Como quiera que la discusión ideológica fue reemplazada por la consigna, el pensamiento por la emoción y la política por el algoritmo, entonces todo degeneró en la batalla de las noticias falsas, las “bodegas” en las redes y la manipulación.
Por Alberto Morales Gutiérrez
En su gran mayoría, los analistas de los resultados electorales coinciden en afirmar que hubo en Colombia un “repunte de la izquierda”, un “triunfo de la izquierda”, un “crecimiento significativo de la izquierda”; aludiendo en lo fundamental a los votos logrados por el denominado Pacto Histórico que lidera Gustavo Petro. Todo ello quiere decir que quienes hacen los análisis ubican a Petro como un hombre de “izquierda”.
Sus seguidores, al igual que los analistas, asumen que está ubicado en ese espectro de la política y los sectores más atrasados del empresariado, algunos sectores de la clase media y, desde luego la derecha más recalcitrante, legitiman tal percepción, vociferando que se irán del país porque se sienten incapaces de sobrevivir en una sociedad controlada por la “izquierda”.
Nada más lejos de la realidad.
Gustavo Petro representa, por el contrario, la dramática desfiguración de todo aquello que significó en el pasado la promesa de un mundo mejor. No queda en su discurso el más mínimo vestigio de lo que contenían las banderas revolucionarias de los tiempos pasados, ni los gritos de la libertad, igualdad y fraternidad de la revolución francesa, ni los de pan, paz y tierra de los viejos bolcheviques.
No tiene por qué quedar ese vestigio, dirá usted, porque estos son otros tiempos. Podría ser. Pero, ¿qué significa entonces ser una persona de izquierda hoy?
Es una definición compleja, ciertamente, porque reclama una reflexión que, si bien debe estar asociada a temas políticos y electorales, tiene que ver de igual manera con modelos de organización, visiones del mundo, de la economía, de las relaciones de las personas, del significado de la justicia, de la equidad. En fin.
La tradición del pensamiento de izquierda, desde las épocas de Robespierre, está llena de matices, utilizaciones indebidas, derroches de oportunismos, errores relevantes y aprendizajes innegables.
El probado desmadre de la economía de mercado y los postulados de la Escuela de Chicago, con sus altas tasas de desempleo y la crisis social asociada a los desafueros de la inequidad, desencadenó protestas a lo largo y ancho del mundo conocido. Las gentes desesperadas salían a las calles y, como era apenas obvio, acusaban a la derecha que, de manera empecinada y pensando sólo en su propio beneficio, insistía en vender el modelo como la panacea del desarrollo y el bienestar, en contravía de todas las evidencias.
Tales condiciones crearon la oportunidad para que los conceptos de solidaridad, ayuda social, equidad, justicia con los más desfavorecidos, se ubicaran de nuevo en la agenda de la discusión y la derecha, con su gatopardismo consciente, empezara de igual manera a usarlos. El “que todo cambie para que nada cambie” desencadenó no pocas confusiones que aún hoy, tienen vigencia.
No resulta extraño entonces que, tanto en Europa como en América Latina, los medios de comunicación y los analistas empezaran a hablar de “resurgimientos de la izquierda” en aquellos países en donde emergieron gobernantes “nuevos” que esgrimían retóricas de cambio y que “relevaban” a aquellos neoliberales que habían ocasionado la debacle.
Como quiera que la discusión ideológica fue reemplazada por la consigna, el pensamiento por la emoción y la política por el algoritmo, entonces todo degeneró en la batalla de las noticias falsas, las “bodegas” en las redes y la manipulación. La ética, los programas políticos, los enfoques en la diferencia, las propuestas específicas, fueron desapareciendo de todos los escenarios. Solo les basta gritar.
Decir hoy que Hugo Chávez o Nicolás Maduro representan una visión de izquierda, es un exabrupto. Definir a Daniel Ortega como un mandatario de izquierda causa hilaridad. Hay una suma de gobernantes en América Latina que fueron calificados como hombres de “izquierda” pero que, si acaso, son apenas socialdemócratas. El sociólogo Roberto Gargarella hace una reflexión documentada que permite entender cómo sus gobiernos “no fueron capaces de construir relaciones más igualitarias, concentraron el poder, no democratizaron la sociedad, asumieron comportamientos autoritarios, persiguieron a las minorías…” tampoco en ningún caso pusieron en riesgo el modelo económico imperante en sus respectivos países. Algunos de ellos convirtieron en empresas personales y familiares su ejercicio del poder y hacen esfuerzos, aún hoy, por aferrarse a las sillas en las que están sentados.
El reino de la confusión fue impidiendo la lectura adecuada de aquello que, en términos ideológicos y comportamiento social, habla de coherencia con un pensamiento de izquierda.
