Lo que muy pocos saben, es que ese deicidio ya había sido perpetrado en el lejano 1729, por un lúcido abate, el cura de Étrepigny, Jean Meslier. ¡Ah!, de sencillo y humilde que era el personaje.
Por Alberto Morales Gutiérrez
Ya la suerte está echada. A cuatro semanas de las elecciones, los expertos en encuestas tienen claro cuáles van a ser los candidatos ganadores en las ciudades capitales del país y en los departamentos. Así, a partir del primero de enero de 2024, un considerable número de personajes empezarán, no solo a gobernar local y regionalmente , sino a nutrirse de los privilegios del poder. Muchos de ellos (francamente la mayoría) regresan a esos cargos “iluminados” por la voluntad popular y porque, además, ya han disfrutado de las mieles de esos privilegios en el pasado. ¡La rueda de la fortuna!
Es razonable pensar que dados los niveles de confrontación electoral que hemos podido atestiguar, no todo el mundo quede satisfecho con los resultados. Habrá quienes los atribuyan a manipulaciones, torcidos, malas prácticas, corrupción y otro sinnúmero de desafueros. Pero ocurre que los insatisfechos desconocen una variable que está tallada en la conciencia de la inmensa mayoría de nuestros electores: “el poder viene de Dios”. Los insatisfechos desconocen que el resultado de los votos obtenidos por cada candidato, es un designio de la voluntad divina. Así lo enseñó el venerado Pablo de Tarso: “omnis potestas a Deo”.
Pareciera que no debemos preocuparnos. Dios sabe muy bien cómo hace sus cosas, aunque no nos gusten cuando no las entendemos. Oponerse a ese designio divino sería un acto de herejía y no es nada bueno ser tildado de hereje.
El célebre teólogo católico Nicolás Aymerich, quien fuera además Inquisidor General de la Corona de Aragón en el siglo XIV, escribió en 1379 su “Manual de Inquisidores” , y no deja duda sobre lo que significa “la verdad”, de la misma manera que nos permite entender la razón por la cual no debemos oponernos a ella. En la óptica de Aymerich, que es la misma de los pontífices católicos y de toda la Iglesia, el hereje “elige” el error y es, por esa elección, que hay que castigarlo. Préstele atención a la contundencia de su explicación: “el hereje, teniendo que decidir entre una doctrina verdadera y una doctrina falsa, rechaza la doctrina verdadera y elige, como verdadera, una doctrina falsa y perversa”.
Me disculpará usted por ser tan insistente, pero debo recordarle que un aspecto nodal de la doctrina verdadera, es: “omnis potestas a Deo”.
La historia de Luis XVI, ese gordito feliz, ilustra de manera didáctica los alcances del designio “omnis potestas a Deo”. Como usted también lo sabe, los tiempos de Dios no son los mismos tiempos de los hombres. Eso explica, tal vez, la razón por la cual Luis XVI no ha sido erigido aún, como santo de la Iglesia.
Déjeme explicarle: Luis XVI, fue decapitado cuando recién había cumplido 39 años, el 21 de enero de 1793, en medio de las agitaciones de la Revolución francesa. Poco tiempo atrás, el muy sabio obispo francés, Jacobo Benigno Bossuet, había explicado en su célebre “Discurso sobre la Historia Universal” (1681) lo que iba a suceder. Escribió, en efecto, que ese “largo encadenamiento de causas particulares que hacen y deshacen los imperios, depende de las órdenes secretas de la divina Providencia. Dios lleva desde lo más alto del cielo las riendas de todos los reinados; Él tiene todos los corazones en sus manos; a veces refrena las pasiones, otras veces les da rienda suelta, y de ese modo, mueve a todo el género humano”.
Luis XVI era un buen muchacho. Hay quienes lo describen como un hombre de temperamento plácido y carácter despreocupado. Era un católico ferviente y creía con firmeza en los enunciados de Bossuet. De hecho, el gordito se sentía un elegido.
Hizo intentos genuinos por reformar la administración francesa en consonancia con las ideas de justicia de la Ilustración Está demostrado que en esas reformas estaba prevista la abolición de la servidumbre, la abolición de la “taillé” (que era el impuesto sobre los bienes) y, sorpréndase usted, la abolición de la “corvée” (que era la obligación de trabajar sin remuneración para el señor feudal)
Era, además, un hombre culto. De hecho, cuando el 13 de agosto de 1792, es decir, cinco meses y una semana antes de ser ejecutado, fue hecho prisionero y llevado al Temple, en compañía de la reina María Antonieta y sus hijos Louis Charles y Marie Thérese, se dedicó a la lectura y a la contemplación. Alcanzó a leer 250 libros, dice Adolfo Thiers, que lo conoció a fondo.
Luis XVI estaba absolutamente convencido de que todo lo que le venía sucediendo, desde “los Estados generales hasta su condena a muerte, pasando por todas las peripecias de la Revolución francesa” , obedecía a las leyes de la Providencia Católica. Lo que le sucede – decía- Dios lo quiere. “Todo lo que adviene, lo ha querido Dios”. El golpe de la guillotina sobre su cuello, le permitió al buenazo de Luis XVI, morir en olor de santidad.
