Así, “ toda su razón instrumental, todo su desarrollo capitalista, occidental y judeocristiano” se ha unido de manera férrea “no para generar una comunidad próspera para todas las personas que habitan su territorio, sino para, en nombre de un sueño trasnochado de Ilustración revestido de choque civilizatorio, poner sus capacidades al servicio de la dominación y la inviabilidad de la vida de los palestinos”.
Por Alberto Morales Gutiérrez
En el mes de noviembre de este año se cumplirán 80 años del inicio del juicio de Núremberg. Dentro de los múltiples textos y análisis que se han hecho alrededor de este tema, el libro del psiquiatra Joel E. Dimsdale “Anatomía de la Maldad” publicado en 2016, recoge una amplia documentación sobre cuatro líderes nazis en particular, “los cuatro del apocalipsis”: Robert Ley, Julius Streicher, Rudolf Hess y Hermann Göring. El enfoque clínico del estudio permite concluir que es inmensa la variedad que tienen los rostros de la maldad.
Este texto escrito en perspectiva y a tanta distancia de los hechos que protagonizaron los criminales nazis, permite reflexionar sobre el pueblo judío de hoy y la execrable campaña de exterminio liderada por Benjamín Netanyahu en contra del pueblo palestino.
Hay un primer contraste a destacar: mientras el régimen de Hitler buscó por todos los medios ocultar la dimensión de su estrategia de “solución final” contra los judíos, argumentando que lo suyo era una gran campaña de “reasentamiento” de esa población, Netanyahu pareciera disfrutar con todo lo que está haciendo y lo exhibe sin pudores a la manera de un parte diario de victorias en el que las cifras de muertes se asemejan a preseas.
Las noticias son cada vez más espeluznantes: francotiradores que selectivamente disparan y asesinan a personal médico mientras atiende a los heridos en las calles; agresiones y disparos selectivos contra comisiones extranjeras de ayuda humanitaria; funcionarios de las Naciones Unidas debidamente identificados que son agredidos e incluso asesinados; una enfermiza concentración en hacer daño a niños, bebés y madres lactantes; diseño maligno de estrategias dirigidas a impactar a la población civil con el hambre y la sed provocadas. ¡El delirio de la perversidad ejercida con premeditación y desvergüenza!
El pasado 19 de marzo los medios internacionales destacaron las movilizaciones protagonizadas en Jerusalén por miles de personas que protestaban contra Netanyahu, “acusándolo de una deriva antidemocrática y de continuar la guerra contra Hamás, sin considerar a los rehenes cautivos en Gaza”.
Aunque es no solo comprensible sino lícito que las familias se movilicen pidiendo que se proteja a los rehenes judíos; la explicación en esa perspectiva pareciera reflejar una total insensibilidad sobre los excesos y la barbarie de la ofensiva del gobierno de Netanyahu en Gaza. Pero había más protagonistas: grupos que protestaban contra la decisión de destituir a Ronen Bar, el jefe del servicio de inteligencia interior y seguridad, pasando por miembros y activistas del Movimiento por un Gobierno de Calidad en Israel, que se ha destacado en su lucha por limitar el poder del Tribunal Supremo; hasta miembros del autodenominado Escudo Defensivo que representa a exmiembros de defensa y seguridad.
Los gritos y consignas de la multitud reflejaban esa participación variopinta: “¡tú eres el jefe, tú tienes la culpa!”, “¡tienes sangre en las manos!”, “¡que Estados Unidos salve a Israel de Netanyahu!”.
Las entrevistas a los manifestantes dejaron ver que la guerra en la que está comprometido el primer ministro israelí busca no solo acallar las críticas en su contra sino concentrar el poder en manos de su gobierno. Es evidente un consenso en el sentido de percibir a Netanyahu como “un peligro para la democracia en ese país”.
Sus últimos movimientos configuran la típica patología del dictador. Inició un procedimiento “legal” contra la fiscal general Gali Baharav-Miara quien expresó reservas sobre los desafueros de su política, y acusó de ineficiencia a Ronen Bar, su referido jefe de seguridad. Quiere estar rodeado solo de gente servil e incondicional.
