Se pone uno a pensar en esas discusiones históricas entre Sócrates y Caliclés. En alguna de ellas, Caliclés guardó silencio después de escuchar a su contrincante, lo que obligó a Sócrates a hacerle una pregunta: “¿aceptas lo que te estoy diciendo?” y Caliclés le respondió tajante: “me da igual lo que digas, yo tengo la espada, tengo la fuerza, y me da igual que tengas razón o no”
Por Alberto Morales Gutiérrez
Este tema de las negociaciones de nueva generación entre el gobierno de Petro con las guerrillas del ELN y las disidencias de Iván Mordisco, está lleno de originalidades.
El tono, los hechos, las propuestas que emergen de manera extraña y las frases célebres de uno y otro lado, reflejan una especie de desorden conceptual, de improvisación y desinformación, que desencadena una enorme incredulidad, tanto entre los analistas como entre las gentes del común.
Uno de los desaguisados más recientes fue protagonizado por el ministro liberal Luis Fernando Velasco, cuando afirmó que “si le vamos a pedir a una organización ilegal que vive de acciones ilegales, que dejen de hacer esas acciones ilegales, pues hay que buscar la solución de qué van a vivir”.
Con una pose de ministro muy “serio” y sin sonrojarse, sustentó en entrevista radial las razones de esa búsqueda que nos propone, pues resulta que Pablo Beltrán y Antonio García han sido enfáticos en que ellos necesitan cómo costear sus operaciones, y es por ello que deben realizar “retenciones” (esa es la manera que tienen de denominar el secuestro) lo que, evidentemente, preocupa mucho al ministro.
Nos llama, entonces, a que busquemos entre todos una solución. Se me ocurre que es difícil escuchar en el último siglo una frase más desfachatada…
¡Espere! Sí se puede encontrar. Es la frase con la que se despachó Antonio García cuando empezó a justificar y entregar las razones que él considera válidas para financiarse con lo que cobran por liberar a quienes “retienen”. Dijo en un tono severo que como “no nos financiamos del narcotráfico, somos una organización pobre como la mayoría de los colombianos y no nos avergüenza”.
Sí, muy pobres. Son desfachatados, pero también sencillos, hay que decirlo.
Diera la impresión de que para el ELN, el secuestro es un asunto de “principios”, pues a lo largo de las historias de las negociaciones, ese ha sido el obstáculo central. Nunca han renunciado a esa práctica. El periódico El País de España resaltó en un informe que “cuando las delegaciones anunciaron el cese al fuego bilateral, el 9 de junio, el jefe negociador de la guerrilla, Pablo Beltrán, dijo que las extorsiones y los secuestros –a los que se refiere como “impuestos” y “retenciones”– son “operaciones de finanzas” que no hacen parte aún de lo pactado”.
Otro bárbaro que entró a hablar en esta coyuntura fue el infaltable de Francisco Barbosa, quien se apresuró a desmentir a García, haciendo referencia a los 1.6 billones de pesos que valen los 908 bienes inmuebles incautados a personas señaladas de pertenecer al ELN, además de los 1.472 millones de pesos incautados en efectivo a otros presuntos militantes.
Mauricio Jaramillo, profesor de la Universidad del Rosario y especializado en el tema, respondió en una entrevista que ese “grupo armado ha tenido que recurrir al secuestro, al narcotráfico y a la minería ilegal para su economía de guerra” y, después de inundarlos de lodo, se apresuró a decir (para felicidad del ministro Velasco) que ese grupo “tiene la voluntad de dejar esas rentas”.
Podría pensarse que la falta de seriedad es contagiosa, porque días atrás, el mismo Antonio García había hecho una advertencia en el sentido de que esa organización no cree en los procesos de transformación social que lidera este gobierno, y que no lo asume como un gobierno de izquierda o un gobierno revolucionario. “El mismo presidente ha dicho que nunca ha sido revolucionario ni de izquierda, que ha sido un demócrata. El mismo M-19 fue socialdemócrata. Eso no es ningún pecado, pero no hay que confundirse”, concluyó.
Pero si por el lado del ELN llueve, por el de las disidencias de Iván Mordisco no escampa.
Recuerde usted que el pasado 5 de noviembre anunció de manera unilateral el cese de las negociaciones. Una decisión asociada a la severa discusión que desatara la presencia de militares en el corregimiento El Plateado en el cañón del río Micay. El presidente Petro había anunciado esa presencia con el rimbombante y muy militar término de “Operación Trueno”.
Los militares terminaron saliendo de la zona y, este sábado, Mordisco dijo que bueno, que regresan a la mesa, porque tú sabes ajá, ellos tienen “un compromiso con la paz y con la justicia social en Colombia”.
