Desencadenan incluso hilaridad los funcionarios de “alto rango”a quienes ha entregado responsabilidades, no solo por la escandalosa ineptitud que demuestran en los casos que se les han asignado, sino porque parecen clones del mismo Barbosa, tienen su perfil siniestro, son también arribistas y lagartos.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Uno más de los infortunios de nuestro país es el señor Francisco Barbosa, fiscal general de la Nación. Estamos padeciendo a un funcionario de alcances intelectuales realmente precarios y tan lleno de complejos y limitaciones, que ha convertido el arribismo en la razón de su existencia y ha hecho de la megalomanía su auténtica impronta.
Desde cuando se posesionó, el 13 de febrero de 2020, y enunció el reto de elevar la institución que empezaba a dirigir, a un “lugar privilegiado que represente justicia y esperanza para los colombianos”, se dedicó a convertirlo, por el contrario y sin empacho alguno, en el lugar de sus propios privilegios y los de su familia; llevando sus pretensiones y abusos a niveles que rebasan la imaginación, instalado como un remedo de Peter Pan en un país “del nunca jamás”, que él cree que le pertenece en su totalidad.
El sujeto está “ebrio de gloria” y parece actuar con la certeza absurda de que será fiscal por los siglos de los siglos. Es, desde luego, un iluso, pero es también un patán ampuloso y vacío.
Imagínelo usted por los pasillos de la “universidad” Sergio Arboleda, ese “centro educativo” que degeneró, con excepciones muy limitadas, en convertirse en una cantera de mediocres y que, lo único destacable que ha hecho, ha sido acumular negociados, feriar “títulos académicos” y acoger corruptos; imagínelo -digo- caminando detrás del “estudiante” Iván Duque, su compañero de pupitre, insistiendo en preguntarle en qué más le puede ayudar, haciéndole las tareas escolares, los mandados, los favores y esforzándose por venderle la idea de que como Barbosa era el “inteligente”, el “eficiente”, el “lector”, el de “los libros”, merecía ostentar el título de ser su mejor amigo.
En alguna de sus biografías se relata que Barbosa era feliz regalándoles a sus compañeros, libros “con comentarios”, para reforzar esa idea de estudiante “pilo” que le gustaba proyectar.
Ese arribismo desplegado sin la más mínima vergüenza, hizo que Duque, cuyas limitaciones son de público conocimiento, aceptara sin objeciones no solo las auto calificaciones de Barbosa, sino que lo reconociera, en efecto, como su mejor amigo.
El resto es historia.
Duque, sin tener la culpa es ungido como presidente de la República y Barbosa en su fiscal de bolsillo. ¡La tormenta perfecta!
La posesión del nuevo fiscal actuó en dos sentidos: permitió, en primera instancia, que afloraran públicamente todas las perversidades del oscuro funcionario y se hicieran evidentes sus malformaciones intelectuales y, en segunda instancia, no dejó duda en el sentido de que a partir de ese momento empezaría a operar como un “guardián de la heredad”, protegiendo los intereses del señor Duque, de su mentor, el señor Álvaro Uribe, y de todo el entramado de corrupción que se ha tejido alrededor de ellos.
La primera alarma se prendió cuando el señor Barbosa se autoproclamó como el colombiano “mejor formado” de su generación. ¡Un egresado de la “universidad” Sergio Arboleda autoproclamándose como el “mejor formado”, da cuenta del escandaloso nivel de sus delirios!
No habían transcurrido tres meses de su gestión, cuando hizo una nueva proclama: Él estaba “haciendo ¡la mejor fiscalía de la historia!” Y lo dijo sin ruborizarse. Pocos días después se autodefinió como el portador del “segundo cargo más importante del país”, demostrando no solo el desconocimiento de las normas que reglamentan su función y las de su institución, sino la patología que lo aqueja y el deplorable nivel de sus complejos.
A punto de cumplir el primer año de su “mandato” los comunicados de prensa de la fiscalía tuvieron un giro inesperado, pues el fiscal Barbosa empezó a personificar la actividad de esa institución. Ya no era la fiscalía la que esclarecía crímenes, la que acusaba, sino que todo lo que ocurría era hecho por el fiscal Barbosa. Parece un chiste, pero es cierto. Basta con releer esos comunicados.
Y se transfiguró en mago, pues merced a sus actos de prestidigitación, desaparecían investigaciones, se suspendían procesos, se perdían pruebas. ¿Recuerda usted el escándalo de la “ñeñepolítica”? Pues todo apunta a que, en la fiscalía, el tema desapareció.
Desencadenan incluso hilaridad los funcionarios de “alto rango” a quienes ha entregado responsabilidades, no solo por la escandalosa ineptitud que demuestran en los casos que se les han asignado, sino porque parecen clones del mismo Barbosa, tienen su perfil siniestro, son también arribistas y lagartos.