El hecho de que la opinión pública mundial ve el genocidio de Gaza como una brutal agresión judía, depara hacia ese pueblo una estigmatización inevitable, una sed de venganza incontrolable y un previsible sinfín de sufrimientos y agresiones. El daño hecho por Netanyahu a su propio pueblo es inevitable e incontrovertible y no será matizado ni por el logro de sus objetivos, ni por su derrota.
Es, en esta perspectiva, que leer al muy judío pensador y activista Ariel Feldman, resulta francamente refrescante. Su lucidez sobre el asunto es decididamente esclarecedora.
Se trata de un filósofo y cineasta de tan solo 45 años, que nació en un kibutz en Israel y emigró a Argentina con sus padres, siendo muy niño. Estudioso, analítico, reflexivo; ha construido un ejercicio de pensamiento crítico e ilustrado que va contracorriente, pero que no solo genera dudas poderosas, sino que construye nuevos axiomas alrededor de la cuestión judía.
Habla del imperativo de disputarle a Israel la prerrogativa de hablar en nombre de lo judío y habla de la deformación y “traición del judaísmo llevada adelante por el Estado de Israel, que dice representarlo”.
Este párrafo en particular entrega la dimensión de sus análisis: “Es central subrayar que lo judío como causa de la especial significación de la masacre que estamos viviendo en Gaza, nada tiene que ver con el antisemitismo, como intenta establecer la propaganda israelí y sectores de la comunidad judía en la diáspora…la destrucción de la vida en Gaza va a contramano del significado mismo de ser judío”.
La tesis de Ariel Feldman es disruptiva y escandalosamente inteligente: Israel como Estado, es una deformación del judaísmo instrumentada por los triunfadores de la segunda guerra mundial.
Sostiene que Israel fue fundado por ciudadanos europeos que querían declararse libres de culpa e “incontaminados de la mancha oprobiosa del Holocausto”. Con la creación de ese Estado, pretendieron liberarse del estigma imborrable de Auschwitz, cuya presencia aniquiló el significado de la Ilustración. Fueron los vencedores quienes, a la manera de los antiguos cruzados, instauraron “una democracia a la europea en tierra santa, el desarrollo tecnológico, el riego por goteo, la tecnología militar, la industria del software, el milagro económico del Medio oriente. Lo hicieron primero como tragedia y luego como farsa”.
Se trata pues de un contubernio del Estado de Israel con las potencias occidentales y la industria armamentista, en una conspiración neoliberal. Así, “ toda su razón instrumental, todo su desarrollo capitalista, occidental y judeocristiano” se ha unido de manera férrea “no para generar una comunidad próspera para todas las personas que habitan su territorio, sino para, en nombre de un sueño trasnochado de Ilustración revestido de choque civilizatorio, poner sus capacidades al servicio de la dominación y la inviabilidad de la vida de los palestinos”.
Siempre es bueno encontrar otras miradas.
6 respuestas a «La monstruosidad depredadora de Netanyahu, es también contra el pueblo judío.»
Felicitaciones Alberto, su hallazgo de las propuestas de Feldman nos guian de forma correcta en el camino para entender todo este genocidio desde sus raices. Es el producto de una idea perversa que desde la torre de babilonia hasta el tercer Reich y finalmente hoy con la pretension de reinstaurar el reino de Israel anima a las almas mas perversas con el espejismo religioso.
Hola Eduardo. Encontrar a Feldman fue, para mí, gratificante. Su mirada me reconcilió con la vida. Gracias por tu comentario y participación.
Totalmente de acuerdo con lo expresado en este brillante escrito.
Muchas gracias Edgar.
La historia está más que contada y comentada; muy buen aporte. Pero será entonces que las democracias del mundo, no quieren y no están interesadas, en acabar con ese régimen genocida igual o peor al que Hitler quiso instaurar.
Al pueblo judío y su religión no se le puede indilgar ninguna responsabilidad por las acciones de un gobierno dirigido por un psicópata que quiere seguir en el poder.
Aunque usted no lo pida o mencione directamente, creo que entre líneas hay un clamor para ponerle fin a esa barbarie.
Hola Jose. Agradezco mucho tu lectura y tu comentario. A no dudarlo, Netanyahu es un psicópata como dices. Debí ser más explícito, pero desde luego que esta denuncia está orientada a clamar por el fin a esta barbarie. Abrazo