Poseídos por la consigna, importantes sectores de la opinión pública que tienen una idea progresista de la sociedad, que sueñan con la justicia y la equidad, son incapaces de entender lo que anida en la retórica “estratégica” de Gustavo Petro.
¿Tiene, de verdad, la más mínima presentación esa defensa que hace de Alejandro Ordoñez en la que justifica su voto para que el nefasto personaje llegara a ser Procurador General de la Nación? Es, por lo menos delirante, el argumento que esgrime el 18 de diciembre del 2008 en la columna escrita en El Tiempo cuando, fiel a la mendacidad de su estilo, sustenta que lo hizo por su fidelidad al “compromiso con los derechos humanos, el medio ambiente, las reivindicaciones de las mujeres, los derechos de las minorías en su condición de población vulnerable, incluidas minorías sexuales…” (¿?¡!). Arguye que Ordoñez “expresó su deseo de interpretar nuestro interés en la defensa de la Constitución del 91” y que por ello “estaba en nuestras manos aceptar su propuesta o permitir que se convirtiera en candidato y Procurador de Partidos afectos al gobierno”. (¿?¡!). Redondea su disparatado argumento expresando que “no encontramos, ni nadie nos lo hizo saber, alguna actuación de la que concluyéramos, había hecho uso de su investidura para darle rienda suelta a su fanatismo religioso”.(¿?¡!)
Ahí está Gustavo Petro, exhibido en toda su real dimensión. Por ello no tiene el más mínimo pudor en insistirle al señor César Gaviria que lo acompañe, porque también “está en sus manos” evitar que ese personaje nefasto se convierta en aliado de quienes no van a votar por el Pacto Histórico. ¡Todo vale!
Su voto apoyando la vinculación de Colombia a la OCDE no es un desatino, es una profesión de fe en el modelo neoliberal. Lo hizo porque “vamos a demostrar que en un gobierno progresista con buenas prácticas administrativas y financieras se pueden alcanzar los mejores niveles sociales y los mejores niveles tecnológicos en la tercera revolución industrial”. ¿Ve usted alguna diferencia con el discurso de Juan Manuel Santos, defendiendo el mismo objetivo?
Si usted se considera un demócrata o un progresista y decide pasar de agache frente a hechos como estos, o frente al tratamiento dado por Petro a lo largo de este proceso a personalidades como Francia Márquez o Luz María Múnera, con todo lo que ello significa, o matiza la significación de sus alianzas con el argumento de que lo importante es ganar, está ejerciendo, por decir lo menos, una condescendencia indebida. Lo digo con absoluta convicción. Petro puede ser cualquier cosa, menos un hombre de izquierda.
18 respuestas a «¿De cuál “izquierda” están hablando?»
Un saludo muy cordial. Aunque me toca convertirme en crítico de sus apreciaciones. Estoy de acuerdo con que Petro no es de izquierda, ya que él dice que Joe Biden le copió su programa político. Y si usted no considera de izquierda a Hugo Chávez, a Nicolás Maduro y Ortega al menos haga la salvedad, estos gobernantes se convirtieron en una piedra en el zapato al imperio más criminal de la Historia, o es que ese “angelito” ya no existe. Porque usted no puede negar que Iraq, Afganistán, Libia y Siria sus pueblos vivieron un infierno gracias a sus intervenciones humanitarias.
Un abrazo y mis respetos.
Gracias Wilmar por leer. Tienes razón, los EEUU son un imperio criminal.
Fico presidente, vas en ese sentido Alberto. Muy lamentable que repitamos la historia de hace cuatro años y sigamos coronando al Uribismo. Tu biografía lo haría esperar a uno otra cosa, pero ….
Gracias por escribir John. Observo que tu lectura de hoy fue ligera. Esperaba otra cosa, pero…
Eso es lo da más más miedo, que de acuerdo con lo que escribes ni siquiera tiene ideología. Peor aún.
Gracias por leer MariaV. Petro, en efecto, genera miedo…
Alberto entonces segun sus planteamientos Petro no tiene ideología y entonces por qué toda la derecha y los llamados “centro” como su amigo Robledo se han unido tácita unos y explícitamente otros en contra de él? Lo del apoyo a Ordoñez “un tropezón cualquiera da en la vida” y si a eso apelamos recordemos que casi todos lo de la “coalición de la Esperanza” han sido parte de los gobiernos que tienen sumido al pais en esta sinsalida y lo de la OCDE le pregunto como un país se puede aislar de la comunidad económica mundial? Es como pretender no participar de la política nacional eso es inevitable ahora que se pueda aprovechar la OCDE no es ningún pecado capital . Ahora lo de Gaviria recuerde que las alianzas las hacen quienes sostienen posiciones diversas e incluso contrarias y que una alianza no es igual a una identificación ideológica como ocurre en la Coalición de la esperanza.
