Ya la erradicación de los cultivos de coca no será voluntaria sino forzada (cambió de opinión luego de la visita del secretario de Estado de USA). Ahora es a la OTAN a quien debemos recibir para que se encargue de cuidar a nuestra selva amazónica; resulta que Gorgona debe ser una base militar de los Estados Unidos y la reforma tributaria es “buena” porque tiene la bendición de todos los organismos económicos internacionales.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Entre 1978 y 1982, nuestro país tuvo muchas resonancias mediáticas internacionales ocasionadas por las salidas en falso, impertinencias y desatinos de su mandatario, el señor Julio César Turbay Ayala, cuya presidencia es, decididamente, de ingrata recordación.
Ese halo de ignorancia, de incultura, de arribismo que lo caracterizó toda su vida, solo ha sido superado por Iván Duque. Ambos expresidentes lograron convertirse en el hazmerreír de la opinión pública nacional e internacional. Los chistes que los ubican como protagonistas de las más grandes imbecilidades cotidianas, están ya integrados al folklor.
Es a Turbay Ayala a quien se debe una de las frases más aterradores e influyentes en las prácticas cotidianas de la actividad política en nuestro país: “reduciré la corrupción a sus justas proporciones”. No lo logró desde luego. Por el contrario, exacerbó su práctica. Si tiene usted alguna duda, pregúntele, al señor Iván Duque, pues en su mandato la corrupción alcanzó dimensiones descomunales.
El ocho de marzo del año 2011, 33 años después de la frase célebre de Turbay, el señor Miguel Nule, también de ingrata recordación, hizo un aporte adicional para redondear el desafuero. Dijo que “la corrupción es inherente al ser humano”.
Filólogos, físicos cuánticos, lingüistas y los más diversos expertos en las ciencias sociales, han entendido que las palabras no son inocentes y es por ello que el daño ocasionado por tales marcos conceptuales, es de proporciones aterradoras. Hoy, la corrupción es un hecho no solo aceptado, sino entendido como inexorable. Su práctica cotidiana en la actividad política y en el ejercicio del poder, la ha naturalizado. Acusar a alguien de corrupto no tiene el más mínimo efecto. Su práctica se ha convertido incluso en la “virtud” de la “viveza”, en la práctica del “avispado”
El concepto de la integridad ha desaparecido. Tener un comportamiento íntegro es duramente castigado, se le confunde con estupidez. Ya nadie entiende su significado.
Es bueno recordarlo: “actuar con integridad tiene que ver con entender, aceptar, y escoger vivir conforme con principios éticos y morales, incluyendo la honestidad, la rectitud, y la decencia. Una persona con integridad va a demostrar consistentemente que tiene buen carácter, libre de corrupción e hipocresía”.
Esta, que es una definición aportada por Ethics Unwrapped, al destacar que la integridad de alguien se hace ver independientemente de las circunstancias o consecuencias, reafirma la vieja afirmación de C.S. Lewis en el sentido de que “integridad es hacer lo correcto aun cuando nadie te esté observando”.
Tal comportamiento exige un coraje moral que los pregoneros de la viveza se han encargado de borrar con premeditación y alevosía. No les interesa que existan los valores que la auténtica democracia exige. No les interesa ni la legalidad ni la legitimidad, la corresponsabilidad, la participación o el respeto. No. No les interesa.
La lógica del pragmatismo político, de lo importante es ganar, se encargó de envilecer la política y de borrar todas las fronteras ideológicas. Desaparecieron los principios. Dan risa esos documentos que se elaboran para establecer las fronteras y/o líneas rojas de las alianzas, porque son textos concebidos para que todo el mundo los pueda firmar.
Creo, con toda honestidad, que el caso mas representativo hoy de lo que significa la masacre de la ética, es Gustavo Petro. Y no me diga que debo mencionar a otros protagonistas execrables de la misma práctica, como Uribe, o Duque o Quintero y los demás, porque ya los he denunciado.
Me resulta indignante la construcción malintencionada de su retórica para defender lo indefensable: en campaña, ya decidido a venderle el alma al diablo para poder ganar, vociferó en Loríca el 15 de mayo: “…los paracos que vengan aquí, porque tendrán una segunda oportunidad. Como todas las sociedades, deben tener una segunda oportunidad…”. Ya en el poder, la “segunda oportunidad” tomó forma a través de la oferta de comprarles a precios comerciales, más de 5 millones de hectáreas, para luego “venderlas a menor precio a campesinos o pequeños y medianos empresarios”. Como era de esperarse, FEDEGAN y su presidente José Félix Lafaurie no se cansan de aplaudir la iniciativa. Son los negocios, socio.