El campeón de todos ellos es el tristemente célebre Gabriel Ramón Jaimes, fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia y quien se transmutó en defensor de oficio del señor Álvaro Uribe Vélez en el sonado caso de la compra de testigos. Pidió infructuosamente la preclusión del proceso, además de que la ausencia de rigor jurídico en sus alegatos, lo convirtió en el hazmerreír del país informado.
Su alta exposición en medios permitió que se hiciera público el hecho de que nunca pudo alcanzar el puntaje mínimo en los concursos de conocimiento para llegar a cargos de más responsabilidad en la carrera judicial. Su “ascenso” ha estado ligado a los favores recibidos por el nefasto exprocurador Ordoñez y luego por Barbosa. No actúo de mala fe al recordar, para despejar alguna duda, que Jaimes hizo igualmente un posgrado en la Sergio Arboleda.
El círculo siniestro del carácter patético de las acciones del señor Barbosa, se cierra con los desafueros cometidos en el aprovechamiento de su cargo para autoglorificarse con sus excentricidades: el famoso viaje a San Andrés en compañía de su esposa, su hija y una amiga de su hija, en el avión de la fiscalía y simulando una gestión oficial; la asignación de 20 investigadores del CTI para que actúen como guardaespaldas de sus perros; el gasto exorbitante en lujos de pacotilla, su autoproclamación de intocable, nadie le puede objetar, nadie lo puede mirar, son apenas unos pocos ejemplos.
Tal vez el mejor reflejo de lo que significa esa apropiación de un ente público para convertirlo en una entidad de “uso personal”, es el caso de las maletas de su esposa, la señora Walda Téllez quien, acompañada de su esquema de seguridad (hay también un escándalo con los abultados esquemas de seguridad para su familia extensa) ingresó pocos minutos antes de las nueve de la noche el 6 de septiembre de 2021 en la sede de la Subdirección Nacional de Bienes de la fiscalía, en donde se encuentran almacenados y en custodia elementos incautados fundamentalmente al narcotráfico, y salió de allí muy oronda cargada con cinco maletas, ¡cinco maletas! Un hecho bochornoso que no tiene justificación alguna y del que, por lo menos hasta el momento de escribir esta columna, no se ha tenido respuesta oficial.
No hay espacio para hablar de Wanda y sus jugarretas non sanctas.
Pero una cosa es cierta: por grande que sea la impunidad que campea en Colombia, es absolutamente previsible que, una vez cumpla su período, Barbosa será juzgado con severidad. ¿La razón?, que el personaje es minúsculo, intrascendente, torpe, y su importancia en el gran juego de los intereses de este país descuadernado, es minúscula.
Lo van a dejar tirado.
Barbosa es el típico “don nadie” sobre el que pueden recaer todas las culpas, las suyas, las de sus protectores y las de los demás. Espere y verá…
10 respuestas a «El señor Barbosa es francamente patético…»
Tal cual. Ejemplos de funciinariis patéticos y que son auténticos comodines muchos; ese gritón, los de oa PGN, en cabeza de su actual titular Cabello, nada más desacertado y descabellado, por citar dos ejemolos no más de la larga fila….
Gracias Juan por leer. Te decía que el club de los patéticos es inmenso. Tienes la razón.
Toda la razón don Alberto
Gracias por leer John.
Y tienen como Fiscal Auxiliar ante la Corte a una funcionaria incompetente que solo se sacude su trabajo y a quien le trabajan por orden del delegado los fiscales de apoyo del despacho. Ella comete peculado a diario, solo recibe sus 30 millones de pesos sin hacer nada, nadita, nada alcahueteada por su delegado, fiscal 8. Esto ya lo había denunciado Daniel Coronell. Ella reemplaza a un funcionario muy juicioso y competente Dr Zettien y no ha sido capaz de ocupar sus zapatos. Ella llega por muuuuuchaaa cercanía con el Fiscal Espitia, cercanía que mantienen hasta la fecha. En la Fiscalía no aguantamos más esto, pero nadie ayuda.
La funcionaria se llama Maritza Yinneth Herrera Orjuela, trabajaba en la Fiscalía 7 delegada ante la Corte, previo a ello en la Secretaría de la Unidad y antes en la Procuraduría. Ahora devenga sin hacer nada como Fiscal Auxiliar ante la Corte de la Fiscalía 8 Delegada ante la CSJ Abajo la alcahuetería de Leonardo Cabana.
Gracias por leer. Lo dicho, estamos en un escenario de descomposición inenarrable.
Gracias Adiela, por leer. Creo que no hay que bajar la guardia en la denuncia y persistir en la visibilización de esos exabruptos. Si nos callamos, nuestro silencio solo le sirve a ellos.
Ese escrito dice la verdad. Para nadie es un secreto que Barbosa es un incompetente. Y que la Fiscalia es un ente que ayuda al gobierno. Lástima de ella.
Gracias José Maria por leer. Se trata de un incompetente cuyo delirio de grandeza le está costando mucho al país…