de manera tal que quienes ejecutan tal trabajo “pueden refugiarse en todo momento en la eximente de haber obrado por obediencia debida, mientras que el responsable de la orden alega haberse encontrado demasiado lejos de los hechos imputados”.
Por Alberto Morales Gutiérrez
“Signo” es tal vez uno de los textos más didácticos y exquisitos de Umberto Eco sobre el intrincado tema de la semiótica. Publicado en 1973, se inicia con el relato del señor Sigma (muy italiano él) que acusa dolores en el vientre en su viaje a París. La historia es de antología, pues da cuenta en muy pocas páginas sobre el asombro de los signos y su inexorable presencia en nuestra cotidianidad. Cuando por fin el señor Sigma “descubre la palabra adecuada” para definir, describir, explicar, narrar sus síntomas, entonces “esta palabra vale por la molestia que siente”. Se trata ciertamente de un prodigio.
Umberto Eco nos hizo entender que una cosa es el símbolo y otra cosa el significado, que no es lo mismo que el significante.
En la Medellín contemporánea abundan los signos, los símbolos que nos representan, que sintetizan la manera como queremos ser vistos o interpretados: el metro, que es una especie de Capilla Sixtina de la antioqueñidad, de su pujanza; el Parque Explora que habla de nuestras capacidades, ese mito fundacional de ser “los más grandes, los mejores; el Jardín Botánico que entendemos como un auténtico y literal patrimonio, esa herencia de los patricios que se transmite de generación en generación. Sí, los tres son símbolos y los tres han sufrido recientemente ataques (otro símbolo) en el marco de las protestas (un símbolo más) que sacuden y seguirán sacudiendo a este país desbaratado.
El acto de vandalismo más reciente (ojo al significado y al significante) fue contra el Parque Explora, ese museo interactivo para la apropiación y la divulgación de la ciencia y la tecnología, inaugurado en el 2007, que en 22.000 metros cuadrados de área interna y 15.000 de plazas públicas, exhibe (dentro de otras múltiples maravillas) el acuario de agua dulce más grande de américa latina.
Después de las manifestaciones del 20 de julio, entraron pues los encapuchados (otro símbolo) y “saquearon elementos valiosos que pusieron en riesgo la vida de los peces”, dañaron y robaron aires acondicionados del laboratorio de algas, e impactaron sistemas de soporte del suministro de energía, agua y refrigeración del acuario.
El muy inquieto Hans Magnus Enzensberger dedicó uno de sus textos a reflexionar sobre las interpretaciones, y su escrito encaja en lo que quiero decir. Expresa que se refiere a la interpretación en su sentido más genérico, “en el que Nietzsche (y con razón) afirmó: ‘no existen hechos, solo interpretaciones’. Y se refiere adicionalmente a lo que denomina el acto intelectual consciente, construido sobre un determinado código, unas determinadas reglas de interpretación.
Revela los innumerables factores “completamente incontrolables” que concurren en la interpretación: la historia social y psíquica de quien interpreta, sus intereses y expectativas, su estado de ánimo actual. Yo agregaría: sus creencias. Se trata de premisas, todas, que configuran el significado y significante del hecho que se interpreta, pues como bien lo concluye Umberto Eco: “signo es cualquier objeto o acontecimiento utilizado como señal de otro objeto o acontecimiento.”
Hay tanta carencia de “contenido”, de significado, en los atentados vandálicos contra estos símbolos tan preciados para nosotros, para nuestra cultura, que a mí en particular, se me hacen altamente sospechosos.
Se configura en ellos toda la matriz del “trabajo sucio” que estilan los regímenes dedicados al oprobio. Ese tipo de actividades que, como dice Enzensberger, se ejecutan siempre “‘en cumplimiento de órdenes superiores’, mediatizadas por una larga cadena de eslabones intermedios”, de manera tal que quienes ejecutan tal trabajo “pueden refugiarse en todo momento en la eximente de haber obrado por obediencia debida, mientras que el responsable de la orden alega haberse encontrado demasiado lejos de los hechos imputados”. ¿No le suena usted este predicamento a prácticas conocidas y ejercidas ya con escandalosa abundancia en nuestro país?
2 respuestas a «Patear a Explora…»
Excelente análisis. Claro y puntual. Despeja el cerebro.
Gracias por leer Tachin. Abrazo!