En nuestro país, la tripleta Duque-Carrasquilla- Uribe ha hecho de los impuestos una especie de aberración criminal, orientada a exacerbar el empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad, mientras inunda de privilegios a la banca, a los grupos económicos, a los grandes monopolios empresariales, a las multinacionales; en una especie de festín de inequidad que disfrutan sin vergüenza.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Repugna la reforma tributaria de Duque – Carrasquilla – Uribe. Anida en ella no solo la carga de la mentira, la de la intención torticera, sino la injusticia premeditada y la mala fe manifiesta.
Es cierto que impuestos ha habido desde siempre. Desde cuando la especie humana empezó a organizarse en sociedades, los jefes, los soberanos y los gobernantes, fueron dados a gravar con tributos a sus súbditos y a quienes habían vencido. También desde siempre se entronizó la práctica de la defraudación. Hubo quienes no los pagaban recurriendo a todo tipo de artimañas.
La figura del recaudador de impuestos, desde los años primeros de la civilización egipcia, de la Mesopotamia antigua, de la China legendaria, fue asimilada como una figura detestable y proclive al abuso. No sin razón, los recaudadores han sido siempre las víctimas primeras de la sublevación popular contra los excesos de los gravámenes.
En marzo de hace exactamente 240 años, en 1781, aquí a la vuelta de la esquina, en el Socorro, Santander, la rebelión comunera se levantó no solo contra la carga abusiva de los impuestos de la corona española, sino contra los privilegios y exenciones vergonzosas que se otorgaron a los protegidos de Carlos III. La rebelión de los comuneros no solo quedó consignada para la historia como una gesta heroica, sino que se constituye en el germen de la épica libertaria que sacudió a la américa española en el siglo XIX.
Es un hecho sabido aun por quienes no han estudiado el tema, que los abusos e inequidades que se protagonizan con la carga alcabalera, la evidencia de esos privilegios inadmisibles que se entregan a quienes más tienen, ha desencadenado a lo largo de la historia movilizaciones libertarias en las que los causantes de todos esos daños e injusticias terminan en el cadalso.
Pero no aprenden.
En nuestro país, la tripleta Duque-Carrasquilla- Uribe ha hecho de los impuestos una especie de aberración criminal, orientada a exacerbar el empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad, mientras inunda de privilegios a la banca, a los grupos económicos, a los grandes monopolios empresariales, a las multinacionales; en una especie de festín de inequidad que disfrutan sin vergüenza.
Un tema tan sensible como la vivienda de interés social se vuelve inviable a partir de la reforma anunciada, habida cuenta de que no solo elimina la renta exenta asociada a este tipo de proyectos, sino que deroga tanto la devolución del IVA como los incentivos por cinco años a su financiación. No. No habrá vivienda para los más pobres.
Los impactos escandalosos en la canasta familiar al incorporar el IVA a productos de primera necesidad tales como huevos, queso, panela, res, fríjoles, entre otros, dan cuenta del desprecio que tienen contra quienes nada tienen. Resulta escalofriante el dato, conocido por todos, en el sentido de que en nuestro país es un verdadero privilegio tener acceso a tres comidas diarias. Desde luego esta reforma criminal acrecienta el número de familias que padecerán hambre.
Se calcula en setenta billones al año ($70.000.000.000.000.oo) la suma de las exenciones que serán otorgadas a los privilegiados, mientras la reforma criminal decide que en Colombia, alguien con un salario de dos millones cuatrocientos mil pesos ($2.400.000.oo) deberá declarar renta. Un exabrupto que ahorca aún más a la clase media y la pauperiza. El incremento de los gravámenes en los combustibles encarecerá el transporte público y el conjunto de los alimentos, pues las tarifas de la movilización de la carga se encarecerán, así mismo.
El cine colombiano, que se configuró como uno de los pilares de toda su alharaca con la economía naranja, se condena también a la desaparición, al borrar con esta reforma la Cuota para el Desarrollo Cinematográfico y al propio Fondo de Desarrollo Cinematográfico.
Es una práctica execrable apoyarse en los sectores de la sociedad que reciben todos los impactos de las crisis galopantes que vive este país, para exprimirles hasta niveles insoportables, mientras se mantienen los privilegios a los verdaderos dueños del poder, a los protagonistas de la corrupción y el descalabro financiero, es decir, quienes se lucran de los dineros públicos, quienes los despilfarran.
