No puede olvidar usted que políticos corruptos, traquetos y empresarios avispados, hacen gala de esa fuerza, astucia, capacidad creadora y de adaptación, que les ha permitido “triunfar”. Si tiene alguna duda, pregúntele a Néstor Humberto Martínez.
Por Alberto Morales Gutiérrez
La “doctora” María Fernanda Cabal, quien ha dado muestras inequívocas de los efectos que han producido en ella sus pasos por el colegio y la universidad, decidió el 9 de abril del año 2017 estrenar una de sus más destacadas imprecaciones. Lo hizo contra los asistentes al homenaje a las víctimas del conflicto en el Congreso de la República. Les gritó: “¡estudien vagos! Desde entonces, lo ha repetido en otras dos oportunidades.
Esa convocatoria airada obedece a que ella considera que no entender el carácter probo del señor Álvaro Uribe y su condición de salvador de la patria, es un acto de ignorancia suprema. Ella asocia esa ignorancia con la pobreza. Es común que se lo grite a quienes protestan. Ella considera, de igual manera, que ese tipo de gente es fácilmente manipulable y operan como rebaños de pobretones. Es la gente de los estratos bajos.
La lógica de la estratificación solo salva a quienes pertenecen a los estratos altos, dado que variables como el dinero, “triunfar” y ser decentes, es una suma de condiciones que reúnen con solvencia esos estratos encumbrados. Por el contrario, esas variables no les han sido dadas a los estratos más bajos que, en consecuencia, son pobres, “perdedores” e indecentes.
La semana anterior, el presidente Petro “aportó” en París otro análisis desde la lógica de la estratificación cuando, reunido con un grupo de colombianos, hizo referencia a las manifestaciones que se habían realizado en su contra y afirmó que, desde luego, “no salió el obrero, no salió la obrera, no salió la señora de los tintos, no salió la enfermera, no salió el hombre que pega los ladrillos o pone los vidrios de las ventanas”, no señor. Ese día quien salió fue “una clase media alta arribista a decir: ‘fuera Petro, no queremos sus ideas”.
Comparó, en tono doctoral, las motivaciones que inspiraron la confrontación en la guerra civil de 1851, en los tiempos de la República de la Nueva Granada, haciendo referencia a su “parecido” con las movilizaciones actuales pues, habría sido esa clase media alta arribista la que se oponía, en esa época, a la abolición de la esclavitud.
Bueno, las cosas fueron un “tantín” diferentes. La confrontación fue un choque entre dos visiones opuestas del mundo. Los cultores y defensores de la burguesía, en el poder, y los cultores y defensores del régimen feudal.
José Hilario López, un liberal manchesteriano en el sentido literal de la palabra, se rebeló contra la dominación de la Iglesia Católica (un tema que requiere de muchos cojones) y expulsó a los jesuitas que habían reingresado al país en 1848; abolió la pena de muerte y declaró principios libertarios sin ambages: libertad de prensa, libertad de navegación de los ríos, abolición de los diezmos, abolición de la esclavitud. Estableció, de igual manera, que serían los cabildos los que debían elegir los párrocos y no había fueros especiales para que obispos y arzobispos fueran juzgados por la ley.
La confrontación fue contra la visión terrateniente del mundo, contra el poder terrateniente, contra la ideología que daba sustento a los terratenientes. Fue una confrontación contra el régimen feudal.
Pregunte usted si alguien aquí, hoy, ha sido capaz de poner en riesgo los intereses de ese sector económico que defienden Álvaro Uribe, María Fernanda Cabal, el señor José Felix Lafourie (pomposo presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos) y la clase política de la costa atlántica, que los representa.
A su vez, el tema de la estratificación social es una categorización perversa concebida por la burguesía, en la que criterios como la ocupación, el ingreso, la riqueza, el estatus, y su desigual distribución, institucionalizan de la misma manera, la desigualdad social.
Max Weber y su teoría de las clases y del poder, edulcoró su visión con conceptos tales como la “selección social”, y la “competencia regulada” que, finalmente, entregaba el “triunfo” a los mejor dotados con las cualidades requeridas para la lucha: “fuerza, astucia, capacidad creadora, capacidad de adaptación”, en fin.
No puede olvidar usted que políticos corruptos, traquetos y empresarios avispados, hacen gala de esa fuerza, astucia, capacidad creadora y de adaptación, que les ha permitido “triunfar”. Si tiene alguna duda, pregúntele a Néstor Humberto Martínez.
