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¿Quién les enseñó que había que matarlas?

Por Alberto Morales Gutiérrez

Cinco días antes, en el barrio Jardín del municipio de La Unión en el Valle del Cauca, a plena luz del día, persiguiéndola por una calle y en presencia de todo el mundo, Hernando de Jesús Suárez, armado de un machete, atacó y causó heridas mortales a su expareja, Diana Carolina Serna (38 años, una hija de 14). La degolló y nadie se atrevió a acercarse mientras ella rogaba pidiendo ayuda.

La violencia contra las mujeres está exacerbada. Solo en la ciudad de Bogotá, de enero de 2020 a diciembre de 2023, más de 240.000 mujeres fueron agredidas y violentadas. El año pasado se presentaron 410 feminicidios en Colombia, 34 mensuales, ¡más de uno diario!

Solo el 3.6% de los casos se encuentran en ejecución de penas.

La indignación me lleva a reflexionar que los estudios y análisis sobre la violencia de género, han construido una narrativa tan repleta de lugares comunes y frases de cajón, que van desencadenando lo mismo una naturalización (eso fue lo que nos tocó) que una resignación (eso no va a cambiar nunca). Pienso que es necesario hacer un nuevo esfuerzo que permita entender más claramente lo que está sucediendo.

Que sí, que el problema es la “inequidad de género”, que los “desequilibrios históricos y estructurales de poder” se repiten en todas las comunidades del mundo; que el tema son los “roles que cada quien tiene en la sociedad “y ello explica la manera como esas sociedades consienten el abuso. Sí.

La otra verdad es que esos roles, esas estructuras, esos desequilibrios, esas violencias; fueron, además de minuciosamente enseñadas, también brutalmente representadas y criminalmente exhibidas. La violencia contra las mujeres es un aprendizaje perverso, siniestro. Es necesario saber de dónde viene todo esto para poder reaccionar.

Busquemos en la historia.

La primera mujer que fue juzgada y quemada en la hoguera por cargos de brujería fue Jeanne de Brigue, el 29 de octubre del año 1390 en París. Desde entonces, esa violencia no se ha detenido.

Poco menos de un siglo después, en 1486, un dominico santo y casto, desde luego, Jacques Sprenger, devoto de la piedad mariana, decano de la facultad de teología de la universidad de Colonia y prior de su comunidad, publicó un libro famoso: “Malleus maleficarum”, que fue traducido rápidamente como “El mazo de las maléficas” y finalmente circuló como “El martillo de las brujas”. ¡Qué cátedra!

El texto tiene un coautor: Henry Institoris, dominico también, malgeniado, colérico, fanático. Él le puso el tono, pero fue Sprenger con su talento innato para el mercadeo y en ejercicio de sus excepcionales relaciones, el que lo convirtió en un bets seller. Este dato no es accesorio: el Malleus Maleficarum iba precedido por una bula papal de su santidad Inocencio VIII, que empezaba con las palabras Summis desiderantes affectibus (deseoso de los más altos afectos)

Para que se haga usted a una idea, el texto tuvo 34 ediciones entre 1486 y 1669 y circuló en Italia, Francia, Suiza, el Imperio Germánico, Países Bajos y España.

Hay, en la sustentación de su tesis, un genuino derroche de “conocimiento”, pues se nutre de la filosofía escolástica, fundamentalmente del pensamiento de Tomás de Aquino, de San Agustín, de Isidoro de Sevilla y de Gregorio el Grande; también de San Jerónimo, y de Dionisio el Aeropagita. Unos de ellos son santos y otros padres de la Iglesia, sobre cuya verdad y sapiencia no existían dudas. Pero, los autores no se detuvieron allí. Para hacer más abundante su erudición y no dejar dudas, apelaron también a Juan Duns Scoto, a Nicolás de Lira, a Pablo de Burgos y Antonino de Florencia, para no citar sino a unos cuantos más. ¡Estaban iluminados!

¡Ah de la sabiduría! Usted aprende con Sprenger e Institoris que la palabra “fémina” es, por ella misma, una prueba reina de la maldad de la mujer, porque debe usted saber que esa palabra proviene de las acepciones “fe” y “minus”, esto es “menos fe”. Las mujeres no están dotadas para la fe. Nacen perdidas.

La descripción, que recoge lo más granado del pensamiento de los doctores de la Iglesia, resulta hilarante: las mujeres son “incapaces de pensar, gobernadas por el vientre, inaptas para la filosofía, desprovistas de inteligencia, celosas, coléricas, envidiosas, resentidas, malas, carentes de memoria, infieles, adúlteras, libidinosas, mentirosas, seductoras…”

Es razonable que, a estas alturas, usted haya pensado que, con sus 34 ediciones a lo largo de 180 años, el libro en cuestión haya terminado siendo una pieza de colección, perdida entre las telarañas de alguna vetusta biblioteca medieval. Pero no.

