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De míticas y místicas medioambientales.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Se percibe por estos días una agitada efervescencia del tema medioambiental. La emotividad vibra desde la ciudad de Cali y se extiende a lo largo y ancho del país, habida cuenta de que se está realizando allí la cumbre de la ONU sobre biodiversidad, ¡la COP 16 Colombia!

Hay, desde luego, una relación profunda entre la biodiversidad y el medio ambiente, aunque se trata de dos temas diferentes. Las características del ambiente inciden en los desplazamientos de las especies vivas y determinan sus comportamientos.

Hablando a nombre de la nación en el evento inaugural, el presidente destacó para las audiencias planetarias que somos el país de la belleza y, recurriendo a la didáctica del mapamundi, ubicó a Colombia como un territorio equidistante entre América del Norte y América del Sur de un lado, y entre China y Madagascar, del otro. La retórica de la equidistancia le permitió autodefinirse sin pudor alguno, como “el presidente del corazón del mundo”. Allá él.

Lo objetivo es que, a estas alturas, han venido metiéndose en un solo saco una multiplicidad de expresiones y conceptos que se asocian con el medio ambiente y que no necesariamente se corresponden entre sí: “desarrollo sostenible”, “cambio climático”, “economía circular”, “ecocentrismo”, “efecto invernadero”, “bonos de carbono”, “transición energética”, en fin.

Hay visiones apocalípticas que advierten sobre un colapso ambiental inminente y sustentan que la especie humana tiene los días contados; advertencias que son subestimadas por los pregoneros del negacionismo, cuyo argumento es que, por el contrario, aquí no está pasando nada. Así, se ha creado en torno al tema una barahúnda conceptual de tales dimensiones que, como era de esperarse, el capital financiero y los cultores del modelo neoliberal han aprovechado para apropiarse del tema medioambiental y construir negocios no solo altamente rentables, sino totalmente inequitativos, cuyos daños son inenarrables.

El ambientalismo tomó forma en las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. En 2019, un documento del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, destaca al pensamiento ambientalista como un conjunto de ideas que analizan lo que anida en las expresiones: ambiente y crisis ambiental. Aporta abundante documentación sobre los conflictos, retos, riesgos, amenazas y oportunidades existentes; además de los compromisos, los acuerdos y las evoluciones que se han vivido y que permiten entender las fronteras existentes, no solo entre las distintas posturas científicas y ético-filosóficas, sino entre la gran variedad de corrientes de pensamiento que han asumido al ambientalismo como causa.

El documento referido recoge esta lista: Antropocentrismo/ Ecocentrismo/ Ambiocentrismo /Sabiduría ancestral-sagrada/ Cornucopianos/ Tecnocentristas/ Ambientalistas moderados/ Eco-desarrollistas/ Eco-feministas/  Marxistas eco-comunalistas/ Gaianistas – Anarquistas/ Neo-malthusianos/ Verdes/ Conservacionistas/ Ultradarwinistas/ Ecologistas cosmogénicos/ Ecologistas profundos/ Ecologistas chamánicos /Cosmopercepcionistas/ Saberes ancestrales-sagrados… ¡deje ahí!

Ello explica que encuentre usted un universo variopinto de interlocutores ambientalistas, desde prósperos ejecutivos de multinacionales, pasando por profesores de ciencias sociales y artistas plásticos o arquitectos de última generación, hasta banqueros, antropólogos indigenistas y, desde luego, frailes laicos de la nueva era, para no citar sino a unos cuantos.

En el pasado, la idea antropocentrista según la cual el homo sapiens era el centro del universo y todo lo que existía debía estar a su servicio, satisfacía a todos, claro. Ayudó además el mito de la creación y la supuesta hechura del hombre a la imagen y semejanza de Dios, que exacerbó ese “reinado”. Luego, cuando Humboldt desarrolló el concepto de “la naturaleza”, prosperó (sin que fuera una iniciativa suya) la idea de que el hombre tenía que cuidarla y protegerla. Ocurrió también que  los saberes ancestrales empezaron a emerger impulsados por algunos estudiosos que le dieron una dimensión sagrada al conocimiento de la naturaleza. Su sumó a esa mística, insistir en que la “creación” opera como una máquina perfecta, (“Dios no juega a los dados”) de manera tal que hubo quienes, con sus exigencias, proponían un regreso al paleolítico, pues ha de saber usted que para que el mundo funcione como tiene que funcionar, ese árbol no se toca, esa flor déjela ahí, cuidado con el pájaro y con la mariposa…

Prospera una incomprensión. La especie animal humana no está ni por encima ni por debajo de la naturaleza, nuestra especie hace parte integral de la naturaleza, ES naturaleza y posee unas condiciones que deben tenerse en cuenta. Es la única especie animal que tiene conciencia de su propia existencia, tiene imaginación creadora y sobre todo, es la ÚNICA que tiene sentido del tiempo, que piensa en el presente, en el pasado y también en el futuro. Es en esa condición que descansa su capacidad de construir conocimiento y levantar civilizaciones.

No creo que haya alguien mejor dotado para aportar a este debate que don Giuseppe Arcimboldo (1527-1593)

Este hombre no tiene que pronunciar o escribir una sola palabra, sus pinturas hablan por él de manera contundente. Incomprendido y objeto de burlas porque los artistas plásticos de su época solo pintaban vírgenes, ángeles y santos, Arcimboldo hace composiciones fantásticas ya con frutas, con verduras, animales, flores; ya con objetos, ramas, libros que, para asombro de los espectadores, configuraban rostros humanos conocidos en su época. Eran pinturas impecables, de técnica rigurosa, realistas, inundadas de detalles extraordinarios.

