Entonces, cuando salió caminando y lo vimos desde atrás, entendimos aún más la dimensión de su pobreza. Adherido a su espalda estaba un morral tan delgado como él, virtualmente vacío. No se podía presentir nada adentro. Y ahí, en ese morral, estaban todas “sus pertenencias”. Por Alberto Morales Gutiérrez El hombre miraba al suelo y […]
De miserias y de miserables…
