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¿Qué están matando ellos, cuando las matan?

Esas “ventajas” del mundo patriarcal se vienen desmoronando, empiezan a respirarse nuevos aires. No todo el mundo lo ve, desde luego. Hay escépticos y escépticas, pero los hechos parecen decir lo contrario.

Por Alberto Morales Gutiérrez

El día que un reciclador horrorizado encontró el cuerpo sin vida de la DJ Valentina Trespalacios en un contenedor de basura en Bogotá; en Medellín se habían cometido cinco feminicidios más. El último de ellos en el barrio Enciso, en donde Melissa Toro Álvarez, quien iba acompañada de su hijo, recibió un impacto de bala en el rostro, que le produjo heridas letales.

Con horas de diferencia, en Montería, fue detenido el militar pensionado Vladimir José Rojas, quien es el principal sospechoso del asesinato de la estilista María Angélica Valencia, su pareja. También está detenido John Poulus, el novio de Valentina, un gringo forzudo, implicado en el crimen y con más de un centenar de pruebas en su contra.

Hay una violencia exacerbada contra las mujeres que entrega cifras escalofriantes. El año anterior hubo 659 feminicidios en Colombia, además del número escandaloso de violaciones diarias, golpizas, estupros, silencios, chantajes, que parecieran integrados a la cotidianidad de muchas relaciones.

659 feminicidios es hablar de 12.2 semanales, casi dos feminicidios diarios. Una cifra aterradora, ciertamente.

Los machos machos, están desatados.

Sorprende que el volumen desproporcionado de las violencias contra las mujeres no genere las reacciones deseadas. La sociedad pareciera anestesiarse con la intensidad de la barbarie.

En Guarne, hace escasos dos meses, Doris Gómez Zapata fue apuñalada e incinerada por su pareja, dentro de la casa y, cinco días después, en la misma zona, Carlos Arturo Mora interceptó, violó y luego asesinó a Doris Gómez, una estudiante que transitaba sola por un camino veredal.

¿Acaso los estragos de la desmemoria?

¿Quién recuerda ya ese 4 de diciembre de 2016 cuando Rafael Uribe Noguera, secuestró, violó y asesinó a la niña indígena Yuliana Samboní?, ¿quién se pronuncia sobre la absolución de los hermanos del asesino, que hicieron todo lo posible para que el crimen quedara impune?, ¿quién vigila que el condenado si esté pagando la pena de 58 años a que fue sentenciado?

Es como si asesinarlas, escupirlas, crucificarlas, fuera un derecho adquirido, un fenómeno natural. La reacción violenta del macho reafirma su “superioridad”. Ellas “se hacen pegar” -dicen- para darle cuerpo a todo lo que significa su visión del patriarcado.

Porque es cierto que esta violencia tiene raíces.

A no dudarlo, ubicar al hombre como centro de la cultura y la civilización, y erigirlo como el eje de la historia, desencadenó un hecho social bastante conocido, la construcción de un relato dominante según el cual, la mirada masculina era la única certera, la única mirada que permitía una adecuada interpretación de los hechos, la mirada capaz de hacer los análisis adecuados de la realidad, la mirada de la verdad, la de la sabiduría.

Así, la perspectiva androcéntrica se encargó de negar la mirada femenina, el pensamiento femenino.

Fue el androcentrismo el que alimentó los estereotipos de género, y exacerbó los roles de dominación masculina y de subordinación femenina. La entronización del patriarcado dio origen y sustento a esta distorsionada visión del mundo.

El patriarcado, convertido en un sistema integral, fue capaz también de cooptar a su servicio, al servicio de esa visión, los tres poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. El patriarcado cooptó en beneficio de su visión, el pensamiento de los miembros de la sociedad, incluyendo a las mujeres, de tal manera que el consenso giró en torno a los privilegios de los hombres y la negación de tales privilegios a las mujeres. Originalmente, el patriarcado no les concedió a ellas ni siquiera la condición de ciudadanas.

El androcentrismo se transformó, así, en una construcción mental retorcida que se arraigó de manera férrea en la conciencia misma de las gentes, convirtiendo su predicamento en una verdad inapelable.

Ella llegaba golpeada a la inspección de policía, y el inspector le aconsejaba que mejor regresara a su hogar, que le ofreciera ese sacrificio al Señor, que no buscara problemas, que el matrimonio era para toda la vida. Los jueces dictaminaban sus sentencias desde la perspectiva masculina; los legisladores creían que había que privilegiar a los hombres, de manera tal que no era bueno aprobar normas que los afectaran. Los policías se hacían los de la vista gorda cuando el macho atacaba. Aún hay rezagos de esas prácticas, es cierto, pero hay, de igual manera, quienes no las comparten y ejercen prácticas diferentes.

Así pues, ¿qué están matando ellos?

Están aterrorizados frente a la evidencia de los estertores de la mirada única. No se resignan a entender que el mundo está cambiando, que el mundo ya cambió. Tienen miedo.