Han hecho otras afirmaciones a manera de denuncias a los garantes internacionales de estos diálogos: que “el presidente Petro ha violado el principio de confidencialidad al revelar documentos privados de la mesa de diálogo, ha emitido pronunciamientos sobre temas no acordados, ha cambiado textos de documentos ya consensuados y ha violado el decreto de cese al fuego al realizar ataques militares”. Ahora, si se comprueba que estas denuncias son ciertas, el tema es grave en extremo.
Lo cierto es que estos “diálogos con las espadas afiladas” le dejan muy poco espacio a la razón. Se pone uno a pensar en esas discusiones históricas entre Sócrates y Caliclés. En alguna de ellas, Caliclés guardó silencio después de escuchar a su contrincante, lo que obligó a Sócrates a hacerle una pregunta: “¿aceptas lo que te estoy diciendo?” y Caliclés le respondió tajante: “me da igual lo que digas, yo tengo la espada, tengo la fuerza, y me da igual que tengas razón o no”
De repente, lo que ocurre en estas conversaciones de paz que se ven tan enredadas e insubstanciales, es que nada prospera porque a ambos les da igual, aunque ninguno de ellos lo confiesa.
Caliclés creía firmemente en la superioridad de la fuerza y fue uno de los pioneros en hablar de los “hombres superiores”. Era enfático. Para él esa superioridad no hacía referencia a los zapateros o a los cocineros, sino a los que son inteligentes, a los que son valientes, los que son competentes, esos que no aflojan “por la blandura del espíritu”.
Los excesos retóricos de Caliclés lo llevaron a decir que las convenciones de la moralidad eran una especie de engendro de los débiles; la moralidad sería una trampa de los débiles para sujetar a los fuertes.
En esta perspectiva, surge algunos interrogantes obligados: ¿qué de ética, qué de moralidad, habita entre todos los que están protagonizando estas discusiones de paz?
¿Acaso los temas de la ética y la moralidad no funcionan, cuando los diálogos son entre los fuertes, entre los inteligentes, entre los valientes que, como están armados de la espada, les da igual que el otro tenga o no tenga la razón?, ¿quién tiene el valor de responder?
20 respuestas a «De espadas afiladas y muchas tormentas…»
Cabo bien atado de la patética realidad de tanton despota suelto.
Hola Juan, gracias por tu lectura y comentario. Un abrazo
Las negociaciones de la Paz Total no tendrán ningún futuro mientras no se liberen las cinco principales secuestradas: la Ética, la Moralidad, la Razón, la Sensatez, y la mamá extraviada de esas cuatro muchachas, la Verdad.
Hola Juan Raúl. Tienes razón, están secuestrados hasta los principios fundamentales. Gracias por leer. Abrazo
Don Alberto: Su columna de opinión está muy bien escrita, no se puede negar. Muy oportuna y bien traída la anécdota de lo ocurrido entre Sócrates y Caliclés ¿Pero, acaso no se le ocurre nada que aporte positivamente al proceso de PAZ TOTAL planteado por el presidente Petro? Todo ser humano debiera tener clara esta premisa: LA GUERRA HACE INVIABLES LA VIDA Y LA FELICIDAD DE LA NACIÓN, porque propicia la miseria, la injusticia, la ignorancia, la corrupción de las instituciones, de la política, y de sus dirigentes. Quebranta gravemente a LA DEMOCRACIA A LA SOCIEDAD y a LA ECONOMÍA.
No podemos seguir viendo la corrida desde la barrera, porque la guerra nos acorrala a todos en la arena. Es usted un hombre ilustrado e intelegente, eso se nota. Me gustaría conocer sus ideas sobre cómo hacer la paz en Colombia.
Cordial saludo
JORGE JULIO ECHEVERRI BOTERO
Hola Julio. Gracias por tu lectura. Voy a decirte una obviedad: mi idea sobe la paz es la paz. Creo que eso significa mirar al otro con respeto, tener disposición cierta de asumir los riesgos de la paz, sobre la base de que se trata de un acuerdo entre diferentes. Mi preocupación, que desde luego poco le importa a quienes están hoy en estos diálogos, es la evidente ausencia de ética y moral, la ausencia de intención. Todos quieren hacer la paz, los unos y los otros, siempre y cuando los dejen hacer lo que hoy están haciendo. Es difícil así, ¿no crees?
Es cierto. Pero, también es obvio, que los únicos que pueden hablar de razón y ética en la guerra son quienes la ganan y sólo después de que la ganan, es decir, cuando ya no importa mucho, porque los vencedores son héroes y los vencidos villanos.
Pero la paz, que siempre tiene un precio inferior al de la guerra, todo el país gana. Eso parecen no entenderlo los de la mal llamada OPOSICIÓN.
