No dudo que la vida del padre de Roux está llena del ejercicio de ese tipo de bondad, sobre todo en defensa de la paz y la reconciliación. No dudo que ha sufrido. Esta certeza me hace pensar también que esa Iglesia decadente, torva, mercachifle y grosera, cómplice de tantas injurias, guerras santas y crímenes atroces, no se merece a un hombre de sus extraordinarias dimensiones éticas.
Por Alberto Morales Gutiérrez
El sonado caso de la familia Llano Narváez que se ha hecho público por estos días, es execrable a todas luces. Seis hermanos, un niño y cinco niñas, son abusados sistemáticamente a lo largo de tres años por un tal Darío Chavarriaga, depredador inescrupuloso y sacerdote jesuita. Las víctimas, ya adultas, 38 años después, reúnen el valor para hacer la denuncia.
Su dolor, su indignación, su imperativa necesidad de justicia, es no solo desgarradora, sino que evidencia un peso agobiante. Una carga descomunal, que describe así Martha Lucía: “esto es algo que te acaba la vida. Este tipo me mató, me quebró, me rompió…”. Sí, Chavarriaga los mató, los quebró, los rompió a todos ellos.
Los Llano Narváez se sienten ultrajados no solo por el depredador sino por la orden religiosa a la que éste pertenecía (la Compañía de Jesús), tanto como por la iglesia católica, institución religiosa de la que hacen parte las víctimas, el victimario y su orden.
Para la época de su valerosa denuncia, el provincial de los jesuitas en Colombia era el padre Francisco de Roux, quien también es acusado por la familia agredida, de omisión y ocultamiento. En términos penales, según ellos, se trataría de un “encubrimiento”, conducta dolosa que “realiza una persona que, sin haber participado en un delito anterior cuya comisión conoce, ayuda al autor del mismo a eludir la acción de la Justicia o a aprovecharse de los efectos del crimen cometido” (artículos 451 a 454 del Código Penal)
El apellido de Roux elevó el escándalo a niveles siderales, habida cuenta de que el sacerdote, dentro de las muchas responsabilidades que ha tenido a lo largo de su vida, fue presidente de la Comisión de la Verdad y lideró con solvencia un trabajo que, entre 2017 y 2022, profundizó en lo ocurrido durante 36 años de conflicto armado interno; recogió testimonios de todos los actores, reivindicó la memoria de las víctimas y logró (aún por encima de los artilugios, trampas y desinformaciones de los cultores de la guerra y de sus corifeos) el prodigio de desencadenar no solo reflexiones serias y profundas sobre el tema de la paz, sino generar genuinas transformaciones en las lógicas de la reconciliación entre las víctimas y los victimarios.
Así, no puede negarse que este escándalo tiene, dentro de sus múltiples efectos, incidencia sobre las percepciones de la opinión pública en torno a ese trabajo en particular.
Y entonces, los pregoneros de la guerra sonríen y difunden con sorna murmullos repletos de mala fe: “¿no decían pues que ese curita era la representación de la bondad?”. Se pretende convertir a de Roux en el malo de todo lo que ocurrió con las cinco niñas y el niño; convertirlo en el responsable único. No hay dudas en el sentido de que se ha desatado una estrategia de desprestigio con intenciones perversas.
Creo que el texto reciente de Jorge Giraldo sobre este tema, da algunas luces, pero me parece pertinente aportar a la discusión otros elementos que aluden a los conceptos, muy manidos por cierto, de lo que significan el bien y el mal y su relación con el concepto de las creencias.
Thomas Hobbes (1588-1679) por ejemplo, arguyó que “el hombre es malo por naturaleza” y desde allí se desprendió toda la sustentación sobre la necesidad de la ley autoritaria y el poder absoluto, que serían necesarios para controlar ese impulso agresivo que habita en los seres humanos.
Jacques Rousseau (1712-1778), en la otra orilla, sostenía la teoría del buen salvaje, “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Para este filósofo francés, el concepto de la propiedad, el “esto es mío”, se constituía en el origen de todos los males.
Baruch Spinoza (1632-1677) se centró en la ignorancia de “los fines impenetrables de Dios”. No llegamos a entender las razones por las cuales las desgracias se reparten por igual entre justos y pecadores. “Dios no solo marca la estirpe de Caín, permite que muera la de Abel y que sufra la de Job”. El mal es mal, o el bien es bien, dependiendo de la finalidad.
