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Al Alberto

Pienso, luego dudo…

Por Alberto Morales Gutiérrez

Me da envidia de la buena con un amigo reciente que se encuentra en los gozosos. La vida le sonríe desde todos los frentes. Reúne este nuevo amigo una serie de virtudes que no voy a enumerar, pero quiero destacar una especialmente: el hombre ejerce la duda con una pasión visceral. Se atreve a pensar sobre todas las cosas, sobre todas las ideas. Su genialidad estriba en que no tiene afecto por las certezas. Y eso habla muy bien de él.

Uno de sus más extraordinarios logros es haber transitado de la condición de jesuita irredento, a un ateísmo consciente y meditado. Lo escucho y no puedo menos que pensar en el postulado de Michel Onfray sobre la urgencia de una ética pagana, que él mismo define con sabiduría, como “una ética sin moral”.

Del verbo transitivo “pensar”, se ha dicho que es el ejercicio de examinar mentalmente algo con atención para formarse un juicio. Como se aprecia, es una actividad que solo es propia de la especie animal humana.

Es gracias al ejercicio del pensamiento que nuestra especie ha construido civilizaciones, desarrollado el conocimiento, cometido errores, logrado grandes descubrimientos, generado autodestrucciones y, como el ave fénix, se ha levantado muchas veces, desde sus propias cenizas.

Conocidos los estragos del modelo de economía de mercado, hay un consenso en el mundo contemporáneo en el sentido de que una de las amenazas más evidentes de los impactos culturales de este modelo, es el trabajo sistemático que ha emprendido por derrotar el pensamiento. Una muestra relevante de ese impacto es la exacerbación del fanatismo en la vida cotidiana. Todo el mundo se ha atrincherado en su verdad y no admite matices,  ni consideraciones, ni otras miradas. El pensamiento es una amenaza. A la gente le parecen más atractivas las certezas.

El 27 de octubre del año 1553 una multitud de personas acompañadas de magistrados y clérigos, marcharon solemnemente por las calles de Ginebra, detrás de un hombre repleto de cadenas que tenía el rostro ensangrentado por los golpes y era arrastrado por los guardias con indignación. Lo quemaron vivo en una hoguera levantada en el campo de Champel. Se llamaba Miguel Servet.

Quienes lo sacrificaron eran fanáticos de la reforma protestante. Antes de encender el fuego, pusieron a sus pies uno de los últimos libros que había publicado: “Christianismi restitutio”, un texto rebelde y brillante que tuvo la virtud de ser rechazado tanto por los cristianos como por los reformistas. El autor intelectual del crimen era bien conocido: Jean Calvino, quien veía al hombre de la hoguera como un hereje.

Servet era un tipo extraordinariamente inteligente, pero era también un personaje insoportable: orgulloso, provocador, audaz, iconoclasta. Fue un auténtico polímata: matemático, polígrafo, geógrafo, filósofo, astrólogo, médico, multilingüe. Uno de sus logros científicos más notables fue descubrir la circulación de la sangre.

Estudioso, pensador contracorriente, jamás tragó entero, dudó siempre y habló y escribió y publicó sin atención a las consecuencias,  generando malquerientes por donde quiera que estuvo.

Debo destacar que con los temas del pensamiento rebelde, genuino, ajeno al grito sectario; siempre se generarán malquerientes, aunque sea usted un santo.

Servet era creyente, pero tenía su propia idea sobre el deber ser del cristianismo y observaba con visión crítica muchos de sus desafueros doctrinarios: el “Misterio de la Santísima Trinidad”, por ejemplo, le pareció siempre un exabrupto.

A Servet le gustaba dudar.

Los fanáticos que lo sacrificaron, iniciaron luego una campaña de búsqueda de todos los libros que había publicado y los incineraron también. Este fenómeno es recurrente: aquellos que no piensan, son dados a quemar los libros que tratan temas cuyas ideas no comparten. Les parecen libros amenazantes.

Once años después de acabar con la vida de Servet, en 1564, Calvino ardió en la hoguera, en el mismo sitio, sacrificado por sus detractores.

Es común que las ideas religiosas y políticas configuren textos doctrinarios (verdades absolutas) que sus seguidores deben adoptar sin discusión. La doctrina pregona dogmas que no admiten dudas y, desde luego, tampoco admiten pensamientos.

En el mundo contemporáneo los postulados indiscutibles han hecho carrera: usted transita también por entre un laberinto de dogmas científicos, informáticos, mediáticos. El que dude desentona porque las verdades absolutas abundan. Jaime Richart destaca que quien titubea hoy, está perdido. Todo aquel que tiene la audacia de afirmar que no tiene las cosas claras, es sometido al ridículo.

Esto explica la abundancia desgarradora de mentiras, tergiversaciones, manipulaciones, que son adoptadas por las gentes sin ninguna discusión. Nada se pone en tela de juicio. Se replica y difunde cuanta estupidez circula y es esa circulación la que convierte a la estupidez en una verdad revelada.

