“Saqueo”, el reciente libro de Aurelio Suárez

Demuestra con Tepper y Hearn que los monopolios han matado la competencia y entrega este dato revelador: “En el caso colombiano, no solo el nivel de concentración incide como regla general, sino que, en más de la tercera parte de los 103 subsectores, el líder en ingresos era el mismo de hace 15 años”

Por Alberto Morales Gutiérrez

Hay que leerlo. Se trata de un texto gigante, sí; con abundancia de cuadros, cifras, referencias, sí; complejo, sí. Pero hay que leerlo porque es un libro escrito con enorme responsabilidad y altamente esclarecedor de los entresijos que mueven la economía colombiana y mundial. Esclarecedor de los intereses que anidan en las decisiones gubernamentales y en la legislación. Esclarecedor de los impudores de nuestra clase dirigente y de sectores del empresariado. Un texto valeroso que permite concluir la vocación de cipayos, al servicio de los intereses transnacionales, que caracteriza a todos aquellos que se han enriquecido groseramente, con los artilugios que ofrecen esos organismos internacionales al servicio del gran capital.

Toda la vergonzosa y deplorable estrategia de la globalización promovida por Occidente, los discursos del “desarrollo” y del “progreso” quedan al desnudo. Quienes se benefician son las élites mientras el país, los países del otro lado del mundo de las potencias, son saqueados sin límite, empobrecidos, degradados. Una degradación que también se siente en amplios sectores de la población de países desarrollados.

El libro cubre los últimos treinta años de nuestra historia económica. Su argumentación y análisis son de una contundencia que estremece. Recoge los aportes de personalidades democráticas del país, analistas lúcidos que, a lo lago de este tiempo, han lanzado voces de alerta, han producido estudios, documentos, y no han sido escuchados y, además, hace propuestas. No se queda solo en el territorio de la denuncia. Habla de tres estrategias en empleo, en política monetaria y una agenda ambiental autónoma. Demuestra que hay otras alternativas hacia las que podemos mirar.

El nombre del libro es preciso y es contundente. Lo que hemos vivido es un auténtico e indiscutible saqueo, que ha llegado a niveles inadmisibles.

En tiempos de campañas electorales, cuando a quienes hablamos del carácter execrable que tiene el modelo neoliberal imperante, nos tratan de “agentes de la subversión” mientras sus corifeos y promotores tratan de matizar, ocultar o distorsionar sus aterradores efectos, en estos tiempos de campañas -digo- bien vale la pena referir aquí, por ejemplo, su reflexión sobre la cacareada OCDE. (La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo) ese “club de los países ricos” con en el que tanto esfuerzo se hizo para que “fuéramos admitidos”.

La OCDE es fanática de la “productividad”, esa palabra “mágica” que, para los ingenuos, cuando la pronuncia ese organismo, pareciera significar riqueza para todos.

Recoge el libro la muy nítida diferenciación que hace el analista Eduardo Sarmiento Palacio, entre productividad absoluta y productividad relativa y la manera cómo, en el entramado de las especializaciones a los que los países se ven obligados dentro del nuevo orden mundial, “Colombia no ha pasado el peldaño de las confecciones, los alimentos, los productos metálicos, los fertilizantes y el ensamble de automóviles y electrodomésticos” que, argumenta Aurelio, “está en el nivel dos de la escala, casi en la de medios de subsistencia”.

Y entonces, aporta un texto original escrito para el libro SAQUEO, por el economista y candidato a Ph.D en la Universidad de Boston, Mateo Hoyos López, en el que se concluye que la región latinoamericana, junto con África “ha tenido un cambio negativo en la composición sectorial de la economía, que ha hecho que la productividad haya caído” (refiere un trabajo de McMillan, Rodrick y Verduzo-Gallo, escrito en 2014).

Demuestra con Tepper y Hearn que los monopolios han matado la competencia y entrega este dato revelador: “En el caso colombiano, no solo el nivel de concentración incide como regla general, sino que, en más de la tercera parte de los 103 subsectores, el líder en ingresos era el mismo de hace 15 años” (el subrayado es mío)

Para quienes aún continúan encandilados con la fantasía del “sueño americano”, es necesario resaltar que los EE UU no escapan a la debacle de la propuesta neoliberal. De hecho, el estudio de Robert J Gordon destaca que “en Estados Unidos se prevé un deterioro y declive tanto de la productividad laboral como del ingreso por habitante y del ingreso disponible” además de dejar en claro   que como consecuencia del limitado acceso a la educación, “los niños de Norteamérica casi con certeza no estarán mejor educados, más saludables o serán más ricos que sus padres.”

Es cierta y es pertinente su exhortación final: “No alcanzan las proposiciones meramente académicas y, ese es el encargo para la sociedad si se desea el progreso general y un auténtico desarrollo, y si decide, en medio de las descomunales dificultades que encierra, trazarse un destino diferente”.

Es una exhortación que suscribo íntegramente.