¿Puede usted negar que la estrategia de la distracción se ha ejercido en Colombia y en Medellín de manera recurrente, desviando la atención del público de los problemas importantes que requieren su atención? La idea es mantenernos ocupados en otros temas para impedirnos pensar en sus mentiras y en sus trapisondas
Por Alberto Morales Gutiérrez
Claro que el mundo está descompuesto, que impera la inequidad, que la iniciativa la tienen los corruptos, que los patanes parecen llevar la delantera, que la ética está vuelta pedazos. Claro que sí.
No escapan a esta tendencia ni el país, ni esta ciudad, ni el barrio. La descomposición impera. Pero es claro y cierto también que, como enseña la dialéctica, surgen contrapesos, nuevos combatientes, corazones valientes que se niegan a que la ética y el pensamiento sean derrotados. Lo emocionante de todo esto es el fragor de la batalla, llevar la contraria, desentonar, escoger estar del otro lado.
Se pone usted a pensar y lo que subyace en el escenario de la descomposición es el eterno serpenteo de la estafa: estafa el ladrón de cuello blanco; estafa el que carga la balanza; estafa el político que sabe que no va a cumplir sus promesas; el mandatario que miente y oculta sus verdaderas intenciones; el periodista que difunde la noticia falsa; el juez que vende la sentencia; el escritor que se apropia de las ideas de otro; el que acepta cargos para los que no está preparado; el que vende ilusiones.
Siempre hay público para los cultores de la trampa. Los crédulos aceptan con aplausos a quienes los engañan. Los estafadores son hábiles en hacer cosas que parecen increíbles. Mire nada más al tristemente célebre George C. Parker quien, a lo largo de por lo menos tres décadas, entre 1893 y 1923, encontró en New York, semana tras semana, un ingenuo que le compró el puente de Brooklyn o la estatua de la libertad. ¡Tres décadas! Y sus compradores no carecían de inteligencia, eran personas adineradas que encontraban atractivas las ofertas y aceptaban la argumentación de George sin objeciones. Todos sin excepción querían ser dueños de eso que los hacía diferentes. Finalmente, no le fue bien a George. Fue atrapado, juzgado y castigado con cadena perpetua.
Casi contemporáneo de George C. Parker, pero al otro lado del océano, en París, Víctor Lustig logró en 1925 vender, a un millonario, la torre Eiffel como chatarra. La leyenda urbana dice que recibió en efectivo la escandalosa suma de la negociación.
En aras a la equidad de género, destaco las andanzas de Mary Baker a principios del siglo XIX en Londres, quien fue conocida como la Princesa Caraboo. Su narrativa fue la de venderse como sobreviviente de un barco pirata, luego de haber sido raptada en la isla de “Javasu”. Hablaba un idioma extraño (inventado por ella) que era habilidosamente traducido por su cómplice, un marino portugués que le ayudó en su entramado. También ella como los otros estafadores enunciados, tuvo una gloria efímera. Debo decir que, en general, la gloria de los estafadores es siempre efímera.
Desde luego, una estafa no es lo mismo que una confusión. Vea este caso particular: se atribuye al gran Chomsky, que es mucho más inteligente y perspicaz que todos nosotros juntos, la redacción del texto “las 10 estrategias de la manipulación mediática”. Pero eso no es cierto. El verdadero autor es Sylvain Timsit, escritor francés quien las publicó en el año 2002, pero la Agencia Pressenza, por error, lo atribuyó a Chomsky. Como el lingüista eximio tiene más resonancia y es además un agudo y crítico analista de la sociedad contemporánea, la gente asumió el error como una noticia cierta.
Agradezcamos pues a Timsit el escrito que ayuda a esta reflexión. Y ayuda, porque las 10 estrategias que, en principio eran atribuibles a los medios de comunicación masivos que cohonestan con los oscuros intereses del capital y del poder, es ya un decálogo generalizado y de común uso para la estafa política y electoral.
¿Puede usted negar que la estrategia de la distracción se ha ejercido en Colombia y en Medellín de manera recurrente, desviando la atención del público de los problemas importantes que requieren su atención? La idea es mantenernos ocupados en otros temas para impedirnos pensar en sus mentiras y en sus trapisondas.
¿No se le hace evidente la estrategia de crear problemas y después ofrecer soluciones?, ¿la utilización recurrente de las apelaciones emocionales para que jamás se ejerza la razón? ¿Ha visto como la estrategia de sembrar la ignorancia se refleja en el desdén manifiesto con la educación?
Y entonces empieza usted a ver que el ejercicio de la estafa política ya no es producto de la actividad solitaria de un protagonista, sino que ha evolucionado a convertirse en un sigiloso y complejo entramado de truhanes que, hacia afuera, actúan como si fueran contradictores y hacia adentro son una pandilla férreamente unida. Están ahí banqueros, grupos económicos, funcionarios, gobernantes del más variado rango, contratistas, empresarios, jueces, funcionarios de organismos de control, abogados, periodistas, medios de comunicación. (la manguala Gillinski, Semana, Luis Pérez, Gaviria, Quintero…) Un tinglado que construye relatos grandilocuentes en el que disparan acusaciones de la más variada índole para poderse vender como los salvadores, los honestos, los que llegan con la solución.
Llevan años en la construcción de este tinglado, han propiciado reformas y reglamentado en función de los desafueros que van a cometer en el futuro y es por ello que ya no pueden ocultar la manera como los unen los intereses comunes. ¿Ha mirado con seriedad el escenario político de nuestro país? Todos los partidos tradicionales filados alrededor de los nuevos alternativos en el poder, compartiendo cargos y responsabilidades. También en Medellín, los viejos de siempre y los nuevos “independientes”, felices en la repartija mientras la ciudad se sumerge en la debacle.
Cada día que pasa adquiere más dimensión la denuncia inteligente de la periodista canadiense Noami Klein que en su libro “La doctrina del Shock” demuestra que el gran negocio del capitalismo salvaje y sus corifeos es la producción y utilización carroñera de los más grandes desastres.
Es urgente aprender a nadar contracorriente. La ciudad y el país requieren del valor, de la inteligencia y la capacidad de una ciudadanía capaz de asumir las responsabilidades que exige luchar contra los gestores del desastre.
6 respuestas a «El viejo truco…»
Son los mismos cafres, pero de diferentes disfraces, también caerán
Gracias por leer Ovidio. No lo dudo. ¡También caerán!
Y esa trama es tan intrincada que llega el momento en que no sabemos por dónde empezar…
Gracias Luz por leer. Creo que ese es el reto…saber por dónde empezar…
Acá no hay angelitos, solamente demonios. Por un lado los “truhanes” del lado de Gilinski-Semana-Gaviria-Quintero-Luis Pérez pero del otro, e igual de perversos El GEA-Sergio Fajardo-Alvaro Uribe-El Colombiano-Conconcreto-Comfama-Proantioquia-Manuel Santiago Mejía. Todos hampones, avivatos, oportunistas cual aves de rapiña, y porqué no? altamente corruptos, cooptando y capturando lo público para beneficio personal. No me da miedo decir quien soy. Igual ya me tienen entre ojos por mis posiciones y trinos.
Gracias por leer Juan Camilo. Pienso que nadie puede afirmar que haya un lado de los “buenos” que sea inmaculado e intocable y un lado de los “malos” a los que sí se puede fustigar. El universo de la corrupción es largo y es ancho.