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Los curas taimados y perversos, tienen quienes los defiendan

Por Alberto Morales Gutiérrez

Los escándalos sexuales del clero han sido denunciados desde tiempos inmemoriales, pero es evidente que, en los últimos 10 años, gracias a las investigaciones periodísticas; a la realización de películas que han tenido trascendencia y que abordan el tema; tanto como a la publicación editorial de investigaciones muy bien documentadas; la resonancia se ha multiplicado en progresión geométrica

El tema de la sexualidad ha sido abordado por la Iglesia en una perspectiva atroz. Asumir que la única función del sexo es la procreación, es absolutamente contraria a una virtud que solo tiene la especie animal humana entre todas las otras especies vivas: el erotismo y todo lo que en él anida.

Es por ello que para abordar este tema de los pederastas, el libro publicado por el periodista español Pepe Rodríguez en 1995 “La vida sexual del clero”, resulta emblemático, porque demuestra el carácter “contra natura” del celibato, una norma eclesial que los religiosos se han sabido pasar por la galleta desde hace ya mil años, pues fue instituido en el Sínodo de Pavía en el 1022.

Juan Pablo Barrientos y otros de sus colegas, se han convertido en el azote de los curas y jerarcas pederastas en Colombia. Nadie puede negar la seriedad y contundencia de sus investigaciones y denuncias. De hecho, el poderoso texto de Barrientos: “Dejad que los niños vengan a mi” (Planeta 2019) ha sido reconocido por “Reporteros Sin Fronteras” con la distinción “Libertad de Prensa” que se le otorgó en Bruselas el pasado mes de noviembre. Barrientos ha escrito dos libros más alrededor de este tema.

La jerarquía eclesiástica desde sus más altos niveles en el Vaticano, y como es apenas obvio, en cada pais del mundo católico, ha tratado de ocultar a los curas depredadores; ha acrecentado el problema trasladándolos a otras zonas en donde desconozcan sus crímenes, y en donde, también invariablemente, el pederasta reincide; y ha hecho hasta lo imposible para ocultar un comportamiento endémico que toca desde las más altas cumbres del poder, hasta la base de esa organización en las regiones más apartadas.

Es vergonzosa esa complicidad férrea, desembozada, irracional y autodestructiva, que lo único que logra es acrecentar la idea de que el jerarca cómplice es también un pederasta en ejercicio que actúa con espíritu de cuerpo.

Hay hoy, en la Corte Constitucional, 137 derechos de petición y de tutela elevados por Barrientos, orientados a que se le permita acceder a los archivos de la Iglesia católica en donde reposan los nombres de los sacerdotes denunciados e involucrados en casos de abuso a menores.

Y ni siquiera así, porque ocurre que cuando la ley ha obligado, en múltiples casos, a que estos jerarcas entreguen la información solicitada, entregan datos parciales o incluso modificados.

De hecho, el obispo de Armenia Carlos Arturo Quintero, fue denunciado penalmente hace unos días por el periodista, habida cuenta de que incurrió en presunta falsedad en documento privado al entregar la información sobre sacerdotes implicados en abuso a menores de edad.

Es relevante la desvergüenza con el encubrimiento que ha ejercido el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón Restrepo. Con un tesón enfermizo, ha recurrido a todo tipo de trucos legales para impedir que los pederastas de su diócesis se conozcan.

Presionado por un recurso de desacato, entregó parcialmente la documentación que le era requerida por la sentencia SU-191 de la Corte Constitucional, pero solo refirió 26 nombres. Los otros siguen ocultos.

A través del Tribunal Eclesiástico de Medellín, Tobón Restrepo decidió “absolver” al cura  Carlos Arturo Yepes, con el argumento de que una de sus víctimas se había retractado.

Si, muchas víctimas se retractan porque los jueces fanáticos religiosos, los fiscales fanáticos religiosos, se dedican a intimidarlos apelando al “poder” de la Iglesia.

No menos vergonzoso es el comportamiento del cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, y sus esfuerzos para no entregar la información que se le ha requerido.

