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Los horrores del olvido…

Se esclarece así, el execrable operativo de los 6.402 “falsos positivos” que, además de ser fraguado por esa mente criminal cuyo protagonismo es un secreto a voces, es un hito de barbarie que llena de vergüenza a nuestro país.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Los testimonios que escuchamos el 26 y 27 de abril en la primera audiencia de reconocimiento ante la JEP en el municipio de Ocaña, debieron paralizar al país, pero no ocurrió así. Colombia está inmersa en la banalidad.

Ya no es posible sostener la absurda teoría de que los desafueros de las fuerzas militares son producto de la iniciativa de individualidades, “manzanas podridas”. El sargento Sandro Mauricio Pérez Contreras lo describió de manera precisa en esa audiencia: “Yo represento para ustedes una máquina de muerte. Acepto ante ustedes, el país y el mundo que utilicé mi uniforme y mi grado dentro del Ejército como pretexto para dar resultados operacionales, haciéndolos creer que eran legítimos, pero en realidad eran asesinatos que se cometieron contra seres humanos inocentes no vinculados a grupos al margen de la ley; nunca pertenecieron y por falta de temor a Dios, fui coautor de un patrón criminal”.

El coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, explica el porqué de esa aterradora estrategia: “Reconozco ante ustedes, víctimas, que sus seres queridos que perdieron la vida en estos falsos combates nunca fueron combatientes, ni delincuentes, ni pertenecían a ninguna estructura criminal. Fueron personas de bien, campesinos, trabajadores, que fueron acechados, secuestrados y llevados a sitios donde las tropas los ultimaron en estado de indefensión y les colocaron armas solo con la finalidad de mostrar resultados operacionales”.

Por su parte, el civil Alexander Carretero no deja dudas sobre la siniestra operación logística que se montó para lograr este objetivo: “Fui la persona que traje a todos sus seres queridos de varias partes de Colombia. Me declaro responsable de haber traído personas de Soacha, de Gamarra, Aguachica y Bucaramanga, para entregárselos al Ejército Nacional para que los asesinaran. Quiero reconocer los hechos y que se sepa la verdad”.

Se esclarece así, el execrable operativo de los 6.402 “falsos positivos” que, además de ser fraguado por esa mente criminal cuyo protagonismo es un secreto a voces, es un hito de barbarie que llena de vergüenza a nuestro país.

La audiencia se llevó a cabo en medio de una campaña presidencial, pero ni los candidatos ni los electores dieron muestras de haber entendido el horror que se estaba narrando. Estos crímenes se dieron en el último período de una guerra atroz que aún no terminamos de entender, y que tienen solución de continuidad en el marco de un gobierno que ha hecho todo lo que tiene que hacer para “volver trizas” el acuerdo de paz suscrito el 26 de septiembre de 2016.

¿Manzanas podridas? ¡No!, estrategias institucionales. Recuerde usted la visita del relator de la ONU, Michel Forst, el 3 de diciembre de 2018, dos años después de suscrito el acuerdo. El funcionario internacional alertaba sobre el hecho de que los asesinatos y amenazas contra los defensores de los derechos humanos “aumentaron dramáticamente en Colombia pese al acuerdo de paz”. Se declaró además “horrorizado por el hecho de que muchos líderes sean atacados por sicarios que cobran 100 dólares”.

El Centro Nacional de la Memoria Histórica ha documentado 36 masacres en el 2022, ¡36! con corte al 24 de abril. En el 2021 registró 96  y en el 2020, 91. Un total de 223 masacres que, sin duda alguna, serán incrementadas en el tiempo que le resta al señor Duque, un personaje que, cuando se posesionó, afirmó sin pestañear que “quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir y nunca destruir”. ¡Un genuino farsante!

¿Qué explica que esa audiencia del 26 y 27 de abril de este año no haya conmocionado en su debida dimensión ni al país ni a las campañas presidenciales?

