No resulta extraño entonces, que el astuto del José Obdulio Gaviria, encumbrado asesor del gobernador de Antioquia, haya recomendado la última andanada contra la Universidad de Antioquia, haciendo referencia al porcentaje de estudiantes que “se gastan” más semestres que los “normales” para culminar sus carreras.
Por Alberto Morales Gutiérrez
En el siglo XI, las primeras universidades recibían el nombre de studia generalia. Aunque podría pensarse que la diversidad de conocimientos que estas instituciones podían brindar era lo que quería significarse con esa denominación, realmente se hacía referencia al hecho de que en ellas “se admitían estudiantes de todas partes”. Operaban entonces como corporaciones de maestros y alumnos y fue, precisamente esa integración, la que generó que las llamaran universidades. Se ha dicho que estos centros han sido una de las grandes creaciones de la civilización. Pienso que esto es decididamente cierto. Resulta por demás emocionante que se configuraran en ese tiempo, instituciones dedicadas al mundo del intelecto.
Desde luego, su proceso de creación y desarrollo no fue un camino lleno de rosas. Recuerde usted que se trató de un parto en medio de los estertores del oscurantismo medieval y de la férrea influencia de la Iglesia. Esa es la razón por la cual son principios fundacionales de la institución universitaria, los conceptos de la autonomía frente a las autoridades y el autogobierno.
Como era apenas obvio, las primeras universidades fueron instituciones eclesiásticas concebidas para instruir en un conocimiento orientado por la fe cristiana, de manera tal que el mundo y todas las cosas se explicaban en su perspectiva. Lo hacían a través de la cátedra de renombrados maestros, que eran religiosos instruidos. Pero, gajes de la dialéctica, se crearon al mismo tiempo universidades como la de Bolonia, que surgió a la manera de una organización laica. Una institución de estudiantes, quienes eran los que votaban para elegir al rector.
Un dato interesante: la orientación de los estudios da cuenta de las características que tuvieron cada una de las cuatro primeras universidades creadas. Mientras la de París estaba centrada en la teología y la filosofía, la de Bolonia destacaba en el derecho; la de Oxford, por su lado, era fuerte en matemáticas, física y astronomía; mientras que la de Montpellier lo era en medicina. Ya para el siglo XIV había más de un centenar de universidades en Europa.
Así, el proceso de la formación universitaria se extiende a lo largo de mil años, centrado primero en la representación de la cultura y avanzando progresivamente por los caminos de los saberes para los oficios y el encuentro de la ciencia.
Es importante destacar que la intención de generar en el universitario el hábito de la reflexión, una visión amplia, una mente desapasionada, la inteligencia crítica, la sensibilidad social y “el comportamiento noble ante la vida”; que constituía la inspiración de la universidad liberal, se encontró de repente en el siglo XIX con el amanecer del capitalismo y de la revolución industrial, que tenía otros intereses y necesitaba nutrirse de otro tipo de seres humanos.
La presencia de esta visión propia del capitalismo financiero tomó forma en Colombia a fines de la década del 60 del siglo pasado, con el tristemente célebre “Informe Atcon”, que se centraba en dar orientaciones sobre el deber ser de las universidades en América latina. “Un enfoque conjunto para el desarrollo coordinado social, económico y educativo”, que centraba todas las tareas en impulsar las carreras técnicas y tecnológicas.
Privatizar la universidad y convertirla en un negocio en beneficio de los negocios se convirtió en una prioridad. No es extraño entonces que a partir de la década del 70 de ese siglo, la definición de la universidad pública como “una fábrica de subversivos, de desadaptados, de revoltosos”, empezara a hacer carrera.
Era una narrativa que cumplía dos funciones: de un lado convertía la privatización de la educación superior en la mejor alternativa y de otro lado, hacía de la mansedumbre del estudiantado una virtud.
Mayo del 68 en París fue la reacción de los estudiantes que, desde allí, empezaron a movilizarse en todo el mundo para poner en evidencia ese plan macabro. El célebre graffiti de La Sorbona “¡prohibido prohibir!” sintetiza este grito libertario. “¡Sean realistas, pidan lo imposible!”, habla de la utopía poética, de la aspiración que es también propósito superior.