Y entonces, con verdadera maldad, la tripleta Duque – Carrasquilla – Uribe, plenamente consciente de que su reforma tributaria, su aberración alcabalera, genera el repudio de la comunidad, se apresura a edulcurarla, a decir sin vergüenza que no, que no es una reforma, que tranquilos, pues se trata solamente de una ley de crecimiento, una ley de financiamiento y solidaridad sostenible. ¡La desvergüenza es total!
Es necesario destacar, así mismo, que esta reforma refleja la ausencia total de soberanía y el pliegue abyecto de nuestra economía a los dictados del modelo neoliberal. La reforma es una respuesta a las recomendaciones del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y del nefasto club de la OCDE.
Los colombianos se van a movilizar, no tengo la más mínima duda. Este gobierno está llegando a límites escandalosos, está atravesando fronteras que amenazan la sobrevivencia del común.
Que no vaya y les ocurra lo que le pasó al despótico Jaco Gabón por allá en 1463, una tarde calurosa de Guipúzcoa, esa villa de Tolosa en la España de esos tiempos. Gabón era un recaudador despótico (todos los recaudadores lo son) y llegó allí a exigir el pago de un nuevo impuesto que, cosas de la mala comunicación, el rey había decidido denominarlo el pedido. Las gentes, arremolinadas en torno a él, reclamaban justicia, argüían que el rey les había declarado exentos. Gabón, muy altanero, se negó a todo diálogo, los trató con insolencia e irrespeto. Los habitantes de la villa, al no sentirse escuchados, tomaron a Gabón, lo castigaron sin piedad, lo decapitaron, destrozaron sus ropas y expusieron su cabeza en lo alto de una picota.
Al igual que el recaudador Gabón, esta tripleta Duque-Carrasquilla-Uribe, parece no entender en dónde está parada…
9 respuestas a «El crimen de los alcabaleros»
Excelente, con las palabras adecuadas.
Gracias por leer, Gabriel
Es claro que ,antes de estos dos caballeros, a quienes se les atribuyen, entre otras, LAS SIETE PLAGAS DE EGIPTO, no hubo ningún gobierno que se financiara a base de impuestos.
Ellos son los culpables de todo lo malo y lo seguirán siendo por los siglos, mientras los colombianos continuemos siendo ciegos e ingenuos para ver la situación de los países vecinos.
Creo, Pedro, que la tragedia alcabalera nos ha acompañado desde siempre, solo que se ha exacerbado en los últimos períodos. No es razonable abstenernos de mirar la gravedad de lo que nos está sucediendo con el argumento de que hay países que supuestamente están peor.
Fuera de buscar responsables, este país lo tienen llevado los corruptos, van a la cárcel con privilegios y dádivas, no devuelven nada, trabajan con testafferros y los organismos de control y justicia miran al otro lado, es una mafia administrativa todos se tapan, y. A la final las protestas no tienen rumbo ni sentido, los dirigentes de izquierda más corruptos todavía, no hay de que hacer un caldo locombia paraíso de ladrones y corruptos amen
Hola Ivan, hay que hacer un esfuerzo por encontrar un camino. No podemos resignarnos.
No existe mayor y mejor claridad de la situación en la que están empecinados contra un pueblo humillado , ultrajado y saqueado por una clase social politiquera , que hace más de 200 años se adueño de nuestro rico país ,para saciar su ambición y egoísmo infames a más no poder. Personalmente soy profesional médico , pensionadohace 20 años ; cuando me pensionaron y me sacaron por sindicslista con una liquidación dolosa , además de mis bajos salarios , el monto era de cinco salarios mínimos porque el mínimo de ese entonces eran más o menos $ 280.000 Hoy dia , con los aumentos anuales del IPC , he perdido el poder adquisitivo de dos salarios mínimos o sea que recibiendo $ 2 800.000 quedo a merced de una retención en la fuente injusta ; y como en el devenir de mi lucha me estableci en un estrati seis, siy un clase media ahogado en el valor de los impuestos , el costo de facturas de servicios públicos y demás arandelas que , también van a soportsr más impuestos. Qué desventura cuando llega la tarde de mi vida , tener que comprobar aquella letra de Jorge Robledo Ortiz , SIQUIERA SE MURIERON LOS ABUELOS Cómo quisiera que antes de partir me tocara ver un verdader dezpertar del pueblo con un rebelión que diera al traste con la ignominia de unos dirigentes corruptos , marcados por una desvergüenza que suoera cualquier csnallada y traición a la patria
Es cierto Fernando, tu narración refleja de manera cruda la realidad de los damnificados por la perversidad criminal de quienes nos gobiernan
Tienes toda la razón Fernando. Todo lo que est´ñab haciendo es criminal y busca pauperizar al grueso de la población mientras quienes realmente deberían pagar impuestos resultan eximidos.