¿Por qué, si hay un candidato, el señor Federico Gutiérrez, que representa la solución de continuidad a todo ese entramado de horror, nadie le pregunta nada?

Porque en nosotros se aplica toda esa reflexión sobre la banalidad del mal a que hace referencia Hannah Arendt. Hemos sido anestesiados con premeditación y alevosía por una conspiración institucional que busca, sobre todo, eludir responsabilidades.

El profesor Jefferson Jaramillo Marín, docente de la Universidad Javeriana publicó en el 2010, un texto que, de repente, nos permite entender todo esto: “Al menos 11 experiencias gubernamentales de gestión y tramitación institucional de las huellas de la guerra pueden documentarse en el país entre 1958 y el 2006…su particularidad es que se crean y operan en medio de una “guerra sin transición clara” funcionando como “escenarios gubernamentales” que facilitan en ciertas coyunturas nacionales críticas,  unas “treguas para el recuerdo”

Dice Hannah Arendt una verdad en la que, simplemente tendríamos que cambiar un apellido, para que describiera de manera contundente la situación de nuestro país. “El problema con Eichmann fue precisamente que muchos fueron como él, y que la mayoría no eran ni pervertidos ni sádicos, sino que eran y siguen siendo terrible y terroríficamente normales. Desde el punto de vista de nuestras instituciones legales y de nuestras normas morales a la hora de emitir un juicio, esta normalidad es mucho más aterradora que todas las atrocidades juntas”.

Eso explica la razón por la cual son ancianos muy religiosos, señoras de esas que rezan y empatan, tanto como “ciudadanos inofensivos”, los que gritan por doquier: ¡plomo es lo que hay, plomo es lo que hay!

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8 respuestas a «Los horrores del olvido…»

Agradezco inmensamente al señor Alberto Morales Gutiérrez su valiente y esclarecedor texto, que difundiré profusamente.

Si, todo esto da tristeza e indignación.Gracias Maria, por leer

Porque hablan de horrores de los falsos positivos.y no hablan de los horrores que cometieron las FARC.asecinando militares y HUMILLANDOLOS de una forma inhumana.violando niñas y niños e involucrando los en una querrá que no les pertenece.y como así que volvieron trizas cual acuerdo de paz .si acá en Colombia no a habido ningún acuerdo.se centraron no más hablar de los falsos positivos.cuando la querrilla a cometido crímenes atroces y parece que para ustedes y para la tal JEP no vale la pena….ya que tienen a los acecinos viviendo de cuenta del estado como si nada hubiera pasado

Gracias Eliecer, por leer. Tienes razón, hay que hablar de todos los horrores, pero, por qué no hablar de “los falsos positivos”, ¿qué te incomoda de que se hable de eso?

Alberto no sé desde cuándo cabe en su cabeza tanto odio por un ser humano, la mayoría de lo que dices son suposiciones adornadas pero sin fundamento alguno, es la técnica de los revolucionarios de Ponce, lanzar y lanzar premisas a fin de que los incautos caigan, dices cosas, que mucha gente que anacece con mas ganas de criticar que de trabajar, les gusta oír, ese es el gran peligro del periodismo, cuando es usado por personas que por medio del bla, bla, bla despotrican de todo y de todo, así como a muchos como usted el gobierno actual no le sirvió, a muchos si, salga a Lacalle y pregunte cuántos beneficiados hay y así medirá sus comentarios tendenciosos, sin un apicede profundidad y cargados de odio, odio que no se de dónde salen si su forma de vida es de un buen nivel y conseguido en este país y bajo estos gobiernos.

Gracias Omar por leer. Ortega y Gasset afirmaba que todos y cada uno de nosotros habitamos en nuestras creencias. Son nuestras creencias las que determinan la manera como interpretamos lo que vemos. Es evidente que tenemos creencias diferentes. El sueño es que, aún en medio de esas diferencias, podamos vivir los unos y los otros.Un abrazo

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