El deplorable factor Benedetti

Usted lo va a entender en muy poco tiempo: la estrategia del “hagámonos pasito” va a terminar siendo fatídica para Petro y para el Pacto Histórico. La vergonzosa decisión de nombrarlo como Embajador Representante Permanente de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y su posesión el pasado 8 de febrero, terminará siendo un acto fallido.

Por Alberto Morales Gutiérrez

Armando Benedetti es, en el más literal de los sentidos, un auténtico “animal político”. Su tránsito por los más diversos partidos y movimientos habla de su capacidad de adaptación a todas las circunstancias y habla también, desde luego, de su total ausencia de principios. Un camaleón que cambia de color en consecuencia con las condiciones cambiantes de los entornos electorales.

Sus defensores y sus admiradores, tanto como sus seguidores y también sus aliados, recurren siempre a la “presunción de inocencia” cuando quiera que se habla de sus deslices con el paramilitarismo, sus escándalos por los negociados, coimas y contratos; sus dudosas compañías, sus trapisondas que, es cierto y hay que decirlo, no han desencadenado hasta ahora ninguna condena.  

Pero, la verdad es que, en un país como el nuestro, tampoco los delincuentes más avezados, los corruptos más reconocidos y los políticos más siniestros, han tenido condena alguna, hasta ahora. Es común que “atrapen” a funcionarios menores y a políticos de medio pelo, pero hasta ahí nada más.  Es cierto también, y usted lo sabe, que la sola mención de muchos de esos “capos” parecieran ser sinónimo de sus crímenes. Algunos tienen incluso denominaciones que los definen. Hay uno, por ejemplo, al que le dicen “doctor cianuro” y el mundo entero sabe de quién están hablando.

Los “brillos” de Benedetti en los últimos tres años, han estado asociados a su adhesión a la campaña del Pacto Histórico, en donde tirios y troyanos reconocen que hizo un “gran papel” para conseguir la votación alcanzada en la costa.

Los periódicos nacionales lo definían como “la mano derecha de Petro” y, en entrevista concedida a El Espectador un día después de las elecciones, afirmó que “sin caer en la vanidad, la costa caribe fue quien le dio el triunfo a Petro. Nosotros aumentamos 800.000 votos. Ahí está la diferencia. Hicimos un gran trabajo en la costa caribe y da mucha alegría. Las votaciones que sacó Petro en cada departamento son históricas”.

¡Todos estaban felices!

Benedetti había renunciado al partido de la U en octubre del 2020 y había ingresado al Pacto Histórico en febrero del año siguiente junto con el muy cambiante y proactivo Roy Barreras. Meses después fue noticia, cuando decidió que no aspiraría al senado porque “estaba aburrido de que la justicia fuera utilizada por sus enemigos”. Hacía referencia a la incautación por parte de la fiscalía, con fin de extinción de dominio, de ocho inmuebles suyos ubicados en Atlántico, el Meta y la capital de la república, cuyo avalúo superaba los 8 mil millones de pesos, incluido el apartamento en el que habitaba con su familia en Bogotá. El lío con la justicia hacía también referencia a que no había justificado ingresos por $ 2.919.809.595  en el año 2000.

Al manifestar su renuncia, se apresuró a destacar que seguía apoyando al Pacto Histórico y que la posición a ocupar en la campaña la decidiría Gustavo Petro.

El candidato, como es apenas obvio, “presumió su inocencia” y destacó a los medios en tono mayestático que “el Pacto Histórico es una confluencia de fuerzas diferentes que logran construir objetivos comunes hacia una transformación real de Colombia, que garantice la convivencia nacional. Benedetti seguirá en el Pacto sin ser candidato y ayudará en este esfuerzo de unidad“.

Y entonces, ya en el poder, Gustavo Petro incorporó a Benedetti en su gobierno, nombrándolo embajador en Venezuela. El nuevo funcionario no quedó del todo satisfecho y lo hizo saber, pues consideraba que su esfuerzo y su aporte a la campaña merecían un cargo de más rango.

¿Cómo logró Benedetti el triunfo en la costa, sin caer en la vanidad? Se lo dijo a Laura Sarabia por teléfono en un arrebato de indignación, en el mes de mayo de 2023: “¡En el momento en que yo diga quién dio la plata aquí en la costa, yo sé qué es esa mondá! Tú que no sabes un culo de historia, lee cómo empezó el hijueputa 8.000 y por qué empezó, ahí está la clave de todo lo que te va a pasar. Y si tú crees que es un chantaje, cree que es un chantaje, es una respuesta a una forma de hijueputas de ustedes; es una respuesta a una hijueputada, no es chantaje todavía”

Ahora ya se sabe de la activa participación financiera de Euclides Torres, quien fue quien dio la plata, según lo confesó el hijo del presidente, Nicolás Petro, quien ha sido acusado por enriquecimiento ilícito y otras “indelicadezas” que, también hay que decirlo, no le dan mucha cabida a su presunción de inocencia. Benedetti aún no ha contado el cuento completo, por ahora.

El tema se va tornando bastante complejo.

Los “progresistas” y los “revolucionarios” y los “independientes” que acompañan al Pacto Histórico,  a quienes veíamos en el pasado fustigando a la corrupción y las prácticas políticas de los partidos tradicionales y las empresas electorales que se han configurado en este país; fustigándolas por sus contubernios, sus complicidades, sus negociados; han decidido dar otra interpretación a las relaciones del partido del cambio con el factor Benedetti. También dan otra interpretación a las relaciones del gobierno actual con los Estados Unidos.

Mientras tales hechos asociados a esos partidos y empresas eran inadmisibles, los que protagoniza el gobierno son, ¡cosa es de volverse locos!, actos de “inteligencia estratégica” (¿?¡!). Son “alianzas” y “concesiones” que hay que hacer para poder hacer los cambios. Raro y decididamente incorrecto, porque si esas relaciones no cambian, jamás podremos pensar en el cambio. Eternizar la corrupción no es la salida. La corrupción eterniza el pasado.

Cohonestar con el factor Benedetti terminará siendo letal, por la elemental razón de que los corruptos no son confiables. Los corruptos no piensan en nadie distinto que en ellos mismos.

Petro lo sabe aunque pretende disimularlo. Las conversaciones con Benedetti en medios del escándalo con la Sarabia son, por lo menos, patéticos: “hombre, cálmese, es otra cosa”, “espera”. Le advierte a Benedetti que él también “sabe muchas cosas”; lo tranquiliza: “Laura está en silencio con los medios”.

Usted lo va a entender en muy poco tiempo: la estrategia del “hagámonos pasito” va a terminar siendo fatídica para Petro y para el Pacto Histórico. La vergonzosa decisión de nombrarlo como Embajador Representante Permanente de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y su posesión el pasado 8 de febrero, terminará siendo un acto fallido. Ya Benedetti manifestó su insatisfacción, seguirá amenazando con contarlo todo; va a llegar a acuerdos, lo va a contar todo y nadie, nadie, nadie, va a tener argumentos para defender ni al pacto, ni a Petro, ni a esa vergonzosa alianza, ni a ese desastroso método. Petro va a entender de una vez y para siempre que los Benedetti, en general, apenas empiezan a sugerir el poder del chantaje.