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La perfección divina.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Alimentar la idea del funcionamiento impecable, de la ciencia exacta, del dechado de virtudes, de la máquina perfecta, del camino recto, del control total; ha causado estragos en la historia de la humanidad y ha alimentado una especie de imbecilidad colectiva incontrolable. Se trata de una idea que aborrece el pensamiento crítico, que no admite la falla, que estigmatiza la equivocación. Quienes tienen esta visión, pregonan que pensar por fuera de la perfección del mundo es una insubordinación inadmisible.

Son aquellos fanáticos incapaces de apreciar matices, tonalidades, contrastes. Para ellos el mundo físico y el mundo mental no se puede asumir sino en blanco y negro. Solo aceptan verdades incontrovertibles.

Ellos creen, defienden, pregonan, que su religión es perfecta, su partido político es perfecto, sus dirigentes religiosos son perfectos, también son perfectos sus dirigentes políticos. Sus gustos son perfectos, lo que leen es perfecto, lo que aman es perfecto, su sociedad es perfecta.

Están atrapados en sus creencias.

En 1550 – narra Michel Onfray – Carlos V, el soberano español, convocó un encuentro de sabios en el Colegio de San Gregorio en Valladolid, para que participaran y decidieran sobre un debate que enfrentaba dos tesis evangélicas: de un lado, la que exponía Bartolomé de las Casas (muy conocido por estos lados) y del otro lado, la de un tal Juan Ginés de Sepúlveda, muy encumbrado él, que argüía una tesis contraria.

Se trataba de solucionar dos interrogantes de gran significación para el monarca, para el cristianismo y para la época. El primero, del orden teológico: ¿Cómo puede predicarse la fe en el Nuevo Mundo recién descubierto? El segundo, del orden político: ¿Cómo someter a los habitantes de esas comarcas al poder de Carlos V?

Juan Ginés de Sepúlveda era contundente con una fórmula que consideraba de fácil ejecución: “someter a los infieles por la fuerza, recurrir a la guerra y convertirlos luego, con los medios que fueran necesarios”. Fray Bartolomé de las Casas exponía lo contrario: “abordar pacíficamente a mujeres y hombres, que luego podrían acercarse al catolicismo con total confianza”

El cristianismo, que es profundamente adaptativo, no ofrecía allí una disyuntiva insalvable, puesto que Ginés de Sepúlveda quería “someter mediante la espada de San Pablo” y de las Casas “evangelizar con las palabras de Jesús”.

El fraile, que después de muerto ingresó triunfante al santoral de la Iglesia, describía a los indios como “personas sencillas y dulces”, buenas, generosas, “pacíficas y obedientes”, humildes y pacientes, desconocedoras de todo lo perverso que caracteriza a los occidentales: la duplicidad, la maldad, la disputa, el rencor, el odio, la venganza, la ambición. Por el contrario, los españoles se comportaban como los lobos con los corderos: los despedazaban, los afligían, los atormentaban, los mataban.

Son miradas de las que se pueden extraer conclusiones.

Mire usted que existe documentación histórica en donde se aprende que, por ejemplo, los tupinambás y los tabajaras, dos etnias brasileras enemigas, vivieron desde mucho antes de la conquista, una guerra atroz que se prolongó hasta su extinción. También los indios, recién descubiertos, masacraron a las avanzadas que dejó Colón a su regreso a España, luego del primer viaje. Exactamente 30 años antes de ese encuentro de sabios en Valladolid, en el 1520, una feroz embestida de los mexica, arrasó a las tropas de Hernán Cortés y sus aliados indígenas, los tlaxcaltecas, en lo que pasó a la historia como “La Noche Triste”.

No, las cerbatanas, los arcos y las flechas, no eran armas inocentes concebidas solo para procurarse el sustento. Idealizar no conduce a la realidad. Los crímenes de los soldados de este mundo, de todos los soldados de este mundo, no excluyen razas, culturas, causas, motivaciones.

Ese “buen salvaje” del que hablaba Rousseau termina siendo una entelequia, como es una entelequia asumir que nuestros héroes de la La Enciclopedia de Diderot, eran pensadores impecables y seres humanos perfectos. No. Diderot definió a Rouseau en los términos de  “monstruo” y el muy brillante historiador Philip Blom lo describe como un hombre enfermo, repleto de complejos, prevenciones y envidias. Voltaire que ha sido definido como “la figura paterna” de la revolución francesa era visto por Diderot como un hombre que “jugaba su propio juego,  y utilizaba e incluso sacrificaba a sus amigos para acrecentar su reputación”. Desde luego, las debilidades de todos ellos, no reducen sus grandezas.

Nassim Nicholas Taleb, profesor de la Universidad de Massachusetts ha dedicado su vida al estudio de la incertidumbre. Hoy, ya no hay duda: el universo es caótico. La historia y la vida nos demuestran a diario que cualquier cosa puede suceder. Así, el conocimiento derivado de los datos, la teoría de la causalidad, la búsqueda de patrones para definir el futuro, la fe en el carácter impecable e implacable del algoritmo, todo esa “perfección” tambalea frente al poder demoledor de la incertidumbre.

