Óscar Iván asistió con su hijo el pasado lunes 10 de julio a la imputación de cargos. No causa sorpresa que los dos se hayan declarado inocentes. Óscar Iván no tiene en su rostro el más mínimo rictus de culpa. Es más, llegó remodelado y con pelo abundante. Está tranquilo, el cura del OPUS le ha dado permiso de ganarse el cielo.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Lo de Odebrecht es un caso aterrador, sin lugar a dudas. Ya está probado que muchos gobiernos en América Latina fueron cooptados para ponerse a su servicio y, decididamente, el de Colombia no fue la excepción. Es larga y ancha la lista de notables de nuestro país que se encuentran enredados en esta trama.
Debe destacarse que el reciente escándalo de Óscar Iván Zuluaga y su hijo, ofrece múltiples temas para la reflexión: matices como la ética, las prácticas electorales, la corrupción; los precios diversos de los personajes que participan en las componendas, las coimas, las comisiones, las intermediaciones, en fin. Pero hay uno en particular, que llama la atención: la manera como operan las creencias religiosas para legitimar hechos que son abominables a todas luces.
Esa conversación del excandidato presidencial con el perverso Arizabaleta, que se hizo pública y todos pudimos escuchar, permite esclarecer de manera nítida el abordaje del problema que hace un sacerdote del OPUS DEI quien es, al parecer, el confesor de Zuluaga.
Oír la conversación opera como una especie de espectáculo de desnudez obscena en el que se exhibe, sin pudor, lo más oculto y vergonzoso: Primero expone el pecado. “Le conté la verdad de las cosas. Le dije: padre, yo lo sabía, esto ocurrió así”. Y, segundo, para que el “padre” no tenga dudas, le acota con toda precisión, su expectativa: “yo quiero que me diga qué debo hacer, desde la luz, yo soy un hombre de fe, católico”
Óscar Iván estaba aprovechando las bondades del sacramento de la confesión, pues han de saber ustedes, señoras y señores, que “el sacramento de la penitencia, o confesión, es un encuentro que permite a Dios derramar su misericordia en el corazón arrepentido. Se trata, por lo tanto, de la medicina más profunda, más completa, más necesaria para todo ser humano que ha sido herido por la desgracia del pecado” (Catholic.net) Sí, Óscar Iván, que se sentía atrapado y en poder del mal, se dirigió hacia el sacerdote del OPUS DEI con el corazón arrepentido y recibió la medicina del perdón. Recibió más. El acucioso confesor lo convocó a protegerse de “la maldad de los demás” (como todo el mundo sabe, la maldad anida en el corazón perverso de los otros, porque gracias a Dios, “los buenos somos más”) y le entregó un argumento incontrovertible: “a usted nada lo obliga a no protegerse y proteger a su familia”.
La felicidad de Óscar Iván tiene sustento en el catecismo católico que el OPUS DEI difunde entre sus miembros. En él se lee que “por la absolución sacramental del sacerdote, que actúa en nombre de Cristo, Dios concede al penitente el perdón y la paz. El penitente recupera la gracia por la que vive como hijo de Dios y puede llegar al cielo, la felicidad eterna”.
Óscar Iván aceptó sin ambages la orientación que, no solo le pareció consecuente con sus deseos y con su visión de “hombre de fe, católico”, sino que se trataba de una palabra iluminada por “la luz”. El “padre” fue mucho más lejos. Le dijo que “usted no tiene por qué inmolarse” y lo nutrió con un concepto poderoso y definitivo que, además, “está en la fe”. Le dijo que se amparara en el principio de “la restricción mental”.
¡Un bribón, el curita!
Hacía referencia a un documento elaborado por San Raimundo de Peñafort en el siglo XIII en donde se convocaba a “no hablar en contra de su conciencia” y sustentaba, con graciosa inteligencia, la importancia de los “equívocos y las anfibologías”, esto es, utilizar palabras con un doble sentido que lleven a interpretaciones diferentes. Así, si la causa lo amerita y, todos saben que para los implicados, la causa de Odebrecht es la mejor de las causas, este artilugio es permitido.
Fue tan persuasivo, que Óscar Iván no dudó en decirle a Arizabaleta que el curita “me dijo algo sabio, y por eso quería que usted hablara con él“. Nadie sabe si el soplón habló con el personaje. No pareciera, ya que su estrategia fue distinta y llenó de barro al excandidato presidencial.
Olvidó el confesor un texto escrito por el mismo “san José Maria” (debe enterarse usted que todos en el OPUS DEI son santos) en donde hace referencia a lo que significa la satisfacción o la penitencia: “si los pecados causan daño al prójimo, es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto”. Pero bueno, todos sabemos también que la Iglesia es experta en esto de las letras muertas.
Una Iglesia que se ha nutrido de personajes siniestros como Cirilo o sádicos como Torquemada, no es buena consejera. No lo son sus ejemplos de corrupción, pederastía, abusos, complicidades siniestras, guerras santas, asesinatos selectivos.