Michel Onfray las define de una manera filosófica: para esas pinturas “no existe más que una única sustancia diversamente modificada”. Expresa que se trata de una ontología materialista en la que “los peces y las piedras, las flores y los frutos, los hombres y los animales, las verduras y los libros, los árboles y las perlas, proceden de una sola y misma materia”.  La obra de Arcimboldo es, en palabras de Onfray, una enciclopedia pagana. Agrego yo que es una magnífica enciclopedia capaz de construir en el siglo XVI lo que  debería ser (al margen de fanatismos, chamanismos y verdades absolutas) la narrativa esencial del ambientalismo del siglo XXI. Arcimboldo, como es bien sabido, fue contemporáneo de Copérnico, de Galileo, de Kepler y eso, tal vez, lo explique todo.

En esta perspectiva, el tema medioambiental de hoy debería asumirse desde “la estética del sentido de la tierra”, desde el concepto de “la fuerza vital”que impulsa a las medusas y corales, a los sifonóforos, los briozarios y las hormigas, las termitas, las abejas, las avispas o a los vertebrados y los primates; un concepto que nos impulsa también a nosotros aunque lo neguemos o lo boicoteemos: ¡la cooperación!, el acto supremo.Y entonces, ahí sí, empezarían a ocurrir cosas, que no han podido ocurrir, no obstante haberse suscrito todos los acuerdos que usted pueda imaginar.

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14 respuestas a «De míticas y místicas medioambientales.»

Es cierto que se ha constituido en una nueva religión plagada de sus propios profetas y sacerdotes, iluminados y misioneros delirantes.
La mirada ambientalista es tan necesaria hoy, como lo es la seriedad en su abordaje.
Por qué seremos tan dados a la exaltación y al fanatismo y menos a la mesura?

Abrazo Morales

Alejo! como me gusta verte por aquí. Tienes razón. Hay mucha consigna, discursos repletos de lugares comunes y muy poca seriedad argumental. Abrazo.

Que cosa!! La política salpica todo! Y no escapa ni la pobre, manoseada, ultrajada, violada y vulnerada naturaleza colombiana, rica y extensa por demás. Condiciones que la hacen más codiciada y apetecída. Ya sabemos sobre qué tema se apoyarán las venideras y molestas próximas campañas presidenciales

Sandra hola. Siempre muy agradecido contigo por tu lectura y comentarios. Creo que el ambientalismo, por su condición de “causa blanca” a la que nadie se opone, es caldo de cultivo para todo tipo de apropiaciones indebidas y utilizaciones malsanas.

Muy bien dicho y explicado. Magnífico que hables de Arcimboldo y su ontología materialista. Gracias plenas y abrazos totales. Ec

Me quedo con la cooperación el acto supremo! Si le apuntáramos a esos actos, seguramente tendríamos un mundo mejor en todos los sentidos. Gracias por sus columnas llenas de cultura.

Lo de ” SOMOS EL CORAZON DEL MUNDO …” tenemos que preguntárselo a los
Indígenas de la Sierra Nevada (4 pueblos indígenas: Los Kogui, los Arhuaco, los Wiwa y los Kankuamos.)

Hola Olmedo. Pueblos sabios sin lugar a dudas. Se me hace improbable que ellos se auto definieran en esos términos. Muchas gracias por leer y comentar.

Tan raro, había escrito un comentario lo más carnudo y se borró…
No solo te decía, que si nos descuidamos, dentro de poco, cuando abramos la llave, nos va a salir en vez de agua, un destilado de pantano y petróleo, así de sencillo. Y no es que seamos el país de las mil maravillas, ni que Petro sea el presidente de las estrellas ni del centro del mundo. No, la cosa es real, y tenemos no más de veinte años para frenar el proceso. Entonces escogamos, o como buena neocolonia sumisa, mediocre y corrupta seguir metiendo multinacionales depredadoras y ladronas, o al menos tratar de tener alguna dignidad y emprender un proceso de conciencia nacional y conocimiento que nos haga vislumbrar un porvenir menos trágico, menos almibarado por las mieles de las fantasmagorías gringas.
Ese es el “cambio” que apenas se inicia. Pero muchos no quieren. No quieren porque quisimos ser gringüitos desde chiquitos.
Hi boy!

Hola Juan Fernando. Creo que ese “proceso de conciencia nacional y conocimiento que nos haga vislumbrar un futuro menos trágico” es una urgencia manifiesta. Agradezco mucho tu lectura y comentario. Abrazo.

Para los indígenas, *la Sierra Nevada es el corazón del mundo* . Está rodeada por una *”línea negra”* invisible que abarca los lugares sagrados de sus ancestros y demarca su territorio.

Creo, con toda honestidad Olmedo, que la definición del “corazón del mundo” es el recurso descriptivo de un blanco. La Pacha Mama de las culturas indígenas ancestrales andinas no tiene la intención de ser ubicada geográficamente, ni concebida zonalmente para que sea mirada como un privilegio que unos tienen y otros no. La madre tierra nutre, da vida, a ella se le debe todo, la Pacha Mama protege, abraza, cobija…a todos en el universo.

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