Roa nos enseña en qué consiste el “modelo de gestión Petro”

…todo apunta a que va a tomar una decisión “salomónica”: va a sacar a Roa de Ecopetrol y se lo va a llevar al palacio de Gobierno para que asuma la cartera del Ministerio de Minas y Energía, mientras que a Ecopetrol llegaría Edwin Palma, quien ocupa en la actualidad aquel cargo. Un enroque que para el modelo de gestión Petro es perfecto, porque, desde luego, en él la ética no existe.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Es razonable que mis amigos petristas se resientan cuando hago comentarios adversos a su gobernante y escriban tratando de persuadirme de lo contrario.

Debo decir que lo hacen siempre con inteligencia, convicción y con decencia.

A ellos los acompaña honestamente la certeza de que Petro es un revolucionario que está “cambiando” al país. Tienen una esperanza desmedida en ese cambio.

Las argumentaciones de mis amigos coinciden en lo fundamental. Recojo esta al azar: “durante 213 años Colombia no fue país,  tampoco tuvo presidente, durante dos siglos largos habitamos un platanal propiedad de los gringos que lo manejaron a través de mayordomos, estos se robaban las riquezas producidas por millones de peones que a diario madrugaban para sudarla. Hace 30 meses la situación cambió: por primera vez llegó a la casa de Nariño un inquilino decente: Gustavo nos enseñó el significado de la palabra dignidad”

Así, no deja de afectarme la paulatina frustración que han de estar viviendo mis amigos, porque los hechos van demostrando que el modelo de gestión de Petro y, precisamente su ausencia de dignidad, se hace cada vez más nítida, más incontrovertible, más clara.

Petro actúa con una total ausencia de principios y ha llegado a una situación particularmente dramática: desapareció en él todo cálculo, ya no piensa en las consecuencias. Camina con una especie de certeza absoluta en su impunidad.

Su moral es acomodaticia. Mientras a Benedetti y a Roa, por ejemplo, hay que evaluarlos desde la perspectiva de la condescendencia, el perdón y las “segundas oportunidades“, sin importar que sus comportamientos sean execrables, sus acciones sean perversas y su corrupción sea indefensable; otros miembros de su séquito son borrados sin consideración: “Racero no debe estar con nosotros” -sentencia-. “El que robe se va. Yo mismo lo entrego a la justicia”, “este gobierno no intercepta a nadie, no mientan” – pontifica -.

Digo que Roa es un ejemplo imborrable del “modelo” Petro. También lo es Benedetti; solo que Roa es más “didáctico”.

Tiene este personaje una naturaleza sibilina que permite entender la pequeñez de su dimensión humana. Todo en Roa hiede. Las ya evidentes trapisondas para ocultar las maneras como violó los topes de la campaña presidencial, dan cuenta de su estilo, sus torpezas y patrañas.

Es aberrante la manera como Roa entregó patente de corso a su esposo para que se moviera por los pasillo de Ecopetrol como Pedro por su casa, intrigando y pactando negocios oscuros. Son escandalosos los acuerdos indefinibles que le permitieron comprar, dotar y remodelar su muy lujoso apartamento.

Es por lo menos patético que los hechos, ya demostrados, que lo involucran en el escándalo del contrato del servicio de transporte aéreo para la compañía que preside, no hayan generado la más mínima reacción del compañero presidente. De hecho, no lo entregó él mismo a la justicia. Poco le importó que llegaran a la fiscalía pruebas en donde se hacen evidentes “pliegos sastre, cláusulas amañadas, y millones de millones en juego”. Son también evidentes los personajes involucrados en esos contratos y los favores y relaciones que han tenido desde tiempo atrás con el presidente de la república, como Milton Cabeza Peñaranda, la familia Cabeza y el señor Danilo Romero. No, Gustavo Petro no se inmutó por ese escándalo temprano.

En “el modelo de gestión Petro”, si se trata de amigos, esas cosas son no solo irrelevantes, sino que difieren de actuaciones como las del flamante ex director de la UNGRD Olmedo López. A propósito de esa figura “prominente”, Petro explicó ante el Congreso que “el señor Olmedo nunca fue una transacción política, de ningún grupo, aquí presente ni ausente; él viene de la izquierda desde hace décadas, lo cual hace que tengamos que pensar que el tema de la corrupción no es un tema ideológico, no hay una barrera ideológica que divida a las gentes de la política, a la ciudadanía misma, entre fuerzas que no son corruptas y otras que sí lo son”. (el subrayado es mío)

Esta lógica argumental “impecable” del “modelo de gestión Petro” le hace construir un nuevo axioma: la ética no tiene nada qué hacer en los escenarios de la política y de la sociedad. ¡Hágame el favor!

Sí, aceptó que Olmedo es lo que es: un corrupto de siete suelas, pero rechazó el hecho de que ese modelo de corrupción puesto también al servicio de comprar votos de políticos en beneficio de los proyectos gubernamentales, no aplica para Ricardo Bonilla su exministro de Hacienda, ni para el siniestro Carlos Ramón González, su director administrativo, quienes están untados hasta los tuétanos en el mismo proceso.

El “modelo de gestión Petro” es altamente selectivo. Recuerde usted que los 3.000 millones entregados al senador Name, para que apoyaran sus proyectos, son para ese “modelo”, substancialmente diferentes a los 1.000 millones entregados a su compañero de causa, Diego Calle.

La tapa de todo esto es el más reciente escándalo de Roa, que desencadenó adicionalmente una crisis en su junta directiva a la cual ya renunció Mónica de Greiff, otro oscuro personaje que ha cohonestado con Roa en todos sus enredos, pero que, al parecer, desconocía su última jugada.

El hecho está asociado a un contrato con la firma de abogados Covington & Burling, a quien la junta había encargado investigar los impactos reputacionales que tendría para Ecopetrol la presencia de Roa en la presidencia de la compañía, habida cuenta de los escándalos de corrupción que lo rodean y que al “modelo de gestión Petro” poco le importan. El contrato era por cinco meses y fue avaluado en US 875.000.

Intempestivamente, en diciembre pasado, el contrato fue suscrito con “otro sí” que extendió su duración a 16 meses y elevó su monto a US 5.800.000, ¡el 600% más! La operación fue hecha a espaldas de la junta directiva.

Fiel a su “modelo“, Petro hizo dos cosas. Primero escribió en X: “Toda la información sobre el contrato de Ecopetrol por 5 millones de dólares, contratos que se hacen desde el 2008, resultó falsa” (el subrayado es mío). Desde luego, las evidencias terminaron desmintiéndolo. A renglón seguido, hizo lo que debió hacer en un principio: indagar, preguntar, averiguar. Se reunió en efecto con miembros de la junta y se enteró de la situación. Y entonces (ojalá esto no sea cierto) todo apunta a que va a tomar una decisión “salomónica”: Va a sacar a Roa de Ecopetrol y se lo va a llevar al palacio de Gobierno para que asuma la cartera del Ministerio de Minas y Energía, mientras que a Ecopetrol llegaría Edwin Palma, quien ocupa en la actualidad aquel cargo. Un enroque que para el modelo de gestión Petro es perfecto, porque, desde luego, en él la ética no existe.

No sobra resaltar que en el marco de la afirmación según la cual este gobierno no intercepta a nadie, no mientan”, el contrato con Covington & Burling incluyó las chuzadas a 70 altos funcionarios de Ecopetrol.

No se usted qué piense, pero en mi caso, tengo muchas dificultades para entender que haya, en esta historia, un ápice de dignidad o de decencia.