La verdad es que Einstein siempre ha tenido la razón: todo es relativo.
Cuando Ortega y Gasset afirmó “yo soy yo y mis circunstancias” estaba haciendo referencia a que todos mis actos están íntimamente ligados a mi entorno, a todo lo que influye en mi pensar y en mi accionar. Esto es cierto. Yo soy yo y todo en lo que creo.
Los detractores del padre de Roux lo critican porque frente a la justificada denuncia de las víctimas de Chavarriaga, no defenestró al culpable, no lo entregó a la justicia ordinaria, no se convirtió en un activista de las denuncias contra los depredadores que esa misma Iglesia de la que él hace parte, ha ocultado y defendido; tampoco se levantó contra la autoridad del papa (jesuita como él), no borró de un tajo todas sus creencias religiosas, no renunció a su vida de sacerdote católico, no mandó al carajo el derecho canónico, no aceptó la norma absurda del “secreto pontificio” que cubría estos casos hasta 2019 (cinco años después de la conversación del padre de Roux con las víctimas). En últimas, la execración (como dice Jorge Giraldo) se ha hecho sobre la base de que de Roux cometió dos maldades: la de no dejar de ser él y transformarse en otro y la de no actuar, en la época de la denuncia, como debería hacerlo a la luz de las normas de hoy.
No soy católico ni creyente, no soy su amigo, ni siquiera conocido, pero creo que el padre de Roux hizo en este caso todo lo que podría hacer desde su sistema de creencias profundas. Creo que explicó cabalmente el proceso; con su intervención el pederasta confesó, fue recluido en donde ordenan las instancias de su institución y allí murió.
He estado en dos circunstancias escuchando sus reflexiones como presidente de la Comisión de la Verdad y todo en él me ha impactado. Al oírlo, no pude menos que pensar en el escritor ruso Vasili Grossman (1905-1964) y en su novela “Vida y Destino” (Galaxia Gutemberg 2016) en la que hace referencia a lo que él denomina “la bondad insensata”, para referirse a las acciones valerosas, desinteresadas, que se realizan incluso sin tener en cuenta las consecuencias. “Bondad insensata” ejercida por seres humanos en situaciones límite, aun sabiendo que sus posiciones, sus reputaciones, incluso sus vidas estaban en peligro.
No dudo que la vida del padre de Roux está llena del ejercicio de ese tipo de bondad, sobre todo en defensa de la paz y la reconciliación. No dudo que ha sufrido. Esta certeza me hace pensar también que esa Iglesia decadente, torva, mercachifle y grosera; cómplice de tantas injurias, guerras santas y crímenes atroces, no se merece a un hombre de sus extraordinarias dimensiones éticas.
24 respuestas a «De Roux y la bondad insensata.»
Cuando se estudia el origen y su naturaleza política ( en el estricto sentido griego del concepto), la Iglesia es el aparato de poder central mas destructivo de nuestra época.
Destruye tanto a quienes están fuera como a los que se ocultan dentro…
De Roux en su diminuto papel de jesuita propio de la edad media ,se inmola siguiendo correctamente sus compromisos.
Eduardo, Hola. Muchas gracias por tu lectura y por tu comentario. Comparto contigo que lo están inmolando.
Sin dos cosas distintas, uno puede creer en Dios y ejercer, en la medida de sus posibilidades, la justicia. Y De Roux tenia muchas posibilidades. Pudo ejercer la justicia terrenal y no tener que abandonar sus creencias, sus principios católicos. Porque hasta donde sé, que es poco en materia religiosa, el ejercicio “cristiano” obliga e implica mayor compromiso con el sufrimiento ajeno.
Es recomendable leer la historia y conocer las actuaciones y los eventos que han construido este camino que hoy andamos.
Post data: recomiendo leer sobre la historia de los cátaros.
Gracias Eduardo. En DECADENCIA, Michel Onfray desvela esta historia.
Hola Sandra. Muchas gracias por leer y comentar. Creo que todas las determinaciones que uno toma están mediadas por las creencias.
Ejerció eso que llamas la justicia terrenal, dentro de lo que en ese momento se consideraba lo correcto y lo legal: le quitó la posibilidad de ejercer el sacerdocio y lo recluyó. Ahora es otro momento de la historia del país y de la iglesia, y el pederasta hubiera sido juzgado por la justicia civil, como lo comenta el mismo sacerdote, quien es una persona moral y humanamente ejemplar.