Cuando Einstein, declaró solemnemente que “Dios no juega a los dados” para sustentar la perfección del universo y de las leyes de la física mecánica, no contaba con lo que, muchos años después, confirmaría el Gran Colisionador de Hadrones, esa máquina prodigiosa que reafirmó y demostró la existencia del bosón de Higgins y desencadenó la validez de los postulados de la mecánica cuántica. La teoría del caos lo revolucionó todo.

Hoy, los conceptos del tiempo, la distancia, la realidad, el pensamiento, empiezan a sufrir drásticos replanteamientos y emergen conceptos escalofriantes que reconfiguran el universo de lo posible.

No, no hay dirigentes infalibles, no hay vidas inobjetables, no hay sabidurías perfectas, no hay ideas intocables. Y esa, señoras y señores, ¡es la mejor noticia que podemos escuchar!

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18 respuestas a «La perfección divina.»

Afortunadamente ya estamos terminando esta edad oscura del pensamiento.
Si se lee con detenimiento la historia de A Einstein podemos descubrir que al final de su vida estaba muy arrepentido de aquella postura inicial e intentó demostrar su inmensa falla…pero sus amigos y quienes le rodeaban no se lo permitieron porque ellos ya estaban disfrutando del poder y la gloria que dispensaba el aparato del poder autoritario de los vencedores de la guerra.
Si, de esa gloria efímera que trae matar al otro e imponer lo que creemos.
Tu ultimo párrafo es magnífico.

Alabo tu optimismo Alberto, pero la mejor noticia palidece ante tantos bolsones que, con boson de Higgins de por medio, inmortalizan la ignorancia y perpetúan el oscurantismo.

Juan Raúl, hola. Muchas gracia as por leer y comentar. Claro que no es fácil combatir el sectarismo. Abrazo

en este ultimo parrafo esta la mejor leccion a tanto politico de marras, a directivos onnipotentes y personas duelas de la verdad absoluta
cuanto cambiaria el mundo aplicabdo estas ultimas letras de tan bello y profunda columna
“No, no hay dirigentes infalibles, no hay vidas inobjetables, no hay sabidurías perfectas, no hay ideas intocables. Y esa, señoras y señores, ¡es la mejor noticia que podemos escuchar!”

Hola Jesús, muchas gracias por tu comentario y por leer. Me alegra mucho que te guste la mejor noticia. Abrazo.

Muy bueno su artículo
Creo que el antepenúltimo párrafo le quedó un poco cojo, gramaticalmente hablando

Muchas gracias por leer y comentar, Albeiro. Si me explicas en qué consiste la cojera del párrafo, aprenderé.

Definitivamente me gusta leerlo! Ojalá esa buena noticia, nos ayude a apaciguar sentimientos para lograr la convivencia…

Hola Helena. Muchas gracias por tu comentario. Creo que entender que no existen ni tenemos verdades absolutas, genera un espacio de respeto por la diferencia que se convierte en la mejor manera de empezar a convivir. Tienes razón.

Gracias Alberto Morales por darnos buenas noticias.

Excelente columna la de hoy, muy didáctica e ilustrativa.

Carlos, es muy grato verte por aquí. Muchas gracias por tu lectura y tu comentario. Abrazo

La teoría del caos, el principio de incertidumbre, son posturas teóricas cuando los fenómenos son inexplicables: “acción fantasmal a distancia” como decía Einstein.
Creo que los seres humanos estamos arañando apenas los bordes de lo inconocible. Falta mucho camino por recorrer en el campo de la física de partículas. La IA, cuando se perfeccione con el uso de las redes neuronales con la aplicación de la mecánica cuática, nos dará un impulso inmenso, si es que aún sobrevivimos.

Gracias por tu lectura Antonio. Es cierto, apenas estamos arañando los bordes de lo inconocible.

Esta bien claro que la verdad es una virgen juguetona como decía el de la boina. Pero también es cierto que esa verdad está formada por pequeñas verdades prácticas tal vez enmarcadas en un positivismo pragmático. Ej para el ingeniero 1+1 debe ser 2, para el médico mejor que a veces sea 3.
En términos sociopolítios y dependiendo de un conocimiento previo, la verdad se debe aplicar sin ambages y sobreseguro en planos muy bien definidos, y es ahí, precisamente, donde necesitamos de un líder en quien confiar para lograr un objetivo teniendo como punto básico el bienestar de los desposeídos. Suena cursi, pero si no es así, entonces ¿para qué si a muchos ya nos sobran las tortas y los postres? Siempre debe existir un líder que, si bien falible, lidere con espíritu social una dinámica.
No se trata de adorar ídolos, ni mucho menos. Sólo saber quien es el más competente.

Paradógicamente, la raza humana, los seres o animales mas “evolucionados”, mejor dotados de “inteligencia” y razón, somos los mas violentos con nuestros congéneres, adversos con nuestra Casa o hábitat natural y base de la vida.
Ahí si que es dificil comprender el buen curso cosmico de este planeta como el resultado máximo de la “creación”

Hola Hosé Fernando. Muy bueno verte por aquí. Muchas gracias por leer y comentar. Abrazo

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