Esas “ventajas” del mundo patriarcal se vienen desmoronando, empiezan a respirarse nuevos aires. No todo el mundo lo ve, desde luego. Hay escépticos y escépticas, pero los hechos parecen decir lo contrario.

Luana Zanella lo expresa bellamente cuando destaca que “empieza a terminar el control, por parte del otro sexo, del cuerpo femenino fecundo y de sus frutos”. Ella afirma que los impactos de los métodos anticonceptivos desencadenaron, dentro de otras muchas cosas, “el amor femenino por la libertad”.

Marisa Guarnieri va más lejos. Ella expresa que comparadas con la libertad femenina, “las ventajas del dominio patriarcal desaparecen, tanto a los ojos de ella como a los de él” y, de manera muy filosófica, da cuenta del significado de la identidad. En el dominio patriarcal, “la identidad de la mujer desaparece, pero tal identidad emerge cuando no es el hombre quien pone el orden en la mente femenina”.

Más y más y más mujeres de hoy deciden sobre sus estudios, su trabajo, sus amores, su fertilidad, sus obligaciones sociales. Es inocultable ya, que los machos tienen miedo.

Esas mujeres asesinadas eran mujeres que tenían trabajos y generaban sus propios recursos, o tal vez estaban estudiando; mujeres que quizás dijeron no, mujeres que se estaban yendo, mujeres con su propia identidad.

Cada vez es más reducido el universo de las personas que miran a los hombres como seres superiores. La gran Virginia Woolf lo expresó de manera soberbia: “las mujeres han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y silencioso de reflejar la figura del hombre, al doble de su tamaño natural”. Es eso, exactamente, lo que empieza a desaparecer y hay quienes son incapaces de soportarlo.

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12 respuestas a «¿Qué están matando ellos, cuando las matan?»

Lo lamentable, es que todo parece indicar, que las mujeres una vez se impongan también maltrataran a los hombres. Somos animalitos en proceso de evolución. El movimiento pendular de la historia: dentro de unos 5.000 años, seguramente, habrá respeto entre hombres y mujeres. Pero ahí, también seguramente, las mezclas o los sexos intermedios o indefinidos o dudosos, estarán tratando de imponerse sobre los hombres y las mujeres que ya serán minoría. ¡Pobre humanidad! Alberto, seguramente de nuevo, en esos momentos también se levantarán voces como la tuya hoy diciendo ¡basta ya!

Gracias por leer John. Basta Ya es el grito de combate que necesitamos, para manifestar el hastío!

Es una verguenza la indiferrncia social ante los femicidios!, ante las violaciones contra la mujer! Cuantas fueron abusadas y violadas durante los secuestro por la guerrilla, ?abortos obigados con ganchos de alambre! Cuntas violadas por sus familiares,esposos, hermanos? Y seguimos sumando vìctimas todos los dìas ante la indferencia de nuestra sociedad! muchas de nuestras campesinas se quedan calladas no denuncian, por que no tienen para donde ir?o lo peor, siente que sus parejas tienen derecho, no denuncian por verguenza a someterse a procesos donde las tratan como culpables, ya sea por su forma de vestir, o por andar solas por ” insinuarse” como es posible que garavito estè suelto despues de matar cientos de niños? Que verguenza nuestra “justicia” ante èstos hechos aterradores!

Gracias Sofia, por leer. Tienes razón. Es un espectáculo bochornoso!

Excelente análisis Alberto. Lastima, como tú dices que tanto femenicidio no despierta a la justicia ni se haga esta. Y si. Que es lo que los machos machos quieren matar a nuestr costa? Temen acaso nuestro empoderadamiento?Un abrazo

Gracias MariaVe por leer. Si, tienen miedo. No soportan que las mujeres sean autónomas, con identidad, dueñas de ellas mismas. Abrazo

El hecho de poder procrear, amamantar, de ser madre, de ser multiorgásmica, protectora pilar salvador, produce en el hombre tal compromiso hacia el respeto y el reconocimiento que la única reacción es la ambivalente, la no aceptación, los celos primarios, la posesión del antierotismo, la negación del poder materno. Alguien diría: el poder absurdo de un pene flácido…

Gracias por leer, Juan Fernando. Si, creo que este drama también está atravesado por problemas de flacidez…

Este tema es tan problemático y desata iras irracionales que imposibilitan la busqueda equilibrada de una solucion verdadera y aplicable….

Gracias por leer, Eduardo. Soy más optimista. Creo que si es posible lograr la equidad y la igualdad.

Mientras las formas de producción se mantengan, no podrá la mujer emanciparse. El hombre que golpea o mata a una mujer es como el pueblo que explota a otro pueblo. No podrán ser libres. Creer que se avanza porque algo se logra puede ser engañoso. La mujer y el hombre tendrán que luchar por asaltar el cielo.

Gracias Wilmar por leer. No dudo que esa lucha emancipadora debe ser protagonizada por ambos géneros.

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