Mire nada más el perfil de los buenos muchachos que acrecientan los prontuarios de los grandes males nacionales. Todos son católicos, cristianos practicantes, gentes de bien.
Óscar Iván asistió con su hijo el pasado lunes 10 de julio a la imputación de cargos. No causa sorpresa que los dos se hayan declarado inocentes. Óscar Iván no tiene en su rostro el más mínimo rictus de culpa. Es más, llegó remodelado y con pelo abundante. Está tranquilo, el cura del OPUS le ha dado permiso de ganarse el cielo y disfrutar de la felicidad eterna.
Ningún jerarca de la Iglesia, hasta hoy, se ha pronunciado sobre los argumentos del consejero del OPUS DEI. Es muy probable que no haya pronunciamiento alguno.
Es el signo de estos tiempos en los que, al decir de Michel Onfray, se ha expulsado y conjurado la reflexión, el análisis, el comentario, el enfoque del hecho con sus causas, sus razones, su genealogía. Este tiempo que es enemigo de la inteligencia y amigo de la pasión, de las percepciones inmediatas. Un tiempo en el que ningún pensamiento es posible, pues pensar exige tener tiempo para exponer un razonamiento, “pero resulta que el tiempo mediático es dinero que no se puede entregar a la reflexión”. Es, tal vez por eso, que Óscar Iván, su hijo, sus secuaces, sus amigos, prefieren pecar con regularidad, casi permanentemente, pero atentos a que, si son descubiertos los hechos, los cojan confesados.
18 respuestas a «La parábola de Óscar Iván: pecar con permiso.»
El ego mas peligroso es el espiritual. Porq le da permiso al individuo para c
hacer una cantidad de actis abominables, justificados en que los puede hacer porque es escogido por fios y diferente al comun. Hecho que hace que su doble moral los lleve a justificar todo.
Gracias Clara, por leer. Si, de eso se trata, de institucionalizar la doble moral.
Mientras más mamasantas, chupamedias y religiosos, más bandidos. Así es Colombia, Antioquia, El Valle. Los sicarios pidiéndole a María Auxiliadora puntería y éxito .
Gracias Rodolfo, por leer. Delinquen pegados de todos los santos.
Excelente. Ahí están pintadosel caresanturron con implante y su vástago. Si no fuera por la bribonada….de cojerlo in fraganti…..no se hubieran ni arrepentido…..
Gracias por leer, Juan. son caresanturrones, son “sepulcros blanqueados”
Cómo es de bueno hacer leña del árbol caído.
Gracias por leer Eduardo. Tal vez estoy equivocado, pero ¿debo asumir que tú crees en la inocencia de Óscar Iván no obstante su confesión pública?
Así es. Es el fracaso más estruendoso de este Señor que pretendió pasar como el rayo de sol sin romperse ni mancharse. Que horror.
Gracias Guillermo por leer. Tienes razón. Había que oír como se “enfurecía” en las entrevistas cuando le trataban el tema. Se sentía insultado con la sola pregunta porque él era “probo”…
Es casi un surrealismo mágico el hecho de que Zuluaga, con todo el arsenal de pruebas en su contra, se declare inocente y que además su asesor espiritual le fortalezca el cinismo para emprender una pelea con abogados en fiscalia amiga tratando de limpiar su nombre.
Es la oscura transparencia, el celofán opaco. El colmo del delito.
US 1.600.000 es buena plata para sembrar pelo y tranquilizar carceleros.
Gracias por el envío.
Hola Juan, gracias por tu lectura. Haces referencia a otra verdad incontrovertible. Zuluaga está en manos de una fiscalía amiga
no es solo Oscar Ivan, son muchos los politicos de este pais que pecan con permiso reinciden con permiso y son exculpados porque obraron de buena fe
el problema en colombia es educacion politicos sin valores y electores igual e manera que es un pais hecho para los picaros con el respaldo de las leyes y el pueblo
Tienes razón Jesus. Oscar Iván es solo la punta del iceberg. Muchas gracias por leer.
En la política especialmente no existe la ética, la moral ni las buenas costumbres. Son pactos con el diablo.
No hay moralistas arrepentidos
Cuando son delatados buscan los demonios del derecho para justificar sus faltas. Al no aceptar cargos, no hay arrepentimiento ni personal ni con la sociedad.
Café retro satanás!
Gracias por tu lectura Carlos Arturo. Tienes razón, hablan de fe, hablan de ángeles y sus pactos son con el diablo.
Que tristeza Los Colombianos somos así, porque como no hay justicia que corte de plano esas actuaciones, es claro que todos queremos llegar a donde queremos sin quien nos ataje y rapidito.
Gracias por leer, Jaime. Si, es el ansia por alcanzar el “éxito”, sin importar el camino.