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Al Alberto

¡Síganme los buenos! O…mejor no.

Por Alberto Morales Gutiérrez

La frase del título de la columna, era un grito de combate del Chapulín Colorado. La pronunciaba siempre como el preámbulo de sus divertidas estrelladas contra las paredes, o segundos antes de sus aparatosas caídas, cuando se disponía a salvar a alguien.

De niños, nos desternillábamos de la risa, aunque la misma escena fuera repetida inmisericordemente capítulo tras capítulo.

El tema de “los buenos” es recurrente en el discurso político de hoy, está incorporado a la narrativa de todas las religiones y hace parte de la autopercepción que cada uno de nosotros tiene de si mismo. No parpadeamos al afirmar, con convicción, que los malos son los otros, nunca nosotros.

Hay una especie de consenso en entender y/o aceptar, que los más buenos de todos los buenos son aquellos seres humanos sensibles, reflexivos, creadores. Los artistas, por ejemplo.

La semana anterior, el fotógrafo Jairo Ruiz envió por WhatsApp al grupo de amigos, un bellísimo cuento de Elena Garro. Se titula ¿Qué hora es?, y narra la historia alucinante de una mujer que se hospeda en un lujoso hotel en París y reserva otra habitación a la que llegará su amante a las nueve y cuarenta y siete minutos. El periodista Ricardo Aricapa  escribió al rato que le había parecido una muy buena escritora, que “no había leído nada de ella”, y acotó que “Octavio Paz, su marido, le hizo una gran sombra, deliberadamente dicen…”

Quedé de una pieza. Octavio Paz era uno de “mis buenos” y yo desconocía completamente esa historia. De Elena Garro solo había leído muchos años antes “La culpa es de los Tlaxcaltecas” y no sabía de su relación con el premio Nobel mexicano. Me puse a indagar y aprendí muchas cosas.

Octavio Paz tenía una enorme consciencia sobre el significado de las luces y las sombras con las que todos los seres humanos transitamos por nuestras vidas. Es categórico: “la palabra poética es revelación de nuestra condición original porque por ella el hombre efectivamente nombra otro, y así él es, al mismo tiempo, este y aquel, el mismo y el otro…”. Uno puede entender entonces que, desde esa afirmación, ejerce sin pudores, sus actos de incoherencia.

Según Paz, “la emergencia del amor es inseparable de la emergencia de la mujer” y agrega que “no hay amor sin libertad femenina”. Insiste: “la historia del amor es inseparable de la historia de la libertad de la mujer”. Pero, finalmente, su relación con Elena Garro no es precisamente un reflejo de la comprensión teórica que exhibe en sus escritos.

En 1992 se publicó la primera edición de “Memorias de España 1937” un texto de Elena Garro que relata sus vivencias de un viaje hecho con Octavio Paz al “II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura”; narra el encuentro con lo más granado de la intelectualidad del mundo en ese momento; cuenta los impactos de la guerra civil española; habla de su pareja de ese entonces. Hay allí una afirmación reveladora sobre la relación sostenida con su marido: “durante mi matrimonio, siempre tuve la impresión de estar en un internado de reglas estrictas y regaños cotidianos”. De hecho, se desvela allí la prohibición hecha por Octavio Paz a su esposa, en el sentido de que no incursionara mas en el género de la poesía, porque ese era su terreno. Elena Garro fue siempre una extraordinaria poetisa.

Cuando se casaron, ella era estudiante de filosofía y letras en la UNAM, pero el Nobel no la dejó volver. La síntesis de esta relación hecha por el investigador Peter Earle, lo resume todo: “desde su noche de bodas el 25 de mayo de 1937 (antes del viaje de tres semanas a España) hasta sus respectivas muertes en abril y agosto de 1998, Octavio Paz y Elena Garro no se llevaban bien. El matrimonio resultó ser, para él, una extraña síntesis de conveniencias y enojos; y para ella, una serie de sumisiones y frustraciones”.

Octavio Paz la desapareció de su existencia. Jamás la mencionó. Fue ella la que resumió su indignación con la misma contundencia que mantuvo hasta su último suspiro: Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él […] en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz”.

Con coraje, talento, una poderosa fuerza interior y una vocación de combate que no perdió nunca, Elena Garro se abrió un espacio en el periodismo, trascendió como novelista y poeta, logró además reconocimientos por su dramaturgia. Brilló con luz propia. Los analistas la ven como pionera en el ejercicio del realismo mágico y una gran exponente de la literatura fantástica.

