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Los campeones de la doble moral.

Por Alberto Morales Gutiérrez

La periodista Ana Cristina Restrepo Jiménez escribió el viernes pasado una columna en El Espectador que visibiliza de manera valerosa un secreto a voces de cara al escrutinio de las administraciones actuales de Federico Gutiérrez y de Andrés Rendón: la “complacencia de entidades como Comfama, Proantioquia o la Universidad Eafit” y su alineación de política partidista/ electoral y no de acción ciudadana. Tampoco la veeduría Todos Por Medellín TPM, ni la prensa local, ni el empresariado se han comportado con la misma “vigilancia” desplegada en la administración del deplorable “ciberalcalde” anterior.

El “compromiso social” y la “indignación ciudadana” que se verbalizaba en ese entonces, no fue inspirada, al parecer, en el interés común sino en intereses propios. Era, como sofisticadamente lo define Iñaqui Domínguez, un “postureo ético”, una pose.

Ahora ya se sabe que una cosa es lo que ellos dicen y otra muy distinta es lo que ellos hacen. Toda su “vigilancia” fue un ejercicio de propaganda. El mismo Iñaqui expresa que “la doble moral es una moral de escaparate, utilizada ante la galería para quedar bien con otros”.

Todos creen que haciéndose los bobos o posando de cándidos, lograrán que su vergonzosa doble moral no se note. Están equivocados.

Ana Cristina plantea en el mismo texto, el caso del portal “Vorágine” y las amenazas a Nicolás Sánchez, uno de sus reporteros, cuyas denuncias revelan vínculos de empresas con el paramilitarismo. Reclama por el silencio en torno al tema.

Ellos deben pensar que ese “mutis por el foro” va a persuadirnos de que no existen en Antioquia empresarios o “actores” que tengan que ver con esos escenarios de barbarie.

Esa lógica de que “los buenos somos más” y que “los malos son los otros”, construye una narrativa perversa según la cual el alcalde y el gobernador actuales y todos los políticos y empresarios y contratistas y áulicos que los acompañan, están libres de toda sospecha, no actúan en contravía de la ética, no existe mancha alguna en sus actos y en sus intenciones y , en consecuencia, pueden hacer lo que a bien tengan.

La práctica de la doble moral es una de las manifestaciones más significativas de la descomposición de la sociedad contemporánea. Esa aberrante aplicación selectiva de los valores, dependiendo de a quién se juzga, causa más daño social que el que cualquiera de nosotros pueda imaginar.

¿Recuerda usted la exacerbada homofobia del tristemente célebre cardenal Alfonso López Trujillo que, finalmente se supo, era una manera de ocultar su predilección por los muchachos y el ejercicio vicioso de todo tipo de prácticas sexuales colectivas?

La doble moral institucional es más degradante aún, porque desencadena un ambiente generalizado de desconfianza y de hipocresía. La falta de congruencia entre lo que los “dirigentes” dicen y lo que ellos mismos hacen, construye escepticismo e incredulidad; es un terreno abonado para las prácticas más irresponsables y sobre todo, para la confusión moral que es lo que aprovechan los crápulas como Daniel Quintero, para cometer todo tipo de fechorías, con el argumento de que están “reorganizando” a la sociedad.

El aforismo según el cual el mundo es como cada quien lo mira, demuestra que la visión de la moralidad se va volviendo acomodaticia. Para la muestra, Maquiavelo y su emblemático “El Príncipe”.

En el siglo XVI se volvió de común utilización la expresión “maquiavélico” para hacer referencia al mentiroso, el pérfido, el líder perverso. En el siglo XVII el muy influyente filósofo y político Francis Bacon sentenció: “Debemos mucho a Maquiavelo y a otros escritores de esta clase, los cuales manifiestan o describen claramente y sin ficción lo que los hombres hacen y no lo que debieran hacer”. No era una opinión mayoritaria, desde luego. Pero ya en el siglo XIX Hegel se despacha con un elogio en el que plantea que la obra de Maquiavelo no solo es necesaria “sino que aparece como la verdadera concepción, elevada y magnífica, de un auténtico genio político, del más grande y más noble de los espíritus”. Desde entonces se iniciaron los aplausos.