La filósofa Victoria Camps, quien es una de las prologuistas del libro de Pepe Rodríguez, expresa con contundencia que “uno de los elementos de la formación moral es el ejemplo. La teoría sirve de poco cuando se trata de moldear comportamiento. Uno se deja persuadir más por las conductas ejemplares que por las argumentaciones. Cuando un ejemplo no avala la prédica, ésta pierde todo su fundamento…”. Desde luego, los jerarcas defensores de los pederastas están a años luz de comprender este concepto.

No, no todos los curas son pederastas, pero la absurda posición de personajes como Ricardo Tobón Restrepo, Carlos Arturo Quintero y Luis José Rueda Aparicio, en defensa y ocultamiento de los pederastas en su organización, genera un efecto contrario, pues logra que uno no solo piense mal de ellos y de su comportamiento íntimo, sino que termine pensando mal de todo el clero, lo que es injusto, desde luego.

Según relata el teólogo Enrique Miret Magdalena, es más honesta, coherente e incluso edificante, la posición de Santa Teresa de Jesús, que decía al Padre Gracián, un carmelita que era su confesor, pero además un hombre bastante apuesto; que ella había sublimado sus pulsiones sexuales (porque evidentemente las tenía) pero que las sublimaba de un modo humano, toda vez que no solo las sentía sino que no ocultaba “su afecto por los varones bien parecidos, aunque fuesen sus directores espirituales” (imagine usted la turbación del curita ante este sutil acto de santa coquetería)  y Teresa de Jesús agregaba que “no esperase que lo ocultara, porque este afecto era su ‘desaguadero’ ”  

Es claro, además, que una cosa es “traicionar” el mandato del celibato y otra cosa es el acto execrable del abuso sexual a menores de edad, que está tipificado como delito, por la inmensa mayoría de las legislaciones vigentes en el mundo. El argumento torcido de disfrazar de “pecadores” a los pederastas ya no les funciona. Los pederastas son criminales.

La verdad es que nadie puede estar exento del cumplimiento de las leyes, ni del castigo por sus delitos.

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18 respuestas a «Los curas taimados y perversos, tienen quienes los defiendan»

Este tema es muy difícil de manejar pero lo hiciste bastante bien y con mucha objetividad dado que la pederastia siempre nos despierta una profunda irá y animadversion.

Hola Eduardo, gracias por leer y comentar. La indignación con los curas pederastas y sus jerarquías encubridoras tiene que ver con su pretensión de pertenecer a una organización cuya moralidad y ética no tiene discusión.

Son delincuentes, bajo toda consideración, y su delito es mayor por el ” vestido” que llevan y el que usan para persuadir a sus víctimas y al mismo tiempo ocultar sus crímenes.

Hola Jesús, gracias por tu lectura y comentario. La historia de la Iglesia es un horroroso espectáculo de barbaridades.

Hola Eduardo, gracias por leer. Tenemos que luchar contra la impunidad. Se trata de una enfermedad que asesina a la democracia

La doble moral. No es exclusiva de funcionarios, de casados por partida doble y de sacerdotes fiscales, y hasta jueces……se aplicaria el dicho del que reza y peca empata. …..ave Maria purísima.

Hola Juan, tu reflexión sobre la doble moral me parece certera. Gracias por leer y comentar.

Generalmente le “mandan la mano” a los niños. A un adulto no son capaces, a no ser que al feligrés le guste, como hay casos. Esa sexualidad de sotanas y sacristías tiene que ser sublimada mediante un acto de fe y amor por el apostolado, muy grandes, tanto que a veces no basta la mera santidad para lograrlo.
El celibato del sacerdote católico es un mandato de muy difícil cumplimiento, prácticamente imposible. Razón tenía Lutero cuando lo suprimió.

Hola Juan Fernando, muy bueno que lees y comentas. Gracias. El celibato, lo digo, es una orientación contra la naturaleza de nuestra especie.

TOTALMENTE DE ACUERDO CON LO ESCRITO POR DON ALBERTO.UN ESCRITO FRANCO, HONESTO Y CEÑIDO A LA VERDAD.

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