Como es bien sabido, el patriarcado es refractario al talento femenino, le teme a su inteligencia, es dado a negar y a combatir sus capacidades.

Elena Garro se suma a víctimas como Camille Claudel, la portentosa escultora francesa a quien el perverso de Auguste Rodin (otro de los buenos) pretendió borrar de la faz de la tierra.

Se suma a la científica Mileva Maric, primera esposa de Albert Einstein (otro bueno) y quien, ya está demostrado, tuvo una participación activa en la construcción de la teoría de la relatividad.

Se suma a Clara Schumann, la extraordinaria intérprete y compositora alemana, pareja de Robert Schumann (un buenazo más) quien la manipuló y la redujo a ser únicamente la madre de sus ocho hijos.

Se suma a la pintora Dora Maar, quien fuera pareja de Picasso (otro que está en la lista de los buenos) y sufrió “los más agudos maltratos y descalificaciones de su talento”.

Se suma a Margaret Keane cuya obra pictórica era firmada y sustentada y exhibida y cobrada por su mediocre marido.

Katie McCabe la escritora y editora irlandesa que se ha dedicado a estudiar el tema, publicó “Más que una musa. Relaciones creativas que eclipsaron a las mujeres” (Garbuix Books) en donde relata los hechos asociados a una veintena de mujeres artistas que, entre mediados del siglo XIX y finales del XX, no brillaron como merecían.

Ella lo resume muy bien: “es esa trampa de mirar el mundo a través de una lente misógina”. Esa lente que, desde luego, es la que más le gusta a la gran mayoría de los “buenos”.

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22 respuestas a «¡Síganme los buenos! O…mejor no.»

Brillantes mujeres sin duda…pero inteligentes? Siempre me preguntaré porque tanta ” luz propia” les impide, porque aún hoy persiste el asunto, salir corriendo! Por qué permanecen al lado de hombres así? Qué hace que se ” mantengan” en un matrimonio o una relación que las hace tan infelices y , según sus propias palabras, desgraciadas. Si tienen intelecto, medios económicos y trayectoria por qué permiten el maltrato emocional, físico o moral?

Hola Sandra. Qué bueno saber que pasas por aqui. No creo que las mujeres que se quedan o se demoran para huir lo hagan de manera “voluntaria”. Es el peso de miles y miles de años de sojuzgacion patriarcal que ha desencadenado una cultura y un sistema de creencias agobiante.

Excelente reconocimiento a esas mujeres opacadas y sumisas ante sus cónyuges; increíble como las tiñeron de sombras relegadas; cuando tenían luz propia. Acaso el machismo a ultranza los hizo mejores?

Hola Juan. Muchas gracias por leer y comentar. El patriarcado es muy corrosivo.

Que interesante coincidencia esta que traes hoy, proponiendo mirar de nuevo a esas mujeres “subyugadas..” y víctimas de sus maridos estrellas destacadas…
Claro, si ponemos el foco a corta distancia, así como lo pones y como lo manda el nuevo canon anti misógino
Solo podremos ver las dos figuras objeto de la lucha, humillador y humillada. Pero si retiras un poco el foco de la escena e incluyes los otros factores humanos y económicos del éxito disputado que componen todo el panorama de la ópera, aparecen nuevos y definidos elementos cruciales en la tal lucha, como es el caso del constructo y la materia…
Imagínate que un piloto en pleno vuelo le apremie el deseo de tener relaciones sexuales con la azafata, a lo cual ella accede a cambio de que le permita pilotar el avión….
Fin del primer acto.

Hola Eduardo. Muchas gracias por leer y comentar. Claro que cada caso en particular, una vez se analiza minuciosamente y se atienden todas las variables y circunstancias, puede reflejar atenuantes o agravantes. No obstante, esa mirada ampliada que permite ver hechos que se repiten y repiten como consecuencia de una cultura, de unos relatos de poder, permiten clarificar los significados y consecuencias perversas de tales creencias. Han de haber muchos más actos en tu reflexión que es, desde luego, muy valiosa.

Alberto, retomando la valiosa opinion de Sandra Jaramillo podemos inferir que existe un factor de arraigo que retiene a esas mujeres y es algo que se origina en el deseo de algo personal y nó en la tradición patriarcal
Porque como bien lo detalla Sandra, la lucha por la liberación de la mujer trata del espacio para su libre desarrollo en la emocional, económico, profesional etc por sus propios medios.
En el caso del avión nada impide que existan mujeres pilotos…para los casos tratados y la época AMELIA EARHART..

