Su “impunidad” fue construida con esmero. Montó una rígida organización en la que la responsabilidad se diluía entre muchos de sus miembros, quienes, al ser atrapados, salvaban sus vidas si mantenían la boca cerrada. El 60% de la policía de Chicago estaba en su nómina. Los testigos, en los juicios, jamás aceptaron haber visto nada.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Uno de los fenómenos que más dolores o placeres generan, una vez terminan estas batallas electorales, es ese tránsito obligado de las hordas de personajillos “poderosos” e “importantes”, que son lanzados de bruces al asfalto. Pasan de “intocables”, a ser ciudadanos del común, ciudadanos de a pie y debe ser – hay que entenderlo – muy complejo adaptarse a ese nuevo rol.
En el pasado, cuando la corrupción no se había convertido en el modus operandi de la gran mayoría de los funcionarios de algún rango, por ejemplo a nivel municipal; generaba mucha conmiseración verlos tomando el bus y recordar la altivez con la que miraban a las gentes cuando marchaban en “su” vehículo oficial. Hoy es diferente. Salen ricos, claro, pero ya no les “tocan el tambor” (como definía el maestro Echandía a la gracia que tenía el poder). Así, tener plata, pero no tener poder, se convierte para todos ellos en el gran suplicio de la derrota.
Un caso verdaderamente grotesco es el del señor Daniel Quintero, el oscuro “adolescente” que esquilmó a esta ciudad y que logró, en un lapso relativamente corto, convertirse en un personaje tristemente célebre.
Como es bien sabido, el hombrecito renunció a la alcaldía tres meses antes de que terminara su período. Se fue a ser “un soldado más” de la campaña de un tal Upegui, en quien había cifrado todas sus esperanzas de continuar usufructuando los goces del erario. Se fue, además, armado “de Dios y estos volantes”, según lo expresó en una animada rueda de prensa.
Aprovechó la renuncia y su vocación de soldado de la causa, para impulsar, con recursos públicos desde luego, a los más de 2.500 candidatos que avaló su movimiento “Independientes” (el chico pensaba en grande) y fue abucheado por donde quiera que pasó: en Cali, cuando acompañaba a un tal Mendoza que era su candidato; también en Cúcuta y en Cartagena, acompañado de quienes había ungido.
Hasta ese momento, parecía no tener la más mínima idea de la dimensión de su desprestigio, aunque, finalmente, el resultado en términos de votos debió confirmárselo.
Entonces, como en los versos de José Manuel Marroquín, “cosa es de volverse locos”, Quintero, ya en el asfalto, anunció en sus redes que acompañará en Medellín el proceso de empalme con quien ganó las elecciones. Estaba demostrando no solo su “guapura” y el hecho de que había perdido todo sentido de las proporciones, sino expresando un miedo que confesó en el texto: “que los de Hidroituango se salgan con la suya”.
A ver, a ver…
Quintero es incapaz de entender que su situación actual es la de un ciudadano de a pie y que perdió además su capacidad de resonancia. Ya sin bodega pagada, el intento más reciente de figuración fue el anuncio de su aspiración presidencial, que apenas generó algunas sonrisas cáusticas.
La vida real se ha encargado de bajarle los humos. Dios no parece estar escuchándolo. Es un ángel caído.
¿Sabe usted qué originó el dicho de “se le subieron los humos”? Déjeme contárselo porque encaja en la historia de este ciudadano de a pie. Hacia el siglo XII, un símbolo de prosperidad era el número de chimeneas que podía exhibir una vivienda en los burgos. Se requería mucha solvencia para contar con los materiales necesarios en la construcción de las mismas, pero además, se daba por entendido que esa presencia múltiple, significaba que ese domicilio contaba con diferentes ambientes. Como el arribismo y las apariencias han existido desde siempre, hubo quienes montaban sobre los techos de sus casas la simulación de varias chimeneas. De tales personajes se decía que se les habían “subido los humos”. Bajárselos era poner en evidencia su falsedad, reducirlos a lo que realmente eran.
Quintero, un arribista consumado, montó chimeneas falsas por donde quiera que estuvo y atravesó todas las fronteras de la ética. Ya no hay duda sobre su vocación delincuencial.
No sé por qué, involuntariamente, pienso en el periplo vivido por Alphonse Gabriel Capone, ese neoyorkino también tristemente célebre, que tuvo su período de gloria entre los años 1925 y 1932. Un tiempo relativamente corto, ciertamente. Me pregunto: ¿qué hizo para que en él se configurara para la posteridad el arquetipo del mafioso? Y encuentro que no hay inocencia en mi asociación, porque el “método Capone” – guardadas las proporciones – exhibe muchas semejanzas con el “método Quintero”. Mire nada más: los historiadores coinciden en que, en el caso de Al Capone, la construcción de su carisma está asociada a su pasión por aparecer en los medios. Era, a no dudarlo, un demagogo consumado. Durante la gran depresión del 29, publicitaba sus entregas diarias de leche y de alimentos que repartía, con derroche, a los miles de necesitados que sufrían las consecuencias de la crisis.
