertación y se puede complementar con carteles o elementos gráficos, creo que es como yo podría participar. Ojalá se dé, es insólito que una iniciativa como esa esté pasando por un mal momento.

Ojalá se dé, Claudia. Batuta ha iniciado una campaña de relacionamiento con personalidades, según me dijo la presidenta de la Fundación, pero hay expectativas de que la solidaridad tome la forma de movilización. Te estaré contando,. Un abrazo.

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