Gracias por leer, Eduardo. No matizaría el desafuero patriarcal y la violencia ejercida sobre las mujeres por milenios.

Y que decir del “bueno” Diego Rivera. Basta leer el libro de Elena Poniatowska Querido Diego, te abraza Quiela, para conocer la relación tan tóxica que tuvo con él su primera esposa la artista Angelina Beloff, quien sacrificó su arte y parte de su vida por un Rivera que luego la abandonó sin explicación. Sin entrar a analizar la relación que tuvo con otras mujeres el “bueno” de Rivera

Ana Piedad, ¡cómo me gusta verte por aquí! Este listado crece. Rivera fue un machista bárbaro.

Ay Alberto, tu columna de hoy es un ejemplo de una gota en el océano de sombras que han padecido muchas, pero muchas mujeres, conocidas y desconocidas. Los casos de las famosas ayuda a vislumbrar las sombras de las anónimas. Elena Garro es una potente escritora que merece mucho más reconocimiento.
Se tiene que seguir contando, casi denunciando todos estos absurdos sometimientos. En mi programa radial, recientemente hablamos de Mileva Maric(con Olga Penagos) y también de muchas desconocidas mujeres con grandes aportes a la astronomía…(con Luz Ángela Cubides) Entre muchas astrónomas que hay, tres ejemplos:Sophia Brahe, Carolina Herschel, Williamina Fleming. Y para terminar, recientemente leyendo a Edith Stein, supe que Martin Heidegger usó muchas de las tesis y conceptos sobre el tiempo de E.Stein en su famosa obra Ser y tiempo, sin darle ningún crédito a su brillante alumna.
La sombra es enorme…

Hola Olga. Qué bueno verte por aquí. Muchas gracias por tu aporte. El listado de mujeres invisibilizadas, como dice Ana Cristina, es enciclopédico.

Hola Hugo. Muchas gracias por tu lectura. Creo que al machismo y la visión siniestra del patriarcado le caben todos los epítetos.

Parecería muy simple pero la mujer que se aguanta un mal marido -para no decirlo de otra manera- se debe a que busca una figura paterna, un protector que al mismo tiempo las “amanse” para servirle tenerle hijos y replicar la imagen de esa mujer dulce y sumisa como fue la Virgen Maria. Por más que los gritos de emancipación se hagan sentir, subyacente, siempre está ese masoquismo pasivo agresivo tan propio de la “madre de Dios”. Es una impronta que se repliega ante el poder sexual femenino aplastado por un machismo casi mesiánico reforzado por una cultura cristiano céntrica.

Gracias estimado por poner el dedo en la llaga. Los casos mencionados son apenas punta del iceberg de una realidad que persiste a pesar de tantos avances de las mujeres. El peso profundo del ordenamiento patriarcal pervive en las relaciones sociales y se revisita a diario. A la hasta hoy liberación femenina, llegan nuevas y sofisticadas formas de subyugación, cada vez más intangibles. A la emancipación de las mujeres le falta todavía un camino por recorrer. Por eso resulta a veces incomprensible que haya mujeres que parecieran “querer” permanecer subordinadas. Interesante saber si tu columna la hubiese escrito una mujer cuales habrían sido las reacciones.

Hola Rocío. Me gusta mucho verte por aquí. Muchas gracias por tu lectura y comentario. La participación de los lectores y lectoras en las redes sociales a propósito de este tema demuestra que es cierto lo que dices. Las menciones hechas en la columna son apenas la punta del iceberg.

Tu columna me recuerda algo que siempre he pensado: hay que ser un verdadero gran hombre para estar al lado de un gran mujer. Y como vemos en los nombres que pones como ejemplos, ni grandes ni buenos esos hombres.

Hola Flor María. Muchas gracias por leer y comentar. El drama del patriarcado es que es incapaz de VER al otro (a la otra)

He conocido varias mujeres así (de a pie, comunes y corrientes) y entre nas “inteligencia” parecen tener, con más ahínco se quedan a lado de esa clase de hombres. En todas he visto un denominador común: no pueden aceptar que su elección de pareja fue un fracaso. O por lo menos sólo se lo reconocen al espejo.

Hola Carlos Alberto. Gracias por tu lectura. Creo que quedarse al lado de quien las lastima, es mucho más complejo que lo que uno puede imaginarse. Milenios de subyugación y de atropellos hacen mella, sin lugar a dudas.

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