Categorías
Al Alberto

La pandilla insaciable…

Bastaba con que, por ejemplo, doña Juliana Márquez la madre del primer mandatario, arguyera que necesitaba una mansión que operara como sede de una fundación a la que ella le tenía mucho afecto, para que el sueño se hiciera realidad.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Con una resignación que refleja el tamaño colosal de su decadencia ética, es común escuchar a personas que toman decisiones electorales o de cualquiera índole, con el muy vergonzoso argumento de que la alternativa escogida es aquella “que roba menos”.

Hay otros que hacen cuentas y afirman que la corrupción a gran escala, esa que sacude los titulares de prensa y compromete a gobernantes, funcionarios, empresarios y políticos, es una bicoca al lado de las cifras que se acumulan en la pequeña corrupción cotidiana, que “se comete en céntimos y billetes de baja denominación” segundo a segundo, “una y otra vez, decenas de miles de veces”.

Es una argumentación maliciosa que se hace con la intención de hacernos ver a una corrupción menos grave que la otra, como queriéndonos persuadir de que no nos preocupemos, que “todo el mundo lo hace”, que eso fue “lo que nos tocó”.

Tratándose de un fenómeno global, la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, desarrolló un instrumento que entró en vigencia el 14 de diciembre de 2005 y cuyo objetivo era “brindar un marco jurídico mundial para combatirla”. Todo se convirtió en una charada cuando empezaron a estallar los escándalos de corrupción dentro de esa organización. Recuerde usted, para no citar sino un ejemplo, el muy sonado caso de John Ashe, expresidente de la Asamblea General de la ONU, que fue detenido en New York luego de comprobársele que había recibido cerca de un millón de dólares en sobornos de los chinos.

Lo de Colombia es patético. Mire nada más el reciente escándalo de la SAE que salpica hasta a la mamá del señor Duque, la señora Juliana Márquez.

Ocurre que, en el año 2014, la Dirección Nacional de Estupefacientes que estaba encargada, entre otras cosas, de administrar los bienes que fueran incautados a los narcotraficantes, se convirtió en un nido de corrupción de proporciones tan grotescas que hubo que liquidarla y entonces, para “solucionar el problema”, se creó apresuradamente la Sociedad de Activos Especiales SAE.

Así, 76.000 bienes incautados a los narcotraficantes y en extinción de dominio, pasaron de la DNE a la SAE y el festín tuvo, sin ningún tropiezo, solución de continuidad. No pasó nada. Políticos y funcionarios disponían de ellos a su antojo. Bastaba con que, por ejemplo, doña Juliana Márquez la madre del primer mandatario, arguyera que necesitaba una mansión que operara como sede de una fundación a la que ella le tenía mucho afecto, para que el sueño se hiciera realidad.

Fincas, apartamentos, casas, vehículos de alta gama, lo que usted quiera, era feriado o regalado a manos llenas y en total impunidad. Hay dentro de los “beneficiarios”, familiares y personas muy cercanas a quienes dirigen los organismos de control y es por ello que nunca prospera una denuncia, jamás se concluye una investigación, o alguna vez pasa algo.

La pandilla de la corrupción está férreamente unida, opera con espíritu de cuerpo y no está sesgada por ideología partidaria alguna. Ahí confluyen en santa paz: liberales, conservadores, los buenos muchachos del Centro Democrático, los del Partido de la U y, de manera tímida en sus primeros pasos y desaforadamente cuando lo entienden todo, múltiples cuadros de nuevos partidos, saltimbanquis electoreros, políticos alternativos, rebeldes con causa, en fin.

Es una pandilla insaciable. Cada día quiere más, necesita más, está urgida de más y más y más. Las cifras rebasan todos los límites y crecen a niveles que ya a nadie preocupan o sorprenden.

El escándalo de esta semana se dio por cuenta de la denuncia hecha por Noticias UNO, en el sentido de que faltando menos de dos meses para que terminara el segundo mandato del señor Uribe, se creó en Suiza un banco: el Ecopetrol Capital AG, que terminó siendo una extraña operación para financiar a Reficar y activar uno que otro entuerto.

