A través de ellos tomó forma la superstición, que consiste en atribuir un carácter sobrenatural o mágico a determinados hechos u objetos. La única manera de derrotar estos instrumentos del oscurantismo, es la labor crítica que ejerció el pensamiento ilustrado.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Hay, por estos días, un entusiasmo inusitado con las reliquias. Sombreros y sotanas entran a engrosar la larga lista de los objetos que se exhiben en las vitrinas sagradas. Hay sectores que están francamente entusiasmados con los nuevos objetos para adorar y uno lo entiende, claro, porque Colombia, un país tan católico, es tierra abonada para este tipo de ofertas insólitas.
Aunque fue en la Europa medieval cuando se exacerbó su veneración, debe entenderse que la historia de las reliquias es tan antigua como la de las religiones. Fue, desde un principio, un negocio extraordinario. Los terratenientes en contubernio con los obispos y sus sacerdotes, entendieron que levantar una iglesia sin reliquias y sin santos, no movilizaba a nadie. Era imperativo adornarla no solo con objetos que le dieran lustre para llenar sus rituales de cada ocho días, sino hacer adicionalmente muchos milagros, para que los creyentes además de asistir con puntualidad a los oficios religiosos, fueran generosos con sus limosnas.
Hubo un momento en el que, ya en las grandes catedrales o en las ermitas más alejadas y humildes, las reliquias operaban como su inspiración. La demanda creció de una manera tan desmesurada, que se fue convirtiendo en un negocio siniestro que desencadenó todo tipo de críticas por la evidencia de sus incongruencias, y la dimensión de sus abusos.
La Reforma Protestante fue originada, en buena medida, por los desafueros con estos objetos. Calvino, en su “Tratado de las reliquias” señalaba exabruptos como “un hueso de ciervo que pasaba por el brazo de san Antonio, una esponja que se adoraba como si fuese el cerebro de san Pedro, e incluso la huella de las nalgas de Jesús”.
Alfonso de Valdés, un humanista católico que brilló en el siglo XVI relataba escandalizado :“El prepucio de Nuestro Señor yo lo he visto en Roma y en Burgos, y también en Nuestra Señora de Amberes, y la cabeza de san Juan Bautista en Roma y Amiens. Pues apóstoles, si los quisiésemos contar, aunque no fueron sino doce y el uno no se halla y el otro está en las Indias, más hallaremos de 24 en diversos lugares del mundo. Los clavos de la cruz escribe Eusebio que fueron tres… y ahora hay uno en Roma, otro en Milán y otro en Colonia, y otro en París y otro en León y otros infinitos. Pues de palo de la cruz dígoos de verdad que si todo lo que dicen que hay della en la cristiandad se juntase, bastaría para cargar una carreta”.
La inventora de esta estafa monumental fue la muy maliciosa Flavia Julia Elena, madre del emperador Constantino, a quien la Iglesia, como es apenas obvio, elevó a las alturas de santa. Sí, es la misma santa Helena de Constantinopla. Desde allí, desde lo que hoy es Estambul, aproximadamente en el 325 de nuestra era, organizó con bombos y platillos un viaje a “Tierra Santa” en donde no solo ordenó la construcción acelerada de basílicas y templos como la basílica de la Natividad sobe el terreno de la gruta de Belén, la basílica de la Ascensión sobre el monte de los olivos y el templo de la Anastasis sobre el Santo Sepulcro, sino que “encontró”, en un tiempo récord, las reliquias de la crucifixión: la Santa Cruz (incluso las dos cruces adicionales de los dos ladrones), los clavos, e innumerables objetos asociados a los apóstoles y otros mártires. Fue una peregrinación muy productiva. Generó ella un mercado infinito que, aún hoy, rinde dividendos. Si usted tiene el dinero necesario, puede acceder a suntuosos relicarios de oro, plata y piedras preciosas, que guardan fragmentos óseos, restos de carne, vísceras como el corazón de Santa Teresa o secreciones como leche de la virgen.
Sonsoles Quintero afirma que se veneran incluso telas que habían estado en contacto con algún santo, instrumentos de tortura utilizados con algún mártir y hasta arena del coliseo donde éstos murieron. Son relatos delirantes.
Cuando leí el mensaje en X del presidente Gustavo Petro, anunciando, con tono mayestático, al pueblo colombiano y latinoamericano, a la Iglesia Católica y a los luchadores sociales del mundo, la confirmación “científica” en Medicina Legal sobre la autenticidad de la sotana del padre Camilo Torres, que le fue entregada al primer mandatario en días pasados, yo creí, honestamente, que era un fake. No podía entender que hubiese allí una noticia. Pero me resigné al atar cabos y recordar que días antes, se había armado una discusión, por el hecho de que el presidente, con verdadero entusiasmo, había declarado como patrimonio cultural de la Nación el sombrero de Carlos Pizarro, que unos exiliados del M19 en Suecia le regalaron con generosidad.
Lo insólito de la decisión desencadenó un debate centrado en primera instancia en la improcedencia de esa declaratoria, habida cuenta de que para que tal patrimonio fuera viable, debía configurarse un acto administrativo cuyo procedimiento estaba consignado en leyes y decretos reglamentarios precisos. Para salvar el desaguisado, el Ministerio de Cultura se apresuró a esclarecer que esa “decisión discrecional del presidente” busca reconocer el valor simbólico del objeto, pero que “no queda incluido dentro de las listas de bienes de interés cultural”. Un acto inane que la pomposa urna en donde se exhibe hoy, no alcanza a magnificar.