La frase pintada en la estación Censier es un esperanzador grito de combate: “¡la barricada cierra la calle, pero abre el camino!”.
Las paredes de París se convirtieron en el pergamino sobre el cual se fue escribiendo esa especie de manifiesto universitario que abordó todos los temas, no solo con una irreverencia inusitada, sino con un auténtico derroche de creatividad y talento. La aspiración en torno al conocimiento se sintetizó con una frase de antología: “en los exámenes, ¡responde con preguntas!”
No, no es ese el estudiante que le sirve a la orgía del crecimiento infinito, al consumismo, a la teoría de la felicidad eterna, a la jugarreta aspiracional, al individualismo rampante, a la sumisión; a eso que los jóvenes de mayo del 68 definieron también de manera soberbia: “¡la sociedad es una flor carnívora!”. Premonitoriamente, se hacía así una descripción precisa, sobre lo que caracterizaría la sociedad instaurada por el neoliberalismo.
Una investigación publicada por CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) en 2022, hace un análisis serio sobre los procesos de privatización y mercantilización de la educación superior en América Latina. Los resultados son contundentes: “nuestra región, junto a Asia Meridional, es la más privatizada del planeta: más del 50% de la matrícula, más del 65% de la oferta institucional y alrededor del 60% de las personas que se gradúan, corresponden a universidades del sector privado”.
El mismo documento refiere que el incremento del financiamiento público muestra un redireccionamiento del destino de esos fondos hacia las universidades del sector privado, asumiendo estatalmente “una lógica fuertemente mercantil”. Explica que las universidades son asumidas institucionalmente como “cajas de negocios” y el conocimiento ha adquirido un papel estratégico en la valorización del capital. La educación superior representa, para el mundo de los negocios, un “mercado” de alta rentabilidad.
No resulta extraño entonces, que el astuto del José Obdulio Gaviria, encumbrado asesor del gobernador de Antioquia, haya recomendado la última andanada contra la Universidad de Antioquia, haciendo referencia al porcentaje de estudiantes que “se gastan” más semestres que los “normales” para culminar sus carreras. Por fuera de todo contexto, los convierte en “sospechosos”, en “avivatos” que quieren quedarse allá quién sabe con qué oscuras intenciones. Una “acusación” que se convierte de inmediato en una “desinteresada” e inconsciente comparación con la paz que se vive en las universidades privadas, en donde los estudiantes son muy aconductados, muy pacíficos, lo que demuestra que se trata de jóvenes que “sí sirven para algo”, es decir, de jóvenes que “sí tienen futuro”.
Es pérfido, los corifeos del neoliberalismo (lo demuestran cada minuto) no dan puntada sin dedal…
28 respuestas a «¿Por qué atacar a la universidad pública?»
Exactamente lo mismo que ocurrió en Nalanda, una horda llega para destruirla..
Es cierto Eduardo. El conocimiento mete miedo a los fascistas.
No hay que atacar a la universidad pública, hay que depurarla de zánganos que se perpetúan en ella, negándole el puesto a un estudiante que si quiere estudiar. Si pierde más de 2 semestres, se expulsan y yá.
Gracias por tu lectura Eduardo. Debo decirte que me generan temores premonitorios esas soluciones tajantes.
Señor Velásquez: tanto la UdeA como la U.N. de Colombia han establecido un reglamento que le cierra la puerta del claustro a los estudiantes que tengan un deficiente desempeño académico o que registren inasistencias reiteradas. Son cinco años durante los cuales este tipo de estudiantes se quedan por fuera de la universidad.
Hola Patricia. Gracias por tu aclaración y por tu lectura. Abrazo
Muchos decían que durante las huelgas los estudiantes de la Bolivariana en vez de piedras tiraban “Sparkies”. Pero tampoco, pues que recuerde, los estudiantes de la universidad de ” Moncho” nunca entraron en un paro: tragaban entero y querían graduarse rápido o sino ¿para qué estudiaban?