Como cambia la vida en el pasado tanto usted como yo queríamos un cambio y ahora cuando sale alguien (que nunca ha presumido de izquierda) sino que se muestra como intérprete de un sentimiento popular quizas mas parecido a Gaitan que a Chavez Ortega, Maduro o a Correa su respuesta es alinearse con derecha disfrazada de centro como Fajardo, Cristo y el mantenido Galan . Ahora entiendo por qué en el pasado el sector que usted representa y que ahora se esconde (como antes lo hacia el PCC y tanto se le criticaba) bajo el bobalicón nombre de Dignidad, se alió con Duran Dussan y en su momento le dieron la espalda a un hombre que de alguna manera se estaba desmarcando de la oligarquía como lo fue Luis Carlos Galán y mas recientemente con su posición “neutral” facilitaron el ascenso de Duque.
No Alberto. La vida nos llama a ser coherentes Petro no es un mesias ni creo que sea la solución para la situación de hambre y oscuridad que sufre Colombia pero entre Petro, “Duque 2= Fico” , el pusilánime Fajardo y el remedo de Trump Rodolfo Hernández yo si prefiero a Petro. Me parece que ante la gran arremetida de las fuerzas oscuras en el mundo comandadas por el imperialismo gringo hay que estar con quienes de alguna manera muestren una luz.
Con el cariño de siempre su amigo y compañero de juventud : Aparicio.
Gracias por leer Aparicio. Me gusta que hagas comentarios. Tenemos lecturas diferentes de la coyuntura actual pero ello no nos quita lo bailado. Nos unen muchas vivencias, muchos recuerdos. Abrazo
“Imperialismo gringo”, estás muy trasnochado!
De acuerdo en que en Petro la izquierda se diluye aparentemente, puede ser por estrategia, vaya usted a saber, u irse le a Fajardo tampoco da cuenta de una posición es puramente alejada de la derecha.
Otro aspecto miserable en nuestro país, es que todo aquel que trabaje por algo diferente a la tiranía, y tenga visos de socialdemocrata, ya se le tilda de izquierda. Cosa que es mal vista por tanto adoctrinamiento, en donde lo único que sirve es la derecha por mala que sea, pues de lo contrario nos lleva el diablo..
Petro si mucho es un so ialdemocrata, un progresista, eso será, un respiro en un ambiente tan podrido. Es mi esperanza. Pero el trabajo por un cambio se tiene que seguir trabajando.
Gracias por leer Ligia. Mi reflexión apunta a destacar unas incoherencias que, desde mi punto de vista, son inadmisibles.
Me gustaría saber más de alberto y conocer su línea ideológica ya que muchos que hoy hacemos parte de una u otra campaña a la presidencia pues venimos de militar en las posturas de la dialéctica marxista leninista y por consiguiente concluyó que en esta carrera presidencial o son de derecha y socialdemócratas menos que apunten a un proyecto socialista ,pero pensemos en que todos son malos por ahora para salir de esta asfixia apuntemos al menos malo??????por lo menos aspirando a que si gana no siga golpendo a los buenos y no castigue a los malos
Gracias Kemer por leer. Escribo estas reflexiones personales solo con la idea de agitar el pensamiento. Respeto la decisión de cada quien…
Alberto
No has escuchado a Petro. El asunto para el Pacto Histórico y para Petro en particular no es dividir los pensamientos políticos en derechas e izquierdas (y centros) sino en VIDA Y MUERTE. Lo que Petro pregona es una política de la vida, en la que la salud no sea negocio de las Eps ni la educación negocio de los dueños de las Universidades. Vida porque un país como este ha sido signado por la muerte hace más de 200 años. Uribe y aquellos a quien tú llamarías “derecha” son propulsores de la guerra y de la muerte. Quienes se roban los alimentos de los niños de la Guajira son agentes de la muerte. Quienes trafican con la tierra y las drogas son precursores de la muerte. Entonces no. El asunto es que Petro no es de izquierda ni de centro ni de derecha. Es defensor de la vida y su consigna es “hacer de Colombia una potencia mundial de la vida”
Cordial saludo
Gracias Luis por leer. Creo como tú, que este país nuestro está deshilachado, en poder de la corrupción y de los cultores de la muerte. Mi reflexión sobre el señor Petro apunta a su incoherencia, a la manera como construye una retórica que apunta hacia un lado mientras actúa en otro sentido. Su visión con relación al neoliberalismo y su decidido apoyo a la OCDE no expresa la más mínima contradicción con esos cultores de la muerte y de la corrupción. Su visión sustentadora del voto a Ordoñez, con todo lo que él representa, borra con la mano lo que hace con el codo. Es eso, Luis, la coherencia…
De acuerdo con usted, petro es totalmente incoherente, rayando con la locura.
Atinadísimo artículo Alberto Morales Gutierrez.
Gracias Juan, por leer