“Malleus Maleficarum” está a su alcance hoy, en múltiples versiones gratuitas en PDF que puede usted descargar y cuya generosa oferta se encuentra en Google, como debe ser. Pero la industria editorial la ofrece, igualmente, en las más variadas ediciones, en tapa dura y blanda, de lujo, ordinarias, cuyos precios oscilan entre los $268.000 y los $36.000.  Hay ediciones muy recientes: Skala 2022, Montage Summer 2023, versiones del 2023 sin sello editorial (Independently published), Maxtor (2004), Emu Editores (2012), Dover Publication (1978). ¡Un jolgorio!

Michel Onfray sintetiza de manera contundente la pretensión del texto de los dominicos: “lo que persigue el inquisidor en la bruja es, pues, la feminidad de la mujer”.

La cita que hacen de Valerio, el santo mártir de África del siglo III, es de antología: “no sabes que la mujer es una quimera, pero debes saberlo. Ese monstruo adquiere una forma triple:…su aspecto es bello, su contacto, fétido; su compañía mortal”. El pobre Valerio ha de haber sufrido los rigores de un amor no correspondido. Lo cierto es que la acumulación de citas misóginas que el libro recrea además con particular sevicia, construye la tesis muy cristiana, de que la mujer encarna la más peligrosa de las calamidades para un hombre.

Esa enseñanza reiterada, persistente, desencadena desde su intención original, una furia mortal. De hecho, el libro ha sido entendido desde siempre, como un manual inquisitorio. Mirarlo en esta perspectiva criminal, puede entregarnos nuevas luces.

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40 respuestas a «¿Quién les enseñó que había que matarlas?»

Hola Wilmar, gracias por tu lectura y por tu comentario. Es larga esa herencia…

Muy cierto; las canciones junto a la religión son pilares de la misoginia, el machismo y el racismo.
Sugiero ver el episodio “Música machismo y racismo” en el programa Estampas Musicales Chocoanas. Centro cultural Otraparte, en Youtube.

Hola Elias, muchas gracias por leer y compartir tu reflexión. Me pondré en la tarea de encontrar el episodio que mencionas.

Hay un miedo ancestral al deseo que no puede ser satisfecho.
Poseer el cuerpo femenino ha sido una obsesión masculina. Los hombres sienten mucha rabia, miedo, frustración, ante su incapacidad e ignorancia para sublimar o superar el deseo sexual. Se repite el modelo en la homosexualidad. Los hombres religiosos intentan abandonar “los deseos de la carne” pero no lograrlo desata la misoginia en ellos, a veces la homosexualidad que se transforma en pedofilia y pederastia.
Temas aún tabú de los que poco se habla.

Hola Victoria. Tu reflexión sobre la homosexualidad, los prejuicios y los demonios que la religión se encarga de exacerbar, se suman a esta causa de desvelar responsables de la tragedia. Muchas gracias por tu lectura y comentario.

Manual decían de la Santa Inquisición; se crea un tribunal supremo que de una u otra forma las sataniza históricamente. Lo de ser quimera muy cierto es que cuando la imaginación llega a abominarlas hasta matarlas; la sociedad sigue descompuesta….

Muchas gracias por tu lectura y comentario Juan. Sí, son generadores de descomposición.

Hola Wilmar, muchas gracias por tu lectura y el aporte del documento. Lo leeré con interés.

La iglesia solo como símbolo de aceptación debería sacar a Valerio del santoral
Es muy triste el estado de irracionalidad del la especie “ racional”

Hola Juan. Siempre me gusta verte por aquí. Pues, a decir verdad, la Iglesia podría empezar por Agustín de Hipona. Abrazo.

Esa sexualidad femenina a todas luces superior a la monorgásmica y muchas veces disfuncional del hombre, sumada a su condición de madre, hizo de la mujer un ser temido e “insaciable”. La cultura de la pornografia vino a empeorar la celotípia consecuente y de ahí esos deseos de aniquilarla en el marco de la imbecilidad cultural y el destello de un odio pasional muchas veces montado en cólera bajo los efectos del alcohol. Eso de corretearla con un machete para después degollarla o muchas veces descuartizarla y meterla en una maleta, sorprendería al peor carroñero.
La degradación de la mujer a mero objeto del deseo sexual ha propiciado toda esta expresividad violenta en su contra y tanto la llamada música “popular” como el reguetón, muchos boleros y hasta el mismo tango, llevan en sí mismos el almendrón de ese desgano muchas veces llevado al crímen.
Si la misma religión católica lo reafirma ¿qué esperanza queda?

Hola Juan Fernando. Gracias por leer, gracias por tu comentario.Creo que la esperanza es combatir esa mirada a golpes de respeto y de dignidad.

Simplemente brillante y esclarecedor. Gracias por este texto en mi nombre y en el de mi hija y mis nietas.

Hola Camilo. Gracias por estar por aquí, gracias por leer y comentar. También escribí con indignación en nombre de Beatriz, Lillyana, Paulina, Catalina, Estefanía, Fernanda, Florencia, Cristina, Dora, Mélida, Lyda, Sofía y Astrid, las mujeres de casa. ¡Abrazo!

