Ocurre a veces, como se demuestra en nuestro país, que la parodia fuera el libreto premeditado para marcar un estilo de gobierno, que el sub-presidente Duque hubiera decidido ejercer como bufón de la corte y que sus ministros actuaran a la manera de una comparsa de carnaval.
Escribe Alberto Morales Gutiérrez
Desde tiempos inmemoriales, el teatro, la literatura y las artes en general, han recurrido a la sátira para burlarse del poder, para ridiculizarlo y combatirlo. Son piezas inteligentes, repletas de ironía y de sarcasmo, en las que, a través de recursos diversos, como la parodia, por ejemplo, ridiculizan, zarandean y reducen a gobernantes, regentes y mandatarios hasta su auténtica dimensión. Reírse del poder es un acto liberador.
Ocurre a veces, como se demuestra en nuestro país, que la parodia fuera el libreto premeditado para marcar un estilo de gobierno, que el sub-presidente Duque hubiera decidido ejercer como bufón de la corte y que sus ministros actuaran a la manera de una comparsa de carnaval. No se requieren los oficios de un Petronio, un Lope de Vega o un Francisco de Quevedo. Aquí la realidad supera la ficción.
EL DESPROPÓSITO DE LAS VACUNAS
Un tema trascendental de salud pública que exigía la máxima seriedad en la planificación y logística, de cara a la magnitud del problema del COVID19, se convirtió en nuestro país en un espectáculo doloroso de improvisación, corrupción, politiquería e irrespeto con la ciudadadanía, que rebasa todo lo que usted pueda imaginar: Negociaciones tardías y secretas, pagos desorbitados y sobreprecios de hasta un 300%, además del montaje de un show grotesco para recibir el primer vuelo con 50.000 unidades, en el que se activaron todos los protocolos para que el sub-presidente y sus ministros le hicieran calle de honor a la caja que las contenía, con himnos, cámaras, transmisiones en directo, como si se tratara de un evento inenarrable para la historia. Y hubo más: el video de la caravana con las 600 vacunas de Sincelejo, la dolorosa noticia de que la enfermera a la que se le aplicó la primera dosis en esa ciudad se le adeuden 18 meses de salario es, por lo menos, una vergüenza de dimensiones delirantes.
EL DESPROPÓSITO DE LOS FALSOS POSITIVOS
Esa estrategia siniestra de engañar a muchachos desempleados, muchachos con retardos mentales, muchachos hambrientos para ofrecerles empleos y alejarlos de las zonas en donde vivían y luego asesinarlos y mostrarlos como guerrilleros caidos en combate, es tal vez una de las páginas más dolorosa y vergonzosas de nuestra historia reciente. Hay un consenso jurídico internacional en el sentido de se trató de crímenes de estado. Es por ello que las cifras de esta tragedia se han querido ocultar, manipular, borrar, tergiversar, desde las más altas instancias del poder. De hecho, la fiscalía afirma que se trató de 2.248 casos (una cifra escandalosa), pero la JEP ha entregado una nueva cifra que triplica el dato oficial: 6.402. La verdad se desvela ante los ojos horrorizados del mundo.
LAS SANDECES DEL ALCALDE DE MEDELLIN
Si por el país llueve, por Medellín no escampa. Los despropósitos del desgobierno nacional parecen hacernos olvidar el drama, también en tono de tragedia griega, que vive esta ciudad, con un alcalde cuya voracidad es insaciable y cuya mitomanía es endémica.
Un personaje siniestro al servicio de los más oscuros intereses y que cabalgando a lomos de la corrupción más desembozada, vocifera por todas partes que él es un adalid de la lucha contra la corrupción.
El festín de los contratos entregados a sus áulicos y familiares, y la conspiración evidente contra un programa como Buen Comienzo y una entidad como el Jardín Botánico, que son los ejemplos más visibles de los últimos días, reafirman la vergonzosa evidencia de que, para desgracia nuestra, en esta ciudad y en este país, es cierto que la realidad supera la ficción.
Ya empiezan a escucharse por ahí, por las calles, en susurros crecientes, las versiones de las coplas de Mingo Revulgo. Versiones del 2021, porque las del siglo XV ya causaron los estragos que tenían que causar…