La pasión por encontrar acciones y cifras que permitan a los titulares de la noticia operar en la lógica del marco conceptual, da paso a jugadas perversas tales como las de ofrecer rebajas entre el 4% y el 8% en las tarifas de los servicios públicos, cuando ya se han trepado en porcentajes que fluctúan entre el 15% y el 40%.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Es sorprendente la denominación que el gobierno de Petro le ha dado a su acto legislativo por el cual se reforma la Constitución y que “busca una mejor representación ciudadana, una mejor calidad de la democracia” y bla, bla, bla. La llama “reforma política anticorrupción” y el ministro Alfonso Prada la sustenta sin despeinarse. Se trata de un engendro que contiene, entre otras variables por lo menos sospechosas, la de obligar a los partidos a “presentar listas cerradas”.
Fue precisamente esta argucia del Pacto Histórico la que permitió ubicar en puestos de privilegio dentro de sus listas a candidatos decididamente repudiables y que representaban los intereses de los “acuerdos” con los partidos tradicionales. Llegaron allá revueltos con nombres de personas que tenían historias y recorridos francamente diferentes.
Pero hay una explicación que “justifica” ese nombre artificioso del acto legislativo en cuestión.
El lingüista y consultor político George Lakoff ha realizado un gran trabajo académico desde la Universidad de Berkeley, y se ha ganado una posición de respeto a partir de sus análisis del discurso político. Es célebre su texto “No pienses en un elefante”, aunque ha escrito otros de singular importancia, como “Metáforas de la vida cotidiana”, por ejemplo.
Lakoff, a partir de su teoría sobre los “marcos conceptuales” demuestra cómo la derecha norteamericana, a fuerza de repetir frases que evocan a sus marcos, logra insertar como lenguaje cotidiano las denominaciones a sus proyectos estratégicos. Habla por ejemplo de cómo la reforma tributaria de Bush que fue particularmente violenta para la gran mayoría del pueblo norteamericano y condescendiente con el gran capital, fue denominada “la ley de alivio fiscal”. Es también famosa la denominación que dio el gobierno del señor Uribe a su escalada de violencia sin límites: “seguridad democrática”.
La explicación de Lakoff es muy didáctica: “cuando a la palabra “fiscal” se le añade “alivio”, el resultado es una metáfora: los impuestos son una desgracia; la persona que los suprime es un héroe, y quienquiera que intente frenarlo es un mal tipo. Esto es un marco».
Ahí tienen pues señoras y señoras la incorporación de anticorrupción a la reforma política, para que tirios y troyanos aplaudan “el cambio”.
Estamos viviendo el jolgorio de las interpretaciones a los más variados entuertos. Mire nada más el milagro de la recuperación del nefasto Alex Flórez y compárelo con las disculpas presentadas por el excongresista estadounidense Anthony Weiner, quien fue puesto en evidencia cuando enviaba por internet fotografías obscenas a una menor: “acepto la plena responsabilidad de mi conducta. Tengo una enfermedad, pero no es una excusa”. Mientras las lágrimas corrían por sus mejillas Weiner admitió ante los medios que mantuvo el intercambio de mensajes y fotografías con la adolescente durante dos meses; una actuación “moralmente errónea”, señaló antes de explicar que está siguiendo un tratamiento “intensivo” para recuperar su salud mental.
La pasión por encontrar acciones y cifras que permitan a los titulares de la noticia operar en la lógica del marco conceptual, da paso a jugadas perversas tales como las de ofrecer rebajas entre el 4% y el 8% en las tarifas de los servicios públicos, cuando ya se han trepado en porcentajes que fluctúan entre el 15% y el 40%. Y entonces las inmensas mayorías piensan que ahora sí arrancó el cambio, aunque las cifras propuestas insulten la inteligencia.
En diciembre pasado, el congresista republicano Thomas Massie del estado de Kentucky, cuya recalcitrante posición de derecha es de dominio público, además de su destacada militancia en la Asociación Nacional del Rifle, (esa poderosa y siniestra organización civil que defiende el derecho a que los ciudadanos estén armados y que en consecuencia, usted pueda disponer de armas para comprar a la vuelta de cada esquina), el congresista republicano – digo – publicó una fotografía escalofriante: seis personas y él se encuentran adelante del árbol de Navidad, todas sonrientes y llenas de esperanza. Cada una de ellas (incluyendo una niña) exhiben armas de gran calibre en sus manos. La fotografía a la manera de una postal familiar, dice: “¡Feliz Navidad! P.D. Santa, trae más munición”. Con toda la dimensión de desafuero ético que subyace en la imagen, debe aceptarse que hay una gran coherencia. Esa familia no oculta quién es.
Menciono esta anécdota por la dimensión del contraste que se aprecia en la fotografía, también pública, en la que la ministra del trabajo que representa el cambio, Gloria Inés Ramírez, quien milita en el Partido Comunista colombiano y hace parte de sus organismos de dirección, se reunió con la OIT (alineada desde luego con la política económica y laboral de los Estados Unidos) para hablar de la reforma laboral. De nuevo el marco conceptual toma forma. Ella dijo al concluir la reunión: “me alegra encontrar que tenemos una coincidencia en la agenda de trabajo. Con desigualdad es imposible que haya vida y queremos que Colombia sea una potencia de la vida. Vemos a la OIT como el mejor acompañante en este proceso”. “¡La incoherencia no tiene nombre!
Bueno, tal vez, antes de posesionarse, la ministra había renunciado a la doctrina comunista.
Pareciera ser que, en los escenarios del cambio, no se le pueden pedir olmo a las peras.
8 respuestas a «La política de los disparates y las incongruencias.»
Detestable ministra como casi todo esa melcocha del gabinete nombrado por el ilegítimo electo.
Gracias Juan por leer. Si, se aprecia melcochuda esta gestión…
De las columnas que te he leído y comentado esta es la más floja y la más pobre en lógica y argumentos. Se siente el esfuerzo para volverle a dar garrote a Alex Flores.
Te pasa como a Jorge Robledo que la rabia lo tiene hasta haciendo las propuestas que no hizo durante 30 años en el Congreso; para oponerse a Petro es hasta capaz de argumentar en favor del diablo.
El nuevo gobierno ha cometido errores pero de los que tu hablas en verdad no valen la pena y ni siquiera son su culpa, pero dejemos ahí…
Gracias John por leer. Me interesa mucho tu opinión.
Prometer rebajas entre el 4 y el 8% no son demagogia, es una posibilidad para aliviar el aumento como consecuencia de una mala gestión anterior en la que el déficit en todos los aspectos de la función de Estado fue desmedido. Implementar correctivos no es una mascarada, es un acción urgente, como urgente sin las medidas político adminstrativas para generar un cambio.
Lo demás es envidia ( Robledo) y terror ante la posibilidad de perder prebendas.
Vaya, si usted se conforma con un descuento del 4 al 8%, quiere decir que usted paga muy poco por electricidad y que pertenece a los estratos 1 ó 2, que es a los que va dirigido éste “alivio”.
Por fin un sesudo y profundo análisis del desgobierno que hoy tenemos que soportar.
Gracias Eduardo, por leer