Está escrito. Nuestro Señor no se anda con miramientos. Recuerde que castigó a Egipto con siete plagas implacables porque el faraón se negó a acceder a una petición sencilla de Moisés y Aarón. Convirtió en sangre las aguas del Nilo, ordenó invasiones de langostas y llegó hasta desencadenar la muerte de todos los primogénitos. ¡A Dios no se le puede negar nada!
Así las cosas, ya entiende usted que el largo mandato del señor Álvaro Uribe fue consecuencia de una decisión divina; la llegada del señor Quintero al poder en Medellín, fue otro tanto. Que el señor Federico Gutiérrez se empotre en la alcaldía de esta ciudad habrá que entenderlo como un designio del Señor; de igual manera el pueblo de Barranquilla sabrá asimilar por qué Dios, en su infinita sabiduría, ha decidido perpetuar a los Char en esa región.
Estas penurias infinitas de la humanidad, esta corrupción, estos desgobiernos, justificados desde el poder divino, bien pueden tener detractores, claro, gentes que lo impugnan y rebaten, pero a Dios poco le importa, porque Él es la verdad y es la vida.
Un día de mayo de 1882, en el Discurso Preliminar de “Así Habló Zaratustra”, ese detractor magnífico que fue Nietzsche, declaró solemnemente “¡Dios ha muerto!”
Lo que muy pocos saben, es que ese deicidio ya había sido perpetrado en el lejano 1729, por un lúcido abate, el cura de Étrepigny, Jean Meslier. ¡Ah!, de sencillo y humilde que era el personaje!
En contacto sincero con sus muy pobres y modestos fieles, ejercía con devoción sus tareas y practicaba la caridad de manera silenciosa. Meslier disponía, en secreto, de una biblioteca formidable en la que, a su muerte, encontraron entre otras, las obras más representativas de Montaigne y la obra completa de La Boétie, además del manuscrito de un libro redactado por el mismo abate:Testamento. Se trata de un texto no solo impresionante sino sorprendente. En él, Meslier se declara ateo y ¡no deja títere con cabeza!
Demuestra la complicidad de todas las religiones con las tiranías, la vanidad de sus jerarcas, sus contradicciones, las locas visiones de los profetas. Enseña que la moral cristiana contradice las enseñanzas de la naturaleza. Relata la posibilidad de otros modelos de sociedad. Declara que “el alma es mortal” y, en un tono mayestático, concluye también sin miramientos: “no hay ningún dios”.
Testamento es, pues, un hecho trascendental que ya no admite ninguna duda: está probado que los santos sí pueden rebelarse y están en capacidad de encontrar otras verdades. Amén.
12 respuestas a «“El poder viene de Dios”…»
Buen dia. Brillante artículo da para profundizar a ver hasta cuando persisten los años de la patria “boba y bendecida”. La constituyente del 91 la emplearon y hasta instrumentaron con AUTOHOMENAJES Y PREMIOS INMERECIDOS luego de mas de un siglo de 1886 al 2023; en realidad van mas de cien; en la misma guachafita acalorada y bulliciosa.
Hola Juan. Gracias por leer. Ciertamente, todo esto es una gachafita.
Las mejores personas que he conocido, las más solidarias, generosas y amables son ateas.
Gracias por tu comentario Sandra. Reafirmas mi idea de que las santidades habitan en otros territorios de las ideas.
” Si Dios quiere” promulga el candidato Upegúi al término de su autoevaluación. Ya hoy leí que Daniel renuncia para apoyarle la candidatura. A lo mejor le tiene preparada una maquinaria efectiva en las barriadas por que lo que es por los lados del Tesoro, Laureles y La 10, pocón. Allá todo es de Fico, aunque Correa les muerde un poquito. Los demás: Corredor es un indio, Liliana una vieja más ordinaria que un avión con pito, Maria Paulina una negrita gritona y los demás ni fu ni fa. El loquito Tobón no sabe dónde está parado y habla como si lo estuviera matando la agriera.
Como dices la ignorancia y los designios del mesías Uribe ya nombraron a Gutierrez de alcalde y más ahora con el rótulo de posible mártir.
Me gusta lo que dice Ballesteros, pero esa es música para otro estrado. Recuerda que la precariedad impone su lenguaje y éste no es otro que el de conservar un lugar de confort en medio del lodazal. Bendito siá Dios.
Hola Juan Fernando. Muchas gracias por tu lectura y comentarios.
Onfray hace un excelente relato y un alto elogio de Meslier en el libro Los Ultras de las Luces
Hola Albeiro, gracias por leer. Fue Onfray, en efecto, quien me enseñó sobre él en “Decadencia”.
Será que el poder terrenal viene de Dios o tal vez del demonio?
El que aspira al poder politico será que hace un pacto con el demonio?
La historia está llena de demonios
Muchas gracias Carlos Arturo, por leer. Hay mucha perversidad asociada a la búsqueda del poder político. Es cierto.
Pues yo creo en un Dios que me bendice a diario. Lo que si puedo concluir es que la corrupción enquistada hasta la médula, elige los políticos de los clanes para que representen al pueblo bobo, y el remedo de democracia que tenemos les da para seguir cooptando los poderes y seguir exprimiendo la nación! Cuál democracia???? Pobre mi patria ilusa
Helena, muchas gracias por tu lectura y comentario. Apuntas certeramente al interrogante de fondo: ¿cuál democracia?