Enrique Suárez- Iñiguez un estudioso del controvertido autor, refiere que hubo un momento en el que fue necesario conocer juiciosamente quién había sido ese hombre en su vida cotidiana, para esclarecer debidamente la cuestión moral, pues había sido juzgado siempre por lo escrito en su obra. Hubo sorpresas.  Se llegó a la conclusión de que “Maquiavelo fue un hombre decente: responsable político; honrado en el manejo del dinero de la República,  franco como escritor; padre de familia; creyente religioso, es decir, que Maquiavelo no fue maquiavélico.”

Quienes lo defienden arguyen que fue un observador imparcial de una época convulsa en la que Italia vivió “la peor corrupción política y la más baja degradación moral”, pero que fue también testigo y protagonista del esplendor del Renacimiento, una época en la que florecieron las artes y las ideas. Quienes se le oponen destacan que no hubo imparcialidad, pues Maquiavelo “aconsejó enfáticamente lo que el príncipe debía hacer”

Pero, basta con leerlo para evidenciar su vocación pragmática. Era un cultor de lo que después se conocería como la “realpolitik” que seduce por igual a todos los bandos, tanto de la política como de la vida empresarial.

Maquiavelo da cátedra en “El Príncipe”sobre la manera de actuar ejerciendo sin pudores la doble moral: “está bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso, y asimismo serlo efectivamente; pero se debe estar dispuesto a irse al otro extremo si ello fuera necesario.” “Es preciso, pues, que (el príncipe) tenga una inteligencia capaz de adaptarse a todas las circunstancias, y que, como he dicho antes, no se aparte del bien mientras pueda, pero que, en caso de necesidad, no titubee en entrar en el mal 

Ya nadie lo duda, nuestros complacientes dirigentes son todos unos príncipes…

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8 respuestas a «Los campeones de la doble moral.»

Lo lamentable es, como la señalas en esta columna, y como lo expreso la periodista Ana Cristina Restrepo, es que tenemos en cada bolsillo dos metros, de centímetros distintos y colores diferentes y que, dependiendo del interés que nos mueva, de forma particular, acudimos a uno o a otro. Nos merecemos nuestro ” destino”

Muy apropiado en estos dias de convulsion aparente dentro y fuera del país…en particular ahora que están preparando listas de candidatos y futuros presidentes.
No solo en Antioquia la cosa funciona así con sus líderes, por acá en Santander tuvimos uno en particular que además de doble moral tenía doble lengua y cuando le preguntaron que pasaba con los votos y los piratas dijo que “ el volteaba la jeta pal otro lao y se hacía el pingo..” y con ese estuvimos a punto de destrozar a Colombia…!!!
La practica de la doble moral es un pilar fundacional en toda colombia..!! Y justo en eso afianza su hermandad con la civilización occidental..( el peca y reza empata..)
Con el tema de Maquiavelo se sustenta otra joya de la racionalidad colombiana: si elegimos al mas ratero e inmoral de todos los candidatos….
Lograremos que ese tipo como de las sabe todas, acabe con todos los “ otros” corruptos..!!
Pero no ha funcionado…

Fico y Rendón son buenos muchachos, también Oscar Iván y su hijo luego de llenar sus bolsillos con los sobornos de Odebrecht, o Jaramillo el de Interbolsa todos son gente buena que solo tuvieron un “descuido”, pero no lo volverán a hacer. Para el Rey y sus amigos blancos no hay delitos solo errores. Todos serán perdonados en el confesionario y comulgarán arrepentidos, mientras sus víctimas se enfrentan con los abogansters o los sepultureros.
A todas estas ¿Qué habrá pasado con Hernado Suárez Boderecht (el familiar de Nora los niños y yo) ese “mono tan divino” como dice una tía y que se roba 80 millones de dólares en petróleo junto con sus amiguitos del club?
Todavía no tenemos resultados de la investigación sobre las 501 denuncias por robo que interpuso Gutierrez contra Quintero.

Hola Juan Fernando. Es cierto, la moral de las “familias bien” camina con solvencia por los “senderos del mal”. Gracias por leer

Hola Jesús. Muchas gracias por leer y comentar. Es cierto, los políticos en Colombia y en el mundo son fanáticos de la doble moral.

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