Ya es de público conocimiento que Lafaurie es el nuevo mejor amigos del señor Petro. Y no se trata precisamente de un milagro de la retórica.
El 30 de noviembre del 2021 Petro trinó: “decir que al Pacto Histórico no entran quienes hayan sido uribistas es excluir a la mayoría de la población. Los cambios políticos son exactamente eso, que las personas puedan variar apreciaciones anacrónicas y transformarlas en progresistas”. ¡Ah, las vivezas! Una cosa es el ciudadano raso que pudo haber hecho profesión de fe uribista porque fue engañado, y otra cosa es el uribista de la cúpula que sabe exactamente qué es lo que está haciendo. Hay una distancia descomunal entre Himmler o Adolf y cualquier señor Schneider, mesero en un restaurante de Berlín. Amparado en tal retórica se construyeron todas las “alianzas” impulsadas por el señor Petro, las alianzas que hoy lo caracterizan: Armando Benedetti, Roy Barreras, Alfredo Saade, Luis Pérez, el cura Hoyos, Julián Bedoya, Zulema Jattin, para no mencionar sino unos pocos.
Ni hablar de los nombramientos en cargos de alta responsabilidad que hacen ruidos inocultables. Aún resuena su vergonzoso itinerario de acercamientos y súplicas a César Gaviria para que lo acompañara en su gesta de cambiar al país.
¿Cambio?
Petro, de voltereta en voltereta ha terminado auto-desenmascarándose. Ya la erradicación de los cultivos de coca no será voluntaria sino forzada (cambió de opinión luego de la visita del secretario de Estado de USA). Ahora es a la OTAN a quien debemos recibir para que se encargue de cuidar a nuestra selva amazónica; resulta que Gorgona debe ser una base militar de los Estados Unidos y la reforma tributaria es “buena” porque tiene la bendición de todos los organismos económicos internacionales.
La retórica da para hacer anuncios grandilocuentes: rebajas en las tarifas de energía, una reforma rural integral, reforma a la salud por el bien de todos, el precio del SOAT será reducido a la mitad…
Pero no. La verdad es que, como lo sintetiza Aurelio Suarez, Petro persiste en la práctica neoliberal de dejar en manos del mercado los costos de los programas que propone, por lo que, como se está haciendo evidente “correrán ingentes recursos estatales a las arcas de los poderosos, como siempre”
Con felicidad y entusiasmo, Bruce Mac Master lo resumió todo con estas palabras: “primera vez que veo a la izquierda elogiando al Fondo Monetario”.
¿La izquierda, el pragmatismo político?
Debería ser posible que reflexionáramos sobre todos estos hechos, en la perspectiva de la ética.
6 respuestas a «El trágico efecto de “las justas proporciones”…»
Alberto, escribes como si nadie te fuera a leer y lo estás logrando. Es como si no tuvieras amigos con quien discutir tus teorías antes de hacerlas públicas. Los pocos que debes tener, deben tener los mismos rayones de tus antiguas militancias y seguramente aplauden tus monólogos llenos de citas bellísimas mal acomodadas. Sigues engrandeciendo a Quintero, siempre lo pones al lado de presidentes y expresidentes. Ojalá te cures de tanta rabia y falta de serenidad, te puedes enfermar. Busca con quien discutir tus teorías antes de publicar. Sabes mucho de teoría ética, pero te pueden tus frustraciones políticas. Pobre Suarez y pobre Robledo, están delirando como tú.
Gracias John por leer. Aprecio que el tema de la ética no te interesa y, de verdad, lo lamento.
Delirante son las andanzas del populista que solo lo pare una sociedad como la nuestra en alto grado de descomposición y que en su desespero termina engañada.
Gracias por leer, Nicolás. Gran parte del engaño se origina en que hemos perdido el sentido de la integridad.
Total. Esto está como de apague y vamonos. La etica la entienden como la del comodin o del acomodis; al son que me toquen bailo..
PD: La entrevista del tal José Manuel de noticias RCN; debería quitarle el puesto a sábados felices de CARACOL.
Gracias Juan Eugenio por leer.Es un escenario deprimente. Tienes toda la razón.