Como era de esperarse, la Paloma, la Cabal y sus corifeos, aún están gritando que es inadmisible ese homenaje a un guerrillero. Mientras tanto, nadie ha podido imaginarse lo que va a ocurrir con la sotana de Camilo Torres o con sus piyamas, si alguien las encuentra y se las entrega al presidente.
Plinio el Viejo en su “Naturalis Historia” refirió en el año 79 de nuestra era, la existencia de objetos que protegen a una persona frente a un problema, los llamó “amuletos” que, finalmente, terminaron asociados con los “talismanes” de la cultura árabe, cuyo significado es de un literal contenido esotérico: “iniciar a alguien en el misterio”. Son, finalmente, objetos a los que se les atribuye una virtud sobrenatural. Las culturas más antiguas dan cuenta de la existencia de sus amuletos, que los habitantes primitivos utilizaban para protegerse de los males.
A través de ellos tomó forma la superstición, que consiste en atribuir un carácter sobrenatural o mágico a determinados hechos u objetos. La única manera de derrotar estos instrumentos del oscurantismo, es la labor crítica que ejerció el pensamiento ilustrado.
No deja de preocupar que aún perduren quienes quieren arrastrarnos, de nuevo, a las cavernas de la magia medieval, entregando valores inexistentes en objetos cotidianos. Me queda la duda de pensar que sus promotores, tal vez, aún creen en los milagros.
24 respuestas a «Sobre el santo prepucio y otras reliquias fantásticas.»
Estimado y valioso aporte en estos convulsos y alienantes tiempos del desmadre con sus des-iluminados ateos y corifeos; esgrimiendo pajazos mentales y otras penurias de su acabose. Sin salabim…….
Gracias Juan por tu comentario y lectura. Estoy de acuerdo contigo en que son tiempos de desmadre.
Que hermoso proceso histórico ( tardío) estamos viviendo en la psique de la lucha partidista nacional. Desde la posición de gobierno de izquierda hoy se están dando los mismos pasos que se dieron en el gobierno de derecha en los tiempos de Uribe arrodillado frente a otras sotanas y otras reliquias.
Esos son síntomas de ruptura profunda en el equilibrio propio del liderazgo al hacer uso de mecanismos, como tú lo escribes, propios del esoterismo mágico-sintético de las ideologías.
Es decir, el presidente de Colombia acaba de mostrar el cobre de su pobre y mal asesorada base ideológica.
No saber distinguir entre el manto de Turín y la mona lisa….
Si Eduardo, hay un enredo tremendo. Muchas gracias por leer. Estoy de acuerdo contigo en que son maneras de mostrar el cobre.
Si es preocupante el fetichismo de un señor que intenta gobernar un pais. Y que olímpicamente se somete sin sombra de preocupación al escarnio público
Hola Hernán. Muchas gracias por leer y comentar. Sí, son muy preocupantes estos recursos efectistas para llamar la atención.
Lúcido y pertinente. Gracias.
Jola Juan José. Muchas gracias por tu lectura.
No será pertinente engrosar nuestro rico patrimonio cultural con las armas con las que el Sr. Pizarro y su socio que nos gobierna asesinaron a cientos de colombianos?
Muchas gracias por leer Guillermo.
Don Alberto la verdad es que sus escritos están llenos de cultura, es un gusto leerlo. Confieso que hay muchos fetiches incrustados en nuestra cultura! Además, por ejemplo, veo en ese sombrero parte de la infamia contra lo que es el estato quo, corrupto que nos arropa.
Muchas gracias Helena. Tu lectura y comentario son estimulantes.
Don Alberto la verdad es que sus escritos están llenos de cultura, es un gusto leerlo. Confieso que hay muchos fetiches incrustados en nuestra cultura! Además, por ejemplo, veo en ese sombrero parte de la infamia contra lo que es el estato quo, corrupto que nos arropa.
Muchas gracias Helena. Tu lectura y comentario son estimulantes
Y para cuándo los hornos dónde se desaparecieron cientos de compatriotas?
Muchas gracias María por leer. Hay centenares de cosas trascendentales por encontrar.
De antemano gracias por su columna, descriptiva y formativa.
Serán acaso sombras estos símbolos que van apareciendo?… sombras que fomentan la fe en los incautos… no se…
Lucía, muchas gracias por tu lectura. Tampoco yo lo se. Pero creo que no dan para ser símbolos…
Mucho me gustaría que la oposición guardara en una urna, también a modo de reliquia, una de las tantas MOTOSIERRAS con las que decapitaron a los miles de campesinos despojados.
Hola Juan Fernando. Gracias por leer.Escalofriante el tema de las motosierras paramilitares, pero tampoco dan para urna…
Los símbolos han existido desde siempre. Que malo hay en eso. Por ejemplo, los liberales no reciben un trapo rojo, los conservadores un trapo azul, Colombia y todos los países ni exhiben unos trapos o telas e diversos colores a los que llaman banderas? Entonces …
Estoy totalmente de acuerdo contigo Olmedo. Los símbolos han existido desde muchos, muchos años atrás. Desde luego, no entiendo la razón por la cual haces referencia al tema de los símbolos asociado a lo que se trata en esta columna, pues el tema es otro. Agradezco mucho tu lectura.
Los símbolos han existido desde siempre. Que malo hay en eso. Por ejemplo, los liberales no exhiben un trapo rojo, los conservadores un trapo azul, Colombia y todos los países no exhiben unos trapos o telas e diversos colores a los que llaman banderas? Entonces …
Estoy totalmente de acuerdo contigo Olmedo. Los símbolos han existido desde muchos, muchos años atrás. Desde luego, no entiendo la razón por la cual haces referencia al tema de los símbolos asociado a lo que se trata en esta columna, pues el tema es otro. Agradezco mucho tu lectura.