Su narrativa mediática de solidaridad era enriquecida con el montaje de ollas populares, fiestas y regalos navideños, donaciones muy sonadas, para ganarse el cariño de los pobres.
Los periodistas a quienes sobornaba, eran cajas de resonancia de esa imagen de benefactor público, una imagen que las gentes, no solo aplaudían, sino que les permitía matizar el origen delincuencial de sus ingresos, pues cuando se hacía referencia a que el alcohol (que estaba prohibido) el juego y la prostitución, eran la base de sus negocios, sus defensores contestaban que esas actividades eran pequeños placeres para los habitantes de la ciudad.
Dicen que sus dos sueños eran que, al salir a las calles, las gentes le pidieran autógrafos, y ser carátula de la revista Time.
Su “impunidad” fue construida con esmero. Montó una rígida organización en la que la responsabilidad se diluía entre muchos de sus miembros, quienes, al ser atrapados, salvaban sus vidas si mantenían la boca cerrada. El 60% de la policía de Chicago estaba en su nómina. Los testigos, en los juicios, jamás aceptaron haber visto nada.
Creyéndose imbatible (ocurre mucho entre los delincuentes) cometió errores en el flanco fiscal. Fue acusado, detenido y condenado por evasión de impuestos. Cuando lo encarcelaron en 1932 y, como seguía pensando que no tenía límites, compró y no ocultó la conquista de unos privilegios aberrantes que, al ser conocidos por la opinión pública (gracias a una investigación periodística) obligaron a los jueces a recluirlo en Alcatraz, en donde fue sometido con todo rigor a las exigencias de esa prisión de alta seguridad. Una sífilis mal tratada redujo al mínimo sus capacidades mentales. Lo atrapó no solo la demencia, sino que su físico se deterioró a niveles extremos.
Murió reducido a nada. Nunca pudo recordar, por ejemplo, en dónde escondió su fortuna.
Le pregunté al DRAE el significado de la locución adjetiva “ciudadano de a pie”, y me respondió con sabiduría: “dicho de una persona normal y corriente”.
Quintero y su ego enfermizo quedaron en eso: una persona normal y corriente, instalada en las puertas de un prontuario delincuencial de dimensiones colosales. Ver para aprender.
30 respuestas a «Un ciudadano de a pie…»
Excelente! Al nuevo ” ciudadano de a pie” le acompañarán otros tantos en su nuevo caminar por ahí, por la vida….
Hola Sandra. Gracias por leer. Te mando un abrazo.
Alberto te deberías dedicar en tus artículos a desclasificar las historias de esas frases o esas palabras, ¡sería estupendo! “Subidos los humos”, “ciudadano de a pie”, repito, sería excelente.
Pero cuando aplicas ese conocimiento a tus razonamientos en la política local, es como si tú mismo te bajaras los humos y volvieras a ser un ciudadano de a pie. Te ganan los prejuicios, la creencia a ciegas en las historias de lo poderosos enemigos de Quintero y la narrativa que crearon contra el.
Pienso en tu talento, en las buenas lecturas que has hecho a lo largo de la vida, y me digo, ¡qué desperdicio en el análisis! El conocimiento en ti no es garantía de serena objetividad. Tus consideraciones políticas parecen repetir lo que dicen la mayoría de los taxistas de la ciudad. Una verdadera lástima que el análisis político sea tan visceral incluso en personas que uno considera serias y bien informadas.
Hola John. Estoy de acuerdo contigo en tres cosas: Soy en efecto, un ciudadano de a pie, no poseo serena objetividad porque todo lo que escribo es subjetivo y, desde luego, actúo conforme a mis creencias. Gracias por la idea de la desclasificación de las historias de las frases del común, la tendré en cuenta.
En mi opinion tienes un sesgo con el sr quintero llevas tres columnas con lo mismo y creo que descibes a un Uribe simil de alcapone on su voz de cura y de viejito bueno pero tiene mas 6402 razones para saber que no es asi que es todo lo contrario
Hola Jesús. Gracias por leer. Tienes toda la razón en tu interpretación. La gran farsa de todo lo que ha ocurrido en Medellín es que los electores de Quintero que asumían una derrota de Uribe, terminaron eligiendo a una personaje cuyas prácticas, intereses, creencias, no difieren de los intereses, prácticas y creencias mesiánicas del de las 6.204 razones.
El engaño es imperdonable. Si con bobadas, puentecitos y computadores crée que se va a salir por la suya, que el mismo “Valle del Software” le destape la marulla y los desfalcos.
A robar al Atrio!! Estaremos pendientes.
Hola Juan Fernando. Muchas gracias por tu lectura. Abrazo
El unico comentario, es que los ciudadanos de a pie, o personas normales y corrientes, no son delincuentes..
Pero claro Luz María. Estoy de acuerdo contigo. Realmente esta columna hace referencia especifica a quienes habiendo degustado las mieles del poder y las cifras del erario, apelando a prácticas delincuenciales, tienen muchas dificultades para actuar como personas normales y corrientes.