El 5 de enero del año 2011 la prensa nacional registró la noticia. Se explicó que se trataba de un ejercicio que “va en la línea de la estrategia de expansión e internacionalización de la compañía”, que todas las acciones son de Ecopetrol y que operará como su entidad financiera en el exterior.

Acostumbrados como están nuestros medios a publicar los comunicados de prensa que les entregan desde el poder, nadie hizo preguntas, ni siquiera cuando el comunicado expresó que el patrimonio inicial del banco en referencia era de 100.000 francos suizos. Una suma que, desde luego, no se compadecía con sus intenciones. No, nadie hizo preguntas.

Lo objetivo es que, con recursos de Ecopetrol, el banco terminó desembolsando US 4.184 millones a Reficar, que, tan solo cinco años después de creado el Capital AG, protagonizó un escándalo de proporciones épicas: “retrabajos, reprocesos, sobrantes excesivos en inventario, gastos no asociados a la construcción…” un entramado de corrupción que se llamó en su momento “el escándalo económico del siglo”.

No hay consensos sobre la cifra total esquilmada por la pandilla de los corruptos en esta operación. Hay quienes hablan de casi cinco mil millones de dólares que, a precios de hoy sería algo así como ¡24 billones de pesos!

El gran Rabelais publicó en el siglo XVI una serie de cinco novelas repletas de humor, excesos, vulgaridades, exageraciones y genialidades, que giran en torno a Gargantúa y su hijo Pantagruel, dos gigantes que le permiten a este monje y médico rebelde, diseccionar la sociedad del medioevo.

La voracidad de Pantagruel es legendaria. “Durante su infancia, se le describe como un bebé un poco hosco, que al igual que su padre tenía que tomar toneladas de leche con una ligera diferencia, ¡Pantagruel casi devora a una vaca viva! Su apetito era monumental, teniendo que amarrarlo con cadenas en la cuna

Es desde esta historia que se construye la palabra pantagruélico, que define la comida en exceso. Parafraseando, podría decirse que la corrupción en Colombia es de una voracidad pantagruélica.

Es por ello tan difícil de asimilar que en un país como el nuestro, el cambio se pueda construir a partir de alianzas con personajes tan representativos de la corrupción nacional, sin importar sus cargos y sus orígenes. Rabelais que era tan certero, parecía adivinarlo: “yo creo que muchos que son hoy emperadores, reyes, duques, príncipes y papas en la tierra, descienden de traperos y gañanes”. De truhanes como Panurgo, que fue tan amigo del gigante Pantagruel…

Compartir

10 respuestas a «La pandilla insaciable…»

Excelente denuncia, pero debe llegar al final y los culpables, reciban su escarnio, de todas maneras pienso qué la justicia divina, en su momento llegará.
Gracias Alberto

Muy buen articulo…ningun politico opinaria de el… dan asco…son los sujetos que mas daño le han hecho al pais….gas

De acuerdo con tu conclusión. Y si no se actúa rápido( ya lo saben) más tarde será casi imposible. La madrina y su bebé pantagruélico no solo pueden ser juzgados por la historia, que es tan complaciente , sino por los hombres. Pero hay que salir primero de muchas ratas. Tal vez haga falta un Hamelin. Gracias AlAlberto.

Gracias por leer, Luis Ovidio. Pienso, en consecuencia con la reflexión de trabajar por la ética, que la sanción social puede ser la antesala de la sanción legal.

Excelente columna Alberto, solo creo que sobra la alusión a la señora madre del saliente mandatario todo está muy claro, no es necesario nombrar a alguien, en ese caso no habría espacio para nombrarlos a todos. Me parece que falta concluir con correctivos o por lo menos insinuar que sería lo correcto.

Gracias Willian, por leer. Es muy grave todo lo que está ocurriendo. Creo que tenemos la responsabilidad de trabajar de manera incansable por la causa de la ética.

Los comentarios están cerrados.