La desigualdad social y la inequidad institucionalizadas requieren de una ideología que las sustente. No de otra manera se entiende que sociedades como la nuestra, en donde los abismos sociales se acrecientan cada vez más, sea capaz de sostenerse. Mantener y reproducir este estado de cosas exige hacer un esfuerzo grande en el terreno de las ideas para sembrar creencias que las justifiquen.
Recuerde usted el trabajo persistente hecho por la Iglesia católica en beneficio del régimen feudal, para sembrar la “idea” de que la pobreza es una bendición; que resignarnos al sufrimiento es una garantía para ganarse la vida eterna; que es Dios quien designa a los ostentadores del poder; que la ley viene de Dios.
Derrotado el régimen feudal, la desigualdad y la pobreza no podían seguir sustentándose en la perspectiva de la voluntad divina, y entonces se construyó la “idea” del esfuerzo personal, de las “oportunidades para todos”, la “idea” de que quien es pobre es porque quiere. Ya el relato se ha “mejorado”y nos dicen que “aquellos que más se esfuerzan o son más emprendedores, son los que consiguen poder y riquezas”
Tampoco se puede perder de vista la conspiración ideológica de la felicidad. Tenemos que ser “felices”. Si usted no es feliz es un desadaptado.
Serán entonces los felices, los emprendedores, los que no se resignan, los que aceptan con entusiasmo la “competencia regulada”, quienes alcanzarán el paraíso de la prosperidad.
Gente “buena” como los Gilinski, los Sarmiento Angulo, los Néstor Humbertos, los Uribe, los Duque, los Char, los Gneco, los Julianes Bedoyas, los Quintero en el poder, los Benedetti, los Moreno, los Lyons, los Barrera; son apenas un pequeño ejemplo, de ese universo de notables colombianos que ya habitan en el paraíso terrenal.
Habrá apreciado usted que no todos ellos son del mismo estrato, pero todos ellos, decididamente, comparten las mismas ideas.
18 respuestas a «Y sus ideas… ¿de qué estrato son?»
Qué manera tan sencilla de ilustrar conceptos tan complicados y universales de esta humanidad. Gracias por este espacio de reflexión siempre vigente, aclarador, provocador…
Sara hola. Gracias por tu comentario y tu lectura. Abrazo
Magnífico artículo, sintético pero con muchas aristas, hoy lo llamarán poliédrico los pedantes y por una vez sin las citas académicas qué acostumbra. No lo ha mencionado pero el Estado también es muy amigo de estratificar a la hora de imponer impuestos, segregación institucional muy propia de Colombia y que resulta sorprendente para cualquier extranjero, por no mencionar los dudosos criterios qué utlizan para adjudicar los estratos y determinar subvenciones, tarifas y ayudas.
Muy interesante.
Hola Maria del Mar. Gracias por tu lectura. Tienes razón. Esto de los estratos se presta para todo. Hace unos cuatro años un senador de la República fue atrapado haciendo todo tipo de artilugios para que no lo sacaran del SISBEN. Aquí, mes a mes, cuando te llega la factura de los servicios públicos, te enrostran el estrato al que perteneces. He escuchado que Colombia es el único paìs del mundo en donde todavía pervive el concepto de la estratificación socioeconómica.
La Constitución habla del principio de Igualdad.
Pero se trata a la gente como desiguales. A ello se refiere la estratificación.
Gracias Carlos por tu lectura. Sí, ese concepto de los de arriba y los de abajo es un concepto milenario.
Alberto comparto tus prrcepciones al respecto del zoológico de variantes y mutantes del transfuguismo…
Gracias Juan.
Un análisis impactante, realista y centrado. Da esperanza que aún se haga, se divulgue y se entienda.
Gracias!
Mi gratitud es contigo, Mary, por leer.
secillo ese es el pais que tenemos, pero pregunto quien los llevo alli?, quien los ha elegido? quienes salen cada cuatro años a vender su voto porque el dr le va a dar un puesto a mi sobrina, a mi hija a mi hermano o porque el dr nos dio una fiesta en el barrio y trajo buena musica y aguardiente, de donde salen esos piliticos? de la cultura traqueta que los colombianos aprobaron admiraron alabando la malicia indigena la viveza etc
En este espacio se reparten incapacidades a diestra y siniestra.
Gracias Eduardo, por leer.
Gracias Jesus, por leer.
