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Nadie gobierna impunemente

Todo lo que el gobernante hace y representa tiene siempre un precio que debe pagar. Aún en las circunstancias de que sea capaz de sobrevivir a su mandato, no podrá evitar que la ley, la turbamulta o la historia, le pasen su factura. 

Por Alberto Morales Gutiérrez

Esta sentencia tiene ya 228 años. La pronunció con vehemencia Louis de Saint Just, en el juicio que, finalmente, llevó al cadalso al rey Luis XVI. Es una frase severa cuyo gran logro fue poner patas arriba – a través de la guillotina – las creencias más retardatarias de la sociedad de ese entonces. De hecho, ese rey que era el representante de Dios en la tierra, murió de ipso facto cuando rodó su cabeza, y a Dios le importó un rábano.

Por los días de su discurso incendiario, Saint Just tenía tan solo 25 años y todos los ímpetus libertarios de la revolución francesa. Situado en el bando de los ganadores, fue uno de los protagonistas de eso que los historiadores denominaron el régimen de terror, lo que lo llevó a la guillotina cuatro años después, enjuiciado por sus propios amigos. Tenía razón: nadie gobierna impunemente.

Hay quienes sostienen que Luis XVI era un buen tipo: bonachón, lector obsesivo, “de carácter despreocupado y temperamento plácido”. No mataba una mosca, dirían las señoras. Murió por lo que representaba. Fue guillotinado por ser el rey de Francia. 

Entonces, 228 años después, ya sea en el más encumbrado de los países, el más rico y poderoso, ya sea en un país empobrecido y miserable como Colombia, ya sea en una ciudad asediada como Medellín, la sentencia sigue siendo un axioma: Nadie gobierna impunemente…

Todo lo que el gobernante hace y representa tiene siempre un precio que debe pagar. Aún en las circunstancias de que sea capaz de sobrevivir a su mandato, no podrá evitar que la ley, la turbamulta o la historia, le pasen su factura. 

Mire usted el caso de Donald Trump, que se ha convertido en el hazmerreir del mundo. Su ordinariez, su ignorancia, su fatuidad están expuestas a diario a la luz pública. Cada gesto, cada palabra que dice, lo delata. Es despreciable ciertamente.

El final de Álvaro Uribe no puede ser más patético: Envejecido prematuramente, con una vida reducida a vociferar incongruencias y enfrentando en las noches el terror de lo impredecible, cada vez está más solo, desnudo de cara al mundo, y ya no puede ocultar más sus desmanes y sus fechorías.

Más deprimente es el caso de Iván Duque, un completo incapaz cuya torpeza le da para pensar -pobre hombre- que camina como presidente, que habla como presidente, cuando la verdad es que está instalado en un espejismo y las gentes no tienen duda alguna sobre la dimensión de su imbecilidad. Está negado para ganarse el más mínimo espacio de respeto. Todo el mundo es más importante que él, lo que resulta el más duro castigo para un arribista. ¿Cómo irá a ser su vida de exmandatario, cómo se avergonzarán mañana sus hijas y su hijo?

Y hay casos más deplorables, como el del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, que de manera consciente y premeditada decide protagonizar un engaño de dimensiones colosales: Ponerse al servicio de una pandilla que quiere apoderarse de la ciudad que lo vio nacer, ejercer el papel de infiltrado, renunciar a todo gesto de moralidad y montarse en un tren loco de mentira tras mentira, para sostener la idea absurda de que su “causa” es la de la “justicia”, la de los “pobres”, la de la lucha contra el “establecimiento”, mientras los hechos lo rebasan y se desnuda de igual manera su propia indignidad.

Cuatro truchimanes que se parecen mucho y que confunden el estado con el escenario de sus propias y únicas conveniencias. Los cuatro odian las voces disonantes, les descompone que los contradigan. Son felices gritando sus desacuerdos, pero cuando las multitudes se levantan y se niegan a adherir a sus oscuros intereses, cuando denuncian el carácter intolerable de sus incapacidades, arguyen que no, que el de ellos no es el caso. Pero están equivocados. Ya la ley, ya la turbamulta o ya la historia, les enseñará el poder de ese axioma construido hace ya tantos años: Nadie gobierna impunemente…

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13 respuestas a «Nadie gobierna impunemente»

Un articulo incompleto que deja por fuera a los sanguinarios y corruptos conquistadores de las regiones, que en el caso de los ¿anti-oqueños? son los oscuros miembros del “sindicato o mafia o gea” que ha acabado de envilecer a un pueblo ignorante que solo tiene al dinero como rey todopoderoso, con prensa de mierda que depende de esos conductores que huyen de la evolución en sentido contrario… pintando de progreso la infamia y la degeneración más horribles. Y nadie se da cuenta. Claro, si lo mismo sucede en todo el planeta hormiguero, madriguera improductivas, Alamut, de la que salen a saquear y destruir en bandolas cobardes y cada vez más brutas y degeneradas… hacinadas, que se repelen al unísono, ignorantes de que solo la unión y la armonía tras el Bien Común logran el objetivo Destino de la Evolución.

Siempre son incompletos estos artículos en particular, porque los nombres de los sátrapas son tantos que se gastarían cientos y cientos de páginas enumerándolos. Gracias por leer

Alberto, excelente columna y sabes que Saint Just dijo lo que había que decir y nos crea la esperanza de que tanto sátrapa y arribista, no se irá sin castigo
Un abrazo

Alberto muy acertado en lo de Uribe y tal vez en lo de Trump, Duque es un pendejo y Quintero no sé qué te hizo, pero el Fajardismo te puede, ojalá y ese espejismo de Fajardo no se venga al piso con las evidencias que puede sacar a la luz ese impetuoso y muchas veces equivocado joven alcalde. No se escribe tampoco impunemente.

Hola Louis, gracias por leer. A mi en particular Quintero no me ha hecho nada, pero está haciendo mucho mal a la ciudad y lo hace con premeditación. Debo precisarte con entusiasmo que carezco de Fajardismo, le perdí el respeto intelectual.

Muy buen escrito muy diciente y nos lleva a la reflexión , nagie gobierna impunimente o esos son los personajes que elegimos?

Creo que su axioma (verdad evidente que no necesita ser demostrada) tiene algunas falencias, no alcanzo para Mao, Stalin, Castro, Marulanda, etc, o usted es de los que cree que en otra vida se paga. Quiero tambien decirle que no hay nada mas facil que repetir lo que otros dicen, si yo se que alguien cometio un crimen, debo correr a denunciarlo con las pruebas en la mano y asegurarme de que haya justicia, y para calificar a alguien y llamarlo inepto debo tener un claro conocimiento de su gestion, gestion que le recuerdo no ha terminado, yo particularmente he sentido beneficios de esa gestion por lo que pienso que algo bueno hay. Que lastima que no leamos al letrado colombo chino Lao-Sheng-Xia y seamos mas equilibrados y justos en nuestros comentarios mas si estos van a ser publicos y han de influenciar el pensamiento de otras personas

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