En la de Antioquia se debatía y se peleaba, y si había que gastarse unos semestres más, se aguantaba hasta el grado, de todas maneras la juventud da para todo… hasta para pensar.
Hola Juan. Pues te cuento que si hicimos paros en la UPB. Estuve a punto de que me echaran por haber colaborado con un megáfono para hacer bulla. Pero es cierto: era una universidad pasiva
Gracias Francisco por leer. No olvido la participación activa de la Universidad de los Andes en el mvimiento estudiantil del 71. Gracias por leer.
Hola Juan Fernando. Muchas gracias por leer y recordar.
Quise estudiar en la Nacho; resultando desde la inscrpción un proceso lento y hasta afectado por las vueltas y revueltas muy lento y terminé en privadas. Las explicaciones de la andanada esa es parcialmente cierta o nula? Solo pregunto y no por desconfianza sino por dudas. Una conocida tuvo que dejar el programa académico por abusos varios, que no podemos tapar con tierra; como los gatos.
Hola Juan. Pues las cifras de los estudios demuestran tanto el crecimiento de la oferta privada de educación superior como los giros de las políticas estatales hacia la privatización de las universidades. Es cierta, de igual manera, la narrativa estigmatizadora de la universidad pública. Es razonable que tengas dudas. Es una estrategia macabra difícil de asimilar en su perversidad.
Totalmente de acuerdo, hace tiempo se ha venido estigmatizando a la educación pública y está se ha convertido en un negocio. Por último, que se puede esperar del recalcitrante uribista José Obdulio Gaviria.
Muchas gracias Nicolá, por tu lectura y comentario.
Alberto, gracias por por ese artículo que nos lleva a navegar por el mar del conocimiento. La vida agitada nos ha llevado a que sea prioritario el concluir los estudios superiores, para salir a buscar un empleo en el mayor de los casos. Quienes optan por una universidad privada sostienen que en ellas no se pierde tiempo. Estudié en la UNIVALLE hace un poco más de tres décadas y vaya sorpresa, hoy más de uno con capacidades económicas para prepararse en un claustro privado, se han venido ganando esos espacios en dicha universidad pública.
Muchas gracias por tu lectura, Carlos Alberto.Muchas gracias también por tu comentario.
Colombia tendría que darse cuenta que la división entre educación pública y privada no es más que la estrategia de las élites para perpetuar la absurda e injusta sociedad de clases, la que tantos privilegios y riqueza concentra en unos pocos contra el derecho de la mayoría.
Hola Gabriel, muchas gracias por tu lectura y comentario.
Obdulio,falso intelectual y ahora asesor en cuestiones de educación?
Gracias,Don Alberto,este asesor es una anomalía.
Pienso como tú, Luis Fernando. Gracias por tu lectura y comentario.
A los muchachos de hoy no les importa el conocimiento sino las emociones. Como dice Jesús Maestro, catedrático español a quien recomiendo, si en una cátedra es invitado Aristóteles en diez minutos la abandonan, en cambio si lo es un charlatán o un astrólogo, no caben en el aula.
Cuestión de época.
Primo de José Obdulio?
Gracias por leer María E.
Hola Juan Fernando, gracias por leer y comentar. Yo soy del club de los optimistas. Quiero tener fe en los muchachos de hoy…
Doy Gracias a los Liberales que fundaron la Universidad de Medellin que por desgracia parece que ya es conservadora.
Hola José. Muchas gracias por leer y comentar. Lo de la U de Medellín es una tragedia!
A diferencia de las universidades privadas, donde ingresa el que pase una tarjeta de crédito, a las públicas sólo ingresan los más inteligentes, además como en estas enseñan historia política, eso despierta mayor consciencia, y eso produce un despertar que en nada favorece al status quo, que desde la enseñanza privada adoctrina “religiosamenre” a sus educandos.
Hola Marta Eugenia. Muchas gracias por leer y por comentar. Sí! Hay diferencias.