La palabra enseña y el ejemplo arrastra, falta de educacion en los hogares, niños que crecen en medio de la violencia. televiison y pelicuias violentas
las mujeres como tal deben asumir otro rol duele verlas con comportamientos nada adecuados

Las mujeres son iguales todas: superiores a sí mismas, capaces de lo sublime, heróico y hermoso, dispuestas siempre a ayudar, a sacrificarse hasta por sus hijos hombres calavera, a pasar desapercibidas siendo las primeras… pero la religión las ha degradado a la sumisión absoluta y al desprecio social precisamente por sus excelsas cualidades, ausentes en sus dioses violentos y curas pedófilos. La creencia en dioses lleva a la creencia en la inferioridad de la mujer y la ignorancia la mantiene incólume en la sociedad.
Dios es hombre, creado por el hombre, y no soporta que alguien sea mejor que él, por lo tanto, hay que desprestigiar a la mujer a través de la religión, sus libros y sus instrumentos. Hay que ver las vulgaridades escritas contra la mujer en la biblia. Dice en Proverbios 11:22: “Anillo de oro en hocico de cerdo es la mujer bella con poco cerebro”

Hola Albeiro, muchas gracias por tu comentario y por tu lectura. Tengo contigo, la certeza de que las religiones en general sin misóginas. Dios se me ha hecho siempre muy sospechoso.

Gracias por leer Jesus. Qué bueno saber cuál es tu visión de los comportamientos inadecuados de las mujeres, saber cuál debe ser el rol que deben asumir ellas.

Alberto excelente columna. RSolo recordar que el mito bíblico fundamente de Eva causante de la “despachada” del paraíso del “pobre Adán” sigue pesando hasta hoy en la vida de las mujeres, acusadas de todos males de la humanidad, “mujer tenía que ser”. Ni que decir del mito mariano.

Las mujeres, por naturaleza menos ambiciosas y violentas que los hombres, deberían ser los punteros y las aguas que guíen el rumbo de la humanidad. Jamás brujas, siempre brújulas.

La misoginia sigue matando en la actualidad a las mujeres, con crueldad y sevicia como en el medioevo. La iglesia y sus sacerdotes violan, su pederastia es denunciada aún en la actualidad y siguen ahí. Los feminicidas a lo mejor se amparan en “la buena fe” y la iglesia los absuelve por complicidad y como muchas instituciones patriarcales y misóginas. Las luchas feministas por el contrario nos han puesto en lo público y político de la sociedad actual gozando de muchos derechos. Y concluyo: Ni una menos porque vivas nos queremos!

La misoginia sigue matando en la actualidad a las mujeres, con crueldad y sevicia como en el medioevo. La iglesia y sus sacerdotes violan, su pederastia es denunciada aún en la actualidad y siguen ahí. Los feminicidas a lo mejor se amparan en “la buena fe” y la iglesia los absuelve por complicidad y como muchas instituciones patriarcales y misóginas. Las luchas feministas por el contrario nos han puesto en lo público y político de la sociedad actual gozando de muchos derechos. Y concluyo: ¡Ni una menos porque vivas nos queremos!

Apreciado y leído Alberto: Tus artículos siempre tan bien documentados y reveladores. Nos falta un largo camino para llegar al punto de equilibrio. Sin embargo, después de leer el artículo que recomendó Wilmar sobre La sexualizacion temprana de las niñas y el perreo… quedé de cama. Pues la perversa sociedad de consumo y la maximización de la ganancia nos ha degradado hasta el extremo.
A veces lamento más que nunca la extinción de los dinosaurios…

Hola Olga. Qué bueno tenerte por aquí. Es un escenario aterrador. Tu lamento es más que válido.

Ante semejante panorama de violencia contra la mujer, habría que reacomodar la reflexión de Sor Juana Inés de la Cruz hecha en el siglo XVII:
“O cuál es más de culpar,
aunque cualquier mal haga:
La que peca por la paga,
o el que paga por pecar?”

Estoy de acuerdo con el comentario de OlgaLEcheverrig: yo también “quedé de cama” con el mismo artículo !…horror!

Hola Consuelo. Es un panorama aterrador porque día a día “inventan” mecanismos, estrategias, acciones, para perpetuar esa violencia. Gracias por leer y comentar

Incluso las denominadas “femme fatale” de la literatura como Carmen, Madame Bovary, Ana Karenina, Nana, y otras, supuestamente villanas, se pueden considerar más bien víctimas de una sociedad que las ha prostituido, convertido en adúlteras, las ha hecho infelices, las ha utilizado sexualmente y menospreciado, al punto de empujarlas al suicidio, al enclaustramiento, al desamor y, también, como en el caso de Carmen,a ser apuñaladas por un amante celoso.
Excelente este escrito que pone el dedo en la llaga de esa demencial violencia contra las mujeres, violencia ésta que en un país tan machista y podrido como el nuestro en vez de amainar se exacerba.

Buenas tardes Edgar. Muy valiosa tu reflexión. Gracias por la lectura. Tienes toda la razón, la literatura clásica también tiene el poder de mostrar la dimensión del atropello a las mujeres.

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