Muy bien don Alberto solo le faltó comentar lo que la va pasar al guerrillero de Petra que tan bien quedará como y ciudadano de apie
Hola Willian, gracias por leer.
No sabía que ya habían condenado al exalcalde y sus secretarios. De lo contrario siguen siendo inocentes. Claro que en este país tan Democrático la justicia siempre es para los de ruana.
Gracias por leer María. Hasta donde yo sé, no los han condenado todavía. Debo confesarte que contrario a tu posición, yo si no creo que sean inocentes.
Alberto saludos. Ajustar tu símil a tus dudas y subjetividades es apenas normal. Me parece interesante y ampliaría el rango de historias resumidas en que tener plata no es poder, a muchos gobernantes locales (y sus equipos) les ha pasado, quedaron con plata pero sin poder, unos se llaman de a pie, otros gente de bien, pero caben en tu relato. Te seguiré leyendo. Tiempos para aprender!
Saludos Yomar, gracias por leer y por comentar.
Hola Alberto
Verdaderamente decepcionante tu Columna en la que sacas un odio visceral hacia quienes en una justa competencia democrática subieron al poder en la ciudad. No se si sea por congraciarte con el GEA, banda que ha llorado el mandato de Quintero y a quienes les quitó ( lamentablemente por poco tiempo) la puerta giratoria entre EPM y GEA. ¿Sera Que aspiras a que alguien como Fico te acoja en sus brazos? ¿Una secretaria o algún contrato? Hasta hoy leí tus columnas que muchas veces me parecieron acertadas y bien puestas. Has demostrado, como la María Jimena Duzan, estar al lado de quienes vuelven al poder para saquear el estado, como ha pasado en 200 años de antidemocracia. Ya verás los intentos por privatizar EPM. Adios.
Adiós Luis. Muchas gracias por las lecturas que alcanzaste a hacer.
A QUINTERO LE SUCEDIO IGUAL QUE A LARA ESCUPIO PARA ARRIBA Y LE CAYO EN LA CARA ES EL PROTOTIPO DEL FANFARRON. LE FALTA MOLER MUCHOS VIDRIECITOS CON EL CULO.
Gracias por leer Luis Fernando.
Alberto, acertado tus comentarios.
Los malos y perversos gobernantes con su séquito no pueden pasar simplemente como ciudadanos de a pie. La justicia tiene la palabra
Cuál? La del fiscal Babosa o la de la impoluta Madame Cabello, “comadre del ejemplar clan de los Char?
Gracias por leer, María
Hola Carlos Arturo, gracias por leer.
Esos globos inflados así, caen rapido
Hola Juan. Qué gusto verte por aquí. Gracias por leer. No tengo dudas,¡caen como cocos!
Pues es muy gratificante que este personajillo y mentirocillo de Daniel Quintero haya quedado reducido a “un personaje de a pie”, bien merecido lo tiene; pero, debo decirlo, me encantó que le haya quitado la pauta a ese pasquín de mierda que es El Colombiano, y que haya enfrentado a esos otros corruptos que son los del Gea, y, como no, a esa pútrida gentuza del Centro Democrático.
Es muy lamentable que a una lacra, como lo es Quintero, lo suceda otra peor como lo es el tal Fico, con el agravante de que, habida cuenta de que no tendrá oposición, podrá hacer con los dineros públicos otra piñata como en su pasada administración. Ojalá no le dé al Ficouribismo por privatizar EPM. Hemos hecho el tránsito de un cáncer de hígado a otro de páncreas.
Gracias Edgar por leer. Expresé en una columna anterior con relación a la eventual elección de Fico, que en Medellín, era peor el remedio que la enfermedad.
Es asqueante la doble moral y la falta de objetividad suya del Alberto. Le recuerdo algo que usted debe saber, Están impunes los 10.000 falsos positivos, que no son 6.402, que El Señor masacres tiene entre los diferentes entes de control o ías como los conocemos también, más de 800 investigaciones engavetadas, o escondidas, desde masacres, pasando por crímenes de Estado y de lesa humanidad, hasta los más graves hechos de corrupción, pero al parecer a usted no le parecen tan graves, pero si los de D. Quintero, pero sobre todo porque le quitó la teta tan buena de EPM y del municipio de Medellín a los poderosos, GRA y Calumniano. ¿Acaso es usted su mandadero?
Hola Victor. Gracias por leer y por opinar. Como imaginarás no comparto tu reflexión y, desde luego, tampoco tus juicios de valor y tus preguntas, pues ellas reflejan tu comprensión lectora. Hay en este blog un centenar de columnas, muchas de las cuales han sido dedicadas a temas sobre los falsos positivos y tengo una posición irrenunciable sobre lo que significa el actuar delincuencial de Alvaro Uribe. También he escrito sobre las creencias, el fanatismo, la dificultad de muchas personas sobre atreverse a pensar, la equidad, la justicia, el respeto, en fin. Ahí están. Ten un buen día.