Gracias por su respuesta.
Cordial saludo.
Muchas gracias a ti, Julio, por tu lectura y comentario.
Entre bandidos armados con ínfulas de superiores e inteligentes no hay ética ni razón.
Actúan como la trama de la vida en la selva:
” Cómo el jabalí que para comer tiene que matar”
Pendejos nosotros los Colombianos de bien!
Gracias Carlos Arturo por leer. Creo que todas las ínfulas son dañinas para construir diálogos. Gracias también por comentar.
Al contrario: la moralidad sería una trampa de los “fuertes” a los más débiles. La paz no es una impocision, es algo que se construye con diálogos en un consenso vigilado por un poderío militar que de lado y lado evite la muerte, esa sí, de los más debiles.
La paz en Colombia no debe ser una guerra perdida. A la par de unas reformas sociales que abran paso a una justicia social, los viejos ideales revolucionarios de una guerrilla desprestigiada políticamente al ser permeada por el narcotráfico, en algo se deben ver recompensados por los logros de un gobierno que alienta el cambio.
Seguir en una confrontación eterna pensando en un triunfo militar es masacrar a la población más pobre mientras por otro lado se saquea, se roba y se arrasa con el medio ambiente.
La frase del ministro Velasco es susceptible de ser interpretada no para generar desprecio y fobia por la guerrilla.
La guerrilla es colombiana como colombianos somos todos quienes anhelamos un país en paz.
Una cosa es implementar un diálogo y un desarme con un país estático en la inequidad y el atraso propio de un feudalismo anacrónico, y otra muy diferente con una reforma agraria en proceso y una conciencia nacional que por fin emerge, así los resultados electorales nos muestren que el monstruo está vivo y se niegue a morir.
La oligarquía colombiana ha sido MUY agresiva y está bien organizada. La posibilidad que se le dio a Petro es otra de sus jugadas, PERO no previeron que este trabajaría la mirada y el apoyo internacionales para fortalecer el propósito se su gobierno.
Alberto, tu crítica al proceso de paz es pequeñita y sólo se queda en la categoría del comentario infantil hacia el decir de un ministro.
Hola Juan Fernando. Muchas gracias por tu lectura y comentario. No dudo que estas consideraciones mías sobre la paz son pequeñitas.
Su escrito se quedó en solo críticas. Pero
entonces qué propone?
Hola María E. Gracias por leer. Propongo que se incorpore la ética a la discusión sobre la paz, propongo que se incorpore la moralidad, propongo que haya seriedad y respeto por el otro, propongo que se ponga en evidencia la disposición cierta de abordar un diálogo honesto por ña construcción de paz. Me da pena contigo, pero no se me ocurre nada más.
Si habrá algún ingenuo que crea que estos bandidos van a dejar las armas y se van a recoger en un convento a pedir perdón por sus culpas y a trabajar labrando la tierra? MAMOLA !
Hola Eduardo. Gracias por leer y comentar.
Se escuchan propuestas.. No hay un manual a seguir en esto de “negociar” la paz.
Hola Olmedo. Gracias por leer. Pues, mi reflexión tiene la intención de reivindicar la ética y la moralidad en estas conversaciones. Creo que existen a nivel internacional múltiples ejemplos y modelos de aordaje que han sido exitosos y de los que podemos aprender.
Hace mucho rato que las guerrillas colombianas perdieron toda connotación política ideológica, ya no son más que estructuras armadas dedicadas al narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión y el secuestro, pero se siguen cubriendo con un ropaje revolucionario. Nada que hacer con esas lunáticas guerrillas que en casi 60 años de luchas dizque por las reivindicaciones del pueblo no han dejado más que desolación y muerte. No se niega que sus orígenes fueron válidos y surgieron como consecuencia de un ominoso y excluyente modelo socioeconómico, pero su accionar ha sido tan errático y perverso que lo único que consiguieron fue entronizar la ultraderecha en el poder. Uribe y su nefasta política guerrerista y criminal de seguridad democrática no pudo con ellas; se imponía entonces intentar unas negociaciones que dieron algún fruto con los Acuerdos de La Habana, negociaciones éstas que hoy se perciben como un cuasi fracaso habida cuenta de la consolidación de las disidencias. Ahora que Petro intenta una Paz Total lo que se ve es una soberbia y desdeñosa actitud de estos arrogantes vejestorios de mente cuadriculada. Esa Paz Total es, desafortunadamente, un embeleco más. Estamos condenados a una guerra eterna.
Muchas gracias por tu lectura y comentario Edgar. Comparto contigo la idea del accionar errático y perverso de la guerrilla en Colombia.