A finales de 2023, los más importantes medios impresos de Colombia, los noticieros de televisión y las cadenas de radio, difundieron una noticia que causó sensación: investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston habían publicado un artículo científico en la revista Plos One en el que se demostraba que la piel del cerdo (el chicharrón) era más saludable que la zanahoria, las espinacas y la coliflor. Se encontraron rastros de esta noticia en Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y los Estados Unidos. Fue tendencia en las redes y se convirtió en una verdad. Tres meses después se descubrió que La revista Plos One no existe, y que jamás existió estudio alguno de esa universidad en el que se hablara del tema. La noticia fue un bulo, pero quedó instalada como un hecho cierto y, aún hoy, hay personas aferradas a ella. La dieta del chicharrón entusiasma a mucha gente.

Al igual que los fanáticos del fútbol que vociferan y pontifican sin parar, los fanáticos de la tecnología y de la ciencia han asumido una actitud cuasi religiosa que les impide pensar en torno a lo que esas dos variables significan. ¿Cuál es su alcance, cuáles sus límites, cuál la ética que debe imperar en su desarrollo? La ausencia de pensamiento ha construido una actitud indolente  y despreocupada sobre el significado del futuro.

Aristóteles, al elucubrar sobre lo que se ha denominado “la explicación científica”, decía que a partir del conocimiento de un hecho, el pensamiento y la inteligencia y el juicio debían ponerse en movimiento para esclarecer las razones de ese hecho. Así, no solo se despejan las dudas sino que se construyen nuevos conocimientos.

Vale la pena intentarlo siempre.

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14 respuestas a «Pienso, luego dudo…»

Las nuevas catedrales de silicon valley también ya están dando muestras de reforma moralista para impedir que los infieles como tik tok amenacen las normas sagradas de Breton Woods…

Hola Eduardo, gracias por leer. Tienes razón, la “moral” de Silicon Valley, está probado, transita a años luz de la ética.

Querido Alberto. El valor de ser libre pensador, en mi opinion, es casi insuperable. El mundo esta lleno de caminos. Recorrer muchos caminos deja cicatrices pero sobretodo, si uno es atento, deja algo de sabiduria.
Como dice Ebiru Nauj. “El que no se equivoca no aprende, pero el que no aprende siempre se equivoca. Pensar, dudar, repensar… que seria de la vida si solo hubiera certezas!

Hola Juan. Qué bueno verte por aquí. Ya Antonio Machado nos lo había enseñado…”se hace camino al andar”. Un abrazo agradecido por tu lectura y comentario

No veo nada de especial en la columna, es algo natural en el ser humano.Dudar, cuestionar y proponer son los elementos del cambio; la tecnología y la medicina llevaran a la hoguero tanta religión que embauca y limita el libre pensar. Así ha sido y será, surgirán nuevas religiones o las actuales se reinventarse con nuevos motos y leyendas.

Te leo Jose y pienso que la resignación no es la alternativa. La lógica de “eso fue lo que nos tocó” agudiza el problema. Siempre será más emocionante pelear por la libertad. Abrazo

A repetirlo como un mantra: pienso, luego dudo, por el bien individual y de la humanidad. Bien, Alberto.

Hola Flor María. No se me había ocurrido pero me parece sana tu propuesta del mantra.La idea es que para no dejar derrotar el pensamiento, debemos utilizar todas las formas de lucha. Gracias por leer.

Dr. Alberto: Es una estrategia global la manipulación colectiva en ciencia y tecnología para que haya alienación y la gente no dude?

García Lorca alguna vez dijo: Es mejor tener hambre y no tener un libro.
El hambre se calma con un bocado y el libro sacia la duda y genera reflexion.

Es más fácil tener idiotas útiles que no duden que hombres reflexivos

Dicen que la duda es la llave del conocimiento

Hola Carlos Arturo. Tienes toda la razón. Hay en marcha una estrategia macabra orientada a mutilar cualquier ejercicio de reflexión. Leí recientemente que un adolescente en el mundo de hoy apenas utiliza 300 palabras. El mismo número de palabras que utilizaba un niño de 7 años el siglo pasado. Un horror.

Interesantes conceptos, pero nada nuevo pues así se ha movido la dinámica del cambio socio económico a través de la historia de las civilizaciones. En el futuro las religiones inventaran nuevos mitos y leyendas, pues los seres humanos serán manipulados por la biotecnología.

Buenos días Jose. Gracias por leer. Creo que las dinámicas del cambio sí han sufrido cambios. La velocidad por ejemplo. Hay expertos que dicen que es inédito este aspecto en la historia de la humanidad. Los cambios suceden de manera vertiginosa. Las nuevas tecnologías han permitido, además, que los intereses de quienes están en el poder se tramiten más rápidamente. Creo, de verdad, que les interesa una ciudadanía que no piense.

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