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Bukelización 147, la pérfida tendencia

La pobreza del vocabulario entraña pobreza de comprensión, pobreza de pensamiento. Así nos quieren. Ese es el espectro de electores que quiere configurar la derecha. Una población masiva de zombis para quienes personalidades como Bukele son los genios a quienes hay que alabar y elegir y respetar.

Por Alberto Morales Gutiérrez.

Hay un nuevo superhéroe que, sosteniendo su smartphone, sobrevuela hoy por encima de las cabezas de los sectores más retardatarios de la sociedad, ¡la derecha está de fiesta!

Nayib Bukele se yergue con su sonrisa, como el paradigma del buen mandatario, como el ejemplo vivo de la autoridad respetada, como el decidido vencedor de las fuerzas del mal. Bukele resume en él, todo lo que debe significar para la derecha  un gobernante moderno: juventud, carisma, fluidez verbal, uso de las nuevas tecnologías y mano dura, desde luego.

Hay una última virtud de la que escribiré en un momento.

Su triunfo electoral de 2019 en las elecciones de El Salvador, sus intervenciones públicas en escenarios internacionales y las prácticas ejercidas en su gobierno, han logrado perfilarlo como el ciber-mandatario más cool. Al igual que Trump, es feliz habitando en las redes sociales. Ya todos quieren parecerse a Bukele, hablar como él, ser como él. Abundan los clones por estos lados.

El personaje tiene una convicción que lo inspira y que verbalizó en la asamblea de la ONU el 27 de septiembre de 2019, luego de tomarse un selfi teatralmente y afirmar que muchas más personas verían en las redes esa fotografía, que las que escucharían su discurso. La convicción es que “aunque no lo queramos aceptar, la red, cada día, se vuelve cada vez más el mundo real y este formato de asamblea se vuelve cada vez más obsoleto” -dijo-

Sí, para Bukele y sus entusiastas adeptos, el mundo real está en las redes, lo que explica que sea a través de ellas que gobierna, ordena, informa, convoca, responde.

En el Foro de Doha el 15 de diciembre de 2019 fue tema de discusión “la necesidad urgente de reinventar la gobernanza y el multilateralismo, en un mundo en constante cambio”. Bukele fue invitado a cerrar el foro y allí, desató aplausos emocionados cuando destacó la existencia de tres “hitos” que ha vivido, en los últimos cuarenta años, la sociedad contemporánea. Tres “hitos” que le permitieron afirmar que ya estamos listos para solucionar todos los problemas del mundo. ¡Ni más faltaba!

El primer “hito”, según él, es que la globalización llegó para quedarse. Querámoslo o no, vivimos en un mundo globalizado. El segundo es que la Internet ha logrado que vivamos en un mundo interconectado y el tercero es que, como ya producimos más de lo que podemos consumir, tenemos suficiente riqueza. Hay producción mundial suficiente para todos.

Expresó que estos tres “hitos” no habían sido analizados antes con profundidad, pero estaba claro que, de cara a su carácter incontrovertible, por primera vez en la historia de la civilización estábamos por fin preparados. “Así que ahora podemos acabar con la pobreza, acabar con el hambre, cuidar la salud de todos, proporcionar una excelente educación para todos, detener el cambio climático, detener todas las guerras. Solo necesitamos la voluntad política de los líderes del mundo”. ¡Carajo!, ¿por qué no se nos había ocurrido antes?

Apareció así, en toda su dimensión, la otra gran virtud que, para la derecha, debe adornar el paradigma del buen gobernante: la elementalidad, la más absoluta de las elementalidades.

Desde esta manera de razonar, sustentan que su pasión por gobernar a través de las redes es una expresión de la denominada “e-democracia”, esto es, la “democracia virtual”.

Pero no hay ingenuidad en sus discursos. Hay, realmente, mala fe manifiesta. Eso explica la razón por la cual Bukele fue portada de una reciente edición de la revista Semana.

No es cierto que, el de hoy, es el mejor de los mundos posibles. La orgía neoliberal ha desencadenado una concentración de la riqueza sin precedentes y ha exacerbado las desigualdades, la inequidad y el empobrecimiento colectivos. Tampoco es cierto que las TIC y las redes hayan brindado condiciones para un mayor y un mejor conocimiento y ejercicio de la democracia. Por el contrario, no solo han permitido que, desde el poder, se protagonicen fiscalizaciones y bloqueos a la ciudadanía por parte de los poderes públicos, sino que se decreta la desaparición “de las ágoras tangibles, siendo sustituidas por fórmulas virtuales de conexiones intermitentes”. El profesor Antonio Sánchez Bayón refiere un concepto poderoso: la “tecnologización acientífica, que hace que se aumente el número de prestaciones técnicas, con aplicaciones o gadgets que extienden velos de cientificismo, y hacen olvidar la cuestión crucial, que es repensar los fundamentos democráticos.