Muchas gracias por leer y comentar María Beatriz
Todo mi apoyo al padre,acá acaban con lo bueno y lo sano es blanco o negro,bueno o malo,quisiera sentarme en la vida de los que juzgan ,como estarán de impecables
Nora, muchas gracias por leer y comentar. Soy de la idea de que hay una conspiración contra la Comisión de la Verdad.
Diste en el clavo. La Iglesia no se merece un sacerdote, un hombre, de la dimensión cósmica del Padre De Roux. Y, por supuesto, ahora es plato de primera para los corifeos del mal, que andan al acecho a ver qué pueden pescar en río revuelto para tratar de enlodar su inmensa tarea.
Un abrazo, querido Alberto
Muchas gracias Martha por pasar por aquí. Un abrazo inmenso.
A esa iglesia mercanchifle, torva, grosera y cómplice es a la que pertenece de Roux, como buen jesuita que es.
Hola Eduardo, muchas gracias por leer y comentar. Sí, pertenece a esa Iglesia.
Los trapitos se lavan en casa. Seguro De Roux le jaló las orejas al padre Dario, lo regaño y lo castigó encerraándolo en una moderna mazmorra. Pero no lo denunció a las autoridades donde e lescandalo y el castigo hubieran sido mayores.
¿Qué hacer? El padre De Roux, escuchó, actuó y castigó dentro de sus dominios, en su casa, con discreción y contundencia.
La pregunta es ¿Qué daño le hace a la iglesia denunciar y poner ante la justicia ordinaria a estos aberrados?
Juan Fernando. Muchas gracias por pasar por aquí, muchas gracias por leer y comentar.
Muchas gracias por su escrito y sobretodo por sus palabras para el padre de Roux. Mucho buitre enemigo y a mi, sin desconocer lo malvado del victimario, me quedan dudas pues esos niños crecieron y no se separaron del mal, lo usufructuaron en mi sentir y siendo adultos igual habían podido denunciar ante las autoridades civiles, conocían abogados y así como hoy reclaman habían podido hacerlo.
No defiendo al pederasta, fue un criminal, pero ahora quererse sacudir de la infamia responsabilizando al que menos debería responder, me saca ampolla.
Es un hecho complejo, muy complejo. Muchas gracias por tu lectura y comentario Helena.
Al pan pan y al vino, vino. Nada que hacer: debajo de la sotana de un monje hay un hombre, un individuo sometido a todas las exigencias biológicas de cualquiera. El deseo sexual es una poderosa fuerza, tanto que gracias a él se perpetua nuestra especie. Antes de ser sacerdote, un religioso es un ciudadano común y corriente, y como tal debe comportarse, el responder por sus actos es una obligación para con la sociedad y para garantizarlo están las leyes. En Colombia la justicia es demasiado precaria, acá somos exageradamente tolerantes y permisivos; las leyes son para los de ruana, los sujetos encopetados, aquellos que ostentan poder son tratados con guante
blanco. Conductas como la pederastia deberían ser castigadas con severidad, las penas tienen que ser ejemplarizantes. La corrupción tiene muchos matices, el tema que nos ocupa, el de abuso con menores es parte de ese asqueroso grupo. Nuestro país reclama con urgencia la pena de muerte, solo así los criminales que incurren en esas conductas lo pensarán dos veces antes de meterse con los niños: los infantes son el futuro de la nación, la niñez es la encarnación de la esperanza, un país que oermite por omisión o cualquier otra razón que se atente contra la inocencia no tiene futuro.
Alvaro, agradezco tu lectura y comentario. Pienso igual, con la pederastia debería adoptarse una política de tolerancia cero.
Frente a esta denuncia, que ha manifestado el padre De Roux?
Hola Angela, hizo una rueda de prensa, explicó el proceso, las sanciones al cura pederasta en la lógica del derecho canónico. Para el momento de la denuncia el delito había prescrito pues había transcurrido mas de 20 años. Dijo que se solidarizaba con las víctimas y que, si el caso fuera hoy, habría denunciado ante las autoridades colombianas el delito. En ese momento estaba vigente la norma eclesial que obligaba el silencio sobre estos casos. Gracias Ángela por leer y comentar.
La respuesta del Padre Francisco de Roux es clara. Hay que entender que su labor sea criticada por personas que no están de acuerdo con su trabajo por La Paz y la justicia y su tarea en la Comisión de la Verdad.
Comparto lo que dice Lucía. Muchas gracias por tu lectura y or comentar.