Hola Alberto. Te envío mi comentario que puede complementar el magnífico tuyo
EL PENSAMIENTO DE CLASE
Cuando se piensa con criterio de clase social, esto es, cuando el hecho por analizar se hace como proyección desde tu sitio de confort, el análisis y el conocimiento derivados adquieren un matiz cultural distorsionado. De ahí que se manejen medios adscritos a criterios de clase donde como producto de su poder ante la sociedad, van constituyendo unos frentes de opinión viciada cada día más radicales y doctrinarios. Noticieros, periodicos, revistas y medios de opinion muy peligrosos, pues ocultan la realidad disfrazándola de una simple apropiación de clase. Ejemplo: mucho recuerdo cuando en mi infancia al pasar por una barriada tugurial camino a la finca, yo preguntaba a alguno de mis mayores sobre la causa de la miseria de esos congéneres y la respuesta que siempre obtenía era “esas es su realidad, ellos no sufren pues están acostumbrados a la pobreza”. En esa respuesta, que es la misma de hoy, no hay posibilidad de un entendimiento certero del problema, puesto que de entrada se amputa el análisis y se satisface la necesidad de no tomar partido por los que nada tienen porque pues “así nacieron y así morirán”, es más, siempre lo han reforzado con la sentencia “siempre habrá pobres entre vosotros”. Suficiente, todo está consumado, no hay nada qué hacer, sólo recurrir a la caridad católica para redimir en algo toda esta “población tan necesitada”.
UNA COSA ES SER CARITATIVO Y OTRA MUY DIFERENTE, SER HUMANO.
El conocimiento “situado” , ese que sostiene un estado de cosas y que necesita del poder político para perpetuarse, es el mismo que sale lanza en ristre contra las reformas a un sistema que aboga por mantener el cacicazgo de una pequeña fracción de la población en el poder que se apodera del mismo para encontrar rentabilidad a partir de los dineros públicos.
Apoyados en la supuesta certeza de ese “conocimiento” de clase, no les avergüenza justificar la existencia de un Estado que ha degenerado en posturas francamente delincuenciales. No cabrían ya los ejemplos del desfalco a las arcas del erario. Tantos billones robados en proyectos sociales y de infraestructura, todos venidos al traste: puentes que se caen, colegios, coliseos y todo tipo de elefantes blancos, carreteras que vuelven y se derrumban a pesar de los refuerzos, edificios construidos sin hierro – pero sí con ánimo de lucro-, fortines de abogados que mantienen litigios interminables con miles de colombianos estafados para que constructores, financistas y políticos sigan robando y pagando pequeñas condenas en fincas y mansiones. Todo es el mismo idioma, la corrupcion impone un lenguaje de soberbia paranoia y tiene sus defensoras en el parlamento, ofensivas y gritonas. ¿Será que no se dan cuenta? ¿Por qué están tan convencidas de que lo que hablan y defienden es cierto, si la realidad demuestra lo contrario? ¿No se roban los políticos acaso 55 billones cada año? No se caen los puentes y encarcelan a los gerentes corruptos de las EPS? ¿Estarán, acaso, a la espera de otros políticos honestos? ¿No son ellos los aviezos muchachos de la llamada “Generación del 14”? la Paloma y la Cabal, caucana y valluna en su órden; defensoras de quienes han llevado -por un concepto originado en un absurdo pensamiento de clase esclavista, homofóbico y segregacionista-, a Colombia al desastre?
El caso de la ideología imperante en Colombia es bien extraño. Se ha creado una pugna entre las diferentes clases sociales, de ahí que el emprendedor de clase media crea que los trabajadores que necesita son sus enemigos resentidos y peligrosos, no merecedores de ninguna seguridad social más allá de la necesaria para recuperar su inversión. El concepto de empresa en Colombia es un concepto de angurria unilateral que se protege del ataque popular. No hay consideración, no hay amor, solo prevención y avidez por el dinero, codicia, de ahí que el narcotráfico haya encontrado un terreno apto para imponer la ley del No Futuro, la degradación y la apatía por el otro, el pensamiento resentido y egoísta de clase para conseguir dinero a como de lugar, basado en el desprecio y el odio.
Los últimos cuarenta años produjeron en la mente del colombiano medio un inconsciente colectivo de tipo delincuencial paranoide y agresivo, dado a mantener -tal vez como producto del odio intersocial y el miedo manipulados-, un sitio de confort blindado a toda posibilidad de daño; el Síndrome del Condominio, de la Reja protectora. La exclusión del “Otro”, la no posibilidad de diálogo, sólo una comunicación mediante lenguajes caritativos de una misericordia cristiana muchas veces mal entendida. También manipulada.
Es tiempo de hacer una reflexión profunda sobre la honda herida que despedazó a Colombia. Así de simple.
Hola Juan Frnando. Muy agradecido por tu lectura y por tu reflexión.