Ahí están como loquitos, aplicando la “inteligencia artificial autónoma” (¿!¿?) que desencadena el efecto contrario. También afirma Sánchez Bayón que ya los políticos no piensan sino que maquinan, “sus decisiones son binarias todas, decisiones condicionadas y no creativas”. ¡El reino de los simples! Sus peroratas están diseñadas para el pensamiento simple. La nueva tendencia es la “democracia de consumo”, sin trasfondo –como juego cotidiano-, que no permite consolidación alguna, “por lo que todo se puede volver ruido blanco (un exceso de información que satura la capacidad de toma de decisiones), especialmente en las campañas electorales”. Una estratagema concebida para que gane el candidato con apariencia más atractiva y mejor gestión de las TIC.

¿Cómo se construyen las audiencias simples? ¡exacerbando el uso de las redes!, ese es su “círculo virtuoso”.

Desde los estudios de Nicholas Carr se ha esclarecido el impacto de la internet en la configuración de los mapas neuronales; se ha demostrado el paulatino decrecimiento del coeficiente intelectual y la pauperización devastadora que está sufriendo el lenguaje. La gente de hoy ya es incapaz de conjugar un verbo, prefiere hablar siempre en presente y el léxico se reduce a niveles que solo los fanáticos del reguetón son capaces de aplaudir. En Suramérica, los pelados apenas alcanzan el uso de 250 palabras. Es fácil derrotar el pensamiento.

Mientras escribo esta reflexión, me retumba en la conciencia la idea cierta de que soy un usuario de WhatsApp que, de manera recurrente, reemplaza con “emojis” (corazones, aplausos, asteroides) muchas de las palabras con las que quiero expresar una emoción. ¿Es usted también una víctima de la conspiración contra la palabra escrita?

El pasado 17 de marzo, un artículo del periódico argentino La Nación, ponía en evidencia que quienes utilizamos emoticones ya estamos en el pasado, pues ha surgido una nueva tendencia en el uso del WhatsApp: recurrir a números para simbolizar ideas, frases o emociones.Un uso que se extendió primero en Tik Tok y que aceleradamente se proyecta a otras plataformas. Así, para citar solo tres ejemplos, el número 143 significa “te amo”, el 1437 significa “te amo por siempre” y el 7642 algo así como “siempre estaré para ti”.¡Una tragedia!

La pobreza del vocabulario entraña pobreza de comprensión, pobreza de pensamiento. Así nos quieren. Ese es el espectro de electores que quiere configurar la derecha. Una población masiva de zombis para quienes personalidades como Bukele son los genios a quienes hay que alabar y elegir y respetar. La simpleza implantada les impide entender quién es el personaje: un sátrapa fascista que llegó al poder como “el candidato del cambio”, a través de alianzas oscuras con la Mara Salvatrucha 13; que transitó sin escrúpulos por los partidos de izquierda de su país y terminó elegido por los partidos de derecha, los más corruptos y pendencieros. Un populachero que pretende eternizarse en el poder y cooptar las funciones de las tres ramas. Un truchimán indolente, que en nada se diferencia de los truchimanes de aquí y de allá que, como es de esperarse, también lo aplauden y defienden.

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6 respuestas a «Bukelización 147, la pérfida tendencia»

Ese es el espectro de electores analfabetos funcionales que quiere la izquierda igualita que la derecha, o me va a alabar la profundidad del discurso de doña Francia Márquez, el de Cristina Kichner, el de Pedro Sánchez o el del depuesto presidente Castillo? Los Políticos de todas las confesiones tienen muy estudiado que cuanto más simple el mensaje mejor lo recuerdan los votantes. Nos quieren brutos para seguir sosteniendo el sistema.

Gracias Maria del Mar por leer. Sí, nos quieren brutos. Estoy de acuerdo contigo, no hay profundidad en los discursos de los otros políticos que aludes, solo que, en mi pensar, ninguno de ellos representa lo que yo creo que es un político de izquierda.

María del Mar, está en el fondo simplista que pregona y venera la derecha: Todos/todas los políticos/as son iguales, no participe en política, deje que nosotros/as lo haremos por usted
por los siglos de los siglos amén.

BUKELE

Pregunto:

¿Todos los muchachos que Bukele tiene sometidos semidesnudos en su super cárcel custodiados por guardas enmascarados, ya han sido condenados?
¿No será la mayoría producto de zafarranchos desenfrenados en las barriadas populares en acciones sorpresivas y violentas?
Aplaudir este tipo de acciones aparentemente redentoras en un país violento con índices de desempleo y miseria preocupantes, sólo lleva a cohonestar con medidas arbitrarias que sirven de pretexto para crear supuestos héroes en un mundo de miedo. Es mostrar la redención grotesca de un factor engendrado por su misma degradación social. Exponerlo ante el mundo es mostrar la llaga infecta producto de los malos gobiernos.
Una cosa es una política de seguridad ciudadana efectiva. Otra el fascismo ramplón ante la opinión pública.
¿Cuántos inocentes no estarán entre esos grupos, sólo por el hecho de ser pobres y estar en la calle en una noche de batidas?
Recuerden la frase “No estarían cogiendo café”, a lo mejor no, pero sí compartiendo con los amigos después de llegar del rebusque.

Nota

¿Cómo podríamos hacer que esos muchachos se rehabiliten?

Gracias por leer Juan Fernando. La cárcel de Bukele no está concebida para rehabilitar a nadie. Es una concepción enferma de la justicia y del poder, entendidas como espadas vengadoras. ¡El fascismo en acción!

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