Hola Alberto. Te envío mi comentario que puede complementar el magnífico tuyo
EL PENSAMIENTO DE CLASE
Cuando se piensa con criterio de clase social, esto es, cuando el hecho por analizar se hace como proyección desde tu sitio de confort, el análisis y el conocimiento derivados adquieren un matiz cultural distorsionado. De ahí que se manejen medios adscritos a criterios de clase donde como producto de su poder ante la sociedad, van constituyendo unos frentes de opinión viciada cada día más radicales y doctrinarios. Noticieros, periodicos, revistas y medios de opinion muy peligrosos, pues ocultan la realidad disfrazándola de una simple apropiación de clase. Ejemplo: mucho recuerdo cuando en mi infancia al pasar por una barriada tugurial camino a la finca, yo preguntaba a alguno de mis mayores sobre la causa de la miseria de esos congéneres y la respuesta que siempre obtenía era “esas es su realidad, ellos no sufren pues están acostumbrados a la pobreza”. En esa respuesta, que es la misma de hoy, no hay posibilidad de un entendimiento certero del problema, puesto que de entrada se amputa el análisis y se satisface la necesidad de no tomar partido por los que nada tienen porque pues “así nacieron y así morirán”, es más, siempre lo han reforzado con la sentencia “siempre habrá pobres entre vosotros”. Suficiente, todo está consumado, no hay nada qué hacer, sólo recurrir a la caridad católica para redimir en algo toda esta “población tan necesitada”.
UNA COSA ES SER CARITATIVO Y OTRA MUY DIFERENTE, SER HUMANO.
El conocimiento “situado” , ese que sostiene un estado de cosas y que necesita del poder político para perpetuarse, es el mismo que sale lanza en ristre contra las reformas a un sistema que aboga por mantener el cacicazgo de una pequeña fracción de la población en el poder que se apodera del mismo para encontrar rentabilidad a partir de los dineros públicos.
Apoyados en la supuesta certeza de ese “conocimiento” de clase, no les avergüenza justificar la existencia de un Estado que ha degenerado en posturas francamente delincuenciales. No cabrían ya los ejemplos del desfalco a las arcas del erario. Tantos billones robados en proyectos sociales y de infraestructura, todos venidos al traste: puentes que se caen, colegios, coliseos y todo tipo de elefantes blancos, carreteras que vuelven y se derrumban a pesar de los refuerzos, edificios construidos sin hierro – pero sí con ánimo de lucro-, fortines de abogados que mantienen litigios interminables con miles de colombianos estafados para que constructores, financistas y políticos sigan robando y pagando pequeñas condenas en fincas y mansiones. Todo es el mismo idioma, la corrupcion impone un lenguaje de soberbia paranoia y tiene sus defensoras en el parlamento, ofensivas y gritonas. ¿Será que no se dan cuenta? ¿Por qué están tan convencidas de que lo que hablan y defienden es cierto, si la realidad demuestra lo contrario? ¿No se roban los políticos acaso 55 billones cada año? No se caen los puentes y encarcelan a los gerentes corruptos de las EPS? ¿Estarán, acaso, a la espera de otros políticos honestos? ¿No son ellos los aviezos muchachos de la llamada “Generación del 14”? la Paloma y la Cabal, caucana y valluna en su órden; defensoras de quienes han llevado -por un concepto originado en un absurdo pensamiento de clase esclavista, homofóbico y segregacionista-, a Colombia al desastre?
El caso de la ideología imperante en Colombia es bien extraño. Se ha creado una pugna entre las diferentes clases sociales, de ahí que el emprendedor de clase media crea que los trabajadores que necesita son sus enemigos resentidos y peligrosos, no merecedores de ninguna seguridad social más allá de la necesaria para recuperar su inversión. El concepto de empresa en Colombia es un concepto de angurria unilateral que se protege del ataque popular. No hay consideración, no hay amor, solo prevención y avidez por el dinero, codicia, de ahí que el narcotráfico haya encontrado un terreno apto para imponer la ley del No Futuro, la degradación y la apatía por el otro, el pensamiento resentido y egoísta de clase para conseguir dinero a como de lugar, basado en el desprecio y el odio.
Los últimos cuarenta años produjeron en la mente del colombiano medio un inconsciente colectivo de tipo delincuencial paranoide y agresivo, dado a mantener -tal vez como producto del odio intersocial y el miedo manipulados-, un sitio de confort blindado a toda posibilidad de daño; el Síndrome del Condominio, de la Reja protectora. La exclusión del “Otro”, la no posibilidad de diálogo, sólo una comunicación mediante lenguajes caritativos de una misericordia cristiana muchas veces mal entendida. También manipulada.
Es tiempo de hacer una reflexión profunda sobre la honda herida que despedazó a Colombia. Así de simple.
Hola Juan Fernando. Muy agradecido por tu lectura y por tu reflexión.